“Así como el sabio no escoge los alimentos más abundantes sino los más sabrosos, tampoco ambiciona la vida más prolongada, sino la más intensa.” (Epicuro de Samos). En esta ocasión, como el sabio griego, hemos elegido calidad en vez de cantidad. Una ruta corta pero intensa que nos llevó desde la preciosa y coqueta Aín hasta la cima de la Peña Pastor.
Clásica ruta en la Sierra de Espadán que nos lleva desde Aín hasta la cima de la Peña Pastor siguiendo el SL-CV 27 siguiendo una exigente senda en subida que en algo menos de kilómetro y medio salva un desnivel de más de cuatrocientos metros. En la subida y en el entorno de la Peña Pastor podremos ver restos de trincheras de la línea XYZ de la Guerra Civil. La bajada hacia el collado de la Íbola tiene también un fuerte desnivel en los primeros 200/300 m. por un sendero muy descompuesto en los que tomaremos las precauciones necesarias para evitar resbalones y caídas. Desde aquí se suavizará la senda hasta llegar al aljibe del Tío Carregui. Desde el aljibe hasta el collado de la Íbola ya no presenta ninguna dificultad reseñable. Tras salir al collado buscamos la senda que nace junto a la cuneta de la carretera y que en bajada nos dejará en las faldas del castillo de Aín (que podríamos visitar si así lo deseáramos) para terminar caminando por el frondoso barranco de la Caridad que, tras pasar junto al Molino del Arquet, nos devuelve a Aín. Se trata de una ruta que aunque corta en kilometraje, es de una gran exigencia física y no es adecuada para alguien que se inicie en el senderismo.
Como siempre que me recogen para desplazarnos al lugar de la ruta, la noche aún cubre la ciudad.
“…ya se sabe que a lo más oscuro amanece Dios.”
(Mauricio en “La Reina de las Nieves”, Carmen Martín Gaite)
Madrugar hace que a primerísima hora del día, normalmente antes de que el sol se haya asomado del todo por el horizonte, ya nos encontremos en el punto de inicio de nuestra ruta semanal. Hemos dejado nuestro coche en el aparcamiento a la entrada de Aín. Nuestra ruta sale desde ahí.
“Mas apenas
comenzó a descubrirse el día por los balcones del oriente.” (“Don Quijote”.
Miguel de Cervantes)
“La luna me calma. De puro lejos que está. Lo
que se toca, se toca y ya te lo dejas de creer.” (Carmen Martín Gaite, “La
Reina de las Nieves”)
Y siempre también, es habitual que nos hagamos la foto de grupo antes de iniciar la ruta.
De izquierda a derecha, Emilio Romero, Jaime y un servidor.
Iniciamos la ruta cruzando la carretera de Alcudia de Veo. Frente a nosotros, iluminada por los primeros rayos de sol, la Peña Pastor.
Apenas hemos cruzado, seguimos un camino en ascenso.
Disfrutamos ya de un bonito ejemplar de alcornoque que va a ser la tónica general de la ruta.
El camino pasa junto a la pared del cementerio municipal. La luna en el cielo vigilaba nuestros pasos.
"Lleno yo de fastidio y de quebranto,
sin fuerza ya contra la suerte lidio,
y muerto para el mundo, sólo envidio
a los muertos que guarda el camposanto."
Antonio Plaza Llamas
El camino nos devuelve a la carretera, que seguiremos trescientos metros.
En este tramo de carretera se solapa el SL-CV 27 con el GR 333. Aquí está la señal que lo indica.
“Nunca desistas de tus sueños. Sigue las
señales.” (Melquisedec en El Alquimista, Claudio
Coelho)
Dejamos de nuevo la carretera para seguir un camino que nos devolverá de nuevo a la carretera pero que nos ahorra un par de curvas.
Y seguimos disfrutando en nuestro camino de enormes ejemplares de alcornoque como el de la foto.
El camino es amplio y cómodo. Lo seguiremos apenas doscientos metros hasta regresar a la carretera.
Y la luna, omnipresente, que nos acompañará durante toda la mañana, rompiendo la idea generalizada de que sale de noche.
"Mira la luna: desgarrando el velo
de las tinieblas, a brillar empieza."
Amado Nervo
De nuevo otro corto tramo, esta vez de cien metros, por la carretera.
Finalmente, dejaremos la carretera para tomar este sendero, en leve ascenso al principio pero que no tardará en adquirir un fuerte desnivel.
“Ascender por pendientes empinadas requiere paso corto al
principio.” (Willian Shakespeare)
Caminamos por un suelo mullido, bajo el leve crepitar de la hojarasca caída.
