“Es tan raro llegar a viejo con ideas por las que luchar, que los pocos afortunados no se las dejan arrebatar” (Arturo Pérez Reverte, “La piel del tambor”). En nuestro caso no queremos que nadie nos arrebate nuestra idea de que donde mejor nos encontramos es disfrutando de la montaña. En esas estamos un día más. Disfrutando de lo que vivimos, lo que sentimos, lo que vemos...en la montaña. Y como “La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad del que las escucha” (Montaigne), yo voy a poner mi parte para contaros lo que viví en Artana. La otra parte os toca ponerla a vosotros.
Volvemos a la Sierra de Espadán que tanto nos gusta, a su parte más oriental ya cerca de su final casi en la costa. En concreto, a Artana, donde realizaremos una corta, pero intensa y bonita ruta que nos llevará hasta dos cuevas de la localidad (del Tinent y del Tronc) y a la peña Migdia, cuyo nombre le viene porque los agricultores de la Plana lo utilizaban para conocer la hora según la sombra que el sol producía sobre ella. Casi toda ella, por bonitas y tupidas sendas que nos harán pasar una estupenda mañana senderista.
Iniciamos la ruta junto a este panel, en la calle donde se encuentra el Tanatorio de Artana, antes de entrar en la población.
Y como es habitual, la foto de grupo, más bien de trío en este caso. De izq. a der. servidor, Rafa y Emilio Romero.
Enfilamos por esta calle que nos sacará enseguida a un camino rural que se mueve entre campos de olivos.
Antes de continuar, no nos pasa desapercibida la silueta del Puntal del Aljub. Hace tiempo que no subimos. Será cuestión de volver en breve.
Las nubes amenazan con llorar, pero tendremos suerte y no lo harán. Seguramente, nuestra presencia les alegraría y les quitó la pena.
Primera bifurcación, primera elección. Izquierda, dirección "Cova del Tinent".
"El camino ya es la meta; la meta nunca ha dejado de ser el camino" Ramino Calle, "Los mejores aforismos y parábolas de Oriente" ( foto de Emilio Romero).
De momento es un grato caminar y disfrutamos de un entorno natural que nos encanta.
Veremos gran variedad de flora típica de monte mediterráneo a lo largo de todo el recorrido, cosa que también nos hace disfrutar. Estas lechetreznas fueron de las primeras que nos llamaron la atención.
Dejamos caminos y cogemos sendas. También nos gustan. Las paletas, algo rústicas y difíciles de leer, nos van guiando.
"¡Cuánta flor silvestre en los vallados,
qué festones y encajes
primorosos de musgo y de verdura,
qué colorido y follaje en los árboles
mientras las brisas mansamente corren
como aliento de ángeles!"
Rosalía de Castro
El aromático tomillo presentaba también un florido aspecto.
¡Y qué decir de las jaras, con esos pétalos de papel pinocho tan característicos!
Ésta, raramente no presentaba visitante.
No podemos evitar detenernos a contemplar y disfrutar de la belleza sencilla y natural del talictro tuberoso (Thalictrum tuberosum). Su belleza nos embauca y nos muestra la perfección de la naturaleza en la creación de "obras" tan notables y a la vez tan sencillas y humildes como esta bella flor.
La senda no tiene desperdicio. Nos encanta perdernos en ella.
"Érase un verde bosque de eterna primavera,
y érase un niño iluso que vagaba al azar...
El niño entró en el bosque siguiendo una quimera;
entró en el bosque... Y nadie lo ha visto regresar."
José Ángel Buesa
Vamos tomando altura y obtenemos estas vistas hacia el norte, con el Bartolo y las agujas de Santa Águeda al fondo a la derecha.
Otro referente que vamos a tener durante esta primera parte de la ruta es el Font de Cabres.
Y, por supuesto también, vistas hacia la Plana. Entre la bruma, Nules.
Y el castillo de la Vilavella.
Y mientras nos acercamos a la cueva del Tinent, veremos la pared de la peña Migdia que será otro referente en este tramo y a la que hemos de subir en breve.
Llegamos a la boca de la cueva del Tinent tras recorrer una preciosa senda.
Interior de la cueva del Tinent. Realmente es un abrigo.
