Aín no tiene una "Fontana di Trevi" (y mira que tiene fuentes) en la que arrojar una moneda que nos asegure volver aquí. Pero no le hace falta, porque tiene elementos suficientes de todo tipo para regresar una y otra vez. Al menos en dieciséis ocasiones hemos comenzado aquí una ruta o hemos pasado realizando otras. Y seguro que sin haber lanzado ninguna moneda volveremos de nuevo. En esta ocasión lo hicimos para realizar dos Senderos Locales de los tres que tiene. Son el SL-CV 29 y el SL-CV 28.
Bonita y entretenida ruta en la incomparable población de Aín, en plena Sierra de Espadán, que recorre dos de los tres senderos locales marcados allí: el SL-CV 29 y el SL-CV 28. El primero se sigue bastante bien siguiendo las señales. El segundo tiene un tramo algo más confuso en una zona de unos seiscientos metros que transcurre a trechos por el barranco de Eslida y en el que no encontramos señales y resulta algo incómodo de transitar. Realizamos primero el SL-CV 29 y enlazamos luego con el SL-CV 28 para regresar a Aín.
A primera hora llegamos a Aín. El sol aún no había dado su última palabra y se estaba desperezando todavía. Nos sorprendió ver este aparcamiento repleto de coches. El pueblo también estaba llenos de vehículos, incluso alguna cuneta junto a la carretera. Luego sabríamos el porqué.
“Soy
contento de esperar que ría el alba, aunque yo llore lo que ella tardare en
venir.” (Don Quijote)
Tuvimos suerte de encontrar un hueco justo para dejar nuestro vehículo y empezamos nuestra ruta siguiendo la carretera que va a Alcudia de Veo.
A quinientos metros abandonamos la carretera por la derecha en este punto.
Bajamos para seguir un sendero con exuberante vegetación que cruza enseguida el barranco del Picaio. (foto de Emilio Romero)
Apenas hemos cruzado el barranco del Picaio, el sendero empieza a subir por un bonito camino empedrado. (foto de Rafa Lafuente)
Piedras que atestiguan un camino ancestral que vieron pasar muchas historias personales. Se trata del antiguo camino a Alcudia de Veo. En Aín lo llaman "la pujà".
"Mientras la última luz de la esperanza
alumbre débilmente mi camino,
yo iré, sonriendo y fiel, a mi destino,
contento, como un niño; de la andanza."
Juan Ramón Jiménez
Teníamos acompañándonos en nuestro caminar dos cimas emblemáticas de Aín. Por un lado, el Batalla, en el que hemos estado en diversas ocasiones, la última en febrero de este año.
Por otra parte, la Peña Pastor, a la que subimos en diciembre del año pasado por el SL-CV 27.
Encontramos un bosquecillo de pequeñas carrascas junto al camino. Encontraremos muchos más en el camino.
Y seguimos nuestro camino por este bonito sendero empedrado, en subida, que pone a prueba nuestras piernas.
Aprovechamos un pequeño claro para hacernos la foto de grupo. De izquierda a derecha, Emilio Romero, un servidor y Rafa Lafuente. De fondo, la Peña Pastor.
Seguimos nuestro camino y ya hemos encontrado otras veces en la montaña bebederos como éste.
El sendero desemboca en un camino donde encontramos una paleta direccional que nos guía hacia la derecha.
Pasamos ahora por una zona conocida como "l'escapulari" donde predominan los bancales de almendros y olivos.
El camino de tierra se convierte en cementado y con una buena pendiente. (foto de Rafa Lafuente)
Nos detenemos como hacemos mil veces para admirarnos y embelesaros con la observación de esta sencilla y a la vez perfecta scabiosa. Detenernos nos ayuda a recuperar el aliento alterado con la subida.
"Me dijo una tarde
de la primavera:
Si buscas caminos
en flor en la tierra,
mata tus palabras
y oye tu alma vieja."
Antonio Machado
Antes de llegar a la Peña de la Campana encontramos, junto al camino, esta escultura con una cruz en la parte superior. Al parecer es una cruz que recuerda el fallecimiento de un teniente coronel aquí mismo durante la guerra civil. Sabemos que en la Sierra de Espadán tuvieron lugar episodios relacionados con este acontecimiento y que está lleno de construcciones bélicas relacionadas con esta contienda (línea XYZ).
