”En la peregrinación jacobea, quien la emprendía se comprometía espiritualmente a seguir un recorrido señalado de antemano.” “Todo el itinerario se hallaba – y aún se halla, al menos en parte – profusamente sembrado de señales”. (Juan G. Atienza, “Los peregrinos del Camino de Santiago”). Salvando las distancias y con perspectivas diferentes a las de los peregrinos medievales, nuestra intención es seguir espiritualmente ese itinerario señalado de antemano para, a través de esos signos que aparecen a lo largo del camino y que hay que saber leer, ser capaces de reencontrarnos con nuestro yo auténtico: lo que somos en esencia.
Emprendemos esta segunda etapa con ganas y con el ánimo intacto después de la accidentada primera etapa debido a la lluvia. Nuevamente y lo que será tónica general durante todas las demás, el paisaje nos hechizará...sus verdes prados, sus senderos y caminos entre robles, castaños, fresnos...sus hórreos, sus aldeas, sus ermitas, sus fuentes...Bien es verdad que ese idílico paisaje se verá empañado por desmontes, taludes y viaductos de la A 63, autovía en construcción de Oviedo a La Espina.
Datos de la etapa.
Distancia: 25 km.
Tiempò total: 6 horas 30 min.
Como es característica común en todas las etapas, en ésta no faltará algún repecho fuerte que nos hará poner las pilas y que combinaremos con tramos más amables y plácidos que harán la etapa más llevadera.
Nos situamos en el parque de San Antonio, desde donde vamos a iniciar esta segunda etapa.
En este plano de la población aparecen señalados edificios de interés de los que vamos a ir viendo algunos de ellos mientras salimos. Se trata en la mayoría de los casos de palacetes de indianos que volvieron ricos de América y mostraron con estos palacetes su poderío. Todos ellos se encuentran ubicados a lo largo de la calle Eulogio Díaz Miranda, por la que discurren nuestros pasos, y fueron construidos entre finales del siglo XIX y principios del XX.
Éste es el primero que vemos. Se trata del palacete Velázquez, más conocido como Capitolio.
El segundo, villa Granda.
Después el palacete de la familia Martínez.
El palacete La Quintana, reconvertido en albergue de peregrinos.
Finalmente, el Calabión.
Y llegamos a la fuente de Arriba (S.XVIII), la más famosa y apreciada de Grado por la calidad de sus aguas según reza el panel informativo que se encuentra al lado de ella. De esta fuente se abastecieron los vecinos antes de la llegada del agua corriente a las casas.
Pasamos junto a este panel con el itinerario y el perfil de la etapa.
Y salimos de Grado por el barrio de la Cruz, que recibe su nombre de esta cruz que marca el camino a seguir y en la que rezaban los peregrinos que iban a Santiago.
Desde la Cruz, el camino se empina con una buena subida hasta que coronemos el alto del Freisnu (del Fresno).
Caminaremos con paciencia.
Mientras tanto, iremos disfrutando del paisaje que seguro que nos alivia las penalidades de ir subiendo.
La subida fuerza nuestra respiración y ralentiza nuestra marcha. Pero el peregrino no tiene prisa.
Su esencia es disfrutar del camino. El camino es su meta y andando se cumple su objetivo. El final es secundario.
El peregrino disfruta de lo que encuentra caminando. Cualquier detalle le llena. Por ejemplo, admirar estas hortensias.
Disfruta del mismo camino por el que trasiega, a pesar de su dureza o benignidad.
Y de ver cosas que habitualmente no vemos, como los acebos.
O los castaños repletos de su otoñal fruto, aún pendientes de madurar.
Las nubes lo envuelven todo..."Esto es Asturias", nos han dicho en varias ocasiones. Y así nos lo tomamos.
Los diferentes hórreos que fuimos viendo durante el camino me hicieron pensar en el paralelismo con las vida de las personas. Vimos hórreos nuevos, cuidados, vivos...mientras otros presentaban ya un estado ruinoso o en camino, sin vida, sin servir para lo que fueron construidos...Así pasa con las personas. Como dice la canción..."unos que vienen, otros que se van..."
Y nos detenemos también con las setas, que aunque no somos aficionados, ni entendidos, ni comedores de ellas, también nos gusta encontrarlas.
No nos llueve, pero el cielo no se aclara y parece que la niebla nos va a acompañar aún un buen rato.
¡Y qué decir con el tema de las vacas! Tal vez unas de las protagonistas de todo el camino, con ejemplares como el de la foto. Creo que pertenece a la raza autóctona llamada carreña o vaca roxa.
Y el caminar paciente y constante es otro signo del camino.
