La ruta de esta semana transcurre por tierras de El Tormo, pequeña aldea perteneciente al municipio de Cirat, en el Alto Mijares, con unos 90 habitantes y a una altitud de unos 460 m. Nuestra ruta va a recorrer una serie de aldeas de la zona, todas ellas en ruinas. Tierras abandonadas por sus moradores, como la mayoría de esta comarca, en los años 60 del pasado siglo buscando nuevos horizontes que ofrecieran una mejor vida. Por eso he denominado a esta entrada "La tierra olvidada". Venid conmigo e intentaremos "recordar", aunque sea unos instantes, esta dura y bella tierra.
Decidí contestar afirmativamente al evento de Tío Charly (albergue JARAMACIL de Cirat) porque consideraba muy interesante la ruta que proponía y que, recorriendo parte del PR de la masías, abierto hace unos años por el grupo CAMET (Centro de actividades de montaña El Tormo), recorría estas olvidadas tierras pasando por las masías más representativas de la zona, que en otro tiempo fueron núcleos humanos de mayor o menor importancia, pero que dotaron de vida a unas tierras tan bellas y al mismo tiempo tan duras.
A las 8 de las mañana nos reunimos un buen grupo de amigos procedentes de diferentes lugares: Ribesalbes, Cirat, Arañuel,Montanejos... dispuestos a seguir a Jesús (El Tormo) que nos guiaría por bonitos senderos y caminos antiguos que unían todas estas masías olvidadas.
Iglesia de El Tormo. Curiosamente, da las horas con 8 minutos de adelanto.
El nutrido grupo de senderistas dispuestos a pasar una fenomenal mañana (falta Tío Charly, que hace la foto, pero está su perra Martes en representación suya) posando antes de la salida.
Salimos de El Tormo y enseguida cogemos un camino a nuestra izquierda.
Vamos ascendiendo poco a poco. Un sol justiciero nos empieza a dar por detrás. Nos salvará el hecho de caminar en casi todo el recorrido entre bosque de pinos y rebollos.
Empezamos a caminar entre pinos. Esto dulcifica la temperatura.
En unos 25 min. llegamos a nuestra primera masía. Se trata de El Fire (585 m.de altitud).
Detalle de la puerta del horno, que curiosamente se encuentra en el exterior de la masía.
Detalle del interior de la casa, con la alacena y el cantarero.
Tras la loma del Campero, aparece la inconfundible cima de Santa Bárbara de Pina.
El Campero. Tras él, a la derecha, Sta Bárbara de Pina.
Seguimos entre pinos. Nos guiamos por la marcas amarillas y blancas del PR y por las directrices de Jesús, nuestro guía.
Un cuarto de hora después de visitar El Fire (685 m), llegamos al corral de La Leguna. Estos arcos tan bien conservados, ya los hemos visto en otros muchos corrales del Alto Mijares.
Seguimos en ascenso por un camino de herradura, cuyo empedrado se conserva en algún tramo. En alguna parada a respirar, contemplamos el paisaje. En este caso, frente a nosotros, el Pico Espadán.
También hay buenas vistas del valle del Mijares. Torrechiva en el fondo. Detrás destaca la punta inconfundible de Peña Saganta.
En un punto, hemos de estar atentos y dejar el camino que llevamos para seguir una senda a la izquierda que pasa desapercibida, pero que dejamos señalizada con la piedra que veis en la foto. Esta senda, nos llevará en poco tiempo a la aldea del Hostal.
Al poco de desviarnos encontramos este abrevadero sin agua junto al camino.
Entre pinos y rebollos llegamos a las inmediaciones del Hostal (700 m.).
Desde la entrada a la aldea, contemplamos el inefable Penyagolosa.
El Hostal debió ser una aldea de cierta importancia, dadas las casas que tiene. Me dio la impresión al llegar, que estaba entrando en una de esas ciudades Mayas o Aztecas comidas por la selva. Gran parte de sus casa están comidas por la vegetación que parece querer engullir lo que fuera otrora un animada aldea.
Una de las primeras casas que encontramos al llegar al Hostal. Los entendidos del grupo nos dijeron que era la casa de Rafael Edo, afamado sanador que fue a vivir a Cirat.
En la foto, detalle del interior de la casa.
La vegetación se está apoderando del lugar.
Aquí poso en otra casa cuya fachada está comida por las enredaderas.
