CAMINO LEBANIEGO CASTELLANO, 9ª ETAPA: SAN SALVADOR DE CANTAMUDA - CAMASOBRES (24/9/2025)
“En primer lugar somos lo que somos y hacemos lo que hacemos, así que no podemos colgarnos títulos a priori. Una vez terminada la ruta es posible que lleguemos a ser peregrinos, antes no. (“El Camino Mágico de Santiago”, Xosé Azofra Carballo)
“El Camino Lebaniego Castellano es una antigua ruta de peregrinación bastante desconocida aunque tenga una tradición de más de cinco siglos. Al igual que el Camino Lebaniego que parte de San Vicente de la Barquera ambos tienen en común su meta en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, donde se venera el fragmento de mayor tamaño del “Lignum Crucis” que se conserva en la cristiandad. Este Camino Lebaniego Castellano cruza toda la provincia de Palencia de sur a norte transcurriendo en sus primeras etapas paralelo al Canal de Castilla en su ramal norte y posteriormente recorriendo gran variedad de paisajes hasta llegar a tierras cántabras ya en sus dos últimas etapas, finalizando en el ya citado Monasterio de Santo Toribio de Liébana. El Camino Lebaniego Castellano se puede dividir en once etapas que cubren un total de 226 km aproximadamente. Hemos de decir que, desgraciadamente, los servicios de albergues, hospedajes y restauración no son suficientes y necesitarían de un impulso por parte de la Diputación Palentina que hiciese de este bonito camino un recorrido más practicable y llevadero a los “crucenos”, que es el nombre que reciben los peregrinos que realizan este camino medieval.”
Nuestras etapas del Camino Lebaniego Castellano coinciden básicamente con el recorrido oficial, aunque pueden presentar alguna variación en función del lugar en el que pernoctaremos o comeremos, o de evitar tramos engorrosos, peligrosos o innecesarios. En general, el camino está bien señalizado y podemos seguirlo sin track, aunque es conveniente ser conocedor de alguna variante que nos puede interesar.
Esta novena etapa es corta, pero con tres subidas que le confieren cierta dureza. Es una etapa con subidas y bajadas constantes que la convierten en rompepiernas. Pasaremos por un precioso hayedo que hará nuestras delicias. En la etapa no encontraremos bares en ninguno de los tres pueblos por los que pasaremos. Alcanzaremos la máxima altura de la etapa en el Collado Mayor (1403 m). Apenas superado este punto entraremos en un precioso y mágico bosque de hayas. La única pega que podemos encontrar está en el kilómetro 3,6 donde estaba recién puesta una cancela cerrada con mala idea con un alambre de espinos que no se podía abrir para pasar. Nosotros lo hicimos, pero si no queremos complicarnos la vida, bajaremos a la carretera y la seguiremos hasta llegar a Lores (más o menos hay la misma distancia). Junto con la etapa anterior y la siguiente son las más bonitas de este camino.
Por lo demás, a disfrutar de la ruta que nos ofrece vistas sobre la Sierra de Peña Labra (o de Híjar) que en esta ocasión se veía nevada.
DATOS GLOBALES TOTALES DEL CAMINO LEBANIEGO CASTELLANO
- 225,810 km en once etapas. - 2796 m de desnivel positivo. - 3039 m de desnivel negativo. - 51 h 38 min tiempo en movimiento. - 62 h 49 min tiempo total.
DATOS DE LA TERCERA ETAPA
- 12,97 km. - 557 m de desnivel positivo. - 469 m de desnivel negativo. - 3 h 13 min tiempo en movimiento.
- 4 h 4 min tiempo total.
Hoy no teníamos necesidad de madrugar en exceso dado lo corto de la etapa. Tomamos un buen desayuno en el hostal sobre las ocho y a las ocho y veinte ya estábamos en marcha.
Poco a poco van saliendo al patio los integrantes para iniciar la etapa de hoy.
Salimos y apenas a unos metros pasamos por un puente sobre el Pisuerga, el protagonista de estas últimas etapas.
"¿Ves aquel sauce, bien mío,
que, en doliente languidez,
se inclina al cauce sombrío,
enamorado tal vez
de las espumas del río?"
Rafael Obligado
Enseguida giramos a la derecha por la PP-2116 que lleva a la población de El Campo.
Pero recorreremos por ella apenas unos doscientos metros.
