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miércoles, 15 de mayo de 2024

ALMEDÍJAR: COLLADO DEL CAÑAR, PICO LA DEHESA, CERRO ROMÁN, BARRANCO DE ALMANZOR (11/5/2024)

 

“Vamos a partir. ¿Adónde vamos? No lo sé: éste es el mayor encanto de los viajes…” (Azorín, “Las confesiones de un pequeño filósofo”) Cada semana partimos en busca de no sabemos qué. No sabemos lo que nos vamos a encontrar en la ruta que vamos a realizar. Ese es el mayor encanto de nuestras rutas. A pesar de no saber lo que nos vamos a encontrar en ellas las afrontamos con ganas e ilusión y con la fe en que conseguiremos realizarla a pesar de las dificultades que nos puedan surgir.

Corta pero intensa ruta en la Sierra de Espadán (dentro de los términos del Parque Natural, y por  tanto sujeta  a la normativa que impera en los Parques Naturales) que nos lleva a subir desde Almedíjar dos modestas cimas poco visitadas y conocidas de la sierra pero que nos van a proporcionar estupendos momentos montañeros, como pasa en todas las rutas por esta bella sierra. 


Silencio y paz a primerísima hora de la mañana en este bello pueblo de la Sierra de Espadán.

“Sea moderado tu sueño; que el que no madruga con el sol, no goza del día.” ( Miguel de Cervantes)



Comenzamos a caminar para salir fuera de la población a buscar la Fuente del Cañar. Enseguida es visible el cerro de la Solana donde se ubica su castillo que visitamos allá por julio de 2022.

“El alma es un hermoso y delicioso castillo en el cual hemos de ver cómo podemos entrar.” (Santa Teresa de Jesús)


En un corral de las últimas casas del pueblo, gallos y gallinas no han osado cantar aún, no vayan a despertar a los pobladores que aún descansan a tan pronta hora.

"El gallo canta... Y la mañana impía
despierta con su luz a los humanos,
haciéndoles trocar delirios vanos
por el forzoso afán de un nuevo día."

                                                                                                Pedro Antonio de Alarcón 


Salimos del pueblo y ya vemos la arboleda que rodea el paraje de la fuente del Cañar.


Este puente sobre la rambla de Almedíjar nos da acceso al paraje.


En el paraje encontramos un lavadero y unos paelleros con mesas.


Es un bonito lugar y fresco, para poder almorzar o comer sobre todo en épocas de calor.


Ésta es la fuente del Cañar o de la Divina Pastora, una de las mejores fuentes del término. La cerámica que ilustra la parte superior de la fuente es de la Divina Pastora, de ahí su segundo nombre. Mana siempre a 20º . De este manantial se embotella el agua con el nombre comercial de Aguas de Almedíjar.

"La fuente vieja, Platero, donde tantas veces me has visto parado tanto tiempo, encierra en sí, como decir, el sentimiento de la vida verdadera." (J.R. Jiménez, "Platero y yo")


Posamos delante de la fuente del Cañar para la foto de grupo. A la derecha Emilio Romero. A la izquierda, un servidor.


Esta ruta, además de montaña nos ofrece historia. En todo el recorrido veremos restos de refugios, trincheras, puestos de observación, nidos de ametralladoras...de la Guerra Civil, de la denominada Línea XYZ. Tiene por lo tanto un aspecto cultural que desconocíamos antes de venir aquí. Este panel nos informa precisamente de uno de los refugios antiaéreos que se encuentra junto al paraje de la fuente del Cañar.

Refugio antiaéreo de Almedíjar.


Desde aquí tomamos esta pista cementada en ascenso.


Siempre visible, el castillo de la Solana...


...y Almedíjar cuando ya hemos adquirido cierta altura.


Llegamos al Collado del Cañar y giramos a la izquierda.


En una de la paradas a tomar aire, hacia el sur, la vista inconfundible del Pico del Águila de Gátova.


Enseguida dejamos la pista cementada para comenzar un sendero que sale a nuestra derecha.


El sendero presenta una buena pendiente, con terreno de piedra suelta y muy resbaladiza. La fuerte pendiente y el suelo nos harán ponernos las pilas. El resuello de la respiración se hacía muy evidente.