Entreteniéndonos en fotografiar algún pequeño detalle que ha llamado nuestra atención (Foto de Rafa Lafuente)
Seguimos por este bonito y tranquilo bosque por el que avanzamos cercanos ya a la Peña de la Campana.
Últimos metros de subida a la Campana, por suelo cementado y algo empinado.
Alcanzamos la cima que está ocupada por estos artilugios tan poco estéticos (aunque supongo que útiles para los tiempos que vivimos) que llenan este espacio natural de hierro.
Nos acercamos al borde de la montaña para disfrutar de las vistas.
Lo primero en lo que nos fijamos es en esta bonita y bucólica imagen de Aín, a los pies del Batalla.
Desde aquí podemos comprobar que en la plaza del Ayuntamiento no hay ningún vehículo aparcado. Eso explicaría porqué el aparcamiento de fuera estaba lleno.
Más al fondo, ocupando la cima de un pequeño cerro, acercamos con zoom las ruinas del castillo de Aín.
En este panel, otro recuerdo de acontecimiento bélico. Se trata de la letra y música de un himno en honor de una brigada del ejército republicano.
Tras la estancia de unos minutos en la cima de la Peña de la Campana, seguimos nuestro camino por un sendero en bajada que nace desde aquí.
En el descenso vemos restos que bien podrían ser de construcciones de carácter militar.
Entre los pinos podemos distinguir en primer plano, los Órganos de Benitandús y al fondo la inevitable y emblemática Peñagolosa.
Preciosa imagen del icono de nuestras montañas.
El sendero desemboca en este camino. Se trata del camino de Aín a Onda, donde enlazamos también con el GR-36. Seguimos por la izquierda.
Mirad el poste que nos encontramos. Aunque tanta paleta no nos distrae de nuestro camino: seguir el SL-CV 29 que marca 30' y 1'12 km a la fuente de la Basseta.
A escasos cien metros encontramos otro cruce y otro poste direccional. Es el collado de Veo porque aquí confluye el camino a esa población.
Aquí Emilio en plena marcha siguiendo el camino que nos guía.
Ahora seguimos por un camino ancho que abandonaremos dentro de algo menos de medio kilómetro.
Nos queda ya algo lejos la Peña de la Campana de la que aún podemos ver sus feas antenas.
Los brezos adornan el escenario aún otoñal del monte, aunque el invierno ya está cerca.
El sendero empieza a descender por un bonito bosque, muy húmedo y en silencio. No tiene desperdicio.
"En los bosques, perdido, corté una rama oscura
y a los labios, sediento, levanté su susurro:
era tal vez la voz de la lluvia llorando,
una campana rota o un corazón cortado."
Pablo Neruda.
El sendero nos deja en la fuente de la Basseta, cuyo umbrío paraje vemos en la foto.
La construcción de piedra que se ve es un horno de cal reconstruido y al lado, un panel cerámico que explica su utilidad y funcionamiento.
Accedemos al paraje junto a esta acequia que recoge el agua de la fuente.
"Mi sombra va silenciosa
por el agua de la acequia.
Por mi sombra están las ranas
privadas de las estrellas."
Federico García Lorca
Ésta es la fuente de la Basseta.
Éste es el panel que nos cuenta cómo se usaban los hornos de cal.
Y esta es la reconstrucción de uno de esos hornos que abunda en toda la sierra.
Salimos del paraje de la fuente por este camino hacia la carretera que une Eslida con Aín.
Nada más salir a la carretera, justo enfrente se encuentra el mirador de la Basseta que ofrece esta perspectiva de Aín.
Tras disfrutar de las vistas, seguimos por la carretera, en dirección Eslida, apenas una veintena de metros y la dejamos por este sendero que sale a la derecha y que nos dejará en el barranco de Eslida.
Llegamos primero a este destartalado poste que hacia la derecha nos llevaría hacia Aín si únicamente quisiéramos realizar el SL-CV 29, pero nosotros vamos a realizar también el 28, por lo que en vez de dirección Aín, nos vamos a la izquierda buscando el barranco de Eslida.
El camino que seguimos nos lleva a este pequeño dique por el que pasa el barranco de Eslida. Este barranco recoge las aguas de otros barrancos, el de la Caridad, del Picaio y la Basseta y conforman el río Ana. (foto de Emilio Romero)
La vegetación es exuberante. La humedad del ambiente lo impregna todo. Se nota que recientemente ha habido lluvias importantes porque todo rebosa humedad y agua. Entre tanta humedad y tanto verde siempre hay detalles que resaltan, como las matas de vinca menor cuyo color rosado resalta de manera de manera evidente.
