“Sea moderado tu sueño; que el que no madruga con el sol, no goza del día.” ("Don Quijote de la Mancha", Miguel de Cervantes)
Una luna en cuarto menguante nos dijo ¡hola! y ¡adiós! al mismo tiempo.
"La luna está muy cerca,
quieta en el aire nuestro.
El que yo fui me espera
bajo mis pensamientos."
Jorge Guillén
Un leve retraso por un despiste en un desvío hizo que llegáramos algo más tarde de lo previsto a la aldea de Penén de Albosa, aunque nadie nos esperaba. Aparcamos a la entrada de Penén, junto al "Centro Cultural Recreativo y Deportivo", desde donde iniciamos nuestra ruta. (foto de Emilio Romero)
En la fachada del Centro Cultural este panel informativo. Su lectura, por ejemplo, nos informa de que el nombre de la aldea procede de un industrial sedero de Requena apellidado Penén que construyó una casa de labor en este lugar y de la rambla de la Albosa, que trae el agua hasta la población.
Hacía mucho tiempo que no coincidíamos "tantos" senderistas. Como siempre, antes de iniciar la ruta, hicimos la foto de inicio. De izquierda a derecha, Ricardo Vivó, un servidor, Rafa Lafuente, Emilio Romero y Rafa Sornosa.
Penén de Albosa nos recibió de una manera...podríamos decir que "algo fría", -2º C. Fijaos como estaba la gota de este grifo de la fuente.
"¿En dónde está el que con su amor me envuelva?
Ha de traer su gran verdad sabida...
Hielo y más hielo recogí en la vida:
yo necesito un sol que me disuelva."
Salimos de la aldea esperando que el naciente sol nos reconfortase algo.
“Ya el
sol, Platero, empieza a sentir pereza de salir de sus sábanas, y los labradores
madrugan más que él. Es verdad que está desnudo y hace fresco.” (“Platero y
yo”, Juan Ramón Jiménez)
Todo el campo se encontraba escarchado y a la sombra la sensación de frío se hacía notar.
"Hay canas en mi cabeza; hay en los
prados escarcha;
mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
con la eterna primavera de la vida que se apaga
y la perenne frescura de los campos y las almas,
aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan."
Rosalía de Castro
Bien abrigados y caminando, el fresco era más llevadero. (foto de Ricardo Vivó)
Los tramos al sol se agradecían y el sol, aún tibio, ayudaba a atemperar el cuerpo.
Una ligera neblina ocupaba aún los campos, esperando disiparse cuando la fuerza del sol aumentara.
“Humo,
lejanía, recuerdo, nada…En los árboles de la colina verde, en los días verdes,
los cendales de niebla se van desgarrando lentamente.” (Azorín, “El paisaje de
España visto por los españoles”)
La luna que vimos al partir se vino con nosotros y nos acompañó durante toda la mañana. Eso sí, muy discreta en el cielo azul.
"Como el alma tiene
su música oculta,
¡parece que el alma
llora con la luna!..."
Bonito paisaje con predominio de pinos, olivos, almendros y viñas. (foto de Emilio Romero)
En zonas de umbría la escarcha se mantenía.
Aproximadamente a kilómetro y medio del inicio, cruzamos la rambla de la Albosa, también totalmente escarchada.
"Salí al alba, dueño mío,
y llegué, marcha que marcha
entre cristales de escarcha,
hasta la margen del río."
Amado Nervo
A unos cien metros tras cruzar la rambla, llegamos a los tollos.
En este tramo nos detenemos a tomar fotografías de este fenómeno natural. (foto de Ricardo Vivó)
Aquí podemos ver este tollo más grande que el anterior. El agua forma aquí saltos cuando lleva caudal la rambla. Este paraje se denomina "El Saltadero", precisamente por esos saltos de agua que se forman.
Junto al Saltadero se encuentra esta caseta. Seguimos nuestro camino. Se trata del camino de Penén a Los Sardineros.
Bonitos y perfectamente alineados viñedos, aún durmiendo el sueño del invierno, salpican el camino.
El buen compañerismo consiste muchas veces en
callar, en respetar el laconismo del otro, en comprender que eso es lo que el
otro necesita en esa precisa y oscura jornada, y entonces arroparlo con nuestro
silencio, o dejar que él nos arrope con el suyo, pero, y este pero es
fundamental, sin que ninguno de los dos lo pida ni lo exija, sino que el otro
lo comprenda por sí mismo en una espontánea solidaridad.” (Santiago, Mario
Benedetti, “Primavera con una esquina rota”)
El camino sale a la carretera CV-443, que recorreremos unos setecientos metros.
En la foto se pueden apreciar las pequeñas nubes que nuestro aliento formaba debido al frío.
En este punto abandonamos la carretera para seguir el camino que nos llevará hasta Los Sardineros.
Un corral en venta junto al camino. No creo que a ninguno nos interesara.
Los pinos fueron excelentes compañero durante gran parte de nuestro camino.
“A mí me gusta más la sombra de los árboles,
porque tiene manchitas de sol y además se mueve.” (Beatriz en “Primavera con una esquina rota” de Mario Benedetti)
Pasamos junto a los restos de lo que pudiera haber sido una calera.
Otra pequeña caseta de labor junto al camino.
En gran cantidad de ramas de árboles y arbustos se dejaban ver las gotas que la derretida escarcha ...a modo de pequeñas lágrimas.
"No sé si habrá quien solloce
cerca de mi negra caja,
o quien me dé un largo beso
entre caricias y lágrimas."
Juan Ramón Jiménez
Los almendros anuncian la ya incipiente primavera, adornando de bellas flores sus ramas.
"Almendros
en flor.
La primavera
se acerca.
Cerezos en flor.
La primavera
está plena.
Granados en flor.
