A LA MOSQUERA Y AL ALTO DEL PINAR DESDE AÍN (25/5/2024)
“Donde hay música no puede haber
cosa mala.” (Miguel de Cervantes, “El Quijote”) Los que me leen habitualmente
saben que pongo música a todas mis rutas. Cuando las termino busco la canción o
melodía que más le puede ir. No entiendo la vida sin música. En esta ocasión,
la preciosa ruta de esta semana ya nació con una melodía. Se trata de “Moonlight Waltz”, de Brian Crain. Creo que le va mucho a las maravillas que hemos
disfrutado en la ruta. Comprobadlo.
Preciosa, entretenida y exigente ruta en el corazón de Espadán, dentro del Parque Natural, que nos lleva hasta la masía de Mosquera, ubicada en medio del mayor y mejor conservado alcornocal de la sierra y al que llegaremos por preciosos caminos y sendas que transitan por el interior de tupidos bosques de alcornoques que nos hacen viajar al Jurásico. También subiremos hasta el Alto del Pinar o del Bovalar, máxima altura de la ruta tras una fuerte subida desde la Mosquera, pero sobre todo a partir del collado del Alubiar, que nos hará ponernos las pilas ya que tiene un considerable desnivel. Desde aquí, siguiendo el cordal del Bovalar primero, luego la senda de los Noguerales, descenderemos hasta el collado de Barres. Desde donde volveremos a Aín no por el GR-36 sino por la pista del collado de Barres, que dejaremos para coger un sendero en fuerte descenso que sale por nuestra derecha tras pasar una balsa de incendios. La senda nos deja junto a la piscina municipal de Aín y desde aquí sólo nos queda regresar al punto de inicio en el aparcamiento que se encuentra a la entrada de la población.
Como hacemos habitualmente cuando venimos a Aín dejamos nuestro vehículo en el aparcamiento que se encuentra en la entrada de la población si venimos desde Eslida.
También, como hacemos habitualmante, hacemos la foto de inicio antes de empezar a caminar. De izquierda a derecha Emilio Romero, Jaime Ballester, Rafa Lafuente y un servidor.
Comenzamos a caminar dirección al centro urbano de Aín. No podemos evitar, cada vez que volvemos aquí, recordar algunos párrafos del maestro y gran conocedor de esta sierra Luis Gispert en su libro "Caminando por la sierra de Espadán".
“Ahín tiene el viejo encanto de
esos pueblecitos evocadores de una larga historia, situados en rincones
privilegiados, muy aptos en verano para el reconfortante descanso y el contacto
con el límpido aíre lleno de esencias silvestres que matiza la enriscada y
solemne sierra Espadán. Con sus casas blancas. Ahín es eminentemente veraniego,
acicalado de chalets de armonioso porte.” (“Caminando por la
sierra de Espadán”, Luis Gispert)
Pasamos junto al Ayuntamiento y lo bordeamos por la derecha.
Salimos a la plaza Pintor Gimeno Barón, donde se ubica la iglesia parroquial.
Iglesia parroquial de Aín dedicada a San Miguel Arcángel.
Y frente a la iglesia, esta fuente donde podemos cargar agua.
Seguimos recordando fragmentos de la obra de Luis Gispert.
“Tiene calles de ascendencia
moruna, retorcidas, estrechas, con planos donde se recrea el sol y juegan las
sombras. Calles espléndidas de asfalto, en pendiente, que conservan su viejo
sabor; ramales en busca de la plaza Pintor Gimeno Barón, donde está la iglesia
parroquial, del siglo XVIII de nave corintia, consagrada a San Miguel Arcángel.
La torre es de sillería. El patrón del pueblo es San Ambrosio. Recrea la plaza
el murmullo de una fuente.” (“ Caminando por la sierra de
Espadán”, Luis Gispert)
Una delicia pasear por sus callejuelas.
Salimos de Aín buscando el calvario.
