"Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades." (Miguel de Cervantes). Confiaremos en el tiempo y seguiremos caminando hasta superar esas amargas dificultades. Y mientras, como "Lo importante no es lo que hemos hecho, sino lo que vamos a hacer." (Patrice Richard), seguimos hacia adelante haciendo nuevas cosas que esperamos que sean las verdaderamente importantes.
En esta ocasión nos desplazamos a Manuel para visitar tres parajes emblemáticos de otras tantas poblaciones de la Ribera Alta. Se trata del "Paraje Natural Municipal de las Salinas" de Manuel, la Fuente Amarga de Villanueva de Castellón y la ermita de Santa Ana perteneciente a Xàtiva, pero que se encuentra dentro del término municipal de Llosa de Ranes. Se trata de un recorrido sencillo pero que de tener un día claro y luminoso, puede ser interesante sobre todo por las vistas desde la ermita que nosotros no pudimos disfrutar debido a lo gris y ceniciento del día.
Dejamos el coche en una explanada junto al polideportivo de Manuel, en las afueras de la población tras atravesar el río Albaida que riega la población.
Y antes de empezar nuestra ruta y mientras llegaba parte del grupo, me acerco al puente sobre el río, que no siempre tenemos ocasión de ver en nuestras rutas. El río Albaida presentaba este aspecto a su paso por la población de Manuel.
"Por numerosos que puedan ser los meandros del río, acabará por ir a parar al mar". (Proverbio hindú).
Una distraída garza fue modelo espontánea e ignorante de que lo
estaba siendo y ofreció bellas poses como las que os muestro en estas cuatro instantáneas.
Tras los saludos iniciales, nos disponemos a caminar por una carretera que transcurre junto al polideportivo.
Dentro del recinto del polideportivo se encuentra la Casa de la Sal, al principio del Paraje Natural Municipal de Las Salinas que vamos a recorrer, reconocido como tal desde el año 2006. En esta casa se almacenaba la sal hasta el siglo XIX.
Adosada a la casa, se encuentra una capilla dedicada a San Antonio de Padua.
Esta torre metálica de vigilancia, con algún otro resto que encontraremos después, son recuerdos del periodo entre 1906 y 1996 en que el espacio fue ocupado por el ejército (escuela de ingenieros y zapadores). En el lugar en que se ubica el actual polideportivo se encontraba el antiguo campamento militar.
Y frente a la casa de la Sal, nos hacemos la foto de grupo. De izq. a der. Rafa, Emilio Romero, Ana, Mª José, Juan Carlos, Carmen y servidor.
Entramos al Paraje Natural Municipal de Las Salinas por esta zona recreativa con bancos e incluso una pequeña tirolina. Al fondo vemos un puente bajo la CV-41 que da acceso al barranco de Las Salinas.
Pasamos bajo uno de los arcos del puente que a modo de marco de hormigón nos proporciona esta imagen muy matizada y poco nítida del barranco al que vamos a acceder.
Esta última característica de falta de luz y nitidez de las fotografía va a ser común a todas las imágenes dado el día tan gris y nublado que tuvimos.
Al inicio del barranco, encontramos uno de los diferentes paneles informativos que vamos a encontrar en el paraje.
El barranco es amplio y permite un caminar tranquilo y distendido muy propicio para la conversación.
En el paraje encontramos restos de las instalaciones de lo que fueron las salinas.
Esto debe ser un decantador de sal.
Enseguida adivinamos que vamos a transitar por una zona de vegetación exhaustiva.
Un mapa con la superficie que ocupa el Paraje Natural Municipal de Las Salinas y las rutas que podemos hacer aquí.
Dejamos el ancho camino del barranco de Las Salinas y nos adentramos en un tupido sendero.
Efectivamente, nos sorprende lo cerrado de la vegetación.
Encontramos todo tipo de vegetación, incluso hongos tan llamativos por su color y su ubicación como éste.
