Esta semana hemos vuelto una vez más a Espadilla para subir a Peña Saganta. Peña Saganta es para mí una montaña especial, emblemática, con carisma... de esas que te marcan sin ser una gran montaña. Pero lo especial no siempre lo encontramos en las grandes cosas. Casi siempre, lo importante, lo encontramos en lo más simple, en lo más sencillo.
Ya he contado en alguna ocasión en mi blog mi relación con esta bonita montaña. Os lo voy a contar una vez más. Descubrí Peña Saganta hace muchos años, veintinueve concretamente, con la lectura de uno de los libros de viajes de Luis Gispert. Se trataba del titulado "Del Mijares al Peñagolosa". En uno de los recorridos descritos aparecía la subida a Peña Saganta. Desde ese momento, mi decisión estaba tomada: tenía que subir a Peña Saganta. Y allá por el mes de agosto de 2004, justo el año anterior al marcaje e inauguración del PR, se nos ocurrió subir a Peña Saganta, sin muchas referencias, empezando a las diez de la mañana. Los vecinos de Espadilla nos advirtieron que a esas horas y con la que caía era una temeridad y era verdad, pero es que nosotros eramos unos temerarios. Subimos como buenamente supimos, orientándonos por el barranco de la Piqueta como nuestro criterio nos daba a entender, dando con la loma de la peña, atravesándola y llenándonos de múltiples arañazos las piernas (en ninguna otra ruta he acabado más arañado) hasta que finalmente llegamos al extremo acantilado y todo lo que habíamos sufrido se nos fue de golpe al poder disfrutar de las excepcionales vistas que se divisan desde esta bella y emblemática peña del Alto Mijares. A la vuelta, también sin muchas referencias, tuvimos la intuición de seguir el sendero que descendía por la ladera este de la peña (por el que descendemos ahora) y que nos llevó a Espadilla, eso sí a las cinco de la tarde, sedientos (nos quedamos sin agua muy pronto) y con arañazos por todas partes. Tuvimos que esperar la apertura del bar de Espadilla para poder hidratarnos debidamente. Fue una experiencia dura pero muy satisfactoria a nivel personal. Como dije antes, el año siguiente inauguraron el PR y acudimos por primera vez a esta bonita marcha senderista. Esta vez ya fue otra cosa. Desde entonces, la cita con la subida a Espadilla ha pasado a ser una de las rutas fijas a las que no falto si no es por fuerza mayor. Además, por si fuera poco, la foto con sombrero con la que ilustro mi perfil en este blog, me la hice en la cima de esta montaña en una de estas subidas concretamente en la del año 2011. Por todo ello, guardo un cariño especial a esta bonita ruta.
La ruta de esta semana, nos llevará, siguiendo el PR-CV 314, hasta la emblemática cima de la Peña Saganta. En este caso, lo haremos en sentido dextrógiro, siguiendo el antiguo camino de Ayódar, que dejaremos en un cruce a media ladera de la cara este de la Peña Saganta. Desde esta bifurcación el PR nos lleva hasta la loma de la Peña Saganta, que seguiremos hasta el extremo acantilado siguiendo un incómodo sendero por las afiladas piedras que componen el suelo calizo de la Peña. En el borde encontramos un banco y un panel interpretativo del fenomenal horizonte que tenemos enfrente y que en la anterior vez que pasamos por aquí (año 2019) no estaba. Tras disfrutar de estas excepcionales vistas, regresamos a Espadilla bajando por la fuente de la Piqueta (no tenía agua) y por el barranco del mismo nombre.
Como he dicho también otras veces, por más que repitas una ruta, siempre encuentras novedades y más si hace tiempo que la hiciste. En este caso, la hemos realizado en sentido contrario al que siempre habíamos hecho. Ésta fue la primera novedad. La segunda sería encontrarnos con un banco y un panel interpretativo en el extremo acantilado de la cima que aún no habíamos visto.
Llegamos como siempre a una temprana hora. El silencio ocupa el ambiente. Aparcamos C/ Montico Torre, junto a la pista polideportiva de la localidad. Espadilla es uno de los veintiticuatro pueblos de la recientemente creada Ruta 99 que agrupa a los municipios de la Comunidad con menos de 100 habitantes.