Nos desviaremos por este camino que sale hacia la derecha. Aquí comenzamos la primera de las tres subidas que tendremos hoy. Ésta es dura y más al inicio de la etapa sin prácticamente haber calentado.
La noche ha sido fría y la escarcha tiñe de blanco la hierba.
"Ahí va la loca, soñando
con la eterna primavera de la vida y de los campos,
y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado."
Rosalía de Castro
Es una subida que nos hace esforzarnos, pero recompensa el bosque que atravesamos.
Junto a la senda, las vacas nos miran curiosas, sorprendidas de que unos cuantos hombres pasen por lugar tan poco frecuente y a tan temprana hora.
Cruzamos un puente de madera sobre un arroyo.
Seguimos por un precioso bosque que hace las delicias de cualquier senderista o peregrino mejor.
El bosque desemboca en una meseta circular abierta en 360º.
Es el mirador de El Campo-La Pernía, con bonitas vistas sobre la Montaña Palentina.
Vamos dando la vuelta alrededor del mirador en sentido contrario a las agujas del reloj.
Gracias a los paneles pudimos identificar algunas cimas de la Montaña Palentina.
He aquí algunos.
Corroborando que la noche había sido fría, vemos el Pico Tres Mares con nieve.
"Siempre habrá nieve altanera
que vista el monte de armiño
y agua humilde que trabaje
en la presa del molino."
León Felipe
El Campo, hacia donde nos dirigimos, desde el mirador que lleva su nombre por algo.
Ampliamos con zoom su iglesia de San Pedro.
Dejamos el mirador y vamos descendiendo hacia El Campo. En esta bajada afloran pensamientos y reflexiones que a veces suelo contar.
“En efecto: ahora acabo de conocer que todos los
contentos de esta vida pasan como sombra y sueño, o se marchitan como la flor
del campo.” ("Don Quijote", Miguel de Cervantes)
¿Acaso esas gotas son lágrimas del escaramujo? Y si es así ¿por qué llora?
"En cada fresco brote, en cada rosa erguida,
cien gotas de rocío brillan al sol que nace;
mas él ve que son lágrimas que derraman los tristes
al fecundar la tierra con su preciosa sangre."
Rosalía de Castro
Entramos en El Campo (21 hb.)
Cruzamos sus silenciosas calles.
Seguimos el camino en ligera subida.
A veces nos acompañan los robles.
Otras veces los pinos son nuestros compañeros de viaje.
Los robles producen bellotas, pero como es sabido muchos presentan estas agallas que son formaciones anormales debidas a la actuación de un parásito, normalmente algún insecto.
Ya nos hemos habituado a ver caballos y vacas en libertad. Pero nos sigue encantando detenernos a disfrutar de ello.
La escarcha, a pesar del sol, aún permanece en muchos sitios.
Seguimos nuestro camino hacia Lores y parece que a algún caballo no le gustaba nuestra presencia.
Grandes matas de brezo tapizan el suelo.
Aproximadamente en el kilómetro 3,6 encontramos esta cancela que impide nuestro paso por lo que parece un camino. Hemos atravesado numerosas cancelas cerradas con diferentes sistemas y sin problemas para continuar. Pero hemos topado con ésta que está hecha con mala idea para impedir el paso. Un alambre de espino reciente se sujeta al palo por arriba y por abajo impidiendo abrirla. Se nota que está hecho con mala idea para evitar el paso, porque además una hembrilla colocada por encima del alambre impedía quitar el alambre espinoso.
Aquí tenéis cómo estaba cerrada esta cancela. Me parece muy mal. Si el camino ha estado siempre ahí existe la servidumbre de paso y no se debe cerrar. El peregrino no va a hacer ningún daño porque sigue su camino.
Pues pasamos. Eso sí, con algo de esfuerzo y volviéndolo a dejar igual. Recomiendo a futuros peregrinos que si el que ha hecho esto no reflexiona y pone una cancela que no impida el paso, que busque salir a la carretera y acceda a Lores por ella. De hecho, el camino sale más adelante a la carretera para entrar en Lores.
Tras el imprevisto, el camino del peregrino continúa.
"El peregrino forma parte del mundo, pero el mundo se queda y el peregrino se va."
("Los Camino de Santiago. Arte, cultura, leyendas", José Fernández Arenas)
Poco antes de salir a la carretera cruzamos este puente sobre el río Lores.
Aguas del pequeño río Lores que desemboca en el Pisuerga cerca de San Salvador de Cantamuda.
