“Hay tesoros que no se traducen en dinero.”, decía Tánger en La Carta esférica de Arturo Pérez Reverte. Y, efectivamente, semana a semana vamos encontrando tesoros que para nada tienen que ver con el dinero y que nos enriquecen plenamente como si de tesoros se tratase.
Esta semana nos fuimos de nuevo a Villamalur para realizar una bonita y entretenida ruta que aúna naturaleza e historia a partes iguales. Se trata de la "Ruta de los cinco sentidos" que aparece en uno de los paneles que podemos ver en la Plaza del Concejo desde donde comenzamos. Como reza el panel, siguiendo el antiguo camino de Villamalur a Alcudia de Veo nos desviaremos de él por diferentes ramales para visitar el castillo, el vértice geodésico, las trincheras del Cabezo o los hornos de los que se obtenía la cal. Además, encontraremos paneles con información de la flora y fauna del lugar que pondrán a prueba nuestros cinco sentidos. De ahí el nombre de la ruta.
Nuestra ruta comienza en la Plaza del Concejo, en el punto que vemos en la foto. En el panel de la derecha encontramos la descripción de la ruta que vamos a realizar.
Éste es concretamente el panel informativo. Para no volver por el mismo lugar, haremos un añadido a la ruta que la hará circular.
Como es habitual, estamos pronto en el punto de partida.
“Mas apenas comenzó a descubrirse el día por los balcones del oriente.” (“Don Quijote”. Miguel de Cervantes)
Y nos hacemos la también habitual foto de inicio.
Izq. Rafa Lafuente y a la der. un servidor.
En la misma plaza se encuentra la Fuente de la Era Concejo (1912), donde podríamos cargar agua si lo necesitáramos.
Bordeamos la fuente para subir por una pista cementada: el antiguo camino a Alcudia de Veo.
Encontramos el primero de los muchos paneles que ilustran la ruta. Éste nos informa de la fuente Era del Concejo. Este panel relaciona la fuente con el sentido del gusto.
La pista coge altura rápidamente. En la foto, el cementerio de Villamalur, en un enclave privilegiado.
"De aquí al cementerio, todo
es azul, dorado, límpido.
Cuatro pasos y los muertos.
Cuatro pasos y los vivos."
Miguel Hernández
Vamos dejando atrás la población.
Llegamos a esta primera bifurcación en la que nos desviaremos a la izquierda y que nos llevará hasta el vértice geodésico y al castillo de Villamalur. Tras la visita volveremos al camino.
En todo el recorrido encontraremos estas estacas que nos guían.
Como todo vértice geodésico y castillo que se precie, están ubicados en lugares altos, por lo que el camino suele estar empinado. Y en este caso no iba a ser menos.¡ Pues hacia arriba!
Una vez arriba tenemos nuestra recompensa en trescientos sesenta grados. Estos son algunos de los tesoros que solemos encontrar en nuestras rutas que no se traducen en dinero, pero sí en una satisfacción personal mucho mayor que la que nos produce el dinero. Peñagolosa al fondo.
El pico Espadán también a la vista.
Y la Rápita.
Arriba en la meseta del cerro tenemos a la izquierda el castillo y a la derecha el vértice geodésico.
El castillo ocupa una superficie poligonal irregular y estaba totalmente rodeado por una muralla de la que aún podemos ver algunos restos de lienzo. Aunque de origen musulmán, los restos actuales son de origen cristiano al ser remodelado tras la conquista.
Nos dirigimos al extremo del cerro para ir viendo los diferentes restos.
Esta sería la entrada a la fortaleza.
Éste, el aljibe que estaría cubierto, aunque ha perdido la bóveda que lo cubría.
No podía faltar el panel informativo sobre el castillo de Villamalur. Este panel relaciona la visita al castillo con el sentido de la vista, por el paisaje que desde aquí podemos disfrutar.
La verdad es que el paisaje es un deleite para la vista.
Restos de muralla.
Y, por supuesto, una excelente vista sobre Villamalur.
Ante esta maravilla no podemos menos que detenernos unos instantes y disfrutar y reflexionar. (foto de Rafa Lafuente)
“Nada resiste a la despiadada lucidez de sentirse una minúscula gotita de agua de mar en el rojo atardecer del universo.” (Padre Ferro en la Piel del tambor, Arturo Pérez Reverte)
En el horizonte lejano, acercado con el zoom de nuestra cámara, la silueta inconfundible del Peñagolosa.
La sierra de Gúdar también es visible desde aquí: Peñacalva y el Cabezo de las Cruces.
