
“Como
un melómano con oído absoluto, como un músico que toca cada nota de una
partitura que conoce muy bien, pero en la que sabe que puede descuidarse, sé
que cualquier distracción me hará perder una parte del sentido de lo que estoy
leyendo.” (“El verano de Cervantes”, Antonio Muñoz Molina). Como senderista
fervoroso y conocedor de lo que encontramos en la montaña, sé que descuidarme y
distraerme y no disfrutar de lo que veo, siento y vivo en ella me hará perder, en parte, el sentido de lo que
hago.
Esta semana realizamos una bonita y boscosa ruta que transcurre por el Paraje Natural Municipal Umbría La Plana de la localidad de Enguera (Canal de Navarrés). El recorrido transcurre casi en su totalidad por el SL-CV 6 (Senda de la Mota-Castillo-fuente Lucena) solapado en gran parte con el PR-CV 298 en proceso de homologación según consta en la FEMECV. En nuestro caso está realizado en sentido dextrógiro, contrario al que está concebido el trazado oficial del SL-CV 6. El tramo más complicado se encuentra entre el punto kilómétrico 5,4 y 6,2 por su desnivel y por un trecho de unos quinientos metros después de cruzar el barranco de Lucena que está algo desdibujado y hemos de estar atentos para seguirlo. Es una ruta ideal para el verano por el alto porcentaje de recorrido que transcurre por bosque.
Los puntos por los que vamos a pasar: castillo, cerro de Lucena, poblado ibérico, fuente Lucena y fuente de la Mota. Estos parajes los conocemos ya de otras rutas. En esta ocasión pasaremos por ellos haciendo otro recorrido distinto.

Llegamos a una temprana hora a Enguera como suele ser habitual y aparcamos en la entrada de la población en la Av. Constitución. Los sábados hay mercado y no es cuestión de complicarse la vida aparcando.
Empezamos a caminar por la misma avenida pero giramos a la izquierda a los docientos metros, después de pasar una gasolinera.
Cruzaremos Enguera y disfrutaremos de algunos rincones que tiene la población.
En la foto, la fachada del convento de Carmelitas Descalzos. En esa plaza estaban montando el mercado.
A continuación pasamos por la Plaza de la Comunidad Valenciana. Aquí encontramos una monumental fuente.
“Unas
calles del pueblo son estrechitas, otras son más anchas, se ve también algún
callejón sin salida. En una de las plazas se levanta el Ayuntamiento; hay otra
plaza también ancha, en su centro se yergue una fuente de mármol bermejo, que
arroja el agua por cuatro gruesos caños”. (Azorín, “España”)
Decidimos que esta monumental fuente era un buen telón de fondo para nuestra foto de inicio que aún no nos la habíamos hecho. Rafa Lafuente (izq.) y un servidor.
Giramos por la estrecha calle de los Ángeles.
Al final de la calle un puente cruza el barranco de la Mota y sale a este camino.
El camino se estrecha y comienza a subir.
Pasamos entre campos de olivos, unos más cuidados que otros.
"Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento."
Miguel Hernández
La senda sube bastantes metros en poco tiempo y nos permite ver los tejados de Enguera y el campanario de su iglesia de San Miguel.
"Ante el pálido lienzo de la tarde,
la iglesia, con sus torres afiladas
y el ancho campanario, en cuyos huecos
voltean suavemente las campanas,
alta y sombría, surge."
Antonio Machado
En la lejanía se deja ver el Caroig.
“El
sol va remontándose en los horizontes. En la ciudad comenzaría ahora a
amanecer. Aquí parece ya la hora meridiana. Todo lo llena el sol, todo irradia,
esplende de luz. La luz hace resaltar de un modo maravilloso las líneas.”
(Azorín, “Castilla”)
El camino entre olivos da paso a una pista cementada que nos sigue subiendo.
Alcanzamos mayor altura, como se puede ver en la foto. Vemos ahora el convento de los Carmelitas Descalzos desde lo alto.
También bien visible la iglesia arciprestal de San Miguel Arcángel y su esbelta torre.
La pista nos lleva a esta caseta de madera, que se encuentra en la entrada del Parque Natural Municipal de "Umbría La Plana". Nuestro recorrido transcurre totalmente por esta boscosa zona.
En la fachada de la cabaña encontramos este panel con las características de este Parque Natural Municipal.
A escasos metros de la cabaña encontramos la subida al Castillo de la Encomienda y le vamos a hacer una visita.
La subida no es muy larga ni muy pesada.
Alcanzamos enseguida lo que sería el patio de armas.
Estos son los restos que podemos ver.
"Insondables aflicciones
se posan entre las ruinas
de mis ya muertas pasiones.
¡Ay, que con las golondrinas
huyeron mis ilusiones!"
Julio Flórez
Por un hueco en la muralla podemos ver restos de un recinto inferior.