Emilio Romero en pleno esfuerzo durante la subida. Algo más de un kilómetro de subida nos espera hasta el pico de La Dehesa.


En poco tiempo adquirimos mucha altura. Mirad ahora Almedíjar a vista de pájaro.


A media ladera encontramos un campo de almendros junto al sendero. Nos imaginamos el esfuerzo que supondría subir a cuidarlo y recoger las almendras por parte del dueño y lo duro de las labores del campo para el escaso beneficio económico que luego reportan.


La altura alcanzada también nos permite tener buenas vistas del valle del Palancia. En la foto, el polígono de Segorbe con ese prima azul tan característico y la ermita de San Cristóbal de Castellnovo en lo alto del cerro.

Nueva mirada hacia el sur, hacia la Calderona, donde el Gorgo nos llama la atención.




Y el Sierro




En el valle, la localidad de Geldo.


También distinguimos Segorbe y Altura.


Y Torás, a los pies de Peñascabia.


Hacia el oeste, el pico de Santa Bárbara, en Pina de Montalgrao. En primer plano el castillo de la Solana.


Tampoco se nos escapan Jérica y Viver.


Soneja, enmarcada por La Calderona, con el Gorgo destacando al fondo.


Segorbe, Altura y Castellnovo.


Y por supuesto, la Sierra de Espadán.


Emilio casi en la vertical de Almedíjar, gestionando la fuerte subida.


Y el emblemático e inconfundible Espadán.


Acercamos con zoom las ruinas del Castellet de Almedíjar.


Llegando a La Dehesa vemos los primeros restos de trincheras.


El poste informativo que vemos marca el pico de la Dehesa. Ya estamos. 

Mientras recuperamos el aliento después de la fuerte subida, nos deleitamos disfrutando de las excelentes vistas. En la foto, Azuébar.


Almedíjar desde La Dehesa.


Tras disfrutar de las vistas, nos inmortalizamos en la cima de La Dehesa.


Seguiremos ahora por el cordal, con las excelentes vistas sobre la sierra de Espadán, muy gratificantes.


Seguimos captando poblaciones conocidas: Benafer.


Caudiel.


Unos cien metros de la cima, encontramos un primer escollo de la ruta, que habremos de superar.


Se trata de un corto tramo donde deberemos hacer un destrepe. La edad y el cuerpo ya no es el de un joven, y aunque acostumbrados a la montaña, bajaremos con precaución, apoyando las manos si es preciso...

...o incluso con el culo a tierra si hace falta para no perder el equilibrio.


Pocas florecillas silvestres tuvimos ocasión de encontrarnos, pero estas jaras nos alegraron un poco la mañana.

"Soy esa flor perdida que brota en tus riberas
humilde y silenciosa todas las primaveras."

                                        Alfonsina Storni


Emilio Romero acabando de superar este primer escollo en la ruta.


Enseguida llegamos a este punto de observación. Aunque ahora se ve descubierto, en origen estaba cubierto para pasar desapercibido.


A nuestra derecha, asoma la redondeada cima del Carrascal.


Y el pico Bellota.


Más lejano, el pico Font de Cabres.


Seguimos el cordal. Enfrente el cerro Román. Al fondo el cordal de Espadán.


Tramo que nos queda hasta el cerro Román.


Y Almedíjar, a la que pudimos ver desde diferentes ángulos.


Llegamos a la base del cerro Román. Existe la posibilidad de rodearlo y evitar su ascenso. No sabemos cómo será la subida ni la bajada. Pero ya que estamos aquí, ¿qué podemos perder?. Como dije al principio, afrontar lo que nos vamos encontrando es, tal vez, el mayor encanto de los viajes, de las rutas...

Allá que nos dispusimos a subir al cerro Román. Aunque no tenía un sendero muy marcado como tal, la subida era bastante evidente y corta. No supuso un problema excesivo.


Almedíjar vista dese el Cerro Román. Hasta aquí no se puede llegar en coche. Únicamente podemos subir con nuestros pies y nuestro esfuerzo. Eso le da un valor incalculable.