"La violeta enamorada,
la retama encaramada,
la madreselva mezclada,
la flor de lino celosa.
¿Cuál es la más hermosa?"
Tirso de Molina
Entraremos en el barranco y transitaremos por él unos seiscientos metros que se harán incómodos. Unas veces iremos por su interior salvando algunas charcas y otras por un sendero algo cerrado paralelo al cauce. (foto de Emilio Romero)
El otoño se evidencia en estas hojas de chopo caídas en el suelo y la humedad que se aprecia al estar todas mojadas.
"Otoño melancólico y lluvioso,
¿qué dejarás, otoño, en casa este año?
¿qué hoja te llevarás? Tan silencioso
llegas que nos das miedo."
Evaristo Carriego
Entramos en el barranco y avanzamos incómodos por su interior unos cincuenta metros que se nos hacen más largos por el estado de humedad de las piedras, el agua y elementos de arrastre que han quedado en el lecho. Llegado un punto el barranco se cierra y nos impide avanzar. Pensamos en desistir y volver atrás hacia Aín, pero vemos que por la izquierda hay una traza de senderillo que seguimos y vemos efectivamente que se puede seguir por él paralelos al cauce.
Los tramos por fuera del barranco también presentan abundante vegetación y humedad.
En mucho tramos del barranco se aprecian restos de cañas y ramas que han sido arrastrados por una fuerte corriente de agua, como se aprecia en la foto.
Incluso algún árbol ha caído en medio del cauce. (foto de Emilio Romero)
Tenemos que entrar de nuevo en el cauce para poder seguir, avanzando con la dificultad que supone caminar por piedras muy mojadas y que resbalan y por zonas de charcas que hemos de evitar procurando no caer en ellas. En un punto cruza este acueducto de una antigua acequia.
(foto de Emilio Romero)
El paso por el barranco de Eslida supuso un punto leve de aventura, que ralentizó la marcha aunque no excesivamente. (foto de Emilio Romero)
Sería recomendable no hacer la ruta, al menos este SL-CV 28, si ha llovido fuertemente o existen posibilidades de que pueda hacerlo ese día porque sería intransitable el barranco, además de peligroso.
Aproximadamente el en kilómetro cuatro y medio de ruta, cruzamos el barranco y seguimos de frente por un sendero que se ve claramente.
Ahora avanzamos por un sendero empedrado.
Poco a poco iremos entrando en un bosque encantado donde el alcornoque domina.
Las lluvias han reverdecido los helechos y el mugo que hasta hace bien poco habían presentado un aspecto reseco.
En nuestro bosque, grandes ejemplares de alcornoques nos impactan y nos maravillan.
El musgo presentaba un aspecto inmejorable como puede apreciarse en la fotografía.
¡Cuánta flor silvestre en los vallados,
qué festones y encajes
primorosos de musgo y de verdura,
qué colorido y follaje en los árboles
mientras las brisas mansamente corren
como aliento de ángeles!
Rosalía de Castro
Caminando por el interior de tan fabuloso bosque uno tiene la impresión de estar inmerso en un mundo mágico, intemporal...
Junto al camino, las ruinas de otro horno de cal como el que vimos en la fuente de la Basseta.
Este curiosos alcornoque con pequeños hongos yesqueros en su tronco llamó nuestra atención.
En una pronunciada curva a derecha, nos encontramos la fuente de Batalla. No la incluí como waypoint en el track de la ruta.
Ahora, desde la fuente de Batalla, toca subir con tal vez la mayor pendiente de la ruta de hoy. Pero la fatiga la compensamos con el disfrute de las cantidad de alcornoques de gran porte que nos vamos encontrando y con la belleza extraordinaria de este bosque típico de la Sierra de Espadán que tanto nos hechiza.
Más hongos yesqueros que hablan de la humedad ambiental en este bosque.
Aquí veis un empinado tramo en un terreno algo descarnado y subiendo con paciencia.
Otro tramo con buena inclinación. Pero no hay más remedio que subir.
El que algo quiere, algo le cuesta.
Vista desde la senda de subida de la Peña de la Campana y de los corrales de Aín.
Las chillonas florecillas del diente de león que nos hacen creer que estamos en primavera nos detienen en nuestro caminar.
"Mi cuerpo estará amarillo,
y por la abierta ventana
entrará una brisa fresca
preguntando por mi alma."