El sendero nos lleva hasta los restos de una torre vigía del periodo almohade, seguramente del s. X.
Se encuentra parcialmente reconstruída.
El día es triste y gris, pero en todo el sendero que vamos recorriendo, las jaras blancas nos van alegrando la vista. Frente a lo gris del día, su vivo color rosa y sus estambres de un amarillo chillón, ponen una nota de color, luz y belleza que nos animan un poco.
El sendero va ascendiendo levemente.
La poca altura que hemos alcanzado (apenas algo más de un centenar de metros sobre el nivel del mar) nos permite observar esta vista de Señera, población vecina de Manuel.
Numerosos jarales bordean nuestro camino y podemos comprobar la incansable actividad de las abejas vagando de una flor a otra en busca del néctar que les ayude a elaborar la miel, contribuyendo así a la polinización tan importante en la naturaleza.
"Abeja blanca zumbas ebria de miel en mi alma
y te tuerces en lentas espirales de humo.
Soy el desesperado, la palabra sin ecos,
el que lo perdió todo, y el que todo lo tuvo."
Pablo Neruda.
El sendero desciende y sale a un camino más ancho y enseguida nos encontramos con esta caseta de madera que nos marca el inicio del paraje de la Fuente Amarga. Nos encontramos en término de Villanueva de Castellón.
Este camino nos llevará hasta el tranquilo paraje de la Fuente Amarga.
Multitud de florecillas adornan el campo indicando a las claras que la primavera ya está aquí.
"Mientras haya en el mundo primavera. ¡Habrá poesía!" (Gustavo Adolfo Bécquer).
El tramo de ruta que recorremos ahora se corresponde con parte del SL-CV 120, que seguiremos hasta la fuente.
Antes de llegar a la fuente encontramos una zona cercada por la presencia de una especie endémica de la zona , el Limonium, planta adaptada a suelos salinos.
Este panel nos informa sobre ella y el porqué de la cerca. Es una especie amenazada con desaparecer debido a diferentes motivos que podemos leer en la información que ofrece.
Junto al cercado, seguimos este camino empedrado.
Es evidente que el color amarillo atrae nuestra atención. Su fuerza nos recuerda el intenso color del sol. Será eso lo que hace que las flores de la mimosa nos atraigan de esa manera. A la abejas les ocurre lo mismo
"No soy un juglar de la descomposición. Acaso
amo sobre todas las cosas
el lugar del canto del pinzón
la aérea ebriedad de las mimosas
y el minuto con memoria del beso de los amantes."
Jorge Riechmann
Y llegamos al paraje de la Fuente Amarga.
Lugar tranquilo para detenerse y disfrutar del silencio. Al menos hoy es así.
Este panel nos cuenta las diferentes épocas y avatares por los que ha pasado la fuente, así como las propiedades curativas de estas aguas que le han dado fama.
Y por encima de la balsa de cristalinas aguas, esta otra fuente en la que se nos recomiendo no beber.
"La risa de la fuente me parece ser lloro;
el aire perfumado tiene aliento de lirios;
añoranzas me llegan de unos viejos martirios
y a mi mente se asoman unos ojos que adoro..."
Arturo Borja
Ahora, tras la visita al paraje de la Fuente Amarga, nos queda la parte más dura del recorrido.
Desde aquí comienza la subida a la ermita de Santa Ana.
Al fondo, vemos la silueta de la ermita a la que tenemos que ir desde donde nos encontramos.
Es evidente que el desnivel es grande.
De camino, transitamos de nuevo por frondosas sendas.
Y no perdemos de vista la montaña de Santa Ana y nos hace pensar que necesitaremos de un esfuerzo extra.
Otro hongo entre el romero.
