"Desnudo nací, desnudo me hallo, ni pierdo ni gano" , dice Sancho en el Quijote y con esa desnudez e ingenuidad. nos acercamos una y otra vez a las rutas que realizamos. Esa desnudez con la que abordamos nuestras rutas nos permite disfrutar al máximo de ellas ya que las hacemos sin ningún prejuicio ni juicio de valor sobre ellas. Una vez las conozcamos, podremos valorarlas.
En esta ocasión volvemos a Pedralba, en la comarca de los Serranos, para recorrer la ruta del Palmeral que ya recorrimos en el 2019 (pincha aquí: Pedralba) y añadir la subida a la modesta cima del cerritico Redondo en el que disfrutaremos de excelentes vistas en 360º. Acompañadme en el recorrido.
Gran parte de él transcurre paralelo al río Turia, aunque no lo vemos prácticamente debido a la exuberante vegetación. Otra parte del recorrido transcurre por pistas y caminos rurales. También transitaremos por tramos de tupidas sendas. En cuanto a la subida al cerritico Redondo es un corto tramo con cierto desnivel, pero nada del otro mundo, que vale mucho la pena por sus excelentes vistas en trescientos sesenta grados.
El recorrido empieza en una vía de servicio en las afueras de la población.
Apenas caminamos unos metros encontramos las primeras paletas.
Enseguida tomaremos este camino a la izquierda.
Y nuevamente por la izquierda por este camino que se convertirá enseguida en senda.
En este punto, el camino se bifurca y lo seguimos por la derecha ya por senda.
Es un bonito tramo que nos va a acercar al cauce de un barranco.
Pero antes de meternos de lleno en el barranco, nos acercamos a las cuevas de la Pedrera.
Éste es el interior de la cueva. No he encontrado mucha información pero imagino por el nombre que se utilizarían para extraer piedra.
La señal es evidente y la seguimos. El sendero nos adentra en un tupido y bonito barranco.
En algún tramo, el lecho presenta esta formación rocosa tan singular.
Terminado el barranco, el sendero transcurre paralelo al Turia. La exuberante vegetación nos lo impide ver, pero sabemos que está ahí porque oímos el rumor del agua correr buscando el ansiado mar.Y seguimos por el sendero rodeados de vegetación.
Nos llaman la atención esta pareja de globularias que se hacen compañía entre vegetación tan verde.
La presencia del Turia se evidencia por la presencia de chopos y una vegetación exuberante.
Los brezos presentan su mejor aspecto.
Y las zarzaparrillas se enredan con todo lo que encuentran a su paso.
No vemos el río, y tan cercano que lo tenemos. Pero oímos su rumor y en algún punto muy concreto y luchando con la vegetación, nos asomamos y podemos verlo fugazmente.
En algún momento el sendero se aleja del río y nos hace subir por algún tramo, cosa que hacemos sin apenas esfuerzos.
La vegetación de ribera nos impide ver el río, al que oímos correr por su cauce ajeno a nuestra mirada.
Dejamos un momento la cercanía al río para caminar por un amplio camino. Luego nos volveremos a acercar a él.
Llegamos a este punto de la ruta. A la derecha vemos una valla de madera. El poste nos indica giro a la izquierda. Al parecer, es posible seguir por el sendero que cierra la valla en determinada época del año en el que no molestamos la nidificación de águila perdicera que por lo visto tiene su nido en una de las paredes verticales de ese tramo de río. En esta época si que se puede pasar, pero nosotros decidimos seguir el sendero oficial que nos deriva hacia la izquierda.
Aún no nos habíamos hecho la foto de inicio. Pero como dice el refrán... "más vale tarde que nunca". Y aquí está.
Ahora el camino se ha ensanchado y permite un caminar cómodo y fácil en compañía de una bonita pinada.
En esta encrucijada, tomamos el camino de la derecha que marca "Corral del río".
Doscientos metros aproximadamente del anterior cruce, nos encontramos con este otro poste que seguiremos a la izquierda y que nos va a llevar de nuevo a orillas del río, aunque no la vamos a ver.
Pero mientras, miramos hacia arriba y contemplamos alguna rapaz que vigila desde su altura a los intrusos que osan caminar por sus dominios. Tranquila, que venimos en son de paz.
Altos paredones nos rodean y en ellos anidan rapaces, como el águila perdicera.
La frondosidad de la vegetación hace que el sol no nos moleste.
Las cañas forman este medio túnel.
¿Quién puede sustraerse a la fuerza cromática de ese intenso color rojo de este arbusto?
"¡Vaya hermosura!
¡vaya el color!
rojo manso y rojo bravo
rosa y clavel reventón.
Cuando los verdes se rinden,
él salta como un campeón."
Gabriela Mistral
Por fin encontramos un claro en el sendero que nos permite ver el río.
Nos acercamos a la orilla para contemplarlo desde ella. Aquí tenemos una buena vista de él.
"Tu vida es un gran río, va caudalosamente.
A su orilla, invisible, yo broto dulcemente.
Soy esa flor perdida entre juncos y achiras
que piadoso alimentas, pero acaso ni miras."