“Ahín, topónimo de fuente, de agua, pueblo poético, notablemente cantado por el fluir de frescas y amables fuentes. Aureolado por una destacada estructura montañosa, por un interesante pintoresquismo que puede hacer la delicia de cualquier fotógrafo o pintor al hallazgo de paisajes donde la belleza se entronca con la apacible vida rural, con un silencio que parece acunarse entre el rumor del agua.
(“ Caminando por la sierra de Espadán”, Luis Gispert)
¡Qué encanto especial tienen estas puertas rústicas!
¡Qué de secretos e historias guardará en su interior!
Salimos finalmente y pasamos bajo el calvario. En este paraje se encuentra ubicada la Ermita del Cristo del Calvario.
Seguimos por el camino de Mosquera.
En este punto, junto a la piscina de Aín, seguimos por la derecha que nos va a adentrar en el barranco de la Caridad.
Pasamos por el Arquet, monumento emblemático de Aín, que forma parte de una antigua acequia que repartía agua entre las huertas.
Tras pasar el Arquet, nos encontramos de frente con el Molino del Arquet o de los Blancos de propiedad privada. Detrás se encuentra una gran balsa de riego, la balsa del medio.
Seguimos nuestro camino que transcurre por el exuberante barranco de la Caridad. Vemos frente a nosotros el castillo de Aín.
Nuevo cruce que seguimos por la izquierda dejando por la derecha el sendero que sube hasta el castillo.
Las higueras estaban llenas de higos, aunque les falta algo de tiempo para que acaben de madurar.
"Se van los años cada vez más breves,
con rosas primavera, con los trigos
el verano, el otoño con los higos
y el negro invierno con las blancas nieves."
Miguel de Unamuno
Nuevo cruce que seguimos por la izquierda.
Llegamos ahora a otro molino. Se trata del Molino de Arriba o de Guinza, también de propiedad privada.
El agua es el elemento más importante y protagonista en Aín.
"Mi sombra va silenciosa
por el agua de la acequia.
Por mi sombra están las ranas
privadas de las estrellas."
Federico García Lorca
Pasamos junto a la Fuente de la Caridad. Este manantial surte de agua al pueblo, por eso está vallado su acceso.
Otra bifurcación en la que seguimos por la izquierda. Por la derecha subiríamos a la Ereta por el barranco de la Horteta.
Llegamos a este otro cruce. Aquí abandonamos el GR-36 que se solapaba con el camino que llevábamos y seguimos por la derecha por un camino que enseguida se convertirá en una preciosa senda en subida que se adentrará en un bosque mágico de alcornoques, pinos y helechos gigantescos siguiendo el barranco del Roig. Una maravilla de bosque que nadie debería perderse.
Justo junto al camino, encontramos los restos del Aquet del Bovalar, resto de otra acequia de conducción de agua para el riego.
Camino amplio al principio.
Un escarabajo (Trichius fasciatus) y una avispa parecen disputarse el amor de la preciosa Scabiosa. Esta bella, delicada y sencilla flor tiene un rico néctar que atrae a los insectos.
¿Amor platónico?
"Orgullo de la enramada,
blanca y leve florecilla,
más que todas delicada,
y más que todas sencilla."
Carolina Coronado
Seguimos nuestro camino en animada conversación.
Pasamos junto a los restos de un corral. A partir de aquí el sendero se estrecha y comienza a subir de manera más acentuada y penetrando en la frondosidad del bosque.
Nos sumergimos en un mundo mágico y nos encontramos como si camináramos por una selva del periodo Jurásico.
Enormes alcornoques aparecen por uno y otro lado. Una maravilla para nuestros sentidos.
Grandes helechos crecen por doquier.
El sendero va cogiendo pendiente. La compañía de grandes alcornoques nos ameniza la subida. Resuenan ecos como si nos animaran en nuestro esfuerzo.
Hay alcornoques majestuosos en los que es preciso parar disfrutar de esa belleza centenaria que sustentan.
"Sé bien que soy tronco
del árbol de lo eterno.
Sé bien que las estrellas
con mi sangre alimento.