Disfrutamos a un lado y otro del sendero de espectaculares ejemplares de alcornoque que adornan por doquier esta bella sierra que no deja de sorprendernos.
El sendero poco a poco se vuelve más hostil.
“Hoy he subido a una montaña levantina. Me he
levantado antes de que rayara el alba. Esta montaña tiene acá y allá grupos de
pinos que exhalan un penetrante aroma de resina. No son pinos adiestrados y
amaestrados por industriales, no son pinos plantados y cultivados en vista de
un futuro aprovechamiento de sus troncos. Estos pinos no conocen la mano del
resinero. Crecen libres, rebeldes, felices."(Azorín,
“Castilla”)
El desnivel y el esfuerzo que realizamos, no nos impide disfrutar del entorno fascinante que nos rodea.
La sierra...la sequía que estamos padeciendo, pero aún vemos algún helecho que intenta crecer a pesar de ello.
El sendero va apretando con intensidad. Hay algún tramo que hemos de estar pendientes de las marcas para seguir la senda.
Vamos alcanzando altura con esfuerzo. Aprovechando la altura alcanzada disfrutamos de las estupendas vistas que se abren ante nosotros. En la imagen, Aín, de donde iniciamos la ruta.
“Ahín
tiene el viejo encanto de esos pueblecitos evocadores de una larga historia,
situados en rincones privilegiados, muy aptos en verano para el reconfortante
descanso y el contacto con el límpido aíre lleno de esencias silvestres que
matiza la enriscada y solemne sierra Espadán." (Luis
Gispert, “ Caminando por la sierra de Espadán”)
Hacia el norte, Penyagolosa.
“Una montaña que se ve en el horizonte, sobre el cielo límpido, es una imagen que se graba en nuestra alma y que en ella reposa durante tiempo y tiempo.” (Azorín, “España”)
Distinguimos también la población de Castillo de Villamalefa, en las faldas del gigante de piedra.
En el valle frente a nosotros, Alcudia de Veo...
...y su castillo.
También distinguimos la pequeña población de Veo.
Hacia el nordeste, el Bartolo y a la derecha las agujas de Santa Águeda.
Y la luna que realizó la ruta con nosotros, con el sol en todo lo alto y no por ello en pugna por presidir el cielo, sino en una muestra de que la presencia de ambos es perfectamente compatible.
"La luna viene con nosotros, grande, redonda, pura." (Juan Ramón Jiménez, "Platero y yo")
Algún tramo nos exigió utilizar la manos para impulsarnos.
Hacia el oeste, llama nuestra atención la cima de la Rápita.
Poco antes de llegar a la cima, encontramos un tramo de trinchera de la linea XYZ.
Un panel de madera nos da información sobre las construcciones de la guerra civil que se encuentran en esta montaña.
El último tramo aunque empinado, es de gran belleza. Subimos rodeados de alcornoques y carrascas.
Ya prácticamente en la cima vemos más restos de trincheras.
A pocos metros de la cima nos detenemos para intentar captar con la cámara lo que ya había quedado impregnado en nuestras retinas. (foto de Jaime)
“La
mitad de la belleza depende del paisaje y la otra mitad del hombre que lo
mira.” (Lyn Yutang)
“¿No
amáis las montañas? ¿No son vuestras amigas las montañas? ¿No produce su vista
en vuestro espíritu una sensación de reposo, de quietud, de aplacamiento, de
paz, de bienestar?” (Azorín, “España”)
Frente a mí, hacia el sur, la Sierra Calderona. Con mi mano señalo alguna cima emblemática como...
Desde la cima no podemos más que detenernos unos minutos y disfrutar de lo que la vista nos ofrece.
"...delante
está el campo, ya verde. Frente al cielo inmenso y puro, de un incendiado añil,
mis ojos-¡tan lejos de mis oídos!- se abren notablemente, recibiendo en su
calma esa placidez sin nombre, esa serenidad armoniosa y divina que vive en el
sin fin del horizonte..." ("Platero y yo",J.R. Jiménez)
En la cima de la Peña Pastor. (foto de Emilio Romero)
Tras disfrutar de las vistas toca bajar. Lo haremos por la vertiente sur de la Peña Pastor, siguiendo el Pr.
Encontramos, sobre todo en el primer tramo de bajada, con un sendero muy descompuesto, con mucha piedra suelta que unido a la pendiente nos obliga a bajar con suma precaución para evitar cualquier resbalón que nos pudiera hacer caer. Ya tenemos una edad y no estamos para caernos.
Senda dura y difícil, pero bella.
Las vistas de bajada también son impresionantes.
No podían faltar las pedreras típicas de esta bella sierra.