“Un paisaje se conquista con las suelas del zapato, no con las ruedas del automóvil.” (William Faulkner)

 


En el Cerro Román, los restos de otra trinchera.


Y para que quedara constancia de nuestra "hazaña", nos hicimos este autorretrato en la cima.


Tras disfrutar de las vista, comenzamos la bajada del Cerro Román. Un primer tramo, aunque sin sendero evidente, lo bajamos arrimados al borde de la loma que no presentaba excesiva dificultad. 


Pero llegado un punto, habremos de buscar una bajada campo a través más o menos que nos vuelva a dejar en la senda que dejamos antes de subir al cerro. Este es el segundo tramo peliagudo de la ruta, pero que hemos de gestionar sí o sí. Emilio descendiendo del Cerro Román. Lo solucionamos con éxito.


De nuevo en la buena senda, continuamos el camino.


A partir de aquí, además de las trincheras y restos de la guerra, empezamos a disfrutar con la presencia de monumentales ejemplares de alcornoques. Mirad éste, por ejemplo. Detrás el majestuoso alcornoque. Posando delante, otro alcornoque, pero ése, nada majestuoso.


Un precioso sendero en el corazón de la maravillosa Sierra de Espadán. Todo un deleite para los sentidos.

Y un punto más con trincheras.


Un nuevo punto marcado por este poste...


...con trincheras...


...y un nido de ametralladoras.


Ante semejante paisaje, no puedes más que detenerte de vez en cuando y embriagarte de belleza, de paz, de tranquilidad...


Otro precioso ejemplar de alcornoque, estropeado por mi presencia.


Y más trincheras. ¡Cuánto esfuerzo perdido!


Vistas hacia el Refición y el Cullera.


Seguimos en descenso. Los alcornoques van a más. Pensamos en sus condiciones  

“Ningún árbol es fuerte sin contínuos vientos; pues con ello se fortifican sus raíces.” (Lucio Anneo Séneca)


El sendero desemboca en esta pista. De seguirlo por la derecha, llegaríamos a la masía de la Mosquera. Encontraríamos también otro refugio a escasos metros del cruce. Pero nosotros nos vamos por la izquierda.


Una corta pista nos sacará a la CV-200 en doscientos metros.


Salimos a la carretera y seguiremos hacia la derecha. Lo haremos con precaución y no por los coches, que no vimos ninguno, sino por los ciclistas que fueron muchos y que como van de bajada van rápidos y cortando las curvas. ¡Cuidado!


Tras cuatrocientos metros dejamos la carretera y salimos por aquí para seguir un sendero descendente que nos dejará en el barranco de Almanzor.


Comenzamos a bajar por este precioso sendero por un bosque de alcornoques.


“No hay mayor autoengaño e ilusión que pensar que los otros se mueren y uno permanece. La Dama de la muerte es insobornable; no hay manera de seducirla para que no repare en nosotros.” (Ramiro Calle, “Los mejores aforismos y parábolas de Oriente.”, 


Es un lujo y un privilegio recorrer estos senderos.


Aprovechamos unas piedras en un recodo del sendero para darnos el pequeño homenaje del almuerzo, típico de nuestras rutas.


Seguimos en bajada entre alcornoque monumentales.


Y salimos al camino del barranco de Almanzor que nos devolverá a Almedíjar en algo menos de cuatro kilómetros.

Como dije antes, pocas florecillas vimos. Por eso, las escasas que vimos nos llamaron más la atención. Mirad por ejemplo esta preciosa campanilla.

“Esta flor vivirá pocos días, Platero, aunque su recuerdo podrá ser eterno. Será su vivir como un día de tu primavera, como una primavera de mi vida.” (J. R. Jiménez, “Platero y yo”)


Y mi sombra, fiel como siempre y a mi lado. Aquí la tenéis.

"la sombra de mi alma
huye por un ocaso de alfabetos,
niebla de libros
y palabras.
¡La sombra de mi alma!·

     Federico García Lorca

Seguimos caminando cómodamente rodeados de abundante vegetación.


Estos originales escarabajos (Oxythyrea funesta) se disputan el amor de la florecilla.