Juan Ramón Jlménez
La proximidad de Aín es evidente. Entre estas ramas vemos al fondo el Calvario y la ermita del Cristo del Calvario ubicada allí. (foto de Emilio Romero)
¡Qué bonita perspectiva de Aín! ¿Precioso, verdad?
“Ahín, topónimo de fuente, de
agua, pueblo poético, notablemente
cantado por el fluir de frescas y amables fuentes. Aureolado por una
destacada estructura montañosa, por un interesante pintoresquismo que puede
hacer la delicia de cualquier fotógrafo o pintor al hallazgo de paisajes donde
la belleza se entronca con la apacible vida rural, con un silencio que parece
acunarse entre el rumor del agua.” (Luis Gispert, “ Caminando por la sierra de
Espadán”)
En esta bifurcación hacemos un giro hacia la derecha para coger un camino entre huertas.
Bajamos por este camino.
El camino nos deja en el paraje de la fuente de San Ambrós, que presenta una otoñal estampa.
Junto a la fuente pasan las aguas del barranco de la Caridad.
Ahora, para terminar, sólo nos queda entrar triunfalmente en Aín, recorriendo sus limpias, sencillas, vistosas y empinadas calles. (foto de Emilio Romero)
Y recrearnos en rincones especiales que hacen las delicias del visitante, como estas dos puertas vecinas, diferente una de otra, cada una escondiendo una historia particular y distinta. Tan cercanas y tan dispares a la vez.
Un placer para los sentidos ruar por las silenciosas calles de este bonito pueblo serrano, sin duda de los más bellos de Espadán.
“Ahín tiene el viejo encanto de
esos pueblecitos evocadores de una larga historia, situados en rincones
privilegiados, muy aptos en verano para el reconfortante descanso y el contacto
con el límpido aíre lleno de esencias silvestres que matiza la enriscada y
solemne sierra Espadán. Con sus casas blancas. Ahín es eminentemente veraniego,
acicalado de chalets de armonioso porte.” (Luis Gispert, “ Caminando por la
sierra de Espadán”)
En un rincón de una solitaria calle, un abrevadero que suponemos ya en desuso.
“Tiene
calles de ascendencia moruna, retorcidas, estrechas, con planos donde se recrea
el sol y juegan las sombras." (Luis Gispert, “ Caminando por la sierra de Espadán”)
Aín presenta..."Calles espléndidas de asfalto,
en pendiente, que conservan su viejo sabor; ramales en busca de la plaza Pintor
Gimeno Barón, donde está la iglesia parroquial, del siglo XVIII de nave
corintia, consagrada a San Miguel Arcángel. La torre es de sillería. El patrón
del pueblo es San Ambrosio. Recrea la plaza el murmullo de una fuente.” (Luis
Gispert, “ Caminando por la sierra de Espadán”)
Antes de finalizar definitivamente hacemos un alto en la Plaza Nova, donde se ubica el bar del pueblo, para reponer las mermadas fuerzas (es un decir) consumidas durante la ruta.
Y este frugal almuerzo nos devolvió las fuerzas perdidas. Al menos eso creemos nosotros.
Durante el almuerzo tuvimos la grata sorpresa de coincidir con Jesús (Anda con Tiocanya) y su compañera de rutas. Compartir la misma pasión tiene a veces estas agradables casualidades.
Pudimos comprobar que había algún tipo de celebración en el pueblo porque estaban montando alguna actividad lúdica en la plaza del Ayuntamiento, por lo que estaba prohibido aparcar en ella y los vehículos tuvieron que buscar otra ubicación. Ya estaba resuelto el enigma de la gran cantidad de coches que vimos por todas partes y que no era normal.
De vuelta al aparcamiento, nos despedimos de la Peña de la Campana donde estuvimos hace solo unas horas. Apenas son visibles las antena en la foto, pero ahí están.
Salimos de Aín hacia el aparcamiento. Este panel cerámico muestra los pueblos que conforman la Mancomunidad Espadán-Mijares, a la que Aín pertenece.
Aquí sí que damos por terminada la ruta. Ruta corta, sencilla, pero con mucho encanto, muchos elementos para hacer de ella una ruta muy interesante y pintoresca, como todas las que hemos hecho en esta magnífica sierra.
Como comenté al principio, no echamos ninguna moneda en ninguna fuente, pero tenemos asegurado nuestro regreso. No sabemos cuando será pero el tiempo lo dirá. Siempre nos quedan nuevos rincones por descubrir.
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