Muy difícil transmitir lo que sentimos caminando por caminos tan seculares y bellos.
A medida que subimos hacia el alto del Freisnu, la niebla es más densa.
¿Cómo no emocionarse ante la belleza natural de estas Brugmansias o trompetas de Ángel?
Otro lavadero junto al camino.
"Y cuando esté recién lavado el mundo
nacerán otros ojos en el agua
y crecerá sin lágrimas el trigo."
Pablo Neruda
Alcanzamos el alto del Freisnu (del Fresno) entre la niebla, que era tan espesa que nos impidió ver el Santuario de Nuestra Señora del Fresno a pesar de su proximidad.
Tras coronar el alto, iniciamos el descenso entre la niebla, por esta pista de tierra, cosa que agradecemos después de la fuerte cuesta final de subida hasta el alto.
También nos admira la geométrica perfección de esta tela de araña, orlada de pequeñas gotitas de agua.
"Recojo con las pestañas
sal del alma y sal del ojo
y flores de telarañas
de mis tristezas recojo."
Miguel Hernández
Pasamos junto a esta fuente junto...
...al puente de la Meredal (S. XVII-XVIII).
Poco después cruzamos una pasarela sobre la A 63.
Y esto no es un cigarro puro, es una babosa. Una de tantas que hemos visto durante todas las etapas. Ésta tiene de particular a diferencia de las demás, el color marrón.
Tras cruzar el puente sobre la autovía, llegamos a la aldea de Samarciellu (San Marcelo). Nos sorprende y nos provoca una sonrisa esta original señal a la entrada. Nosotros no tuvimos problemas.
Y seguimos disfrutando de la exuberancia de la flora debido a la cantidad de agua y la humedad.
Es toda una experiencia pasar por estas aldeas.
¿Qué os parece el colorido de estos Aster alpinus?
¿O el blanco níveo de este senecio (cineraria maritima)?
No recuerdo haber visto esta planta antes. Una preciosidad. Nunca se deja de aprender.
En la foto no se aprecia el gran tamaño de este espárrago, pero era enorme.
Disfrutamos también del buen gusto que tienen los lugareños a la hora de cuidar el aspecto de sus casas.
Las buganvillas son más conocidas para nosotros, pero nos encantan igualmente. Su colorido y belleza no tiene discusión.
En el paso, una fuente para aliviar la sed.
"Hoy buscarás en vano
a tu dolor consuelo.
Lleváronse tus hadas
el lino de tus sueños.
Está la fuente muda,
y está marchito el huerto.
Hoy sólo quedan lágrimas
para llorar. No hay que llorar, ¡silencio!"
Antonio Machado
Tras disfrutar del paso por San Marcelo, la carretera nos lleva a una rotonda que dejamos por un camino a la izquierda...
...que se adentra por un bonito tramo boscoso junto al arroyo del Fresno y que ...
...cruzamos por la pasarela de la Meredal.
Arroyo del Fresno.
El tramo es precioso y tupido.
Una nueva fuente junto al camino. Se trata de la fuente La Reaz.
Pasamos por un túnel bajo la carretera.
Y llegamos a Doriga.
Pasamos junto a la iglesia de Santa Eulalia de Doriga del S. XII (Santa Olaya).
Y enseguida, tras seguir la carretera unos centenares de metros, nos encontramos con este pegote de viaducto de la A 63 que afea el paisaje.
Nos maravillamos con otra flor espectacular de la buddleja davidii o arbusto de las mariposas. Imagino que no es una planta autóctona.
Iniciamos un descenso por un bonito bosque pero que nos baja a la carretera AS 15 por un sendero pedregroso y muy resbaladizo por la humedad y donde deberemos tener precaución.
La exuberancia de la vegetación no nos deja de sorprender.
La humedad es evidente en toda la senda de bajada. Estas grandes piedras cubiertas de musgo así lo atestiguan.
"Como la peña oculta por el musgo
de algún arroyo solitario al pie,
inmóvil y olvidada, yo quisiera
ya vivir sin amar ni aborrecer."
Rosalía de Castro
El viaducto de la autovía (lleva varios años de construcción y ha tenido muchos problemas en su realización y parece tener un plazo de finalización incierto) cruza la campiña estropeando la idílica imagen de la comarca. Imagino que los beneficios que traerá a la zona compensarán los daños colaterales de su construcción.
Tras la zigzagueante y escurridiza bajada hasta la carretera, salimos a La Ponte (Casas del Puente) junto al río Narcea.
A la entrada nos encontramos con esta casa que no solo desea buen camino al peregrino...
...sino que además tiene instalada esta fuente que ofrece agua al peregrino de su domicilio particular, lo que evidencia la solidaridad de las gentes por donde transcurre el camino.
