“Cada vez que miraba el mar o el fuego era capaz
de quedarse horas callado, sin pensar en nada, sumergido en la inmensidad y la
fuerza de los elementos.” (El Alquimista,
Claudio Coelho). Nos pasa lo mismo que al personaje de Coelho. Cada vez que subimos a una montaña somos capaces de quedarnos horas callados, sin pensar en nada o pensando en todo añado yo, sumergidos en la inmensidad y la fuerza de los elementos.
Una vez más nuestro destino es Espadán. En esta ocasión nos vamos a Eslida para realizar una ruta clásica entre los senderistas. Se trata de una bonita ruta en el Parque Natural de la Sierra de Espadán que nos lleva desde Eslida hasta la cima del pico Batalla. Un duro sendero, con bastante pendiente y suelo desconchado nos llevará hasta la cima. En ella nos encontramos en el corazón de esta bonita sierra y por ello tenemos excepcionales vistas de todos los picos emblemáticos de la sierra: Espadán, Peña Pastor, Gurugú, Cerro Gordo, Peñablanca, Bellota, Rápita...También tenemos vistas de Aín y el castillo de Benialí, así como de Eslida. Después de disfrutar de las vistas, bajaremos por una senda en su vertiente norte. El primer tramo tiene más pendiente y un terreno más descarnado. Luego la senda, aunque en bajada contínua, se suaviza y se baja cómodamente. El sendero desemboca en el Coll de Barres. Desde aquí seguiremos el sendero que coincide con el GR-36 prácticamente hasta Eslida y que transcurre por el barranco de L'Oret. En el kilómetro ocho de ruta abandonamos el GR-36 siguiendo el barranco de L'Oret. El camino nos devuelve a la CV-223 que ahora seguimos hacia la derecha dirección a Eslida unos trescientos metros hasta el lugar donde dejamos el vehículo, terminando esta corta, aunque intensa ruta, en Eslida.
Llegamos a una temprana hora a Eslida. Aparcamos en la calle Cortes Valencianas para iniciar nuestra ruta.
Comenzamos la ruta siguiendo la carretera de Aín unos trescientos metros.
Pasamos sobre el puente que cruza la rambla de Eslida. Desde el puente vemos este arco que corresponde a uno de los diferentes acueductos que podemos encontrar en Eslida que servían para aprovechar los recursos hídricos de ramblas y barrancos.
Apenas pasado el puente, dejamos la carretera para seguir por este camino a la izquierda.
En unos doscientos metros llegamos al paraje de la Font de Fosques. Aquí encontramos este panel informativo en el que se nos dice que es una de las fuentes más "conocidas y concurridas de Eslida".
Aquí vemos la fuente.
"¡Ay del que llega
sediento a ver el agua correr y dice: La sed que siento no me la calma el beber!"
Antonio Machado
Tras visitar la fuente seguimos un sendero en el que podemos ver vistosos ejemplares de Alcornoque en un paraje exuberante y frondoso que nos llevará hasta el cauce de la rambla de Eslida.
Pasamos por otra fuentecilla más humilde y tal vez menos visitada que la de les Fosques. Se trata de la fuente de Dins.
"La
fuente vieja, Platero, donde tantas veces me has visto parado tanto tiempo,
encierra en sí, como decir, el sentimiento de la vida
verdadera." (J.R. Jiménez, "Platero y yo")
El sendero baja hacia el cauce del barranco.
En algún punto lo hacemos con cuidado.
La humedad hace peligrosas las piedras porque resbalan.
(foto de Rafa Lafuente)
"Andando, andando.
Que quiero oír cada grano
de la arena que voy pisando.
Andando, andando.
¡Que quiero ver el fiel llanto
del camino que voy dejando!"
Juan Ramón Jiménez
El sendero por el interior del barranco es algo incómodo en algún punto por las piedras.
Otros tramos se hacen más llevaderos.
El cauce aparece seco en casi todo el recorrido, pero aún encontramos alguna pequeña poza a la que nos acercamos para fotografiar.
"...El agua lava la yedra;
rompe el agua verdinegra;
el agua lava la piedra...
Y en mi corazón ardiente,
llueve, llueve dulcemente."
Juan Ramón Jiménez
Cruzamos por debajo de otro resto de acueducto del sistema de riego que disponía Eslida.
El cauce está bastante despejado de maleza, aunque en algún tramos la vegetación forma pequeños túneles.
Aproximadamente a algo más de un kilómetro del inicio, llegamos a la fuente de San José. Está muy poco cuidada. Da sensación de cierta dejadez.
"¡Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino
indeciso!
oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito."
Pablo Neruda
Junto a la fuente se encuentra un área de picnic, con un paellero o torrador.
Aprovechamos el paraje para hacernos la foto de inicio que no nos habíamos hecho porque no encontramos un lugar adecuado. En la foto, de izquierda a derecha, Rafa Lafuente, Jaime y un servidor.
Seguimos después por un camino rural entre campos de olivos.
Los olivos flanquean el camino y nos acompañan en este tramo.
También estamos rodeados por almendros. Algunos muestran ya parte de su tesoro, de su belleza.
