"El agua del mar es mala para los hombres y saludable para los peces", decía Heráclito. En la misma línea, Edmund Waller afirmaba que "los marinos despechados maldicen la lluvia por la cual los pobres pastores rezaron en vano". O como diríamos en nuestro querido castellano, "nunca llueve llueve a gusto de todos". Esto es extensible a todos los ámbitos de nuestra vida. En esta ocasión, lo circunscribimos al hecho de que un sábado más, el cielo gris y la lluvia nos han acompañado durante la ruta. La lluvia, a nosotros, nos importunó un tanto; pero seguro que al campo, a la montaña, a los labradores...les supo a gloria. "El sabio disfruta de lo que tiene. El necio quiere más" (Lao Tse). No seamos necios y disfrutemos de lo que tenemos. Eso hicimos, la lluvia no impidió que pasáramos una excelente mañana.
Esta semana nos desplazamos a Sot de Ferrer (Alto Palancia) para realizar una cómoda ruta que a través de senderos y caminos rurales nos lleva hasta Azuébar de donde volveremos de nuevo a Sot de Ferrer. En este recorrido transcurriremos por un tramo del SL-CV 116 y del PR-CV 320. El tiempo no acompañó del todo y a mitad de camino una lluvia ligera fue nuestra compañera de ruta durante una parte del recorrido. Eso no hizo que dejáramos de disfrutar de la ruta que paso a contaros.
Nuestro punto de partida se encuentra en la C/ Nueva de Sot de Ferrer, en la parte alta del pueblo junto al viejo depósito de agua. En el suelo, el panel de inicio del SL-CV 116 que debe tener ya sus años.
Desde la parte alta desde donde nos encontramos, tenemos esta perspectiva de las torres y la cúpula de la iglesia parroquial de la Concepción. También vemos que la nubes amenazan con descargar, como así fue.
Y la foto de grupo. De izquierda a derecha: servidor, Emilio Romero y Rafa Lafuente. Preparados y dispuestos para lo que venga.
Apenas a cien metros del inicio, encontramos la primera paleta que marca el sendero local SL-CV 116.
Empezamos a caminar por este sendero, húmedo por la lluvia caída el día y tal vez la noche anterior.
Enseguida nos encontramos con estas dos oquedades, las cuevas del Terrero.
Y unos metros después, el mirador de Remigio, con una excelente vista sobre Sot de Ferrer.
Disfrutamos unos minutos del paisaje a pesar de que las circunstancias meteorológicas no lo permitieron en toda su amplitud.
Y seguimos por el bonito sendero que ha cogido algo de altura.
Desde el borde del sendero, nos asomamos al valle y vemos correr el Palancia, muy cercano a la población.
"¿Me preguntas por qué compro arroz y flores? Compro arroz para vivir y flores para tener algo por lo que vivir." (Confucio)
Aproximadamente tras kilómetro y medio de recorrido, dejamos el PR en este punto y seguimos por la derecha.
Ahora nuestros pasos transcurren por amplios caminos rurales.
Otra planta que nos llamó la atención enseguida por extraordinario aspecto, es la varita de San José (gamón blanco o asfódelo).
Y en algún tramo, todo un campo lleno de varitas. En la antigua Grecia, el asfódelo blanco estaba asociado con la muerte y el tránsito a los Campos Elíseos (Wikipedia). Y los prados asfódelos eran una sección del inframundo equivalente al limbo cristiano. Era una llanura de estas flores que se supone que era la comida favorita de los muertos.
Oímos un susurro que nos hizo girar nuestra cabeza: eran las jaras negras que nos saludaban.
"Va a llover... Lo ha dicho al césped
el canto fresco del río;
el viento lo ha dicho al bosque
y el bosque al viento y al río."
Jaime Torres Bodet
Aproximadamente, sobre el kilómetro setecientos de ruta, llegamos a este edificio en ruinas, al parecer una antigua fábrica de explosivos. Aquí daremos un giro a la izquierda. Y además, empiezan a caer las primeras gotas de agua.
La uña de gato o raïm de pastor, también estaba pletórica y mostraba un excelente aspecto.
Y los tomillos no sólo nos dejaban el pálido colorcillo de sus hojas para disfrutar de su sencilla belleza, sino también el aroma que la lluvia acentuaba y llenaba el ambiente.
Aproximadamente en el kilómetro tres de ruta tenemos que hacer frente a un corto tramo que puede presentar cierto problema. Es un corto tramo que nos lleva hasta la casa de la Moratilla. Estaremos atentos para bordear este campo de almendros para encontrar la senda que nos acercará hasta la casa. Es un corto tramo algo desdibujado hasta que damos con la senda más marcada.
Y llegamos, bajo la lluvia, que arrecia un poco más, hasta la casa de la Moratilla.
"La sed es larga, la cuesta es aviesa;
pero en un lirio se enreda el mirar."
Gabriela Mistral
Seguimos por caminos rurales. La lluvia, sin ser muy copiosa, nos obliga a usar el chubasquero.
"Llueve, llueve, llueve...¡Qué te hice, lluvia,
qué te hice yo!
¡por qué no sigues camino adelante,
para que salga el sol;
ese de los ojos claros,
que es mi amor!"
José Pedroni
Nos acercamos a Azuébar. La visibilidad ciertamente no es muy buena, pero distinguimos al final del camino, algunas casas de Azuébar, el cerro en el que descansan las ruinas del castillo y al fondo, ya muy difuminado por la lluvia y las nubes, la redondeada cima del Carrascal.