Este es la boca del aljibe que abastecía a las gentes del castillo.
Desde el castillo, dada su ubicación predominante es posible disfrutar de estupendas vistas.
Imaginamos a sus pobladores cómo controlaban el territorio que podían abarcar desde aquí.
En esta zona, domina de manera bien visible, el sólido porte del Caroig. Su estampa no pasa desapercibida y más ahora iluminada por ese sol que empieza a llegarnos de manera más intensa.
La cantera de "Cales de la Plana" que extrae caliza.
Anna.
Chella.
Enguera.
A nuestra izquierda, la cima del Piquet, que visitamos en 2019.
“…las
cumbres sólo existen mientras dura el ascenso, y se desvanecen para siempre
cuando se dejan atrás, sepultadas de años que no vuelven.” (Fernando Navales en
“Mil ojos esconde la noche. Cárcel de tinieblas.” de Juan Manuel de Prada)
Tras la visita al castillo, descendemos por la parte contraria a la que subimos.
Es camino desciende por una especie de escalones.
Dejamos atrás los restos del castillo.
Seguimos un sendero por la izquierda donde queda patente la humedad que vamos a encontrar en todo el recorrido.
El sendero por el que hemos bajado desemboca de nuevo en la pista que nos llevó hasta la entrada del Parque Natural Municipal y a escasos cien metros nos encontramos con un área recreativa donde se ubica una recreación de una casa íbera.
Recreación de una casa íbera que coge modelo de una de las casas excavadas en el poblado que veremos a continuación. (foto de diciembre de 2019)
Interior de la casa.
Foto de diciembre de 2019. En la actualidad está menos cuidada.
Casa íbera y zona recreativa.
Tras la visita seguimos camino por una amplia pista.
Hasta este poste con las paletas en el suelo y en blanco completamente. Con estos detalles no nos extraña nada que el PR-CV 298 no esté homologado. Desde este poste cogemos un sendero en subida con cierta pendiente.
El sendero, en doscientos metros, nos deja en la cima del Cerro de Lucena.
En la cima del cerro encontramos esta caseta de madera. Suponemos que sería en su origen un lugar en el que se daría información del poblado del Cerro Lucena que tenemos aquí mismo. Lo cierto es que su aspecto no es muy bueno.
Nos entretenemos unos instantes para disfrutar de las vistas y que nada nos pueda distraer para que podamos sacar todo el partido posible de nuestra actividad montañera.
(foto de Rafa Lafuente)
“Hoy
he subido a una montaña levantina. Me he levantado antes de que rayara el alba.
Esta montaña tiene acá y allá grupos de pinos que exhalan un penetrante aroma
de resina. No son pinos adiestrados y amaestrados por industriales, no son
pinos plantados y cultivados en vista de un futuro aprovechamiento de sus
troncos. Estos pinos no conocen la mano del resinero. Crecen libres, rebeldes,
felices. Su tronco toma mil formas caprichosas; se tuerce a un lado, luego a
otro; se inclina hacia el suelo, después enmienda la torcedura y se levanta
airoso.” (Azorín, “Castilla”)
Enguera a nuestros pies.
Una vez más, el Caroig.
“Una
montaña que se ve en el horizonte, sobre el cielo límpido, es una imagen que se
graba en nuestra alma y que en ella reposa durante tiempo y tiempo.” (Azorín,
“España”)
Seguimos unos doscientos metros por el cordal.
Y llegamos hasta los restos del emplazamiento del poblado ibérico de Cerro Lucena.
En diciembre de 2019 los restos estaban cubiertos con más vegetación.
Otras perspectiva del poblado.
Vistas desde el poblado sobre Enguera.
Cruzamos el poblado y seguimos un sendero que en bajada nos llevará hasta unas balsas de riego.
Aquí tenéis las balsas. junto a ellas debemos buscar un sendero que lleva hasta la fuente de Lucena. Va paralelo a una acequia que lleva una goma por encima, pero a un nivel más bajo.
El sendero rebosa humedad por todas partes y con mucha vegetación.
Llegamos a esta señal. Hemos de seguir por la izquierda.
Esta foto es de nuestra visita al lugar de diciembre de 2019.¿ Notáis algún cambio?
El paso del tiempo lo cambia todo, ¿verdad?
Seguimos por un exuberante sendero entre pinos, lentisco, coscojas, zarzaparrillas...
¡Parece una selva!
"Voy, de su impulso llevado
del valle a la selva umbrosa,
do van las hojas de rosa
y las hojas de laurel."
José María Heredia
Llegamos al paraje de la fuente de Lucena y casi no podemos acercarnos por el agua, el barro y toda la vegetación que rodea la fuente. Está poco cuidado este entorno.
"Amante: no me lleves, si muero,
al camposanto.
A flor de tierra abre mi fosa, junto al riente
alboroto divino de alguna pajarera
o junto a la encantada charla de alguna fuente."