Una escultura con unas manos entrelazadas da la bienvenida a los visitantes. La aprovechamos como telón de fondo para hacernos la foto de inicio de ruta. De izquierda a derecha, Rafa Lafuente, Emilio Romero y un servidor.
Comenzamos a caminar desde este punto donde encontramos estas palas que marcan el PR.
Apenas hemos iniciado el sendero podemos contemplar la pista polideportiva.
El sendero es el antiguo camino a Ayódar y por eso mantiene gran parte del empedrado original.
El sendero nos llevará hasta la cumbre prácticamente sin respiro, en una constante subida. Por eso, apenas llevamos unos centenares de metros de sendero, ya podemos ver Espadilla a cierta altura.
En la foto apreciamos también el cielo gris que nos acompañó prácticamente durante toda la jornada.
Rodearemos la peña por la ladera orientada al este. La marcha por el empedrado sendero nos ofrece vistas de la impresionante punta rocosa de la Saganta.
Se me olvidó contar en el inicio de otra novedad en la ruta. Se trata de un mirador reciente que hasta ahora no estaba.
Desde el mirador podemos ver la población de Toga...
...y la de Espadilla debajo de nosotros.
Tras la visita al mirador, a los pocos metros, nos topamos con el enlace del sendero que nos llevaría hasta el castillo, al que no subiremos en esta ocasión. Nosotros seguiremos dirección Ayódar siguiendo el PR-CV 314, solapado hasta Ayódar con el más reciente GR 333.
Encontraremos en toda la ruta numerosas evidencias de que la primavera está con nosotros, a pesar de que la lluvia propia de esta estación no haya aparecido hasta ahora. Las jaras son un ejemplo de lo que acabo de decir.
El sendero sube y sube y sube...aunque hay tramos que nos dan un respiro.
Impresionante la imagen de la Peña Saganta. Estaremos allí arriba en breve.
No solemos detenernos con los caracoles. En esta ocasión lo hicimos por lo poco habitual que suele ser.
"Las cochinillas de humedad,
las mariquitas de san antón,
también vagaba la lombriz
y patinaba el caracol."
Rafael Alberti
Curiosa y fantástica la naturaleza que es capaz de crear formas extraordinarias, como estos estratos que parece que hayan sido colocados por hombres.
Otra señal que evidencia esa primavera que despierta la naturaleza dormida en invierno.
"Como la higuera joven
de los barrancos eras.
Y cuando yo pasaba
sonabas en la sierra.
Como la higuera joven,
resplandeciente y ciega."
Miguel Hernández
Las marcas indican que dos senderos se solapan. Por un lado el PR-CV 314 que es el que seguimos y el GR 333 que continúa hasta Ayódar.
El cielo no acompaña, pero disfrutamos de bellos tramos de senda.
El castillo, que no hemos visitado en esta ocasión, nos ofrece esta silueta desde el sendero.
“El
alma es un hermoso y delicioso castillo en el cual hemos de ver cómo podemos
entrar.” (Sta Teresa de Jesús)
Continuamos subiendo por la ladera de la Peña Saganta.
Las numerosas matas de tomillo ponen colorido a la senda además de dejarnos su aroma.
Las lechetreznas están en pleno crecimiento.
Pocas veces tenemos ocasión de ver arañas, que son más bien esquivas, Pero en esta ocasión una se cruzó en nuestro camino.
"He ido marcando con cruces de fuego
el atlas blanco de tu cuerpo.
Mi boca era una araña que cruzaba escondiéndose.
En ti, detrás de ti, temerosa, sedienta."
Pablo Neruda
La imponente proa de Peña Saganta, que estamos rodeando por completo.
Y a nuestra izquierda el cauce del río Chico, que nota la falta de lluvia que estamos padeciendo.
También hacia el este la cima del Turio
El sendero, como camino antiguo de herradura, zigzaguea suavizando la pendiente.
Encontramos muchas hacendosas hormigas recogiendo alimento para llevarlo a su hormiguero. Nuestro amigo Rafa se hizo esta pregunta ¿podemos decir que van por un camino "hormigonado"?
