La imponente torre del castillo de Sot (S. XI) reclama nuestra mirada. No es para menos.
Comenzamos nuestra ruta y empezamos a callejear por la calle Ramón y Cajal- Vamos buscando la parte alta del pueblo que nos dejará en la carretera.
Esta puerta nos transporta a épocas pretéritas y nos hace preguntarnos cuántas vidas, cuántas vivencias, cuántas pasiones, cuántas alegrías, cuántas tristezas, cuántas ilusiones, cuántos desencuentros...habrán tenido todos y cada uno de los moradores que allí han vivido.
Salimos a la Calle Valencia. La cruzamos para seguir de frente por la Calle Silencio.
Antes nos hemos ido a la izquierda unos metros para fotografiar el lavadero municipal, ubicado bajo el Centro Social Municipal (antiguo ayuntamiento).
Pasamos por la coqueta Plaza Juan de Juanes, junto a la iglesia de San Sebastián Mártir.
Y seguimos descubriendo bonitos rincones del casco de Sot de Chera, buscando la parte alta del pueblo.
Finalmente, por la Calle Barracas saldremos a la carretera. (foto de Emilio Romero)
Salimos en este punto a la CV-395 que seguiremos hacia la derecha unos cien metros.
Llegamos a la Fuente de Mosén Lucas, junto a la carretera. Al parecer se le llama popularmente como "La Meona", por la propiedad diurética de sus aguas.
Junto a la fuente, este poste direccional que seguimos a la izquierda. Seguiremos fundamentalmente el PR-CV 77 (Sot de Chera-Chulilla). (foto de Emilio Romero)
Antes de continuar, nos detenemos unos momentos en el paraje que hay justo encima de la fuente para hacernos la foto de dúo. Emilio Romero (izquierda) y servidor.
Tras la preceptiva foto, seguimos por unas escaleras con peldaños de troncos que nace junto a una higuera.
Un sendero pedregoso nos va subiendo poco a poco hasta otro poste que encontraremos en apenas cien metros.
“Ascender por pendientes empinadas requiere paso corto al
principio.” (Willian Shakespeare)
Adquirimos altura lo que nos permite esta bonita imagen de Sot.
En este poste direccional, tomaremos un sendero que sigue por la derecha, dirección Chulilla. A la vuelta volveremos por la izquierda.
No podía faltar el imponente perfil del Morrón.
En pocos metros tomamos mayor elevación.
Subimos por un tramo de sendero que transcurre paralelo a una vaguada, con terreno descarnado, mucha piedra suelta, pendiente acusada y estrecho en algún punto.
(foto de Emilio Romero)
Mi sombra atenta a los movimientos de Emilio Romero en este tramo delicado de la senda.
Este tramo de sendero de aproximadamente ochocientos metros, en su primera parte, presenta un desnivel importante, con un suelo muy descarnado y mucha piedra suelta. Es un tanto aéreo y puede resultar un poco delicado para personas con problemas de vértigo. Por ello pienso que es mucho mejor hacerlo de subida que de bajada.
Un caminejo torcido y pedregoso subirá por una
montaña sin árboles, matizada de rastreras plantas olorosas. El romero, el
tomillo, el cantueso, el hinojo, llenarán de un sutil y penetrante aroma el
ambiente. De raro en raro, quizá haya un macizo de pinos olorosos, henchidos de
resina, que susurran a ratos al blando viento. (Azorín, “El paisaje de España visto por los
españoles”)
Superado este primer tramo de senda algo más complicado, el desnivel se suaviza y caminamos más cómodos. Incluso pasamos por algún tramo entre pinos.
Nuestra sombra sigue a nuestro lado, como siempre hace. Aunque a veces no la vea, está a mi lado siempre.
“El hombre no es más que un soplo y una sombra.” (Sófocles
de Colono)
Llegamos a esta bifurcación. Seguimos por la derecha. En este punto volveremos a coincidir en la vuelta para regresar a Sot de Chera, aunque lo haremos por otro camino al que nos ha traído hasta aquí.
Hacia el suroeste destacan estas emblemáticas cimas de Chera: el Cinco Pinos, el Pico Nieve y el Ropé.
A escasos cien metros de la anterior bifurcación, encontramos este otro poste que seguimos a la derecha por la pista, dirección Chulilla. No dejamos el PR-CV 77.
Y apenas caminamos cincuenta metros nos topamos con este campo de almendros en El Revolcador. Seguiremos nuestro camino por la izquierda.