¿Qué estaré mirando a través del hueco del muro?
"Desde mi torre de marfil
miro la vida que discurre.
Mi alma romántica y sutil
suspira, sonríe y se aburre."
Medardo Ángel Silva
A través del agujero del muro se divisa el vértice geodésico al que nos dirigiremos ahora.
Entre los restos del castillo también vemos algunas trincheras de la guerra civil, que aprovecharon las piedras ...
Y dejamos el castillo saliendo por la puerta, como debe ser.
"Hemos andado despacio, sin acabar nunca.
Salimos una madrugada, hace mucho, oh, si, hace
muchísimo
Hemos andado caminos, estepas, trochas, llanazos.
Las sienes grises azotadas por vientos largos. Los
cabellos enredados en polvo, en espinas, en
ramas, a veces en flores."
Vicente Aleixandre
El vértice está rodeado de construcciones defensivas de la guerra civil.
Vértice de Villamalur (753 m)
La obligada foto en la cima.
"Oye, hijo mío, el silencio.
Es un silencio ondulado,
un silencio,
donde resbalan valles y ecos
y que inclina las frentes
hacia el suelo."
Federico García Lorca
No sólo tenemos vistas tierra adentro, también disfrutamos de vistas al Mediterráneo.
Al fondo se dibuja la silueta de las islas Columbretes.
Como dije arriba, el vértice está completamente rodeado de torretas de vigilancia y nidos de ametralladora.
Tras disfrutar del castillo y el vértice y el paisaje, toca volver al camino. Bajamos con cuidado por la pendiente y la piedra suelta del sendero que puede producir alguna caída y nuestras articulaciones están ya muy castigadas.
Volvemos al cruce y ahora seguimos por el camino de la izquierda en busca de las trincheras del Cabezo.
Por el camino vamos disfrutando de la naturaleza que nos rodea, como este grupo de carrascas...
...o del amarillo otoñal de alguna higuera que contrasta con los tonos verdes que la rodean,...
...o de las vistas del Alto del Pinar....
... o de la belleza sencilla y a la vez señorial de una rosa silvestre.
"El alma vuela y vuela
buscándote a lo lejos,
rosa tú, melancólica
rosa de mi recuerdo."
Nicolás Guillén
Echamos algún vistazo atrás para ver dónde estuvimos y vemos el vértice geodésico por ejemplo.
O el caserío de Villamalur de manera parcial.
También el castillo en su atalaya, ahora con una visión más global.
Además de los postes de madera encontramos alguna pala que nos va guiando.
También encontramos flechas blancas en todo el recorrido.
Pocos metros después encontramos otro desvío a la derecha que nos llevará hasta el cerro del Cabezo.
Encontramos una calera junto al sendero.
El sendero asciende de manera suave.
Y nos deja definitivamente en las trincheras del Cabezo. Como todos los restos de trincheras de la sierra de Espadán, éstas forman parte de la línea defensiva conocida como XYZ construidas por el ejército republicano para la defensa norte de Valencia.
Todas las construcciones se encuentran en muy buen estado y se han limpiado para su observación y como testigos de una guerra que jamás debió producirse.
Un nuevo panel nos informa de lo que aquí vemos. Relaciona la visita a las trincheras con el sentido de la vista, aunque afirma que recorrer los diferentes pasadizos que ocupan todo el cerro, activará los demás sentidos.
Una trinchera recorre prácticamente toda la circunferencia del Cabezo y podemos recorrerla casi como lo hicieron los soldados durante la guerra.
Aproximadamente cada veinte o treinta metros, aparecen nidos de ametralladoras como si de torres de un castillo se tratase.
Dada la privilegiada situación de las trincheras, las vistas son excepcionales como se puede ver en la foto.
Tras entretenernos unos minutos recorriendo el entramado de las trincheras, toca volver al camino.
Bajamos por la misma senda que nos trajo aquí.
A escasos metros del cruce nos encontramos con otra calera de grandes dimensiones.
Junto a la calera otro panel que nos cuenta cómo se fabricaba una calera y como se producía la cal utilizada en construcción. Relaciona la calera con el sentido del tacto que nos hará sentir la textura de la piedra caliza al tocarla.
Ahora recorremos la partida del Jupillo donde vamos a encontrarnos también con gran cantidad de elementos constructivos de la guerra.
Aquí unas trincheras excavadas en la tierra.
Encontramos este otro panel que hace referencia a la flora de la zona, concretamente las plantas aromáticas que podemos encontrarnos y que activan el sentido del olfato deleitándonos con los aromas que despiden
Tanto el romero como el tomillo abundan en esta partida del Jupillo y contribuyen a aromatizar el monte. Nos encanta el olor a monte.