Sencillas, bellas y alegres estas Centaureas alegran y dan colorido a un día tan gris.
El sendero claramente perfilado en la ladera de Saganta.
Las centaureas no son las únicas ni las más bellas flores del montaña. El junquillo azul le puede hacer perfectamente la competencia por belleza y sencillez.
"Entre las hierbas alguna humilde flor ha nacido,
azul o blanca. ¡Belleza del campo apenas florido,
y mística primavera!"
Antonio Machado
En esta roca vemos las señales ya disociadas de los senderos que se solapan como comenté más arriba.
Hay tramos verdaderamente duros que llevamos con resignación y paciencia.
Y de las campanitas...¿qué me decís?
Subimos por el empedrado sendero despacio, concentrados, reflexivos...(foto deEmilio Romero)
“Un paisaje se
conquista con las suelas del zapato, no con las ruedas del automóvil.” (William
Faulkner)
Llegamos a esta bifurcación donde dejaremos el camino viejo a Ayódar que sigue por la izquierda.
Nosotros tomaremos la senda que por la derecha nos subirá hasta la loma de Peña Saganta.
En algún recodo del sendero vemos la punta de la peña, a la que tenemos que subir.
Pasamos junto a un aljibe que no tenía agua.
Y seguimos la subida que en este último tramo se empina un poco y nos exige máximo esfuerzo.
Las mariposas también nos hicieron compañia. Esta mariposa saltacercas fue una de ellas.
"¿No eres tú, mariposa,
el alma de estas sierras solitarias,
de sus barrancos hondos
y de sus cumbres agrias?"
Antonio Machado
Llegamos a la loma de Saganta. Allí encontramos otro poste. Seguiremos por la derecha hasta llegar al extremo de la peña. A la vuelta regresaremos hasta aquí para bajar a Espadilla por el barranco de la Piqueta.
Al fondo, el extremo de la Peña Saganta. Hacia allí dirigimos nuestros pasos.
"Luz en sueños. ¿No tiemblas, andante peregrino?
Pasado el llano verde, en la florida loma,
acaso está el cercano final de tu camino."
Antonio Machado
Es un tanto incómodo caminar por la loma de Saganta. Las piedra caliza está erosionada por la acción del agua y presenta zonas angulosas y cortantes que dificultan el paso.
Llegamos a la cima de Peña Saganta. Aquí estamos en el punto más alto de la ruta (726 m), pero aún nos quedan unos metros para llegar al extremo de la roca.
“Hoy, antes del alba, subí a las colinas,
miré los cielos apretados de luminarias
y le dije a mi espíritu: cuando
conozcamos todos estos mundos y el placer y la sabiduría
de todas las cosas que contienen,
¿estamos tranquilos y satisfechos?
Y mi espíritu dijo: No,
ganaremos esas alturas sólo para seguir adelante.”
(Walt Whitman)
Por fin, llegamos al extremo de la peña. Aquí, la montaña se despeña sobre el valle del Mijares con sus 726 m de altitud ofreciéndonos unas panorámicas excepcionales que el triste cielo de hoy no nos ha dejado disfrutar del todo. En esta ocasión vemos un banco y un panel de interpretación que no conocía.
El banco, en tan excepcional emplazamiento, se presta a la amena conversación. (Foto deRafa Lafuente)
El panel interpretativo nos permite identificar montañas y localidades que podemos ver desde esta privilegiada atalaya. (foto de Emilio Romero)
Tenemos ocasión de ver un ramillete de localidades que pueblan el valle del Mijares, de oeste a este. Todas ellas vistas “Desde
el cielo, como las veía Dios.” (“El amor en los tiempos del cólera.” Gabriel
García Márquez)
Hacia el norte, como no puede ser de otra manera, el Gegant de Pedra también sigue nuestros pasos. El cielo permanece gris, plomizo, neblinoso...
También distinguimos el semivacío embalse de Sitjar.
“En
el recogimiento pacífico y rendido de los crepúsculos del pueblo, ¡qué poesía
cobra la adivinación de lo lejano, el confuso recuerdo de lo apenas conocido!
(“Platero y yo”, J. Ramón Jiménez).
También vemos los restos del castillo encaramado y mimetizado en una inexpugnable montaña.