Que son pájaros míos
todos los claros sueños…
Sé bien que cuando el hacha
de la muerte me tale,
se vendrá abajo el firmamento."
Juan Ramón Jiménez
¿Hay algo más fantástico y mágico que caminar por senderos así? Si no lo experimentas, no lo puedes saber.
A escasos metros de la senda, encontramos la fuente del Juncaret, de la que mana un caño de agua no muy abundante.
"No sois vosotras, ricas aguas
de oro, las que corréis
por el helecho, es mi alma."
Juan Ramón Jiménez
Espectacular mar de helechos que nos ha impresionado.
"El verde es gala y ornato
del bosque en la primavera;
entre sus siete colores
brillante el iris lo ostenta;
las esmeraldas son verdes;
verde el color del que espera,
y las ondas del océano
y el laurel de los poetas."
Gustavo Adolfo Bécquer
Seguimos subiendo cada vez con algo más de pendiente, pero vale la pena caminar por rincones tan espectaculares como éste.
En algún claro vemos el Batalla, que visitamos hace poco.
El sendero desemboca en esta explanada.
Este poste nos indica que estamos en la fuente de la Ereta. Desde aquí seguimos una senda hacia la derecha que nos va a llevar al collado de Mosquera.
Hay que subir un ribazo para encontrarnos con la fuente de la Ereta. Esta foto es de junio de 2022.
Y ésta es de este año. Está seca. (foto de Emilio Romero)
El sendero sigue en subida.
Pasamos junto a estas ruinas de lo que parece un refugio de pastor.
Y seguimos subiendo. Este tramo hasta el collado de Mosquera teniendo desnivel, era llevadero.
El bosque se aclara y los pinos ganan terreno. En la foto se puede observar el desnivel.
Llegamos al collado de Mosquera. Este sencillo hito lo marca.
Desde el collado tenemos vistas del valle del Palancia. En la foto vemos la población de Geldo.
Desde el collado tenemos tres opciones. Por la derecha subiríamos al Cerro Gordo. Por la izquierda subiríamos directamente al Alto del Pinar o del Bovalar. Nosotros seguimos por la opción central que va por un sendero en descenso que irá descendiendo haciendo zigzags (evidencia de camino de herradura) hasta llegar a la masía de la Mosquera que da nombre al valle y a todo el alcornocal que lo ocupa.
El sendero enseguida nos adentra en el interior de este mágico bosque.
Se agradecía la sombra.
El zigzagueo de la senda nos habla de un camino de herradura que eran capaces de salvar los desniveles de manera más suave.
La finca de la Mosquera se dedicó desde finales del S. XIX hasta mediados del XX a la extracción del corcho, lo que hizo posible una inmejorable conservación de este entorno natural. Aquí vemos un alcornoque al que se le ha extraído el corcho recientemente.
Parajes como éste invitan a la reflexión.
"La vida es como un trompo, compañeros.
La vida gira como todo gira,
y tiene colores como los del cielo.
La vida es un juguete, compañeros.
A trabajar jugamos muchos años,
a estar tristes o alegres, mucho tiempo.
La vida es lo poco y lo mucho que tenemos;
la moneda del pobre, compañeros."
Líber Falco
No nos cansamos de ver los majestuosos alcornoques que llenan la Mosquera.
Una delicia que todo el mundo debería conocer.
Pasamos también por alguna pedrera de esas tan típicas en esta sierra.
El sendero sigue su descenso y no deja de maravillarnos.
Cada paso dado es un rincón maravilloso.
Poco a poco nos acercamos al corazón de la finca.
Los alcornoques cubren totalmente la ladera. Pero se aprecia que la sequía les afecta porque se ven muchos con ramas secas.
Metros antes de llegar a la Mosquera pasamos junto a unas ruinas de algunas casas, tal vez de trabajadores de la finca.
Y ya tenemos frente a nosotros la casa de la Mosquera.
Masía de la Mosquera en estado de semiruina, eso sí, enclavada en un paraje de ensueño en plena naturaleza.
Por cierto, buscando información sobre ella, he encontrado un anuncio de venta de la finca en un portal inmobiliario por 1.000.000 de euros.