En este pajar en ruinas, aún se parecía la paja almacenada en la parte superior.
Tras curiosear por el Hostal, hemos de seguir dirección a Los Mores, pero antes buscaremos un lugar para el almuerzo que esté a la sombra. Antes de salir de la aldea, charlamos un rato con el único habitante de la misma. Creo recordar que nos dijo que se llamaba Manuel. Nos contó que la casa que mora es de sus abuelos y que tras jubilarse, se vino de Barcelona a estar tranquilo y morir en la tierra de sus abuelos. Tiene algo de huerta cultivada, que se ha visto obligado a vallar para que las vacas que pacen por la zona no se lo estropeen. Pasa también temporadas en Zucaina.Nos despedimos de él y buscamos una sombra para almorzar.
El pequeño huerto que Manuel cuida con mimo, protegido por esta rústica valla.
Y llegó el esperado momento del almuerzo.
Martes expectante por si caía algo.
Seguimos la senda dirección a Los Mores. En la pared de un ribazo encontramos este hueco, seguramente refugio en caso de tormentas.
Tras el almuerzo, continuamos de nuevo entre pinos y rebollos.
Y llegamos a la Masía de Los Mores (785 m.), perteneciente al término de Ludiente.
Entramos a ella por la era.
Este desolado, olvidado y desierto caserío nos produce una honda sensación de tristeza y soledad. Su población partió, poco a poco seguramente, en busca de lugares donde ganarse la vida fuera más fácil. Y este lugar se quedó solo, abandonado a su suerte, esperando que el tiempo lo cubriera de silencio, vegetación y olvido. Como comentamos en el grupo, la vida en estos parajes sería muy, muy dura. La mayoría de nosotros, no seríamos capaces de aguantar una temporada en un lugar así, obligados a vivir de lo que sacáramos de la tierra, sin otro porvenir que no fuera sobrevivir un invierno y un verano tras otro. Pero nos resulta penoso ver el caserío en este estado de abandono, soledad y desolación.
Calle principal de Los Mores, por la que accedemos al caserío.
Tejados ruinosos de las casas tras los que asoma el "gegant".
Como no podía ser de otra manera, tenía que posar en la escuela de Los Mores. ¿Cómo sería el día a día del maestro o maestra de aquí?. ¡Qué mérito tenía ser maestro en aquella época! ¡Qué diferente es todo hoy en día! Hoy es una profesión desacreditada y poco valorada por amplios sectores de la sociedad. Así nos va.
Interior ruinoso de la escuela. En la parte de arriba se aprecia la chimenea de lo que sería , seguramente, la casa del maestro. En la pared de enfrente, en la esquina derecha, un resto de lo que fue el encerado.
Situada en la orilla del barranco de Santa Ana, hacia el que parece asomarse, presenta unas vistas inigualables, como esta del Penyagolosa.
Visitar Los Mores es volver atrás en el tiempo.
Detalle de un cubo para obtención de vino, situado en el interior de una vivienda.
Horno de los Mores.
Tras un rato disfrutando de un entorno tan especial, continuamos en dirección al cauce del barranco o rambla de Santa Ana, que tributa sus aguas al Mijares. Antes pasaremos por el Mas de Prats o Pradas.
Al salir de la aldea, encontramos la fuente de Los Mores.
Seguimos nuestro camino de nuevo por senda entre pinares. Hay que decir que muchos tramos de senda se encuentran ya en mal estado debido al crecimiento de aliagas, coscojas, brezo, romero y otras plantas silvestres, lo que dificulta el paso, tapa la senda y produce arañazos en brazos y piernas.
En poco más de un cuarto de hora llegamos al Mas de Prats, bastante deteriorado y arruinado, envuelto en vegetación.
Encontramos un cubo para el vino igual al de Los Mores.
La ruina lo llena todo.
Ahora descenderemos al barranco para buscar la poza de la Caldera. El calor apretaba ya de lo lindo y un chapuzón venía de categoría.
Pasamos este corral en ruinas camino de la rambla.
Y siguiendo las marcas del PR por una senda que va bajando entre bancales, llegamos a un rincón privilegiado de la rambla: el pozo de la Caldera.
La gente no se lo pensó demasiado y a pesar de lo fresca que estaba el agua, casi nadie se lo pensó
(el "casi" soy yo, que soy más bien de secano).
