A primerísima hora nos encontrábamos en el punto de inicio de la ruta, en un cruce de caminos, a un kilómetro de Higueruelas, los que nos ahorra un par de ellos en el recorrido total de la ruta. En primer plano, esta espectacular imagen de las Peñas de Dios, que nos dan los buenos días. Son nuestro primer objetivo.
Posamos ante la cámara para inmortalizar el momento. El trío la,la,la de derecha a izquierda: Emilio Romero, Rafa Lafuente y un servidor.
En esta foto podéis ver lo que se cuece entre bambalinas antes de la foto de inicio. (foto de Rafa Lafuente)
Iniciamos nuestra ruta por un bonito sendero que sale justo enfrente de donde dejamos el coche y que transcurre durante un kilómetro aproximadamente por la rambla de Peñarroya. Desde el sendero vemos también algunos de los molinos del Parque Eólico Peñas de Dios donde visitaremos el cerro Simón, nuestro segundo objetivo de hoy.
Este primer tramo hasta las Peñas de Dios de aproximadamente cuatro kilómetros es de subida, sin apenas descanso.
El tramo por la rambla tiene contínuos toboganes que la van cruzando.
El sendero transcurre entre pinos y carrascas, muy agradable y sombrío.
Aproximadamente al kilómetro del inicio, en esta bifurcación que vemos en la foto, dejamos la rambla e iniciamos la subida a las Peñas de Dios por un sendero que tiene tramos con buena pendiente que nos hará emplearnos a fondo.
"Y el camino fue largo y fue malo...
y¡qué extraño es!
en caminos muy cortos y fáciles
que anduve en la vida más que hoy me cansé."
Vicenta Castro Cambón
Bonita subida que haremos con paciencia, disfrutando del entorno que nos hace olvidar la fatiga.
Entre los pinos, Higueruelas.
Andamos atentos para dejar el sendero que llevamos y seguir por la derecha por éste bien marcado por estos hitos.
No es tiempo de setas, pero encontramos este yesquero en el tronco de un pino muerto.
El suelo está muy húmedo de la lluvia del día anterior. Todos los hormigueros que vimos tenían esta montañita de tierra alrededor de su entrada. Es una forma de quitar la humedad del hormiguero sacando la tierra mojada.
"Lo que hoy las hormigas son
eran los hombres antaño:
de lo propio y de lo extraño
hacían su provisión.
Júpiter que tal pasión
notó de siglos atrás,
no pudiendo aguantar más,
en hormigas los transforma.
Ellos mudaron de forma;
¿y de costumbres? Jamás."
Félix María de Samaniego
El sendero va alcanzando altura.
A nuestra derecha, el cerro Simón que visitaremos poco después de hacerlo en las Peñas de Dios.
Con zoom y a pesar del contraluz, podemos ver la caseta forestal del cerro Simón.
El sendero va marcado con hitos.
Vimos que bastantes pinos padecían la procesionaria.
La lluvia del día anterior también hizo que las telarañas fueran bien visibles porque su seda se había llenado de minúsculas gotas que le daban este aspecto. Vimos muchísimas.
El sendero desemboca en una amplia pista, el camino de la Canaleta que nos llevará hasta la cima de las Peñas de Dios.
Es un bonito y cómodo camino entre pinos que nos llevará a la cima. (foto de Emilio Romero)
"¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruido
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!"
Fray Luis de León
Ya divisamos la cruz que se encuentra en el alto. Eso anima nuestros pasos.
El hito marca el pedregoso último tramo de subida.
Y llegamos a la cima de las Peñas de Dios. Estamos aproximadamente en el km cuatro de la ruta. En ella encontramos una cruz metálica sobre una peana de cemento y un vértice geodésico. Esta Peña se encuentra a 1167 m.s.n.m.
"Nadie responde a mi lenguaje rudo:
¡Sólo una cruz al cielo se levanta
Donde la luna inmóvil reverbera!"
Manuel del Palacio
Desde aquí, como puede imaginarse, las vistas son espectaculares. En el suelo, la antigua cruz de cemento que fue sustituida por la metálica.