Tras unos breves minutos en la Mosquera, iniciamos el tramo más exigente de loa ruta. Desde aquí, en poco más de dos kilómetros, habremos de salvar un desnivel de algo más de trescientos metros, lo cual dice bastante de la verticalidad del sendero que vamos a subir. Este tramo lo podemos dividir en dos partes. La primera hasta el collado del Alubiar con pendiente un poco más llevadera. La segunda parte bastante más dura que la anterior y que nos lleva desde el collado del Alubiar hasta el Alto del Pinar (conocido también, tal vez erróneamente, como Peña Blanca). Este tramo pondrá a prueba nuestro estado físico ya que es una subida muy dura que requerirá de un gran esfuerzo.
Iniciamos pues el primer tramo que comienza de este modo más o menos ancho y llano.
Pero enseguida se convierte en un sendero que va adquiriendo cada vez más pendiente. Aunque vamos a seguir disfrutando de verdaderas joyas naturales en forma de alcornoques monumentales que aliviarán nuestra fatiga. La belleza relaja, ¿no?
Además del desnivel de la senda, el terreno no es nada cómodo con mucha piedra suelta y bastante descompuesto que entorpece el paso.
En las fotos no se puede apreciar bien la inclinación de la senda, ni se puede sentir el resuello de nuestra respiración. Pero os aseguro que es una subida bastante dura. Pero el esfuerzo nos hace más fuertes, nos ayuda a aprender a soportar mejor los problemas cotidianos.
Llegamos al collado del Alubiar, al que únicamente nos asomamos para luego seguir por el sendero a la izquierda que nos va a llevar hasta el Alto del Pinar, máxima altura de la Sierra del Bovalar. La senda de la derecha nos llevaría hasta la cima del Carrascal. De frente, el Bellota.
A partir del Alubiar viene el pequeño calvario. ¡Menuda subidita nos espera! Pero no nos quejamos, sarna con gusto no pica.
Avanzamos poco a poco.
De vez en cuando nos paramos en la sombra para recuperar fuerzas.
El terreno no acompaña mucho y hace aún más incómoda la fuerte subida.
El esfuerzo hace que nuestros cuadriceps estén a punto de contracturarse. Pero las breves paradas ayudan a que esto no llegue a suceder.
A medida que ascendemos las vistas mejoran. Destaca el Puntal del Aljub con sus antenas y el Bellota a nuestra derecha.
A nuestras espaldas queda el Carrascal, con ese redondeado perfil que lo caracteriza.
Las vistas hacia el valle del Palancia también son estupendas, aunque hoy cierta neblina enturbia la atmósfera. En primer plano, La Dehesa y el Cerro Román. Detrás de ellos, las poblaciones de Segorbe y Altura. A la derecha, el castillo de la Rodana de Almedíjar.
Ya avistamos la cima. En este último tramo el desnivel se suaviza algo, pero apenas lo notamos porque llevamos una buena subida en nuestras piernas.
Jaime ya llegó. A nosotros aún nos falta un poco.
Un último esfuerzo y lo habremos logrado.
Junto al camino, lo que parecen restos o bien de un puesto de observación o de un nido de ametralladoras que tanto abunda en la sierra.
Ahora toca, después del gran esfuerzo realizado, recuperar fuerzas con un sencillo pero completo almuerzo que hizo las delicias de nuestro paladar.
Desde nuestro bar especial donde almorzamos disfrutábamos de esta vista.
Aín a vista de pájaro.
Alguna mariposa se acercó a almorzar con nosotros, pizpiretas, revoltosas, juguetonas, inquietas...en un no parar de aquí para allá. Belleza en movimiento.
¿No eres tú, mariposa,
el alma de estas sierras solitarias,
de sus barrancos hondos
y de sus cumbres agrias?
Antonio Machado
Tras el almuerzo, toca seguir el camino. Recorreremos el cordal de la sierra del Bovalar con vistas a las dos vertientes.