La Ponte o Casas del Río.
Ahora caminaremos junto a la carretera un buen tramo. En Casas del
Río encontramos una gran plantación de kiwis, que vemos que ya no es la fruta exótica que conocimos hace años.
El camino pasa junto a la plantación.
Otra curiosa planta que añadimos para nuestra colección. Se trata de la Phytolacca americana. Al parecer todas sus parte son venenosas.
Y más buddleja davidii que vimos que abundaba en este tramo.
Esto es más conocido: nueces.
Tras pasar un área recreativa, seguimos por la izquierda y cruzamos el Narcea por este puente para acceder a Cornellana.
Si no necesitamos abastecernos en Cornellana, podemos tomar el camino hacia la izquierda que nos lleva hasta el monasterio de San Salvador por un paseo fluvial, que está indicado en esta señal, una vez pasado el puente sobre el Narcea.
Pero nosotros necesitamos almorzar, por eso entramos en Cornellana.
Aquí toca hacer un parón y además podemos porque encontramos bares para ello. Para mi gusto, los bocadillo fueron "bocaditos".
Aprovechamos la ocasión para probar los "carajitos del profesor", típicos de la zona.
Tras el frugal pero necesario almuerzo, reemprendemos el camino. Salimos de Cornellana dirección al monasterio de San Salvador de Cornellana.
En la explanada frente al monasterio encontramos este panel y detrás ese poste con multitud de direcciones y distancias a diferentes partes del mundo (Sidney, León, Barcelona, Teruel, Roma, El Cairo, Lisboa, Montevideo....) Confiaremos en su fiabilidad.
También encontramos este crucero.
Fachada del monasterio de San Salvador de Cornellana (S. XI), Monumento Nacional desde 1931 y sin embargo, en aparente estado de abandono. Aunque al parecer en proceso de restauración.
Y ésta es la portada de la iglesia de San Salvador, de estilo románico, que fue reformada en la segunda mitad del S. XVII.
Rodeamos la iglesia y disfrutamos por la parte trasera de su ábside.
Seguimos el camino que nos aleja poco a poco del monasterio y nos permite ver su techumbre renovada lo que indica que se empezó a restaurar, aunque al parecer esa restauración ha pasado por diferentes vicisitudes que la han dificultado.
La carretera va en ascenso y nos ofrece una vista general de Cornellana.
Al borde de la carretera, campos de manzanos seguramente destinados a la elaboración de sidra.
"¡Está la linda boca fresca,
la dulce manzana carnal,
y nuestra vida funambulesca
tan líricamente anormal!"
Medado Ángel Silva
Parece que no, pero la carretera va hacia arriba y el sol aprieta.
Y aquí vemos una versión antigua de la actual secadora. Como veis, todo está inventado.
Y vemos este hórreo que ha sufrido los avatares del tiempo. Es un claro reflejo de lo que es la vida. Tiene su inicio, su juventud, su madurez y su decadencia.
Tras dejar la aldea de Suburriba y Cermoño, nos introducimos en un precioso bosque de arbolado autóctono que nos encanta y nos protege del sol que apretaba un poco. Eso sí, con una subida que sin ser muy exagerada, nos obligaba a ponernos las pilas.
Preciosos castaños bordean el camino.
Cualquier ser vivo también llama nuestra atención. Nuestra intención es empaparnos de todo lo que vemos y disfrutar del camino en todos los sentidos. Por eso fotografiamos esta oruga, que aunque ahora presente este "repelente" aspecto, se convertirá, como el patito feo, en una bella mariposa que nos sacará un ¡oh! de admiración.
Y la exuberancia de los helechos no nos deja nunca.
El idílico camino desemboca en una árida cantera de arenas que bordeamos para seguir nuestro camino.
Frente a nosotros, los taludes y desmontes de la A 63 desvirtúan la belleza original del paisaje.
Pasamos por la aldea de LLamas, con sus hórreos y huertas; pero lo que más nos llamó la atención es este palomar.
Tras dejar atrás Llamas, caminamos por el valle entre campos de maíz...
...o de alfalfa.
El terreno llano del valle nos alivia el camino que por aquí transcurre paralelo al río Nonaya.
Pasamos junto al cementerio de Villazón.
Junto al camino, la fuente de Santiago.
Y como muestra de lo fructífero de esta tierra, esta enorme calabaza que no era la única de este tamaño en la huerta.
El camino cruza la carretera por debajo de un puente y seguimos por un agradable camino.
Muy cercana a la de Santiago, nos encontramos con otra fuente: Fuencaliente.