(foto de Emilio Romero)
Hemos alcanzado la máxima altura de la ruta. Por ello, las vistas son fabulosas. Delante de nosotros, hacia el noroeste, destaca de manera avasalladora el Pico del Remedio, de Chelva. Será un referente en otras zonas del recorrido. Como se aprecia en la foto, no pasa desapercibido. “Una
montaña que se ve en el horizonte, sobre el cielo límpido, es una imagen que se
graba en nuestra alma y que en ella reposa durante tiempo y tiempo.” (Azorín,
“España”)
Aquí lo vemos más cerca.
Tampoco se nos escapa hacia el suroeste, la cima del pico Ropé.
Aquí también más cerca, donde podemos apreciar su caseta forestal.
Encontramos campos de almendros en todo el recorrido. Las preciosas flores de principios de la primavera han dado lugar a las almendras, que ya lucen encapsuladas en su cajita verde.
"Estoy hambriento de tu risa resbalada,
de tus manos color de furioso granero,
tengo hambre de la pálida piedra de tus uñas,
quiero comer tu piel como una intacta almendra."
Pablo Neruda
Nos llamó la atención el zureo de una paloma y pudimos captarla porque posó como una estrella de cine. Tenía sus anillas, por lo que sabemos que tiene dueño.
"Plácido arrullo, que ocultar no sabe
de la paloma la ignorada pena,
y en el silencio de los bosques suena,
es la armonía de su voz suave."
Rafael Obligado
Este poste nos invita a dejar la pista y seguir la senda de la derecha.
“Cuando
tengas que elegir entre dos caminos, pregúntate cuál de ellos tiene corazón.
Quien elige el camino del corazón no se equivoca nunca.” (Popol Vuh)
Como expliqué en la presentación de la ruta, lo importante es lo que nos vamos encontrando en el camino. Un ejemplo de ello es esta preciosa campanilla. Con su sencillez y belleza no buscada llama la atención y nos hace detenernos para disfrutar de ella. Apreciamos estos pequeños momentos que nos ofrece la salida a la montaña.
“Esta flor vivirá
pocos días, Platero, aunque su recuerdo podrá ser eterno. Será su vivir como un
día de tu primavera, como una primavera de mi vida.” (J. R. Jiménez, “Platero y
yo”)
Otro sencillo ejemplo es esta mata de siempreviva del monte, parecida a la manzanilla, con esas flores tan particulares. Cuando indagas sobre las plantas aprendes las utilidades que tienen y sus propiedades medicinales.
En un tramo de sendero vemos algunas casas de Chulilla a los pies de la Muela.
Al fondo, Losa del Obispo.
Losa del Obispo.
"...delante
está el campo, ya verde. Frente al cielo inmenso y puro, de un incendiado añil,
mis ojos-¡tan lejos de mis oídos!- se abren notablemente, recibiendo en su
calma esa placidez sin nombre, esa serenidad armoniosa y divina que vive en el
sin fin del horizonte..." ("Platero y yo", J.R. Jiménez)
Llegamos a la segunda de las fuentes que vamos a encontrar en la ruta de hoy. Este poste nos la marca. Se trata de la Fuente del Cerro Negro. Más bien es un pozo. Apenas tenía agua.
Unos metros más allá de la fuente encontramos esta estaca que nos guía por estas rústicas escaleras para salvar el importante talud.
Al fondo, tras las jóvenes hojas de un algarrobo, las antenas del repetidor de Sot
“El
cielo está limpio, diáfano; no aparece ni la más tenue nubecilla en la infinita
y elevada bóveda de azul pálido.”(Azorín, “La ruta de Don Quijote”)
Momento de reflexión, aunque toda la ruta y todas las rutas son íntegramente momentos de reflexión.
“Saber envejecer es la obra
maestra de la vida, y una de las cosas más difíciles en el dificilísimo arte de
la vida” (Henri-Fréderic Amiel)
Junto a la senda, encontramos un campo de olivos. Éste es uno de los ejemplares del campo. Nunca vimos un olivo en tal estado de abandono. Hará decenas de años que no ha sido podado ni ha recibido ningún cuidado por parte del labrador.
Este tramo transcurre en parte protegido por algunos jóvenes pinos que nos tapan el sol. Lo cual es de agradecer.
“A
mí me gusta más la sombra de los árboles, porque tiene manchitas de sol y
además se mueve.” (Beatriz en “Primavera con una esquina rota” de Mario Benedetti)
Vamos dirección al barranco de la Vallfiguera. Altas paredes lo enmarcan. Aquí en la foto lo podemos apreciar.
“En
la montaña el turista viene a buscar un panorama, el pensador encuentra un
libro inmenso.” (Víctor Hugo)
Ahora Chulilla la vemos desde otro ángulo. Aparece casi en su totalidad, a los pies del castillo.