Detenidos en medio de la pedrera. (foto de Emilio Romero)
Lo dije antes, la luna fue nuestra compañera durante toda la mañana. No sucede esto todos los días.
"La luna está muy cerca,
quieta en el aire nuestro.
El que yo fui me espera
bajo mis pensamientos."
Jorge Guillén
Esta planta de gordolobo, tan derecha, nos hizo detenernos a fotografiarla.
Seguimos bajando y no se escapa de nuestra mirada la cima que da nombre a la sierra: el pico Espadán.
Llegamos al cruce con la senda que se dirige al Espadán.
Frente al cruce se encuentra el aljibe del Tío Carregui.
Aún no hemos almorzado y pensamos que este es un buen lugar para hacerlo. (foto de Emilio Romero).
Buena mesa para un mejor almuerzo. Hay que recuperar fuerzas.
Tras el almuerzo, seguimos nuestro camino. El último tramo de la senda nos dejará en el collado de la Íbola.
No pudo engañarnos este saltamontes perfectamente mimetizado con el medio.
Lo pudimos captar con el zoom.
Desde el aljibe del Tío Carregui coincidimos un tramo con el PR-CV 63.6 hasta el collado de la Íbola.
Desde el sendero se aprecia la carretera de Aín a Almedíjar.
Llegamos hasta el collado de la Íbola.
Recorremos cien metros dirección Aín, para dejar la carretera por un sendero que nace en la cuneta junto a un pilón. Este sendero nos dejará en las faldas del cerro del Castillo y luego, por el barranco de la Caridad, accederemos a Aín.
Ya desde el inicio de la senda atisbamos la torre circular del castillo de Aín.
El sendero sigue la tónica de lo que ya llevamos recorrido.
Alguna mirada de soslayo nos muestra la Peña Pastor, de donde venimos.
En algún tramo el sendero se estrecha y nos obliga a caminar como las modelos en una pasarela: una pierna por delante de la otra.
El empedrado nos indica que caminamos por un antiguo camino.
"Así es mi vida,
piedra,
como tú. Como tú,
piedra pequeña;
como tú,
piedra ligera;"
León Felipe
Hemos seguido bajando por el sendero y ahora la torre que vemos es la cuadrada.
El sendero pasa por la base del castillo. En un punto encontramos la senda que sube hasta él aunque nosotros no lo haremos en esta ocasión.
El sendero desemboca en el barranco de la Caridad, una delicia para los sentidos.
En algún punto del barranco encontramos algo de agua, aunque la sequía es evidente.
Las encinas y los alcornoques pueblan las laderas de las montañas. También algún pino se cuela entre ellos dando un aspecto muy tupido y frondoso a las montañas circundantes.
Pasamos junto al reformado Molino del Arquet, de propiedad particular.
Y pasamos por debajo del conocido Arquet, que forma parte de un sistema de riego para el mejor aprovechamiento del agua.
La senda deja el barranco y se abre en un amplio camino paralelo justo cuando vemos ya la población de Aín.
Pasamos junto a la subida a la ermita del Cristo del Calvario, que tampoco visitamos en esta ocasión.
Y escasos metros después entramos en Aín por la calle Calvario.
“Tiene
calles de ascendencia moruna, retorcidas, estrechas, con planos donde se recrea
el sol y juegan las sombras. Calles espléndidas de asfalto, en pendiente, que
conservan su viejo sabor (Luis Gispert, “ Caminando por
la sierra de Espadán”)
Como digo siempre que callejeamos por Aín, disfrutamos de este bello pueblo de la sierra. En mi opinión, el más bonito.
La calle del Calvario desemboca en la plaza de Sorribes Fuster donde se ubica el Ayuntamiento de Aín.
Y en una pequeña plaza junto al Ayuntamiento, la Plaza Nueva, está el bar del pueblo. Y no tuvimos más remedio que tomarnos una cerveza allí antes de terminar la ruta: ¡siempre sacrificándonos!
(foto de Emilio Romero)
Salimos de Aín buscando el aparcamiento municipal donde dejamos el coche.
Y acabamos donde empezamos. Eso sí, más cansados, pero más satisfechos por lo visto y vivido y por la posibilidad de seguir haciendo rutas que requieren una buena dosis de esfuerzo físico.
Y antes de volver a casa, nos despedimos de la Peña Pastor. Nos costó un buen esfuerzo subir allí, pero valió la pena. Y no hay nada valioso que no requiera un esfuerzo.
(foto de Emilio Romero)
Podrás
morir sin ver cumplidos tus sueños, pero lo que no puedes es vivir sin intentar
cumplirlos.
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