Tras es refrescante chapuzón, reemprendimos el camino que transcurre un tramo por dentro del cauce por una senda bastante cerrada que no tardará en cerrarse del todo si no se remedia. La senda sale a un camino que seguimos por el margen derecho del barranco.
Asomado al barranco, pero en la orilla de enfrente, vemos las ruinas del Mas de Artijuela.
Junto al camino que llevamos, también vemos las ruinas de la aldea de los Gavites (580 m.).
A partir de los Gavites seguiremos las marcas blancas y verdes de sendero local que nos llevarán directamente a El Tormo.
Sobre las 2,30 horas, llegábamos acalorados (algunos menos) a nuestro punto de inicio, dando por concluida la preciosa ruta de las aldeas de El Tormo.
La Mola de Cirat se despide de nosotros.
Preciosa ruta de unos 12 km, circular, sin fuentes en las que cargar agua, que transcurre casi toda por pinadas, unas 6,30 horas en total, de las cuales 4 en movimiento. En ella he tenido el placer de coincidir de nuevo con Tío Charly, Pascual Vicent Albalat, Maite, Juan Carlos Bolós, Herminia, Antonio...y conocer nuevos amigos como Jesús con los que compartir esta pasión por la montaña. A todos agradecerles su compañía esperando repetir nuevas rutas en un futuro.
Tampoco quería acabar la entrada sin poneros el enlace de mi buen amigo Juanjo Carrasco (Caminatasalas8) donde documenta la ruta de manera magistral: A Los Mores desde El Tormo.
PELÍCULA
Enhorabuena por la Crónica Emilio, del 19 al 24 de Agosto estaré por Cirat, si estas por Montanejos, mi tío antonio y yo seguro que hacemos alguna rutita...ya hablamos!
ResponderEliminarQue envidia me habéis dado!
¡Hola José Tomás! Se te echó de menos por estas tierras del Tormo. Pero lo primero siempre fue lo primero. Ahora a esperar agosto. Espero estar por allí y que podamos vernos.
EliminarUn abrazo.
Hola Emilio.
ResponderEliminarBonita ruta a través de la historia del lugar,pues las casas que en su día se habitaron,nos podrían contar muchos relatos de tiempos vividos por sus gentes.
En definitiva,una lástima que se abandonaran esos núcleos poblacionales para buscar, lo que algunos encontrarían y otros no,pero siempre a cambio de mudar sus raices,para asentarse en bloques de cemento y avenidas de asfalto.
Un abrazo.
José Luís (La Esencia de las Cosas)
¡Hola José Luis! Estas masías son museos mudos al aire libre que se dejan interpretar y que esconden, como bien dices, multitud de historias con sus alegrías, sus penas, sus verdades, sus mentiras, sus esperanzas, sus frustaciones... Y es bonito por nuestra parte intentar reconstruir este duro e irreversible pasado para que no llegue a olvidarse nunca.
EliminarUn abrazo.
Emilio, como me temia....me ha gustado mas la cronica con texto que el video.
ResponderEliminarMuy buena cronica, como siempre.Nos vemos en la proxima.
¡Hola Carlos! Digamos que ambas cosas son complementarias y así todos contentos.
EliminarUn abrazo.
Es verdad Emilio, da tristeza ver estas y otras aldeas corroídas por el paso de los años, pero la vida allí debió de ser dura.
ResponderEliminarDesde hace años tengo pendiente acercarme a esos parajes y ahora viéndola en tu entrada ya no tengo excusa; aunque me esperaré a que pasen los rigores del verano.
Nos vemos por Montanejos, salud.
¡Hola Javi! Es increible la cantidad de aldeas y masías extendidas por el Alto Mijares que en su día dieron vida a todo este entorno. La dureza de esas vidas y lo inhóspito del terreno hicieron mella en sus habitantes y partieron en busca de mejor vida. Ahor nos estremece recordarlo a través de las ruinas de todos estos despoblados.
EliminarNos vemos en Montanejos.
Bonita ruta por unas tierras totalmente desconocidas por mi parte, habrá que remediarlo jejeje. El paso por esa masías es muy interesante y ese chapuzón todo un lujo, solo os faltó una cumbre para coronar la jornada jejeje.
ResponderEliminarBuena crónica Emilio, saludos
¡Hola José Ramón! Es una zona que además de las aldeas y masías ofrece excelentes panorámicas de todo el territorio por encontrarse en un altipalno a casi 900 m. Resulta interesante. Ya sabes, escápate un día.