El sendero va descendiendo poco a poco hacia el lecho del barranco que queda a nuestra izquierda. En la foto podemos ver el lecho seco.
El sendero desciende enseguida. Ahora podemos ver Chulilla a nivel más bajo.
Al parecer no es únicamente a mí a quien le gustan las florecillas silvestres. Su atractivo es evidente. Fijaos estos tres pequeños coleópteros (Chrysanthia) atraídos por ese encanto tan particular de la jara. Esos pétalos morados con esa apariencia de papel pinocho son muy particulares y ...anaranjada hacen de esta flor una pequeña originalidad. Su néctar y su polén sin duda son muy importantes para ellos.
El sendero llega al fondo del seco cauce del barranco y lo cruza.
Ahora volveremos a subir por la otra vertiente del barranco. Podemos observar las altas paredes que lo encauzan.
Volvemos a subir. Chulilla y la Muela.
Sigue conmigo.
“Lo que tú eres no puedes verlo, lo que ves es tu sombra.” (
Rabindranath Tagore)
Desde la otra vertiente vemos la senda por la que bajamos al barranco.
Llegamos a este poste que marca la bajada al barranco para visitar las pinturas rupestres.La bajada por aquí es un poco abrupta. Se puede seguir unos metros más adelante y girar a la izquierda hacia el interior del barranco. Esa bajada es más cómoda. Nosotros bajamos por ésta más directa.
Junto al poste se encuentra también un panel explicativo de lo que vamos a "ver" en la balma donde se ubican.
Descendemos al lecho del barranco y seguimos unos metros por él hacia la izquierda.
El acceso hasta el lugar donde encontramos las pinturas no se ve fácilmente a simple vista. Este hito ayuda a encontrar el acceso. (foto de Emilio Romero)
Aunque si al bajar al barranco levantamos la cabeza hacia las paredes del barranco, veremos la reja que protege las pinturas y nos puede dar idea de donde se encuentra el acceso.
Tras subir unos rústicos escalones de piedra, encontramos esta escalera de madera que salva el fuerte desnivel. El penúltimo escalón se movía un poco. No confiaros cuando apoyéis el pie.
Después de las escaleras vienen algunos escalones más de piedra.
Finalmente accedemos hasta la balma donde se ubican estas pinturas rupestres típicas del arte levantino.
El panel nos ayuda un poco a intentar reconocer las pinturas, muy deterioradas y poco visibles.
Ésta es una de las que se ven con cierta claridad.
Ésta es la misma foto tomada en noviembre de 2013.
Estas manchas serían otra escena, aunque como se aprecia, son poco visibles.
Y ésta es un detalle de la anterior en la que parece adivinarse un ciervo.
Tras la visita a las pinturas, bajamos con más cuidado del que tuvimos para subir. Bajar siempre es más peligroso que subir, recordadlo.
Como era hora del almuerzo, decidimos que las grandes rocas del barranco eran un buen mostrador para depositar las viandas. Aquí las tenéis preparadas.
Y aquí estamos nosotros para dar buena cuenta de ellas. Y la dimos.
Tras almorzar tranquilamente, seguimos por el interior del cauce del barranco.
“Están
los jarales bajos constelados de sus grandes flores vagas, rosas de humo, de
gasa, de papel de seda, con las cuatro lágrimas de carmín; y una calina que
asfixia, enyesa los pinos chatos.” (“Platero y yo”, Juan Ramón Jiménez
En este poste direccional en medio del barranco seguimos hacia la izquierda, dirección embalse de Loriguilla. Este tramo se superpone con el PR-CV 77.1.
Seguiremos por el interior del barranco unos trescientos metros más.
Llegaremos a este otro cruce. Aquí dejaremos provisionalmente le PR-CV 77 y PR-CV 77.1. Giraremos hacia la izquierda. (foto de Emilio Romero)
Nuestro camino sigue por el barranco.
¿Qué me decís de la belleza de este junquillo azul? ¿Vale la pena detenerse? Yo creo que sí vale la pena.
“La Naturaleza es
grande en las grandes cosas, pero es grandísima en las más pequeñas.” (Jacques
Henri Bernardin de Saint Pierre)
El camino por el interior del barranco finaliza en esta pista de tierra que seguiremos hacia la izquierda. Aquí volvemos a enlazar con el PR-CV 77. (foto de Emilio Romero)
A escaso kilómetro y medio de haber tomado la pista llegamos a este abrevadero donde dejaremos de nuevo el PR-CV 77 hasta las proximidades de Sot. Detrás del abrevadero sale un camino que nos lleva hasta el paraje de la fuente Fetge.
En el paraje encontramos esta área de picnic.
Ésta es la fuente Fetge.