“En
la montaña el turista viene a buscar un panorama, el pensador encuentra un
libro inmenso.” (Víctor Hugo)
Excelentes vistas las que podemos disfrutar desde esta espectacular atalaya, aunque la mañana no es muy clara.
Hacia el suroeste, vista del Alto de Castellano (1055 m.)
A nuestros pies,¡cómo no!, Higueruelas.
Algo más lejos, Villar del Arzobispo.
En el centro de la imagen, la Peña del Rodeno que visitamos hace unas semanas.
Y hacia el este, el cerro Simón rodeado de los gigantescos molinos del parque eólico Peñas de Dios. La presencia en toda la zona de estos molinos me hizo sentir por un momento imbuido del espíritu de Don Quijote y empatizar con lo que pudo sentir él frente a los molinos de viento que confundió con gigantes. Me sentí también un caballero andante.
"—La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra."
Cervantes, "Don Quijote de la Mancha"
Antes de seguir nuestro camino, no podía faltar la foto que atestigua haber llegado a la cima. (foto de Rafa Lafuente)
A Rafa también se le ocurrió esta "brillante idea".
Volvemos por el mismo camino que nos trajo hasta las Peñas de Dios para dirigirnos al cerro Simón.
Ya hemos dejado muy atrás las peñas de Dios.
Bonito y cómodo camino que hace relajarnos.
Ahora nos dirigimos hacia los "temibles molinos".
Nos dirigimos hacia los molinos haciendo un giro a la izquierda y empezamos a subir de nuevo. (foto de Emilio Romero)
"El viento es un caballo:
óyelo cómo corre
por el mar, por el cielo.
Quiere llevarme: escucha
cómo recorre el mundo
para llevarme lejos."
Ya los tenemos ahí. Un último esfuerzo después de la fuerte subida y lo lograremos.
Ya los tenemos frente a nosotros. Cruzamos este primer parque eólico para dirigirnos al Cerro Simón. También vemos gigantes en vez de molinos.
—¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza.
—Aquellos que allí ves —respondió su amo—, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
Frente a nosotros, el Cerro Simón, al que nos dirigimos.
—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
Tras cruzar el parque eólico, seguimos por una pista que dejamos en esta bifurcación para seguir por la derecha.
Apenas seguido este giro, pasamos junto a un depósito de agua.
Y enseguida vemos ante nosotros no sólo a los gigantes sino también al camino que hemos de subir para alcanzarlos. Podríamos subir más cómodamente por la carretera, pero como curtidos hombres de montaña que somos, optamos por subir la empinada senda.
En la subida tuvimos que apartarnos unas cuantas veces para dejar pasar a un grupo de ciclistas que bajaba a tumba abierta. (foto de Emilio Romero)
Apenas vimos florecillas. Creo que esta jara blanca (Cistus Albidus) fue la única que vimos.
"Santa florecita, celestial renuevo,
que hiciste mi alma una primavera,
y cuyo perfume para siempre llevo:
¿cuándo en mi camino te hallaré de nuevo?"
Amado Nervo
A punto de llegar al final del empinado sendero. Se puede preciar la diferencia de tamaño entre el "gigante" y nosotros. (foto de Emilio Romero)
—Bien parece —respondió don Quijote— que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
—Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete. (foto de Emilio Romero)
El empinado sendero nos saca a la pista por la que renunciamos subir. Caminamos por ella unos metros y subiremos hasta el alto del cerro por otra empinada senda, aunque ésta es más corta que la anterior.
Geometría natural perfecta la de esta mata de abrótano hembra(Santolina chamaecyparissus) con sus preciosas florecillas amarillas.
“La Botánica no es una ciencia; es el arte de insultar a
las flores en griego y latín.” (J.B. Alphonse Karr)
Por fin alcanzamos la cima del Cerro Simón, con sus 1223 m. Estamos en el kilómetro nueve de la ruta. Aquí vemos el vértice geodésico y la caseta del guarda forestal.
No podía faltar aquí tampoco la foto de "objetivo conseguido".