Y el río Chico, camino de ...sus aguas al Mijares.
Río Chico ampliado con zoom.
En esta estupenda atalaya y aprovechando el banco que hizo las veces de mostrador de bar, nos dispusimos a reponer fuerzas con un frugal, aunque completo, almuerzo. En ese momento, una docena de buitres estuvieron merodeando la cima dando vueltas sobre nuestras cabezas sin que conociéramos sus intenciones.
El especial y esperado momento del almuerzo.
¡Qué lugar tan privilegiado para allmorzar!
También hacia el sur tenemos vistas hacia la Sierra de Espadán, donde destacan algunas cimas de más de mil metros. En la foto, el pico Espadán (1099 m).
Tras el almuerzo iniciamos la vuelta a Espadilla volviendo a recorrer la loma de Saganta.
Seguimos pues la misma senda que nos llevó hasta el extremo de Peña Saganta.
Rafa contribuyendo a la conservación de este gran hito.
Llegamos a esta bifurcación. Vinimos por su izquierda y ahora seguiremos por la derecha.
En primer término, en la parte inferior de la foto, las ruinas del castillo.
Al fondo asoma Argelita.
En un vistazo hacia atrás, vemos la loma de Peña Saganta de donde venimos.
Encontramos algún poste que nos recuerda que estamos siguiendo un PR.
Lo bueno es que hasta Espadilla, el tramo que no es llano, es de bajada y lo llevamos mejor.
Se debe vivir bien aquí. Algunas hormigas tenían un gran tamaño.
Vistas hacia el norte con Peñagolosa al fondo.
Aunque el sendero es más que evidente porque desde su creación ha sido muy transitado, algunos hitos lo marcan.
Llegamos hasta el barranco de la Carbonera, que cruzamos en este punto donde encontramos otro de estos hitos.
El atractivo de las jaras es indiscutible.
"La violeta enamorada,
la retama encaramada,
la madreselva mezclada,
la flor de lino celosa.
¿Cuál es la más hermosa?"
Tirso de Molina
“Esta flor vivirá
pocos días, Platero, aunque su recuerdo podrá ser eterno. Será su vivir como un
día de tu primavera, como una primavera de mi vida.” (J. R. Jiménez, “Platero y
yo”)
Más mariposas en nuestro regreso a Espadilla.
Enlazamos en esta bifurcación de nuevo con otro tramo del GR 333 que marca este poste direccional. El poste se encuentra a escasos metros de la fuente de la Piqueta.
Fuente de la Piqueta.
Miramos en su interior y comprobamos que estaba seca.
Ahora el sendero se enmarca siguiendo el barranco de la Piqueta. Ya asoman los tejados de las casas de Espadilla.
Bonitos tramos transcurren entre pinos.
Los antiguos moradores del castillo hubieran vigilado de manera privilegiada nuestro descenso.
Ahora, únicamente las derruidas murallas lo hacen. Aún así, nos sentimos vigilados. Tal vez en el ambiente aún sintamos la presencia de sus antiguos moradores.
Ahora sí que estamos cerca.
El sendero, en las cercanías de Espadilla recorre unos metros por el interior del barranco de la Piqueta.
Tras salir del barranco, el sendero desemboca en una ancha pista que nos devuelve a Espadilla.
Una sillita junto al camino. Curioso. ¿Qué niño se sentará en ella?
Últimos metros para entrar en Espadilla.
Este poste nos dirige hacia la derecha para retornar al punto de inicio.
El sendero entra en el jardín botánico que se puede disfrutar en Espadilla. Este quiosco es un punto de información. En el estante que vemos en la puerta encontramos folletos de rutas de la Mancomunidad Espadán-Mijares y revistas de la misma.
Pasamos junto a una fuente.
Se trata de un sencillo y pequeño, pero interesante, Jardín Botánico de Espadilla.
Un camino empedrado nos deja en la carretera.
Los últimos metros de carretera están flanqueados por una hilera de palmeras.
Y llegamos al punto donde aparcamos esta mañana.
La escultura que nos dio la bienvenida esta mañana nos despide ahora hasta una nueva ocasión, que seguro que habrá.
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