Ya se aleja
la primavera."
José María Hinojosa
La verdad es que la belleza de la flor del almendro es incuestionable. Estos detalles de algo tan sencillo pero al mismo tiempo tan perfecto, hacen grande a la naturaleza.
"El
mundo está lleno de simplezas que nadie observa. No hay nada tan importante
como un detalle pequeño cuando se sitúa en el lugar adecuado.” (Hopalong Basil
en “El problema final” de Arturo Pérez Reverte)
Llegamos a la aldea de Los Sardineros.
Alrededor de la aldea aún se ven campos cultivados.
Pero por lo que podemos ver, aquí no vive nadie.
Precisamente, la carretera CV-443 termina aquí su recorrido.
Cruzamos la aldea y comprobamos que la mayoría de sus casas están en completa ruina. Ahora os muestro algunos ejemplos. (foto de Ricardo Vivó)
La ruina y el olvido llenaban el aire que se respiraba en Los Sardineros.
Cruzamos la ruinosa aldea y seguimos la marcha por el camino del Portero. Ahora buscaremos el vértice geodésico "Sardinero".
Pero antes hemos de reponer fuerzas. Hemos madrugado y ya hace horas que no hemos comido nada. Cualquier sitio es bueno para hacer la parada del almuerzo.
Dispuestos a dar buena cuenta de las viandas antes de proseguir.
Tras el almuerzo, continuamos nuestro camino para ascender al vértice geodésico. Como habitualmente, la sombra siempre va con nosotros.
"Tú, sombra aérea que cuantas veces
voy a tocarte, te desvaneces
como la llama, como el sonido,
como la niebla, como un gemido
del lago azul."
Gustavo Adolfo Bécquer
Pasamos ahora por una partida que recibe el nombre de Los Hermanillos que tiene como protagonistas a campos de olivos con ejemplares monumentales muchos de los cuales tienen varias
ramas saliendo del tronco principal. ¿Tal vez el nombre de la partida tiene relación con esos olivos con varias ramas del mismo tronco como si fueran hermanos?
Seguimos viendo engalanados almendros que dan un toque de belleza y distinción al campo.
"Pues repítelo, ingrata, cada día;
que el cierzo frío es tu rigor injusto,
y el triste almendro, la esperanza mía."
Originales y bellos olivos que nos entretuvieron en este tramo.
"Los olivos grises,
los caminos blancos.
El sol ha sorbido
la color del campo;
y hasta tu recuerdo
me lo va secando
este alma de polvo
de los días malos."
Antonio Machado
Ya tenemos a la vista el cerro en el que se alza el vértice geológico.
Aquí vemos el vértice con zoom.
El cerro se encuentra circundado por campos de almendros.
Vamos a bordear un campo de almendros para acceder a la base del cerro. Junto al campo, esta calera.
Nos dirigimos hacia el cerro bordeando el campo.
Perfectamente visible la nube de vapor de agua de la Central Nuclear de Cofrentes.
No encontramos un camino definido por lo que buscaremos, campo a través, la mejor manera de ascender el cerro.
Para subir más cómodamente bordearemos el cerro por la derecha buscando la mejor subida.
Pero aún así, a veces, no estamos exentos del accidente. En este caso, pisé una gran piedra plana que se levantó golpeándome en la espinilla y me hizo pasar un momento bastante amargo además de la correspondiente herida en la pierna. Rafa me ayudó a levantarme y tras unos minutos de dolor, continuamos nuestra ruta.
En la cima, nos hacemos una foto para la colección de fotos de los vértices que visitamos.
Tampoco podía faltar la foto de grupo.
Tras las fotos, nos detenemos unos minutos en disfrutar de las vista desde este pequeño cerro.
“El
cielo está limpio, diáfano; no aparece ni la más tenue nubecilla en la infinita
y elevada bóveda de azul pálido.” ("La ruta de Don Quijote", Azorín)
“Las
colinas, los oteros y los recuestos se suceden unos a otros, siempre iguales,
siempre los mismos, en un suave oleaje infinito; reina un denso silencio allá a
lo lejos, entre la fronda terrena y negra, brillan, refulgen, irradian las paredes
nítidas de una casa.” ("La ruta de Don Quijote", Azorín)
Tras disfrutar de la vistas, buscamos ahora la mejor bajada, esta vez más directa que lo fue la subida.
Por cierto, a pesar de eso, no puede evitar otro resbalón al moverse unas piedras y caer de culo.
Salimos de nuevo al camino.
Ahora sólo nos queda volver a Penén.
Además de olivos monumentales, encontramos también algún pino de buen porte como el de la foto.
Junto al camino, una balsa de riego, que no estaba llena de todo.
En el regreso a Penén, recorremos un tramo común a la ida en el que se encuentra un tramo de carretera que ya hicimos a la ida.
El regreso es cómodo y distendido. Las bromas y los chascarrillos fueron el denominador común de la vuelta.
Retornamos a Penén por un paisaje por el que habitualmente no discurrimos. Nos gusta igualmente y lo disfrutamos también como cualquier otro paisaje. (foto de Emilio Romero)
En este punto volvemos a cruzar la rambla de la Albosa, en la que vemos resto de agua.
Pasamos cerca de las ruinas de la Casa de Cubas. Apenas ochocientos metros nos separan de Penén.
Y, finalmente, entramos de nuevo en la tranquila aldea.
Esta pintura mural adorna una casa a la entrada de Penén.
Y aproximadamente cuatro horas después de haber salido, terminamos esta entretenida rutas por tierras de la comarca de Requena-Utiel.
Aquí terminamos esta sencilla ruta, de la que esperamos que el nombre de Penén de Albosa siga sonando para que no se olvide y nunca deje de existir.
La ruta en el mapa.
La ruta en Wikiloc
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