Salimos a la carretera y en menos de un kilómetro entraremos en Lores.
Captamos con el zoom la iglesia de San Lorenzo de Lores.
Entramos en Lores (32 hb.)
Como es la tónica habitual en estos pequeños pueblos de La Pernía, el silencio acompaña nuestro paso por ellos.
Casa de Lores, con un carro en el porche, seguramente no utilizado desde hace mucho tiempo, pero como recuerdo de un pasado no tan lejano en el que su uso era imprescindible.
Dejamos atrás la iglesia de San Lorenzo, con el cementerio anejo.
Desde Lores empezamos la segunda subida de la etapa. Ésta es la más larga (kilómetro y medio) y tal vez la más dura porque nos hará alcanzar el Collado Mayor a 1403 m de altitud, máxima altura de la etapa y del Camino Lebaniego Castellano.
Comienza la subida.
“Ascender por pendientes empinadas requiere paso corto al
principio.” (Willian Shakespeare)
En muy poca subida ya queda muy abajo la iglesia de Lores.
Más vacas impertérritas junto al camino.
Y nuestro esfuerzo en la subida también nos hace fluir pensamientos.
"En el camino encuentras la soledad, una gran amiga que te escucha y te habla."
("Los Caminos de Santiago. Arte, cultura, leyendas", José Fernández Arenas)
La subida es dura, pero el bosque la dulcifica y nos hace olvidar la fatiga.
Los grandes helechos adornan el camino.
"Por el sur de mis pies fue primavera
y al norte de mi frente flor de helecho."
F. García Lorca
El hayedo tiene ejemplares como el de la foto.
Al fondo una luz parece indicarnos que termina el bosque y tal vez la subida.
Efectivamente se terminó el bosque, que deja paso a una meseta en la que a doscientos metros encontramos esta cancela justo en el Collado Mayor, punto más alto de la etapa.
A nuestra izquierda estos riscos en cuya ladera pace una manada de vacas.
Descansamos en este punto unos minutos hasta reagrupar al resto. Desde aquí seguiremos el camino de Casavegas. Ahora nos toca bajar lo que hemos subido.
En la bajada tenemos frente a nosotros la Sierra de Híjar o de Peña Labra más modernamente.
El Pico de los Tres Mares que vimos a la mañana lo tenemos ahora más cerca.
Lágrimas en esta hoja de roble. Cayó de su rama.
El camino se interna en un maravilloso bosque encantado.
"Érase un verde bosque de eterna primavera,
y érase un niño iluso que vagaba al azar...
El niño entró en el bosque siguiendo una quimera;
entró en el bosque... Y nadie lo ha visto regresar."
José Ángel Buesa
La magia de estos bosque es que consiguen que olvides tu cansancio y te concentres en disfrutar de lo que está viendo, sintiendo, pisando...
Salimos del bosque. Esta gran cantidad de helechos parecen haber pasado su mejor momento.
Tras el bosque se abrió un amplio horizonte con la sierra de Híjar o de Peña Labra frente a nosotros.
Los picos resaltados pasan los dos mil metros de altitud, por eso vemos nevadas sus cimas.
Las leves, revoltosas, inquietas, pizpiretas,inquietas...mariposas no se dejan fotografiar.
De vez en cuando tenemos suerte y logramos que alguna pose para nosotros.
Esta Colias croceus amarilla nos hizo el favor.
"Nadie envidiará tus galas
ni tu existencia dichosa,
pero yo sé, mariposa,
que alguien envidia tus alas..."
Vicenta Castro Cambón.
Seguimos descendiendo con amplias vistas.
"Aire! ¡más luz, una planicie verde
y un horizonte azul que la limite,
sombra para llorar cuando recuerde,
cielo para creer cuando medite!"
Manuel Gutierrrez Nájera
Descendemos hacia el pueblo de Casavegas por un bonito camino.
Antes de entrar en Casavegas encontramos su iglesia de la Asunción. Su espadaña es de origen románico. El resto es posterior.
Nos acercamos a la puerta. En ella un folio a modo de portal de transparencia del año 2024 demoledor.
Ingresos por colectas...30 euros
gastos luz...51,35 euros
déficit...21,35
déficit año 2023...2012,35 euros
déficit año 2024...2033,70 euros
Delante de la iglesia se encuentra el cementerio.
"En el monte solitario,
un cementerio de aldea
parece un campo sembrado
con granos de calaveras."