"Almendro de la gracia sorprendida,
regalo de un invierno;
almendro que haces puente esta mañana
entre mi alma y lo eterno."
Antonio López Baeza
El camino cómodo no tardará en acabarse. Ahora es muy cómodo y aprovechamos para charlar tranquilamente.
De paso, disfrutamos de antiguos olivos que vamos encontrando a nuestro paso.
Nos detuvimos antes las flores de un durillo, tan pequeñas, tan sencillas, tan bellas y sutiles...
"Mi corazón alegras
con tu flor diminuta y tu silencio.
¡Cómo llenas las horas en abismo
de mi pasar sediento!"
Antonio López Baeza
A los dos kilómetros y medio dejaremos el tranquilo camino para iniciar la senda de ascenso al Batalla.
La subida es preciosa, pero esta belleza no está exenta de dureza. Dicen que para que algo tenga valor, debe costar. Pues esta subida tiene muchísimo valor porque nos va a costar bastante. Con tramos de bastante pendiente, habremos de esforzarnos a base de bien para subir.
La subida es dura, pero se disfruta mucho por toda la naturaleza que nos rodea. Un precioso bosque de alcornoques nos rodea con excelentes y monumentales ejemplares que bien valen un esfuerzo.
"Bajo el cielo de oro
hay en la montaña
una encina negra
que hace negra el alma:
subiremos juntos
a tocar sus ramas
y oler el perfume
de sus mieles ásperas..."
Jaime Torres Bodet
Algún corto tramo nos da un pequeño respiro.
Pero en general, nos hemos de poner bien las pilas.
“Ascender por pendientes empinadas requiere paso corto al
principio.” (Willian Shakespeare)
Para recuperar el aliento nos viene bien hacer alguna parada con la excusa de hacer alguna foto, como ésta de Penyagolosa, con su cima semitapada por las nubes.
La subida es bastante dura. El esfuerzo superior. Nuestra edad ya avanzada y nuestras articulaciones se resienten y de qué manera. Que nos lo pregunten a nosotros.
“La
edad, tan implacable como un inspector fiscal británico, acaba siempre por
cobrar sus impuestos.” (Hopalong Basil en “El problema final” de Arturo Pérez
Reverte
El sendero desemboca en una pista que seguiremos a la derecha unos pocos metros.
La dejaremos enseguida para seguir por un sendero a la izquierda.
La tónica del sendero es la misma que la que llevábamos: preciosos ejemplares de alcornoques y un fuerte desnivel con suelo descompuesto.
“Ningún árbol es
fuerte sin contínuos vientos; pues con ello se fortifican sus raíces.” (Lucio
Anneo Séneca)
Con paciencia, pero con voluntad y esfuerzo, se llega a la cima.
La altura alcanzada nos proporciona excelentes vistas, en este caso hacia el norte.
Ya vislumbramos la cima, aunque aún nos quedan unos metros. No hay que desfallecer.
Un último esfuerzo y habremos alcanzado nuestro objetivo.
Por fín llegamos a la cima del Batalla (974 m.). Es de suponer, y así es, que desde aquí las vistas deben ser excepcionales. Hemos conquistado la cima del Batalla con nuestro esfuerzo. Eso nos satisface. El montañero no persigue la gloria, sólo le importa el afán de superación personal..
“Un paisaje se conquista con las suelas del zapato, no con las ruedas del automóvil.” (William Faulkner)
Por ejemplo, hacia el sur destaca con sus antenas el Puntal del Aljub.
La silueta del castillo de Castro es inconfundible.
También vemos Eslida y la urbanización de la Costera a los pies de la montaña del mismo nombre.
Hacia el oeste, el núcleo central de la Sierra de Espadán. Al fondo se divisa también la Rápita además de los marcados en la foto.
Por supuesto, Aín también lo tenemos al alcance de nuestra mirada.
Y también el castillo de Benialí que podemos ver perfectamente encaramado en su atalaya.
“El alma es un hermoso y delicioso castillo en el cual hemos de ver cómo podemos entrar.” (Santa Teresa de Jesús)
Tras un buen rato de disfrutar callados y ensimismados con nuestros pensamientos, sumergidos en la inmensidad y la fuerza de los elementos, nos hicimos la foto que rubrica nuestro esfuerzo. Una amable senderista nos hizo la foto.
No me olvido del Penyagolosa, aún semioculto por las nubes. La semana que viene iremos allí desde Fanzara en una nueva edición de esa marcha senderista, concretamente la XXVII.
En las faldas de Penyagolosa, acercamos con zoom el Castillo de Villamalefa.
Aprovechamos la cima, además de para descansar y disfrutar de las vistas, para recuperar fuerzas almorzando. Sencillo, como siempre, pero completo y exquisito y sin que nos falte casi de nada.
Tras disfrutar de las vistas y del almuerzo, nos dispusimos a bajar. Temíamos que la bajada por esta otra vertiente fuera tan vertical y descompuesta como la de subida, pero quitando de un corto primer tramo, el resto es mucho más fácil que la de subida, por lo que recomiendo que se realice la ruta en el mismo sentido que lo hicimos nosotros.