De nuevo la preciosa flor del diente de león nos saca de nuestro camino y nos invita a detenernos un instante. Nos fascina su sencillez, su armonía, su fragilidad, su silencio... Nada pretende en apariencia y, sin embargo, ha llamado poderosamente nuestra atención y ha hecho que nos fijáramos en ella. No podemos abstraernos a sus encantos, sucumbimos y volvemos a inmortalizarla. Su presencia nos lleva a una reflexión: la verdadera belleza no usa artificios. Su esencia está en la sencillez, la naturalidad y en ser lo que es, sin más.
La presencia de Santa Ana nos intimida un tanto.
Acometemos el último tramo de subida a la ermita, con una considerable pendiente que pondrá a pruebas nuestras piernas y nuestros pulmones.
En los ribazos tenemos ocasión de encontrar más muestras de la primavera. Se trata de los vistosos lirios que llaman poderosamente nuestra atención.
"La sed es larga, la cuesta es aviesa;
pero en un lirio se enreda el mirar."
Gabriela Mistral
¿Y qué decir de estas delicadas florecillas blancas?...mimosas, sencillas, ligeras...
Vimos también preciosas flores de jara negra. Su blanco inmaculado y el fondo amarillo son también un buen reclamo para abejas e insectos y, por supuesto, para nosotros, que no dudamos en entretenernos en fotografiarlas.
En la foto no se aprecia bien el fuerte desnivel de la subida.
Nuestra respiración sí lo notaba, las piernas también.
El desnivel lo llevamos como podemos, pero al alcanzar altura, se nos abre el paisaje, aunque nos damos cuenta de que no disfrutamos de la panorámica todo lo que podríamos hacerlo de no ser por lo gris del día.
Hacia el sur, entre la bruma, vemos la montaña del Puig. ¡Lástima!
Llegamos a la base de la ermita de la que nos separan unos escalones.
En este punto encontramos un privilegiado mirador con esta rosa de los vientos con la dirección en la que se encuentran pueblos cercanos, capitales españolas y algunas ciudades europeas.
De nuevo lamentamos la mala visibilidad que no nos deja disfrutar de tan privilegiado mirador.
Y por fin, llegamos hasta la ermita de Santa Ana. Curiosamente, aunque se encuentra en término de Llosa de Ranes, pertenece a la ciudad de Xátiva. Su construcción data del S. XIV , y es de estilo gótico valenciano.
A ambos lados de la portada encontramos inscripciones que no pudimos ver con claridad.
El cielo no fue generoso con nosotros en esta ocasión y no nos permitió disfrutar en toda la extensión de la palabra de las vistas desde la ermita. Más que ver, intuíamos lo que veíamos. En la foto, en primer plano, Llosa de Ranes y detrás, apenas apreciamos la ciudad de Xàtiva.
Ante la puerta no podía faltar la foto de grupo.
La Llosa de Ranes y en primer término, su circuito de Karts.
Tras disfrutar lo que pudimos de las vistas, comenzamos el descenso. Pero faltaba un evento importante de toda ruta: el almuerzo.
En la bajada de la ermita, junto al camino, unas mesas de madera nos sirvieron de improvisado comedor donde pudimos dar cuenta de las múltiples y variadas viandas que trajimos en nuestras mochilas.
Tras el opíparo almuerzo, reemprendimos el camino.
Una ligera llovizna nos estuvo acompañando durante un rato.
La llovizna deja en los pétalos de esta flor de diente de león pequeñas gotas que imaginamos lágrimas por "¡vete tú a saber qué pena!".
El regreso es más amable.
Aunque la ligera llovizna nos hace taparnos con capucha. Pero al menos vamos de bajada.
En este punto, cogemos una senda a la izquierda que nos llevará a recorrer un tramo del barranco del Salazar.
A unos doscientos metros de entrar en el barranco, aproximadamente a mitad del tramo que hemos de recorrer, hay una zona de colmenas. Un cartel amarillo nos avisa y vemos al fondo, a unos cien metros de la senda que llevamos, las colmenas.
El barranco se va ensanchando, aunque el tramo que recorreremos es interesante.