Hacia el sur, el valle del Palancia
Hacia el norte Aín.
Una preciosa mata de lino blanco nos hizo detener la marcha. Nos llama la atención que la sencillez y la belleza puedan aparecer en lugares tan descarnados y solitarios. Vale la pena detenerse a admirarla.
"La violeta enamorada,
la retama encaramada,
la madreselva mezclada,
la flor de lino celosa.
¿Cuál es la más hermosa?"
Tirso de Molina
Siguiendo el cordal, enfrentamos la cima del Bellota.
Llegamos al cordal de Bellota. Por la derecha llegaríamos a su cima. Pero nosotros seguimos en la dirección que llevábamos.
Amplias vistas sobre le Batalla.
Vemos en la ladera la pista por la que iremos luego para regresara Aín.
También excelentes vistas del cordal del Espadán con la Peña Pastor y el Gurugú en primer plano.
Caminamos por la senda de los Noguerales.
En un punto el sendero hace un giro hacia el norte y empieza a bajar buscando el collado de Barres.
Estamos a escasos metros del collado.
El Collado de Barres es una encrucijada emblemática de Espadán de aquí salen varios caminos que hacen posible multitud de variantes de rutas. Aquí se enlaza con el PR-CV 352 de Eslida al Puntal del Aljub. Y con el GR-36 .
Normalmente desde el collado de Barres hemos ido o venido de Aín o de Eslida, siguiendo bien el GR-36 o parte del PR. En esta ocasión vamos a hacer un tramo que no habíamos hecho nunca: seguir la ancha pista que sale frente a nosotros. Caminaremos por ella algo más de kilómetro y medio.
Como todas las pistas, ésta también es algo monótona y sin sombra es algo pesada. Pero seguimos rodeados de pinos y monumentales alcornoques que nos distraen de la monotonía.
Mirad, por ejemplo, la diferencia de porte entre estos dos alcornoques.
Cómo no, pasamos por otra típica pedrera.
A nuestra izquierda, acercamos con zoom el castillo de Benalí.
Junto al camino, esta balsa contra incendios. Estaremos atentos en cuanto la pasemos para dejar la pista por un sendero que sale por la derecha y que nos dejará en las cercanías de Aín.
El sendero es bastante vertical, con piedra suelta, sobre todo en el tramo inicial.
Tendremos cuidado de no resbalar.
Como se aprecia, el terreno es bastante descarnado.
Vistas hacia la Peña pastor.
Y Aín, asomando ya entre los árboles.
Hay algún tramo algo más delicado que sorteamos con cuidado.
Salimos a esta pista que, por la derecha, conduce a Aín.
Emilio Romero y Rafa saliendo a la pista.
Pocos metros después dejamos la pista por un sendero que ataja una larga curva.
Y salimos ya definitivamente a la pista que nos devuelve a Aín que ya vemos frente a nosotros.
Antigua piscina de Aín por donde pasamos por la mañana.
De nuevo pasamos también bajo el calvario antes de entrar de nuevo en Aín.
Y entramos ya en sus limpias y tranquilas callejuelas que tanto nos gustan.
"Oh, calles de los pueblos.
A su vera duermen las niñas.
Tienen los ojos azules.
Tienen el cuerpo moreno.
Oh... Muros de los pueblos."
Liber Falco
Y terminamos con una cerveza para aliviar el calor e hidratarnos un poco. Nos supo a gloria como podéis imaginar. (foto de Emilio Romero)
Llegamos por fin al aparcamiento donde ponemos punto y final a esta espectacular ruta en el corazón de Espadán. Estamos seguros que volveremos a Aín en otra ocasión. Aún nos quedan rincones por conocer de esta maravillosa y mágica sierra.
Termina aquí una nueva cita en el entorno de Aín y llevamos ya unas cuantas, tantas que hemos perdido la cuenta y no tardaremos en volver. Aunque volvamos, seguro que nuestra impresión no será la misma y volveremos a disfrutar como si fuera la primera vez.