Alfonsina Storni
Tras entretenernos mirando el Turia y almorzar junto a él, seguimos con nuestro camino.
La vegetación de ribera lo llena todo.
Llegamos al cruce donde abandonaremos definitivamente el sendero paralelo al río.
Pero antes nos acercamos al corral del Río, ejemplo de construcción de piedra en seco, técnica popular de construcción que ha quedado relegada al recuerdo, al pasado, un pasado no muy lejano pero del que apenas quedan restos. Está bien intentar conservar los pocos que quedan para dejar constancia de un tiempo pasado en el que este tipo de construcciones fue necesaria e importante.
El corral del Río se encuentra a escasos metros del panel. Se trata de este muro alrededor de una balma de la montaña para servir de refugio de ganado.
Desde el poste seguiremos dirección Pedralba y dejaremos la exuberancia de la vegetación de ribera para subir por un barranco.
El sendero cruza una pinada agradable de caminar.
Aunque la vegetación va menguando poco a poco, aún vemos gran variedad de flora, como este rusco que ya luce sus rojizos frutos.
Vamos subiendo por la vaguada de un barranco. En mitad de la misma, encontramos otro ejemplo de construcción de piedra en seco. Se trata de este azud que servía para regular el caudal del torrente.
El sendero sale al camino del Palmeral que vamos a seguir unos metros a la izquierda para encontrar la subida al cerritico Redondo. Luego volveremos hasta aquí para seguir por la derecha.
Unos doscientos metros después de seguir a la izquierda, encontramos este cercado junto a un bebedero que nos parece una conejera. Se encuentra en la base del cerritico redondo y junto a él nace el sendero que nos llevará hasta su cima.
Un solitario pino corona la cima del cerritico Redondo.
El pino que corona el cerritico Redondo aguanta estoico las inclemencias del tiempo: el calor del estío y los fríos del invierno.
"En mis pagos hay un árbol,
que del olvido se llama,
al que van a despenarse, vidalita,
los moribundos del alma."
Fernán Silva Valdés
Es un cerro modesto, pero grande en su humildad porque desde él se disfruta de vistas que para sí querrían cimas más altas. Al fondo, hacia el norte, la sierra Calderona en su sector más oriental. Destacan en este sector la Mola de Segart y el Alt del Pi.
El Alt del Pi y sus antenas con zoom.
Hacia el oeste, inconfundible, el pico Ropé.
Cuando caminamos por el monte, siempre nos llama la atención esta planta de aspecto filamentoso y color rojizo. Se trata de la cuscuta epithymum o manto de la Virgen, cabellos de Ángel o también Cabell de la Mare de Déu. Es una planta parásita.
Tras disfrutar de las vistas desde el cerritico Redondo, volvemos al camino del Palmeral que retomamos después de la visita al cerritico.
Seguimos por el camino del Palmeral ancho y fácil.
La vegetación de ribera se ha convertido en un paisaje de secano donde los olivos, los almendros y los algarrobos ocupan el paisaje. Aquí un ejemplar de algarrobo.
El camino da un giro a la izquierda en este punto.
Un corto tramo y el camino se convierte en sendero.
Nuevamente, otros frutos intensamente rojos de Cotoneaster, nos llaman la atención. Seguro que para pajarillos y otros animales será un reclamo también.
El sendero es cerrado, pero no presenta dificultades al estar bastante pisado.
El sendero desemboca en un camino rural con campos de naranjos repletos de la deliciosa fruta.
"Bailan las mariposas deslumbrantes,
y picotean pájaros brillantes
unas naranjas que parecen de oro."
Juan Ramón Molina
Ahora caminamos por caminos rurales
El camino rodea el cerritico Redondo del que nos despedimos hasta otra ocasión.
Encontramos varios cercados como éste del que ya os mostré antes uno. Parecen ser madrigueras para conejos construidas por cazadores imagino.
También encontramos varios bebederos.
Nueva bifurcación que seguiremos por la derecha.
Un bebedero más...
...junto a otra madriguera.
En un punto del sendero nos despistamos con la charla y nos alejamos escasos metros de él y nos dimos de bruces con estas colmenas. Ya os podéis imaginar lo que pasó. Recibimos algún picotazo de bienvenida, pero pudimos salir del paso. La anécdota fue que mi compañero Rafa se percató a los cincuenta metros y una vez habíamos salvado el peligro, que se le había caído el móvil y tuvimos que volver atrás. Justamente lo encontró junto a las colmenas. Pero esta vez tuvimos más suerte. El punto de las colmenas está debidamente marcado en el track. Hemos de tener la precaución de estar pendientes para no dejar la senda.
En un punto, retomamos un tramo de sendero que ya hicimos por la mañana y que nos devolverá al inicio de la ruta.
Lo que antes subimos, ahora lo hemos de bajar.
Caminamos de nuevo por el mismo tramo de barranco que esta mañana...
Y de vuelta al punto desde el que iniciamos la ruta.
Lo que bien empieza, bien acaba. Una nueva ruta en las alforjas. A seguir caminando y conociendo nuevos rincones. Pisar la tierra es aprender a amarla.
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Película.
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