Junto al camino este poste nos marca un enclave emblemático de este barranco que no podemos pasar por alto. Se trata del desvío a la Castañera, un castaño centenario digno de ser visitado.


Un panel nos informa sobre la historia de este ejemplar único que vamos a ver enseguida.


Y aquí tenéis a la Castañera. Árbol emblemático de esta sierra que todos debería visitar. Se le supone más de cuatrocientos años. Este poema figura en el panel que vimos arriba.

"Más vieja que las antiguas leyendas moras soy. Mi
corazón mil veces se ha roto, uno por cada batalla,
escaramuza o soldado que he visto pasar. Incluso el
mismísimo Almanzor pasó por aquí, lavó sus heridas y
recuperó la salud gracias a las aguas que manan aquí
cerca 
Ni mucho menos todo han sido penas. Como en mi
 madera guardo larga memoria, cientos han sido las
ocasiones en que he reconocido a la que fue una joven
pareja enamorada que caminaba por esta senda, al
regresar años después a visitarme en cuanto sus niños
echaron a andar."


Seguimos nuestro camino y a trescientos metros del desvío a la carbonera, nos encontramos con otro enclave también emblemático que nos muestra uno de los oficios ya desaparecido que se realizaban en el entorno de esta sierra. Se trata del oficio de carbonero. En este panel, como homenaje a los carboneros y su oficio, para que permanezca en nuestra memoria colectiva, esta panel nos da una completa información de este oficio.


Frente al panel, una carbonera, en la que se obtenía carbón vegetal.


Y junto a la carbonera, la caseta del carbonero que durante la fabricación del carbón debía controlar el fuego y por lo tanto debía permanecer allí en los días que duraba el proceso.


Seguimos nuestro camino, cada vez más cerca de Almedíjar. Otro de los elementos característicos del pueblo es el aprovechamiento del agua, tan importante para la vida. Son múltiples los elementos y construcciones que servían a este fin. En este caso, vemos el Azud del Estrecho, para retener las aguas del barranco y desviarla para riego.


Seguimos este bonito camino entre alcornoques y pinos.


A pocos metros del azud, nos encontramos con el Arquillo del Estrecho, que formaba parte del conjunto de elementos construidos que llevaba el agua hasta la población de Almedíjar.


Pasamos por encima del arco. Podemos apreciar la acequia por la que transcurría el agua.


En este panel encontramos toda la información sobre este elementeo constructivo.


En las cercanías de pueblo también aparecen campo de olivos. De todos es conocido la calidad del aceite de la Sierra de Espadán.


Enfilamos ya el último tramo de camino. 
Nos acercamos hasta Área Recreativa Los Pinos. Aquí la veis delante de nosotros.

"Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas! ...
¿Adónde el camino irá?"

           Antonio Machado


El Área Recreativa Los Pinos se encuentra a menos de un kilómetro de Almedíjar. Es un buen lugar para descansar a la sombra de los enormes pinos. Tiene también una fuente donde poder refrescarse.


Apenas pasada el área recreativa ya vemos las casas de Almedíjar.


Y entramos en sus limpias y tranquilas calles, un remanso de paz y tranquilidad. Aquí parece que el tiempo se haya detenido y la prisa no exista.

A la entrada al pueblo, una balsa de riego.


Es un pueblo con mucho encanto. Es un placer recorrer sus calles.


Como pasa en todos los pueblos de la sierra,encontramos rincones originales y llenos de encanto. Como muestra esta foto.


Pasamos por la plaza de la Iglesia, dedicada a Ntra. Sra. de los Ángeles.


Una calle más y llegaremos hasta el lugar donde aparcamos horas antes.


Y acabamos nuestra aventura donde la empezamos.

Una ruta más. No sabíamos dónde íbamos. Ese ha sido el mayor encanto de la ruta, como decía Azorín. 

Pincha en el enlace para ver la galería de fotos de la ruta.

Debemos disfrutar de la montaña siempre de la manera más segura posible para evitar riesgos y accidentes. Para ello es importante que leas estos consejos sobre "Seguridad en la práctica de senderismo y emergencias en montaña"

La ruta en el mapa



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