EliminarUn saludo.
Fantastica ruta y con lo que me gustan a mi los sitios despoblados o abandonados, tengo esta comarca muy muy olvidada y apartheidada....tendre que hacer este otoño alguna incrusion por alli Los Mores me ha encantado con esas calles abandonadas...
ResponderEliminarSi quereis un pueblo abandonado que impacte, yo me ofrezco a haceros una circular para Otoño a las Dueñas...al sur de Javalambre, en Arcos de las salinas, en mitad de una hoya se empieza a divisar la iglesia en ruinas, espero hacer una entrada recordatorio sobre el mitico lugar de las dueñas. saludos
¡Hola Sugoi! Me parece excelente tu sugerencia y te tomo la palabra. Ya estaremos en contacto y vamos a ver las Dueñas. Seguro que me encanta.
EliminarUn abrazo.
Hola Emilio.
ResponderEliminarCreo que te he comentado en alguna ocasión la fascinación que siento por estas masías abandonadas y me estremezco siempre que pienso en lo duro que debía ser el día a día para la gente que moraba en ellas.
Muy buena ruta y en muy buena compañía, me la reservo para cuando pasen los rigores del verano, rigores que tenían que aguantar si o si la gente que habitaba estas masías.
Un abrazo.
¡Hola Dani! Es cierto que me has comentado varias veces lo que te fascinan estas aldeas ruinosas en mitad de la nada. Es un sentimiento común a todos los que caminamos por la montaña. Sus moradores eran verdaderos conocedores del terreno y creo que eso también nos produce un sentimiento especial de envidia sana.
EliminarUn abrazo.
Hola Emilio
ResponderEliminarBuena crónica!!! He estado en el Tormo, pero no conozco esta ruta, sigo preguntándome como sería la vida de las personas que habitaban esas aldeas.
Yo no me hubiera perdido ese chapuzón jajaja.
Un abrazo
Jose
TROTASENDES BENICALAP
¡Hola Jose! Tierras arriba, en el altiplano, encontramos estas masías deshabitadas que guardan en el silencio eterno todos los secretos de los que un día vivieron allí y tuvieron que emigrar y de los que allí murieron luchando con la tierra por seguir viviendo en condiciones tan duras.
EliminarUn abrazo.
Hola Emilio
ResponderEliminarTengo muy buenos recuerdos de una ruta similar que hicimos. Me impresionó Los Mores porque quizá sea el pueblo abandonado (masía) más grande que he visto.
El bañito de lujo. Supongo que lo malo sería el regreso
Saludos!
¡Hola Jesús! recuerdo la ruta que leí en tu blog y me motivó mucho para intentar ir alguna vez a esos parajes. Llegó la ocasión y valió la pena. El baño de lujo en un sitio excepcional. Con el baño, el regreso se hizo más llevadero.
EliminarUn abrazo.
Que bien documentada te ha quedado esta ruta, que por natura es sorprendente, y por los datos etnográficos, me pica la curiosidad este lugar. Te impacta ver las aldeas, casas, hostales, escuelas, yá abandonadas en el tiempo,vidas duras, pero con carácter..( tan en escaso hoy en dia, por desgracia..... ). El pozo de la Caldera es un lugar bellísimo!!. Me ha encantado. Buen montaje en la película, Felicidades Emilio!
ResponderEliminar¡Hola Anuxa! Resultan sobrecogedoras estas rutas por aldeas y mases abandonados (olvidados). Sobrecoge pensar cómo el ser humano, para sobrevivir, es capaz de adaptarse al medio por duro que sea éste, y estraer lo necesario para sobrevivir. Dura vida rual que pertenece ya al pasado e irreversible.
ResponderEliminarUn saludo.
Bonita crónica Emilio. Soy Loren, uno de los partícipes en la limpieza y marcado del PR de las masías y el cronista del CAMET. Solo deciros que cuando tengáis ocasión subáis al "Cabezo", a mi personalmente es la masía del PR que más me gusta, tampoco os perdáis la zona de las crestas, es espectacular.
ResponderEliminarun saludo
¡Hola Loren! En primer lugar felicitaros y daros la enhorabuena y las gracias por esa fabulosa labor que habéis realizado. En sesgundo lugar, espero hacerte caso en otra ocasión que recorra el PR, que seguro que la habrá.
ResponderEliminarUn saludo.