"Vámonos al campo por romero,
vámonos, vámonos
por romero y por amor…"
Juan Ramón Jiménez
Todo el camino que recorremos está lleno de torretas de vigilancia y nidos de ametralladoras.
Prácticamente cada cincuenta metros nos encontramos con una de estas construcciones.
Dejamos el tramo de trincheras del Jupillo y recorreremos ahora un bonito sendero entre pinos, alcornoques y carrascas que nos llevará a enlazar con el GR 36.
Una delicia caminar por los bosques de Espadán.
¡Eso sí que es un tesoro!
No podían faltar preciosos ejemplares de alcornoques.
Estos sí que valen la pena. Los alcornoques con forma de hombre son despreciables y cada vez hay más.
"Mi ser fluye en tu música,
bosque dormido en el tiempo,
rendido a la nostalgia de los lagos del cielo."
Vicente Gerbasi
Aquí enlazamos con el GR 36. Lo que hemos recorrido hasta aquí se solapa también con un tramo del reciente GR 333, concretamente de la etapa Villamalur-Alcudia de Veo.
Seguimos pues por este tramo de GR 36 en bajada y por un bonito bosque.
La exuberancia en los bosques de Espadán está garantizada.
El sendero sale a una ancha pista que conduce a Villamalur.
También tenemos la ocasión de ver algún roble en fase de perder sus hojas.
"Se tú como ese roble: que la herida
que abra en tu pecho el dardo de la suerte
sin causarte escozor sane enseguida.
Labora y triunfa como sano y fuerte
para que el lauro que te da la vida
flote sobre el remanso de la muerte."
Julio Flórez
Silencio, belleza, serenidad y espesura caracterizan este tramo.
Algunos helechos presentan mal aspecto y rompen con su sequedad la frondosidad de la flora que les rodea.
No nos cansamos de disfrutar de alcornoques de gran porte.
Tengo debilidad por los árboles. Algo hay en ellos, algún tipo de fuerza, que me atrae. Es como si me quisieran transmitir algo.
En esta bifurcación podemos elegir ir por la izquierda siguiendo el GR 36 hasta Villamalur pasando por la Rambla, o como hicimos nosotros, hacerlo por la carretera de Villamalur a Matet, más directo.
A estas alturas de la vida, ya nos nos molesta caminar un rato por asfalto y más si lo que te rodea es pura naturaleza. Hasta las aliagas, con sus flores amarillas, nos alegran el camino.
O las higueras otoñales que van perdiendo sus hojas.
Fijaos qué vistas del Alto del Pinar. Espectacular. ¿Cómo nos vamos a aburrir aunque caminemos por una carreterilla sin tráfico con tan buena compañía?
Y más alcornoques.
Y ya tenemos a la vista Villamalur, con las ruinas del castillo que visitamos horas antes en la cima del cerro a cuya falda se asienta la población.
Y nuestra compañera fiel que siempre va con nosotros allá donde vamos.
"Y en medio de este oscuro silencio, de esta calma.
Yo no sé si es la sombra la que invade mi alma
o si es que de mi alma va surgiendo la sombra."
Francisco Villaespesa
Estos preciosos conejitos, tan leves, tan sencillos, nada pretenciosos, nos hacen detenernos para ser admirados como si de una obra de arte se tratase. Bueno, es que lo son.
También se nos cruzó en nuestro camino esta larva de luciérnaga (Lampyris noctiluca)
¿Y qué decir de la belleza sencilla de estas florecillas que junto al camino nos saludan?
Ya estamos en Villamalur. Unos pasos y volveremos al punto de inicio.
Un panel cerámico como el de todos los pueblos que forman la Mancomunidad Espadán-Mijares marca la entrada a la población.
Y finalizamos en la plaza del Concejo, el punto de inicio de nuestra entretenida ruta de esta semana. Ahora toca reponer fuerzas y lo hacemos en el bar ubicado en esta plaza.
Un buen bocadillo, con su cerveza y su cremaet nos hicieron recuperar las fuerzas perdidas.
Tras el almuerzo callejeamos por Villamalur y nos despedimos con una última mirada a su castillo.
Terminamos esta ruta con un pensamiento de Aristóteles en el mismo sentido que la frase del principio de esta entrada y que dice que “La riqueza consiste mucho más en el disfrute que en la
posesión.” Queremos ser ricos en este sentido, disfrutando y viviendo la naturaleza.
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