El tramo de barranco desemboca en este camino que seguimos por la izquierda.
Y más florecillas, por sencillas que sean, nos emocionan y nos detienen para disfrutar del espectáculo de la naturaleza, simple y extraordinario a la vez.
El azul intenso de la borraja y los pelillos de su ramitas han atraído nuestra mirada hacia ella, que impertérrita y ajena a nuestra presencia, nos deja fotografiarla.
Las amplias vistas nos son parcialmente robadas por la falta de luz.
En la foto, Xàtiva. Al fondo, en la sierra del Castillo, apenas difuminado, adivinamos las murallas del castillo.
Pero el camino es cómodo y tranquilo.
Y si queremos ser positivos, la falta de sol nos ha permitido caminar con menos agobio y pasar menos calor. Todo tiene su lado bueno, ¿no?
Ya de nuevo en el paraje de la Fuente Amarga, este taray rebosaba primavera entre la numerosa floración y la infinidad de abejas que libaban en ella. Todo un espectáculo visual y sonoro digno de la primavera.
Esta balsita recoge el agua de la fuente Amarga.
De nuevo, en la espesura del bosque del paraje de Las Salinas.
Es muy agradable todo el paraje. Una verdadera sorpresa.
Encontramos emboscado este nido de ametralladoras. Es otro de los restos que quedan de la época en que el paraje perteneció al ejército.
Atravesamos por el lateral esta cancela que nos devolverá al barranco de las Salinas, para recorrer el tramo final de la ruta.
Volvemos al amplio espacio del barranco de las Salinas, en el que vemos mesas de piedra.
De nuevo atravesaremos bajo el puente de la CV-41, pero ahora en sentido contrario al de horas antes.
Y de nuevo la casa de la sal con la capilla de San Antonio de Padua que nos anuncia que estamos cercanos al final.
Y la zona donde aparcamos, ahora con más vehículos que a la temprana hora que nosotros llegamos. Punto y final. Se acabó lo que se daba.
La ruta en el mapa
La ruta en Wikiloc.
Powered by Wikiloc
Película
Hola Emilio: La verdad es que fué una agradable mañana con un recorrido muy interesante a la vez que inesperado por la frondosidad de algunos parajes. La subida a la ermita de Santa Ana, algo exigente pero buen entrenamiento para ejercitar nuestros miembros inferiores. Lástima que la neblina, el día gris nos privara de las vistas desde la citada ermita. Un texto el tuyo muy trabajado y magistralmente narrado. No aparece el link para poner la valoración. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Hola, Emilio! Fue una grata mañana, siempre se disfruta de la montaña, pero me hubiera gustado un día más luminoso que nos hubiese permitido disfrutar mejor de las vistas desde la ermita y hubiera iluminado las fotos. Pero bueno, tampoco pasa nada. Disfrutamos mucho de la ruta.¡Y más que tengamos así!
EliminarUn abrazo.
Hola Emilio, la de veces que he pasado por allí por temas laborales y siempre me había llamado la atención. Ahora que veo descritas las posibilidades senderistas del paraje y de la ermita y la sorprendente belleza de este ecosistema único, me la "apropio" para cuando se tercie. Gracias Emilio por la descripción y la preciosidad de las fotos. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Hola, Paco! Es una zona bastante desconocida por mí y me llevé una grata sorpresa toda la zona en general. Valió la pena. Y con un día más despejado, aún habríamos disfrutado un poco más.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Emilio.
ResponderEliminarBueno, la luz y el brillo que le faltaron a la mañana se encargaron de ponerlo las variadas florecillas que fuisteis encontrando por el camino. Y es que la primavera es una estación en la que el monte está precioso, menos mal que este año si que estamos pudiendo disfrutar de ella. No me imaginaba que esta zona tuviese tal riqueza natural. Habrá que tenerla en cuenta para futuras excursiones.
Un abrazo.