Un primer tramo con mayor pendiente y suelo descompuesto da paso...
...a un terreno más asentado y que zigzaguea haciendo la bajada más llevadera que la subida.
Bonitos tramos de senda nos esperan y seguimos disfrutando de un privilegiado entrono en el que los alcornoques son los principales protagonistas.
En la bajada seguimos disfrutando de unas vistas envidiables que hacen la bajada más amena.
(foto de Rafa Lafuente)
Siempre encontramos pequeños detalles que nos obligan a parar y dejar constancia de que aún en sitios tan agrestes como la montaña, la belleza sobrevive y se abre paso incluso en circunstancias a veces adversas.
Mirad, esto es lo que fotografié. Dos bellas flores de diente de león. ¿Verdad que vale la pena detenerse para fotografiarlas?
"Entre las flores te fuiste.
Entre las flores me quedo."
Miguel Hernández
(foto de Rafa Lafuente)
Un último tramo de bajada y llegaremos al collado de Barres. Aquí enlazamos con el GR-36.
El collado de Barres es una encrucijada emblemática de la Sierra de Espadán. Hemos pasado por aquí en numerosas ocasiones. Seguiremos dirección Eslida por el GR-36 que hemos realizamos en tres ocasiones.
“Cuando
tengas que elegir entre dos caminos, pregúntate cuál de ellos tiene corazón.
Quien elige el camino del corazón no se equivoca nunca.” (Popol Vuh)
La bajada transcurre prácticamente por el barranco de L'Oret.
La vegetación en este tramo de ruta también es grande.
Últimamente las mariposas me son esquivas. Huyen de mí como de un apestado. Ésta se despistó un poco o no me vio y pude captarla posada tomando el sol.
"Por
el camino,
junto a mi sombra,
el mediodía pinta el vuelo
de una mariposa.
Pienso en tu recuerdo
que va conmigo."
Meira Delmar
El sendero transcurre por el barranco bajo la ladera del Puntal del Aljub, que vemos a nuestra derecha delatado por las antenas de su cima.
Ya, mas cerca de Eslida, el bosque tupido que nos ha acompañado se va abriendo dando paso a campos de olivos y almendros.
Llegamos a una nueva bifurcación que seguimos por nuestra derecha siguiendo el GR-36.
Continuamos por el barranco de L'Oret que aunque no lleva agua, no deja de ser una zona donde la humedad se conserva bien y propicia gran cantidad de vegetación.
"Érase un verde bosque de eterna primavera,
y érase un niño iluso que vagaba al azar...
El niño entró en el bosque siguiendo una quimera;
entró en el bosque... Y nadie lo ha visto regresar."
José Ángel Buesa
El musgo fresco y verde y los helechos dan fe de que el barranco mantiene un buen grado de humedad.
"Es de musgo mi barba trasparente,
ópalos desleídos son mi frente
y risa de las náyades mi canto."
Manuel José Othón
"Hay canas en mi cabeza; hay en los
prados escarcha; mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula, con la eterna primavera de la vida que se apaga y la perenne frescura de los campos y las almas, aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan."
Rosalía de Castro
Hasta los mayores imperios terminan. Este gran alcornoque encontró también su final. Como suele decirse, aquí no se queda nadie.
"Sé bien que soy tronco
del árbol de lo eterno.
Sé bien que las estrellas
con mi sangre alimento.
Que son pájaros míos
todos los claros sueños…
Sé bien que cuando el hacha
de la muerte me tale,
se vendrá abajo el firmamento."
Juan Ramón Jiménez
Un último tramo por el interior del barranco.
El sendero desemboca en una pista que seguimos y que transcurre paralela al barranco de L'Oret. Continuamos por el GR-36.
Ahora caminamos cómodos y amplios.
Pasamos junto al corral de l'Oret.
Un poco más adelante del corral, dejamos a la izquierda la senda que lleva hasta la cueva de L'Oret. Como ya la habíamos visitado, no lo hicimos en esta ocasión.
Un nuevo arco correspondiente a otra canalización del sistema que regulaba el agua del riego en Eslida en el pasado.
Y otro detalle de los que me gusta fotografiar, las pequeñas flores como ésta vinca menor.
"Santa florecita, celestial renuevo,
que hiciste mi alma una primavera,
y cuyo perfume para siempre llevo:
¿cuándo en mi camino te hallaré de nuevo?"
Amado Nervo
Restos de lo que parece un pozo junto al camino.
Los terrenos de cultivo son ahora más evidentes.
El cauce del barranco de L'Oret presenta este seco aspecto. No parece que haya pasado agua desde hace mucho tiempo.
Dejamos el GR a la derecha para irnos por la izquierda por un camino de tierra.
Este camino nos devuelve de nuevo a la carretera de Aín, la CV-219. De nuevo el arco que vimos a la mañana, pero ahora desde otro ángulo.
Antes de salir a la carretera, pasamos junto a esta cueva que está cercada.
Salimos a la carretera en este punto. Seguimos por la derecha.
En apenas trescientos metros llegamos al punto de inicio, que es también el punto final de esta corta, dura, intensa y preciosa ruta.
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