Caminamos ya hace algo más de kilómetro y medio paralelos a la rambla de Azuébar que tributa sus aguas al Palancia en el embalse de Algar de Palancia. Nos salimos unos metros del camino para ver un azud junto a esta acequia.
Y enseguida nos encontramos con el paraje de la Fuente de la Teja.
La lluvia ha amainado. Ahora, apenas unas gotas nos caen del cielo. Nos colocamos debajo de un chopo bajo cuya ramas se encuentra una mesa de madera y que nos hará de improvisado paraguas, aunque con alguna que otra gotera. Aquí daremos buena cuenta de las viandas que traíamos (foto de Emilio Romero).
Tras almorzar, nos dirigimos hacia Azuébar, del que distan aproximadamente medio kilómetro. Mientras vamos hacia allí, acercamos con nuestro zoom el castillo que destaca desde su atalaya.
"Monstruo de piedra, elévase el castillo
rodeado de coposos limoneros,
que sombrean los húmedos senderos
donde crece aromático el tomillo."
Julián del Casal
Y entramos en el pueblo, donde paramos a comprar aceite en la cooperativa.
Cruzamos la población por la calle Escultor Víctor Hino y salimos por la glorieta.
Y apenas cruzado el puente, este peirón dedicado a San Roque.
Apenas unos metros por la CV-230 y la dejamos por nuestra derecha.
" Mi pie derecho tiene envidia del izquierdo.Cuando uno avanza, el otro quiere pasarlo. Y yo, pobre imbécil, camino" (Raymond Devos). (Foto de Emilio Romero).
Apenas hemos dejado la carretera encontramos junto al camino la fuente del Rincón del Baile.
Seguimos caminando por caminos rurales, humedecidos por la lluvia ligera que nos ha estado acompañando durante un buen rato.
A la entrada de un sendero, encontramos este cráneo: "¿territorio comanche?".
"¡Qué pura, Platero, y qué bella esta flor del camino! Pasan a su lado todos los tropeles- los toros, las cabras, los potros, los hombres-, y ella, tan tierna y tan débil, sigue enhiesta, malva y fina, en su vallado solo, sin contaminarse de impureza alguna."
J.R. Jiménez
La preciosas florecillas moradas de la lithodora fruticosa o "hierba de la sangre", porque tiene propiedades hipotensoras, son ajenas a esta propiedad y se muestran sencillas y naturalmente bellas. De lo que deducimos que la belleza no lo es todo en esta vida.
No son menos bellas y sencillas estas florecillas amarillas. Su belleza es la misma. También nos atrae. De lo que deducimos que el color tampoco importa.
García Lorca
Hemos de ser positivos y pensamos que el cielo cubierto nos evita pasar calor sobre todo en zonas sin árboles. No hay mal que por bien no venga.
Según zonas, encontramos preciosos ejemplares de cantueso (o landa dentada, no somos expertos botánicos) que no solo dan color al triste y gris paisaje de hoy sino que además aromatizan el ambiente de una manera muy peculiar.
Y entre campos de cultivo sigue nuestro caminar impertérrito.
Encontramos este aljibe, tapado prácticamente por la vegetación que nos indica que ya no está en uso.
Otro de los aljibes por los que pasamos. Una muestra más del aprovechamiento del agua tan necesaria para los cultivos en otras épocas. También en desuso.
¡El pozo…! Platero, ¡qué palabra tan honda, tan verdinegra, tan fresca, tan sonora! (J.R. Jiménez)
Las grises y espesas nubes y las leves gotas de lluvia enturbian la imagen que capta la cámara de la población de Soneja.
En la montaña, en el campo, notamos la primavera por la gran cantidad de flores y plantas que afloran y muestran una juvenil imagen. Como ejemplo, este precioso tono verde de esta joven higuera que brillaba de manera especial al estar sus hojas mojadas.
"Como la higuera joven
de los barrancos eras.
Y cuando yo pasaba
sonabas en la sierra.
Como la higuera joven,
resplandeciente y ciega."
Miguel Hernández
Nos encaminamos a la ermita de San Antonio de Padua, y vamos ascendiendo ligeramente. Pero antes nos acercaremos a la calera de San Antonio, otro vestigio del pasado reciente
"El cielo, más gris aún
que la ciudad,
desciende sobre mí,
se apodera de mi vida,
traba mis arterias,
apaga mi voz..."
Alfonsina Storni
Nuestros pasos nos encaminan ahora hacia la ermita de San Antonio de Padua, vistosa desde lejos porque tiene un via crucis en zigzag que le da un aspecto original. Desde el cerro donde se ubica, vemos los mojados tejados de Sot de Ferrer.
Y delante de la sencilla ermita, posamos para el recuerdo.
Ahora la vista de la población es más global.
Y después de disfrutar a medias de las vistas desde el cerro, nos disponemos a bajar por el zigagueante camino que podéis ver en la foto.
Y aquí veis el panel que en su época informaba del SL-CV 116. El mantenimiento de los senderos, en general, es una asignatura pendiente.
Y acabamos la ruta en la calle Nueva.
"Por las calles voy dejando
algo que voy recogiendo:
pedazos de vida mía
venidos desde muy lejos."
Miguel Hernández
La ruta en el mapa
La ruta en Wikiloc.
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Película.
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