Tras entretenernos un momento en la cueva, iniciamos la subida hasta un collado donde nos desviaremos a la cueva del Tronc. Lo haremos por un sendero que sube por una empinada vaguada pero que se hace relativamente cómodo por su zigzagueante trazado, que nos muestra que fue un camino de herradura. Una preciosidad de senda. Aunque nos hará ponernos las pilas para subirla.
En el precioso sendero está perfectamente representada toda la flora mediterránea: esparragueras, romeros, zarzaparrillas, tomillos, brezo... y veremos también preciosos ejemplares de enebros.
A veces nos toca quitar alguna piedrecilla que interrumpe el sendero. Aquí Rafa quitando una que impedía el paso (foto de Emilio Romero).
Y aquí vemos el zigzagueo de la senda que nos facilita bastante la subida, aunque nuestra respiración se haya acelerado.
El sendero tiene buena pendiente y pone a prueba nuestras piernas y nuestro corazón (foto de Emilio Romero).
Y a medida que ascendemos el horizonte se amplía, pero hoy está turbio debido a las nubes.
Y la peña Migdia una vez más.
La montaña nos enseña también a ser conscientes de nuestra ignorancia, nos enseña la gran cantidad de cosas que aún nos quedan por aprender. Nos encantan estas florecillas y sin embargo desconocemos su nombre. Aunque eso nos hace investigar para intentar averiguarlo. Porque, como dijo alguien..."la ignorancia no es no saber sino no querer saber".
Los enebros nos marcan la subida.
La foto nos permite comprobar la altura que hemos alcanzado ya que estamos casi a la altura de la peña Migdia.
Hemos llegado a este collado con esta paleta. Ahora seguiremos a la izquierda unos cien metros para ver la cueva del Tronc. Posteriormente, volveremos hasta aquí para continuar con la ruta por la derecha.
Paraje de la cueva del Tronc.
Cueva del Tronc. Se llama así por el olivo que podemos ver frente a su entrada.
Una amplia panorámica se abarca desde este emplazamiento. Un gran panel nos ayuda a reconocer lo que ven nuestros ojos, aunque hoy el día no acompaña y la escasa luminosidad nos impide ver con claridad lo que tenemos frente a nosotros.
Hacia el norte, el Bartolo y las Agujas de Santa Águeda son más que evidentes.
La Plana en toda su extensión, pero por la neblina apenas distinguimos las poblaciones que alberga: Villarreal, Castellón, Burriana, Alquerías del Niño Perdido, Nules, La Vilavella....En la foto, Nules (foto de Emilio Romero).
Con zoom, la ermita de San Antonio (foto de Emilio Romero)
Y el único pueblo totalmente amurallado de la Comunidad Valencia: Mascarell.
Foto en la entrada de la cueva del Tronc.
Interior de la cueva.
Posando dentro (foto de Emilio Romero).
Tras la visita a la cueva y la mirada panorámica desde el mirador de este paraje, tocaba el descanso del almuerzo. Momento impagable que tanto nos gusta.
Y también solemos inmortalizar el momento con una foto, en este caso de Emilio Romero.
Tras el almuerzo, regresamos al collado y seguimos dirección al Colladet Roig, al que no llegaremos.
Aproximadamente a doscientos metros, nos tenemos que desviar a la izquierda por este sendero marcado con un hito.
Tras un corto tramo por la meseta de la peña Migdia, llegamos hasta el extremo del cortado.
Y se nos abre una excelente panorámica que no pudimos contemplar en toda su magnitud.
"En la montaña el turista viene a buscar un panorama, el pensador encuentra un libro inmenso" (Víctor Hugo)
Panorámica desde la cima de la Peña Migdia. Como comenté al principio, los agricultores de la Plana se guiaban de la sombra que la luz del sol producía en ella para saber la hora.
Regresamos de disfrutar lo que pudimos de las vistas desde la Peña Migdia y seguimos nuestra ruta disfrutando de las preciosas sendas que tiene esta sierra.
Pasamos junto a este bebedero de animales.
Y llegamos a este otro punto donde continuaremos hacia el Colladet Roig, aunque como dije antes, no llegaremos hasta él ya que nos desviaremos dirección al clotxó de la Xurra.