Y nos adentramos en una estrecha senda rodeada de una vegetación exuberante que es una maravilla.
El sendero cruza el río Nonaya (S. XVII-XVIII) por el puente de Casazorrina.
Y entramos en Casazorrina, una pequeña, coqueta y bonita aldea.
Un ejemplo de que lo sencillo puede ser elegante.
Este hórreo ha tenido mejor suerte que otros que vimos.
Salimos de Casazorrina y enfilamos el último tramo hacia Salas.
El buen gusto no está reñido con la sencillez.
Seguimos por una vereda que nos lleva a cruzar el río Nonaya...
...por la pasarela de la Debesa.
Cruzamos la N 634 por debajo de un puente y a la salida hemos de cruzar la N 634A
Ahora seguimos entre robles por bonita senda que nos acerca a Salas, aunque he de decir que se nos hizo muy largo el tramo final.
Pero aún encontraremos cosas que nos llamen la atención. Por ejemplo, este arado romano todo de madera, tal como era el usado en la antigüedad.
“Yo amo las cosas: esta inquietud por la esencia de las cosas que nos rodea ha dominado en mi vida. ¿Tienen almas las cosas? ¿Tienen alma los viejos muebles, los muros, los jardines, las ventanas, las puertas?” (Azorín, “Las confesiones de un pequeño filósofo”)
Salas aparece en el cercano horizonte. Eso nos anima un poco.
Otro detalle que nos llama la atención, estas cebollas puestas a secar.
Ahora ya está al alcance de nuestras manos.
El río Nonaya atraviesa la población.
El escudo en la fachada de esta casa nos habla de la importancia histórica de Salas.
El Nonaya muy domesticado en Salas.
Tras pasar por el albergue municipal en un bajo de una finca en la Plaza de El Campillo para cuñar la credencial, nos dirigimos al centro de la villa.
Pasamos primero por la Colegiata de Santa María la Mayor (S. XVI), ubicada en la plaza del Ayuntamiento.
En la misma plaza se ubica también el palacio Valdés Salas (S. XVI) que alberga en su interior el museo prerrománico de San Martín de Salas.
Y entramos a la plaza de la Campa bajo este arco que une el palacio de Valdés Salas con la torre medieval (S. XIV), Monumento Nacional. Bonita puerta de entrada a la plaza.
El conjunto visto desde la plaza.
En la Plaza de la Campa se encuentra la casa de comidas "Casa Pachón". Tuvimos que esperar un poco, pero lo hicimos porque había hambre y ya era tarde y no teníamos muchas más opciones. Pero valió la pena la espera. Comimos de lujo y a buen precio.
Una suculenta comida nos resarció del esfuerzo realizado en esta etapa.
¿Se puede pedir más?
La imagen de la Colegiata desde la plaza del Ayuntamiento puso punto y final a esta segunda etapa.
Mañana nos espera una nueva etapa: “Vamos a partir. ¿Adónde vamos? No lo sé: éste es el mayor encanto de los viajes…” (Azorín, “Las confesiones de un pequeño filósofo”)
Demás etapas:
Película.
Muy buena caminata con un feliz final en Casa Pachón. Muy buena narración y fotografía
ResponderEliminar¡Hola! Gracias por tus palabras. Y, desde luego, buen final para rematar.
EliminarSaludos.
Hola Emilio.
ResponderEliminarEl peregrino disfruta de todo lo bueno y bonito que tuvo el recorrido de esta preciosa segunda etapa, y el lector, mediante tu narración, parece estar caminando junto a vosotros, empapándose de la historia y cultura de esos pueblos y aldeas, oliendo esa variedad florística, empapados de esa humedad que envuelve los caminos y senderos, oyendo el murmullo de esos ríos, y el mugido de esas vacas... incluso me ha llegado el olor de esas lentejas!! ;-)
Un abrazo.
¡Hola, Dani! Efectivamente, el Camino es una experiencia en la que todo, todo, se disfruta. Es un conjunto de sensaciones y experiencias muy enriquecedoras a todos los niveles.
EliminarUn abrazo.
¡Hola Emilio!
ResponderEliminarParece que en esta tapa el tiempo se portó bien con vosotros, os dejó disfrutar de bonitos paisajes, que ni la nueva autovía ha conseguido afear.
Seguro que todos esos ricos platos bien calentitos entraron de fábula, sobre todo el potaje y las lentejas... que pintaza!!!
Un abrazo.
¡Hola, David! Una etapa que disfrutamos más porque el tiempo nos dejó. Nada puedo afear la belleza del paisaje y el disfrute de caminar por estos lares. Y de la comida no te voy a decir nada.
EliminarUn abrazo.