Como ya llevábamos varias horas desde que nos levantamos y habíamos hecho bastante esfuerzo para llegar hasta aquí, tuvimos que reponer fuerzas para poder volver al punto de inicio, por lo que hicimos la preceptiva parada del almuerzo en la improvisada mesa del vértice geodésico.
“Comamos y bebamos, que mañana moriremos.” (Isaías XXII, 13)
Mientras almorzamos, disfrutamos de las vistas desde aquí.
La cruz de las Peñas de Dios de donde venimos.
Hacia el norte, con zoom, captamos la base militar del Toro en la cima de La Salada.
Tras almorzar y disfrutar de las vistas, volvemos por el mismo sitio que nos trajo hasta el Cerro Simón.
Lo que antes subimos, ahora toca bajar.
Cuando llegamos a la parte final del sendero que nos había subido, nos desviamos por este sendero a la izquierda.
Por bonitas y protegidas sendas volveremos al punto de inicio.
Los pinos hacen de protector solar, aunque hoy no ha sido un día en el que el calor haya apretado.
Nuevamente, entre las copas de los pinos, vemos algunos tejados de Higueruelas.
Seguimos bajando sin prisa, pero sin pausa, disfrutando de este magnífico entorno.
El sendero nos devuelve a la Rambla de Peñarroya para volver al inicio por el mismo tramo que hicimos en la ida. Altas paredes envuelven este tramo de rambla.
En este punto enlazamos con el tramo común de ida y vuelta.
Curiosa columna creada por la erosión en esta terrosa pared de la rambla.
Y enfrentamos los últimos metros de la ruta con paso quedo.
Y el sendero nos devuelve al punto de inicio de la ruta. Han pasado cinco horas desde que empezamos el recorrido, cinco intensas horas que quedarán para siempre en nuestras retinas, en nuestra cabeza, en nuestro bagaje montañero...
Y tal como nos recibieron las Peñas de Dios, ahora nos despiden con un "hasta luego".
No terminamos nuestra lucha con los gigantes como terminó Don Quijote, maltrecho por las heridas producidas por querer enfrentarse a lo que él pensó que eran gigantes a los que debía vencer como valeroso caballero andante. Pero sí nos queda el sentimiento de que a veces, aún enfrentándote a gigantes con todo tu ser, las circunstancias pueden contigo y nos queda esa tristeza, esa amargura, esas pocas ganas de batallar que poco a poco van minando el entusiasmo de Don Quijote.
Debemos disfrutar de la montaña siempre de la manera más segura posible para evitar riesgos y accidentes. Para ello es importante que leas estos consejos sobre "Seguridad en la práctica de senderismo y emergencias en montaña"
La ruta en el mapa
Hola Emilio , encantado de poder comentarte por aquí. Llevo siguiendo tus rutas durante un tiempo. Es mi guía jeje. Podría ser un problema pero la mayoría de veces suelo salir yo solo. Mi sorpresa fue este pasado fin de semana Al hacer esta ruta de peña de dios. Fue recorrer los primeros 200 metros y volverme. Oi grito de animal , no se que sería si ciervo jabalí...hice bien? Parece ser zona de caza o reserva salu2. PD: vivo en la serranía, si sabes..donde apuntarme o conoces a gente que salga de ruta sería genial.salu2
ResponderEliminar¡Hola, Melfes! Gracias por seguirme. Me alegra saber que el trabajo que hago pueda servir a otros amantes de la montaña. Yo también salgo solo muchas veces. Es otra manera más íntima y personal de disfrutar de la montaña. En cuanto a lo que me preguntas desconozco que esa zona sea una reserva de caza. De todos modos, los jabalíes están por todas partes. No sé el ruido que oíste de qué sería, pero si no lo tenías claro hiciste bien en volverte. Tampoco suelen los animales plantar cara a las personas. Pero ante todo lo que prima es tu tranquilidad. En cuanto a gente de tu zona con la que puedas ir, lo desconozco. Yo intentaría comentarlo con algún amigo para ver si le apetece acompañarte en tus salidas. Es lo que suelo hacer yo. Si no tengo a nadie, voy solo.
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