Juana de Ibarbourou
Mirad la fuente de Lucena en diciembre de 2019. Estaba accesible del todo como podéis ver en la foto.
Tras la visita fugaz a la fuente seguimos el sendero y a escasos cien metros de la fuente encontramos estas paletas direccionales que nos van a llevar por el tramo más pesado de toda la ruta.
Es un tramo de aproximadamente un kilómetro y todo en una fuerte subida que nos hará ponernos las pilas para no irnos para atrás. Además nos encontraremos con un trecho donde habremos de estar atentos para continuar el sendero que no está bien definido.
“¡Dios
mío, esto es más largo que un dolor!” (Fermina Daza, “El amor en los tiempos
del cólera.” Gabriel García Márquez)
La subida nos pone a prueba por el desnivel, por algún paso entre rocas que pone de manifiesto que nuestra flexibilidad no es la de hace años, por el cuidado que hemos de tener para no caer...Todas estas cosas nos llevan a reflexionar sobre el paso del tiempo en nuestro cuerpo.
“…y
sólo entonces había comprendido que un hombre sabe cuándo empieza a envejecer
porque empieza a parecerse a su padre.” (Florentino Ariza. “El amor en los
tiempos del cólera.”, Gabriel García Márquez)
La subida es dura y se nos hace pesada, pero ya sabemos que sarna con gusto no pica.
Encontramos continuamente marcas verdes del SL y amarillas del PR. Ambos senderos se solapan y dan la impresión de ser uno solo.
Seguimos para arriba y no vemos el momento de que el sendero deje de subir.
Lo bueno que tiene el subir es que la altura te permite disfrutar de excelentes vistas. En este caso tenemos una buena panorámica de la Canal de Navarrés con alguno de sus pueblos.
Poco más al oeste. Bolbaite.
Y más a la izquierda, Navarrés, con su castillo en lo alto del cerro.
Llegamos a este cruce con paletas, también en pésimo estado y aquí dejamos de subir, al menos con el desnivel que llevábamos acumulado. Seguimos por nuestra derecha.
Ahora la senda transcurre con pequeñas bajadas y tramos llanos. Eso sí, siempre entre pinos y vegetación.
En algún tramo empezamos a ver y sentir el calor del sol.
Toda la ruta es prácticamente en umbría, lo que la hace propicia para el verano.
Caminamos ahora por encima del castillo, del que vemos aquí sus restos.
La senda sale a esta pista donde vemos otro poste en mal estado. Seguimos por la izquierda.
Dejamos la pista enseguida.
Porque nos metemos por esta senda que nace por la derecha y que rodea el corral de Campanilla.
Corral de Campanilla
La bajada también nos provoca reflexiones y cavilaciones.
"Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar."
Antonio Machado
Es una maravilla caminar por el interior de un bosque.
"La lira del poeta enamorado
dice que murmura amor,
y en el bosque también murmura amores
canoro ruiseñor..."
Vital Aza
Ahora de bajada, tenemos el castillo por encima de nosotros.
La senda sigue siendo exuberante y sigue descendiendo.
Pasamos junto a la boca de un pozo protegida con una reja.
¡El pozo…! Platero, ¡qué palabra tan honda, tan
verdinegra, tan fresca, tan sonora!
("Platero y yo", Juan Ramón Jiménez)
Llegamos ya a la parte final de la ruta que transcurre ya por terreno plano.
Volvemos a pasar junto a campos de olivos.
"El naranjo sabe a vida
y el olivo a tiempo sabe."
Miguel Hernández
Llegamos a la fuente de la Mota. Ésta, mejor cuidada que la de Lucena y con agua potable.
Cerca de la fuente hay un área recreativa con mesas de picnic.
Ya vemos los tejados de Enguera.
"Es el pueblo. Por encima
de los oscuros tejados,
verde, lloroso de grillos
y de esquilas, está el campo."
Juan Ramón Jiménez
Entramos en Enguera por la calle San Antonio de Padua.
Comprendemos por qué la calle se llama así. Encontramos en su inicio la sencilla ermita de San Antonio de Padua.
Seguimos callejeando por Enguera y disfrutando de sus bellos rincones.
Pasamos por delante de la monumental iglesia arciprestal de San Miguel, patrón de Enguera.
Y cruzamos por el mercadillo que se encontraba en plena efervescencia en esos momentos.
Y llegamos finalmente a la Av. Cosntitución donde aparcamos a la mañana, dando así por finalizada esta entretenida y boscosa ruta.
Como era aún pronto tuvimos tiempo para almorzar en el restaurante Sierra Enguera.
Sencillo pero sabroso.
Hemos hecho la ruta sin ninguna distracción para no perder todos los encantos que encierra la montaña. Así además se disfruta mejor de la naturaleza y esta actividad tan maravillosa del senderismo adquiere sentido.
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