En la entrada de la semana pasada (Fanzara-Penyagolosa) dejé de comentar la cantidad de masías abandonadas que encontramos a lo largo de la ruta , con el fin de hacer una entrada aparte porque creo que bien se lo merecen. Son como elementos de un museo etnográfico al aire libre que merecen ser visitadas para entender un modo de vida de un pasado no muy lejano. Al pasar por ellos no podemos dejar de percibir un sentimiento de nostalgia que nos lleva a reflexionar, aunque sea brevemente, sobre una forma de vida tan diferente,en todos los aspectos, a la que hoy en día llevamos, llena de prisas, de elementos electrónicos y mecánicos, en que las relaciones sociales y personales se realizan a través de la red y donde el contacto con la naturaleza es prácticamente nulo o reducido a los fines de semana. En estas masías se trabajaba duro de sol a sol, mano con mano, para extraer de la tierra lo estrictamente necesario para vivir, sin esquilmarla ; tierra ya de por sí austera, que era la que les daba de comer.
En el centro de interpretación del parque natural del Penyagolosa una de las salas está dedicada a los usos y costumbres de la zona pero que bien pueden extenderse a zonas colindantes. En los paneles explicativos podemos encontrar información curiosa sobre estas masías.
Las masías solían estar construidas con gruesas paredes de piedra y mortero de cal, para aislar el interior de las inclemencias del tiempo. Se pueden encontrar como casas aisladas o con diferentes casas agrupadas formando aldeas, en las que vivían varias familias que utilizaban zonas comunes como la era o el horno. Cuanto más altas se encontraban, las masías presentaban menores aberturas en sus paredes y estas son más pequeñas. A medida que están más bajas de altitud encontramos mayores aberturas en sus muros, como el solanar: un porche totalmente abierto en la última planta de la casa para que el sol ayude a secar la fruta recogida y tendida sobre los cañizos. El nombre de las masías estaba relacionado bien con el nombre de sus pobladores ("Mas del Abuelo"), bien con la zona donde se situaba ("Mas del Collado") o bien con la vegetación que le rodeaba o el producto que cultivaba ("Maset de l'Avellanar").Es una pena que en las fotos que ilustran esta entrada no pueda deciros de qué masías se tratan ya que no conozco sus nombres. Únicamente recuerdo El Juncar y El Perchano.
En estas masías no todo era trabajar también tenían sus momentos lúdicos y de relación de unas masías con otras.El bureo era una de estas manifestaciones festivas: los pobladores de distintas masías se reunían en una u otra por motivo de alguna celebración especial (cosecha, matanza, festividad de algún santo...) y con baile y comida las celebraban.
Este modo de vida tan sacrificado y tan duro ha desaparecido casi totalmente. Hoy nos quedan las ruinas de muchos de ellos como testimonios mudos de un pasado duro y heroico.
He aquí una muestra de algunos de ellos esparcidos a lo largo y ancho de esta geografía tan abrupta y especial como es el Maestrazgo y sus inmediaciones.
La ruta pasaba junto a esta masía que por el número de casas debió ser importante.
El Juncar. Junto a él almorzamos.
El Mas Cremat también se encuentra junto al camino. También debió ser importante y con un buen número de habitantes dado el número de casas.
Otras masías quedaban alejadas del camino y nos conformábamos con verlas a lo lejos, como si de un bucólico cuadro se tratara.
En muchas de ellas, como esta de la foto, la ruina es total.
Normalmente la solidez de las masías las hace bastante duraderas. Ahora bien, si pierden el tejado, la ruina se acelera enormemente.
En este caso parece tratarse de un corral más que de una masía.
Ruinas de otro corral.
Muchas de estas masías se encuentran en altozanos desde los que se divisa un valle.
Este ha sido mi pequeño homenaje a estas masías que tanta vida e importancia tuvieron en la economía de estas tierras y que hoy son solamente fantasmas aislados en cerros, llanos o pequeños valles. Que su recuerdo se mantenga siempre en nuestra memoria como símbolo y homenaje al esfuerzo de los hombres por vivir y extraer de la tierra en armonía y sin destruirla, todos los beneficios posibles.
Hola Emilio, me ha gustado la entrada, que has hecho en el blog, reconociendo esa forma de vida, como bien dices tan sacrificada y tan austera, no tan lejana en el tiempo, recuerdo la primera foto, de la masía, con una inscripción en la piedra de 1918
ResponderEliminarCreo que es justo, darle nuestro reconocimiento, mediante publicaciones en los blogs
Un abrazo
¿Qué tal Vicente? Gracias por tu comentario. Me alegro que te haya gustado la entrada. Me parece de justicia que no caiga en el olvido esta forma de vida tan dura y austera que nos permite apreciar las comodidades de las que disfrutamos ahora.
ResponderEliminarUn saludo.
'Hola Emilio!
ResponderEliminarQué gran homenaje para la arquitectura rural. Aunque a veces nos da nostalgia, no debemos olvidar lo que han luchado los masoveros a lo largo de la historia por llevarse un pedazo de pan a la boca, incluso en ocasiones rechazados y humillados por los habitantes del propio municipio. Estas piedras son testigo de una vida muy dura, pero también testigo de risas, gestos de cariño y aún resuenan las guitarras, bandurrias y laudes que alegraban los momentos de ocio. Muchas gracias por esta entrada.