"Cada
horizonte visto, al volver a subir es diferente y diferente la visión con que
lo vemos. Y diferente el horizonte de bajada con lo visto en el de subida.
Escalador de la montaña más alta ¿cuál es tu último horizonte?"(Juan Ramón Jiménez,
“Cuentos de antología”)
Excelente recorrido por el corazón de nuestra querida Espadán, uniendo el precioso entorno de casas blancas, arroyos y arquitectura hidráulica y ancestral de Aín con la exuberancia arbórea de la Mosquera y sus gigantes de dura corteza. Todo ello con el punto de dureza de subir dos veces al cordal del Bovalar. Ya que mencionas al maestro Gispert, fue él quien me puso al corriente, ya hace bastantes años, cuando me prodigaba más por facebook, de varios errores toponímicos que comete el IGN en Espadán. Uno de ellos es el de Peñas Blancas, que en realidad es la cima que queda al noroeste del Collado de la Mosquera, y no la que subisteis vosotros, que efectivamente se trata del Alto del Pinar o Bovalar. Una ruta grande como esta merecía una cerveza grande 😉
¡Hola, Dani!¡Qué alegría verte por aquí! Pues como bien dices, porque lo conoces perfectamente, la ruta transcurre por el corazón de Espadán, si no la mejor zona , de las mejores indudablemente. Una preciosidad que nadie debe dejar de disfrutar. En cuanto a la toponimia, es una cuestión a veces complicada. Uno intenta beber de fuentes oficiales que se supone son las correctas. En este caso, las indicaciones sobre el topónimo de Alto del Pinar (no confundir con el Alto del Pinar de Villamalur) de Goterris y de Tossal cartografies, parece evidente que el nombre correcto es el de Alto del Pinar y no Peñas Blancas, que está situado donde tú muy bien indicas. Pero lo importante es haber disfrutado de sus vistas y haber podido realizar la ruta, que es lo que uno más va valorando a estas edades. Y pensamos lo mismo que tú, una gran ruta merece una gran cerveza. Un abrazo, Dani.
Moltes gracies per la vostra il·lustrada ruta.
ResponderEliminar¡Hola, anònim! Gràcies pel comentari. M'alegra saber que les meues rutes serveixen per a algú.
EliminarSalutacions.
Hola Emilio.
ResponderEliminarExcelente recorrido por el corazón de nuestra querida Espadán, uniendo el precioso entorno de casas blancas, arroyos y arquitectura hidráulica y ancestral de Aín con la exuberancia arbórea de la Mosquera y sus gigantes de dura corteza. Todo ello con el punto de dureza de subir dos veces al cordal del Bovalar.
Ya que mencionas al maestro Gispert, fue él quien me puso al corriente, ya hace bastantes años, cuando me prodigaba más por facebook, de varios errores toponímicos que comete el IGN en Espadán. Uno de ellos es el de Peñas Blancas, que en realidad es la cima que queda al noroeste del Collado de la Mosquera, y no la que subisteis vosotros, que efectivamente se trata del Alto del Pinar o Bovalar.
Una ruta grande como esta merecía una cerveza grande 😉
Un abrazo.
¡Hola, Dani!¡Qué alegría verte por aquí! Pues como bien dices, porque lo conoces perfectamente, la ruta transcurre por el corazón de Espadán, si no la mejor zona , de las mejores indudablemente. Una preciosidad que nadie debe dejar de disfrutar. En cuanto a la toponimia, es una cuestión a veces complicada. Uno intenta beber de fuentes oficiales que se supone son las correctas. En este caso, las indicaciones sobre el topónimo de Alto del Pinar (no confundir con el Alto del Pinar de Villamalur) de Goterris y de Tossal cartografies, parece evidente que el nombre correcto es el de Alto del Pinar y no Peñas Blancas, que está situado donde tú muy bien indicas. Pero lo importante es haber disfrutado de sus vistas y haber podido realizar la ruta, que es lo que uno más va valorando a estas edades. Y pensamos lo mismo que tú, una gran ruta merece una gran cerveza.
ResponderEliminarUn abrazo, Dani.