La altura se nota y podemos ver cómo se asoma Artana entre la copa de los pinos.
Y, por supuesto, su castillo.
Seguimos por senda, magnífica senda. Y a veces los pinos nos construyen "arcos de triunfo" para que pasemos por debajo de ellos...
...pero en otras ocasiones, nos intentan poner la zancadilla e impedir nuestro paso.
Y los jarales, en plena efervescencia, con el zumbido de las laboriosas e infatigables abejas que no conocen lo que es el descanso.
"Están los jarales bajos constelados de sus grandes flores vagas, rosas de humo, de gasa, de papel de seda. con las cuatro lágrimas de carmín" (J.R. Jiménez, "Platero y yo")
Cuatro ejemplos de esa ferviente actividad de las abejas, que produce una sinfonía muy particular que no escapa a nuestros oídos. Aunque a algunos no les sea muy agradable.
Y el Font de Cabres, centinela mudo e impasible de nuestro paso por la sierra.
Y las antenas del puntal del Aljub semiocultas por la neblina que hoy todo lo invade.
Hacia el suroeste, entre las copas de los pinos, las silenciosas ruinas del castillo de Castro (foto de Emilio Romero).
En este poste abandonaremos la senda que nos llevaría hasta el colladet Roig para dirigirnos hacia el clotxó de la Xurra. Seguimos por la derecha.
"¡Qué pura, Platero, y qué bella esta flor del camino! Pasan a su lado todos los tropeles-los toros, las cabras, los potros, los hombres-, y ella, tan tierna y tan débil, sigue enhiesta, malva y fina, en su vallado solo, sin contaminarse de impureza alguna". (J.R. Jiménez, "Platero y yo").
Prácticamente todo el recorrido transcurre por senderos lo cual nos encanta y disfrutamos mucho de ello.
Y llegamos al clotxó de la Xurra, uno de los aljibes que servía para dar de beber a los animales y otra muestra más del máximo aprovechamiento de los recursos naturales necesario para la vida de no hace tanto tiempo.
¿Puede haber algo tan perfecto, bello, sencillo y natural?
Nos encandila. No podemos apartar la mirada de ella.
El brezo, más discreto si no tiene flor, tiene también su encanto. Muy numeroso, decora el monte con ese verde tan característico.
Ya vamos de vuelta y de nuevo las antenas del puntal del Aljub asoman detrás de las montañas.
Y ya vemos Artana a un paso. En nada llegaremos.
Ahora las ruinas del castillo más cerca también.
El AMARILLO CHILLÓN de la flor de diente de león es un reclamos grande para la vista.
Ésta nos parece algo desaliñada, aún no se habrá acicaldado para estar más bella, pero no le hace falta. Así de natural es ya bella.
"Mi cuerpo estará amarillo,
y por la abierta ventana
entrará una brisa fresca
preguntando por mi alma.
No sé si habrá quien solloce
cerca de mi negra caja,
o quien me dé un largo beso
entre caricias y lágrimas."
J.R. Jiménez
De nuevo, en las cercanías del pueblo, caminamos entre campos de olivos (buen aceite el de Espadán) y nos encontramos con estupendos ejemplares de olivos.
Ahora sí que estamos cerca.
Artana y su castillo a nuestro alcance.
Y los últimos metros.
Y acabamos donde empezamos.
Hemos terminado una corta, pero intensa y preciosa ruta que nos ha hecho pasar un excelente día, aunque el cielo no ha acompañado nuestro caminar.
Como dije al principio, yo he puesto mi parte. Ahora falta que vosotros pongáis la vuestra.
La ruta en el mapa.
La ruta en Wikiloc
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Película.
Hola Emilio.
ResponderEliminarTiene una buena red de senderos esta pequeña sierra que queda al este de Artana, ideales para hacer bonitas e interesantes combinaciones senderistas y pasar una agradable mañana en el monte como la que pasasteis vosotros. He recorrido esos senderos unas cuantas veces, y sin embargo no conozco aún la Cova del Tinent ni he estado sobre la Penya Migdia. Me las reservo para alguna de mis excursiones vespertinas de verano.
Un abrazo.