Ésta es la balsa de la fuente Fetge.
Este panel nos informa de la importancia de esta balsa para la conservación del gallipato, único tritón presente de forma natural en la Comunidad Valenciana y está amenazado.
Ésta fuente es la prolongación del nacimiento que está un poco más arriba.
En el paraje encontramos varios cerezos que para nuestro infortunio aún no tenían fruto.
Regresamos al abrevadero y casi enfrente de él cogeremos una senda.
Ésta es la senda que está marcada con una estaca.
Mirad esta pareja de flores de lino. Son de una belleza sencilla, callada...una maravilla. Tienen esa particularidad de que parecen tener una luz interior que iluminas el centro de la flor.
"Entre las hierbas alguna humilde flor ha nacido,
azul o blanca. ¡Belleza del campo apenas florido,
y mística primavera!"
Antonio Machado
Esta senda nos ofrece algún tramo de sombra como el de la foto.
El sendero desemboca en el camino del repetidor y lo seguiremos por la izquierda hasta el Revolcador donde enlazaremos con el camino de ida. (foto de Emilio Romero)
Seguimos viendo la cima del Ropé.
“El aire es fino y transparente, se ven en
toda la pureza de sus líneas los más distantes objetos. No tienen vegetación
las montañas, aparecen grisáceas, terrosas, azules las más lejanas.” (Azorín,
“España”)
Nuevamente el Pico del Remedio.
Llegamos a este cruce próximo al Revolcador y aquí enlazaremos el camino de ida dejando el camino del repetidor. (foto de Emilio Romero)
A escasos doscientos metros del anterior llegamos a este otro cruce. Por la mañana salimos por la izquierda. Ahora dejaremos el camino de ida y seguiremos de frente para volver a Sot de Chera por otro camino en contínuo descenso. (foto de Emilio Romero)
Nos dirigimos hacia Sot de Chera. Frente a nosotros el Ropé (derecha) y los Cinco Pinos (izquierda).
Nos acercamos a Sot. Las vistas sobre el pueblo así lo evidencian.
La bajada, aunque tiene cierta pendiente, es más fácil de bajar que la que subimos esta mañana. Tiene toda la apariencia de ser un camino de herradura.
El sendero desemboca en una pista cementada que seguimos hacia la izquierda. Aquí volvemos a enlazar con el PR-CV 77 que ya no dejaremos hasta finalizar la ruta.
Sot de Chera a un tiro de piedra. ¡Esto ya está hecho!
Estamos a la altura del Morrón. Dejamos pendiente volver para subir hasta allí y disfrutar las vistas que desde allí se podrán ver.
Dejamos la pista cementada que lleva hasta Sot, pero dando una vuelta más larga que no nos interesa. El calor ya aprieta.
Las piedras de este tramo de senda delatan que se trata de un camino de herradura.
Llegamos a este poste en el que ya estuvimos en la ida. Desde aquí bajamos hasta la fuente de Mosén Lucas.
Salimos a la carretera. Giro a la derecha.
Tramo corto por carretera hasta entrar de nuevo en Sot de Chera.
Nos despedimos del Morrón de Sot, que es más bien un "hasta pronto".
Entramos de nuevo en Sot y nos reciben alegres y vistosas estas malvas silvestres.
"Por donde abunda la malva
y da el camino un rodeo,
iba un ángel de paseo
con una cabeza calva."
José Martí
“Mirad
bien estas casas: todas tienen ventanas; pero entre todas habrá una con una
ventana pequeña, misteriosa, que hará que vuestro corazón se oprima un momento
con inquietud indefinible…Yo no sé lo que tiene esta pequeña ventana; si
hablara de dolores, de sollozos y de lágrimas, tal vez al concretarla, no
expresaría mi emoción con exactitud; porque el misterio de estas ventanas está
en algo vago, algo latente, algo como un presentimiento o como un recuerdo de
no sabemos qué cosas…(Azorín, “Las confesiones de un pequeño filósofo”)
Bonitos rincones adornados de llamativas macetas con variadas flores y múltiples colores que muestran el buen gusto de los habitantes de Sot y que embellecen el pueblo.
Enfilamos la calle Ramón y Cajal que nos dejará de nuevo en el aparcamiento.
Y cerramos esta ruta en el aparcamiento público, dominado por la impresionante peña del Morrón, que nos invita a volver a conquistar su cima.
Y nos despedimos con una vista del Charco del Gruñidor, la playa fluvial de Sot, que se llena de gente en verano.
“Lo
importante no es lo que hemos hecho, sino lo que vamos a hacer.” (Patrice
Richard)
La ruta en el mapa.
La ruta en Wikiloc
0 comentarios:
Publicar un comentario