F. García Lorca
Dejamos la iglesia de la Asunción y sus problemas presupuestarios y nos dirigimos al pueblo cruzando un puente sobre el arroyo del Pisuerga.
Cruzamos también Casavegas envueltos en silencio.
A la salida del pueblo pasamos junto al lavadero municipal que parece de muy reciente construcción y sin agua.
Justo al lado se encuentra una fuente-abrevadero.
La última casa del pueblo es una casona al parecer de rancio abolengo como muestran sendos escudos en su fachada. Pero todo en esta vida tiene su principio y su final. En la casona no vive nadie ya.
El terrenos se ondula con pequeñas subidas y bajadas que no suponen excesivo esfuerzo.
Encontramos más vacas pasmadas ante nuestra presencia.
¡Mirad la cara de asombro de ésta!
"El rancho en la hondonada.
La vaca triste.
Y el alma mía que les canta.
La vaca triste. El rancho en la hondonada."
Liber Falco
Ahora un giro a la izquierda. A partir de aquí empieza la tercera subida de la etapa de aproximadamente un kilómetro y también con un cierto desnivel que nos hará ponernos las pilas.
Atravesamos algún tramo de bosque entre altos pinos.
Seguimos con la subida ahora sin arboleda que nos de sombra.
Alguien generoso y consciente de lo duro de la subida colocó bajo este monumental pino un sofá construido con palés.
Si miramos hacia el sur vemos Peña Tremaya con su antena y sus 1441 m. de altitud.
Hacia el norte, el Cuchillón nevado.
Aquí vemos mejor la sierra de Híjar.
Alcanzamos una amplia meseta.
Estaremos a unos mil trescientos metros.
En ella encontramos este depósito para abrevar a las vacas.
Y un comedero con paja.
Y disfrutamos de estas espectaculares vistas.
Sólo nos resta bajar hasta Camasobres por un cómodo camino.
Entramos en Camasobre (12 hb.) en busca del Hotel Posada Fuentes Carrionas.
También pueblo silencioso, aunque vimos algunos paisanos que nos orientaron para buscar el hotel.
Pasamos por delante de la iglesia de San Pantaleón.
Y a poco más de la una de la tarde estábamos en nuestro destino:
Posada Fuentes Carrionas.
Entramos al jardín en el que se encuentra la entrada principal.
Enseguida fuimos acogidos por Rebeca que nos trató exquisitamente.
Nuestro reposo del guerrero, cómodo y muy acogedor.
Tras una ducha reparadora, bajamos al comedor.
Comimos muy bien, sano y todo natural.
Luego descanso y por la tarde salida de reconocimiento por el pueblo.
Visitamos más de cerca la iglesia de San Pantaleón, cerrada como prácticamente todas por la que pasamos. De origen románico aunque sólo su espadaña es de esa época.
En una piedra de un contrafuerte exterior se deja constancia de una gran nevada en febrero de 1713 que duró hasta el 29 de abril de ese año (supongo que en el S. XVIII el cambio climático ya había comenzado sus andanzas).
No nos entretuvimos demasiado porque hacía frío y en el pequeño pueblo no había tampoco demasiado que ver. Pero nos gustas ver casas sencillas de pueblo como la de la foto.
"Yo
no sé lo que tiene esta pequeña ventana; si hablara de dolores, de sollozos y
de lágrimas, tal vez al concretarla, no expresaría mi emoción con exactitud;
porque el misterio de estas ventanas está en algo vago, algo latente, algo como
un presentimiento o como un recuerdo de no sabemos qué cosas…" (Azorín, “Las
confesiones de un pequeño filósofo”)
Pero en nuestro paseo aún pudimos disfrutar de joyas naturales como este hibisco.
Vuelta a la posada y charla distendida en el bar a la espera de que nos dieran la cena.
(foto de Miguel Banacloche)
Y llegó la hora de cenar. El lugar inmejorable. Todo un lujo para un peregrino.
La cena, sencilla, pero también inmejorable. El peregrino no está en condiciones de exigir. Se ha de conformar con lo que haya o buenamente te quieran dar. Ya hemos tenido suerte de que en ninguna etapa nos ha faltado alojamiento y comida.
Tras la cena, a los dormitorios a descansar. Mañana toca madrugar porque tenemos una etapa dura y hemos de estar frescos.
"Cuanto más pequeño es el pueblo, mejor es el albergue"
(Los Camino de Santiago. Arte, cultura, leyendas", José Fernández Arenas)
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