Un abrazo.
Hola Emilio hay que ver cuantas masías habían habitadas en aquellos tiempos. Y que estilo de vida mas duro debieron de llevar, es una lástima que se haya perdido este forma de vivir en la montaña. Como dices ahora todas estas masías son un recordatorio de aquellos tiempos un trozo de nuestra historia que se debería conservar. Bonita entrada , un abrazo
ResponderEliminarHola Emilio, algunas de estas masias eran mas grandes que algunos pueblos castellanos. Yo pensaba que una masia era una casa de labrador o ganadero con un par de edificios uno para las personas y otro para los animales o pajar, granero... pero por lo que veo en tus fotos, eran pequeños núcleos de población en el que habitaban varias familias y que supongo trabajarían en común.
ResponderEliminarUn bonito y merecido recuerdo.
Un abrazo
Me ha encantado este homenaje que haces a las masías, amigo Emilio. Ya sabes que son mis preferencias en nuestras salidas por nuestras montañas. Y que les hayas dedicado un post especialmente a ellas, me ha alegrado, además con sus funciones vitales en su momentos álgidos.
ResponderEliminarUn abrazo,
Luis.
Hola Emilio.Las masías.Un viaje al pasado reciente.Monumentos abandonados,los más,pero llenos de historia de un mundo rural alejado de las prisas,pero difícil y duro en cuanto al esfuerzo y trabajo diario.
ResponderEliminarLástima que no se hayan conservado o se hayan restaurado por parte de los distintos ayuntamientos como museos vivos de una vida que fue en la España rural.
Un abrazo.
Gran entrada Emilio,me fascinan esas masías antiguas,son una debilidad,cuando tengo la suerte de estar en alguna de ellas,pienso todo lo que tu has expresado en el primer párrafo de esta entrada.
ResponderEliminarPatrimonio rural e histórico de nuestros montes.
Un abrazo.
¡Hola Fernando! Lo cierto es que las masías me atraen de forma especial. En muchas de ellas aún podemos sentir el ánima de sus pobladores que dejaron en ella su vida a cambio de alimento para subsistir. Pero creo que sus pobladores fueron felices.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Hola Jose Ramón! Cuando uno camina y ve dispersas las masías por la zona se imagina la actividad y la vida de esos lugares que ahora vemos tan solitarios y abandonados y eso produce una gran tristeza. Pero el tiempo no tiene vuelta atrás, hemos de avanzar, pero no hemos de olvidar este tipo de vida tan duro y sacrificado, dedicado exclusivamente a sobrevivir.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Hola Abi! Pues como ves la masía podía estar formada por una casa o varias. En ambos casos el trabajo era duro, de sol a sol. Pero pienso que con sus momentos felices y la satisfacción de sacar de una tierra tan austera lo necesario para vivir y subsistir. Apasionante modo de vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Hola Luis!Veo por los comentarios que a todos los que andamos por esos caminos nos atraen sobremanera las masías. A mi me recuerdan la niñez porque pasaba los veranos en una aldea de Ávila don la luz aún no había llegado y donde la vida transcurría en torno al campo y a la ganadería.Por ello la vida de las masías me es muy cercana y no dejo de sentir cierta nostalgia por ese modo de vida ya desaparecido y casi olvidado por todos. Por eso el post en recuerdo y memoria de todos los masoberos.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Hola Jose Luis! Efectivamente creo que había que haber hecho algún esfuerzo por conservar, aunque fuera a modo de museo al aire libre, alguna de las masías más representativas para que las generaciones venideras conocieran y valoraran este tipo de vida rural tan duro y sacrificado.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Hola Dani! Sí, yo creo que ante una masía , todos nos detenemos un rato y reflexionamos sobre lo duro de las condiciones de vida en ella y de lo animadas que estarían en su época de esplendor. Ahora se alzan como ruinas más o menos fantasmagóricas en medio, muchas veces, de la nada más absoluta. Esperando a que algún caminante las visite y las acompañe en su lento caminar hacia el olvido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Emilio
ResponderEliminarMe pasa lo mismo cuando andando por una senda vemos una masía como estas abandonada y además de preguntarme por sus antepasados me pregunto en aquella época como se lo montaban para construir esas masías en esas zonas tan poco accesibles, verdaderamente muy curioso...
Un abrazo
Jose
TROTASENDES BENICALAP
¡Hola Jose! La verdad es que nos impresiona cómo podían vivir en condiciones tan duras y con tan pocos medios.Y pensamos en nuestros adentros que nosotros no seríamos capaces , conociendo como vivimos ahora. Por ello merecen un gran respeto y admiración y un lugar en nuestra memoria,
ResponderEliminarUn abrazo.
Amigo Emilio, sentido y emotivo homenaje a una vida dura que les tocó vivir. Las Masías fueron muy generosas pues dieron lo mejor que tenían, sus hijos... Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEstimado Juanjo, efectivamente mi pequeño homenaje a los masoveros, que tanto aportaron a esta tierra. Lo dieron todo por ella, hasta ,como bien dices, lo mejor que tenían, sus hijos.
ResponderEliminarUn abrazo y espero verte muy pronto.