“No he nacido para un solo rincón, mi patria es todo el mundo.” (Séneca). Por eso esta vez nos hemos desplazado hasta Higueras (Alto Palancia) a conocer otro trocito de mundo. Y como “Un paisaje se conquista con las suelas del zapato, no con las ruedas del automóvil” (William Faulkner), hemos venido hasta aquí para conquistar con las suelas de nuestros zapatos, la cima del Elvira, uno de los picos de más de mil metros de la Sierra de Espadán.
Se trata de una bonita ruta en el límite del Parque Natural de la Sierra de Espadán que saliendo desde Higueras, nos llevará hasta el Elvira siguiendo el PR-CV 63.5, antes pasaremos por el Alto de la Cruz. A continuación, tras descender del Elvira, dejaremos el PR y cogeremos un sendero que nos lleva a un cordal, la loma de la Cierva, por la que transcurre la histórica vereda de los Contrabandistas, que recorreremos un buen tramo por este cordal, con vistas a dos vertientes: el valle del Mijares a nuestra izquierda y el valle del Palancia a nuestra derecha. Dejaremos la vereda de los Contrabandistas para ir descendiendo hacia Higueras, pasando antes de entrar en la población, por la fuente Maricalva. De esta manera concluiremos una excelente ruta, con bonitas sendas y espectaculares paisajes que no nos dejarán indiferentes.
Empezamos nuestra ruta desde la Plaza de la Iglesia de Higueras, donde nos recibió un silencio casi sepulcral (que a la vuelta se convertiría en bullicio) y a la que llegamos por una estrecha y serpenteante carretera.
Aparcamos el coche en la adyacente C/Umbría, por la que seguiría nuestra ruta, dirección al molino.
Y antes de desviarnos hacia el molino, nos detenemos para hacernos la habitual foto de grupo. De der. a izq. Rafa, Jaime, Carmen y servidor.
Escasos metros después de hacernos la foto, nos desviamos a la izquierda en dirección al molino. Encontramos una paleta que nos dirige hacia allí
La abundante vegetación nos habla de que bajamos al cauce de un barranco.
Bajaremos y cruzaremos el cauce del arroyo.
Podíamos habernos acercado al molino antes de tomar el PR, pero decidimos no hacerlo. Ahora lo vemos desde esta perspectiva.
La vegetación es abundante.
Enseguida empezamos a disfrutar de lo que va a ser una explosión de belleza y color. Estas jaras son un primer ejemplo de lo que nos espera a lo largo de la mañana.
Empezamos a ver las marcas de PR coincidentes con las de un sendero local en color blanco y azul.
El sendero enseguida empieza a ascender y nos ofrece esta visión más aérea de Higueras.
La jara negra con sus vistosas flores son otro indicativo de ese esplendor primaveral que se aprecia en el monte.
La altura alcanzada en poco tiempo es considerable y nos permite ver, hacia el sur, una parte de la Calderona, donde localizamos dos de sus más emblemáticas cimas: el Gorgo y el pico del Águila.
La senda desemboca en una pista que seguimos a la izquierda.
Pasamos junto a este bebedero para animales.
"En la pradera, una charca que solamente seca agosto, coge pedazos de cielo amarillo, verde, rosa..." (J.R. Jiménez, "Platero y yo").
Amplio y cómodo camino que nos incita a la conversación animada y distendida.
Dejamos la pista en este punto donde seguimos esta senda que vemos por la derecha.
Poco después, junto al sendero, este vetusto poste nos marca el Alto de la Cruz. Evidentemente, en este punto no se encuentra el alto. Subimos a él campo a través para llegar hasta la cima
Llegamos a este sencillo hito que lo marca. No existe ninguna cruz. Y regresamos de nuevo al sendero para continuar con la ruta.
Otra especie aromática abundante en todo el recorrido y que le dotaba de un bonito color morado y un sugerente aroma, es el cantueso, una variedad de lavanda.
Y seguimos por bonitos tramos de senda, donde las carrascas nos ofrecen su silenciosa compañía.
Salimos nuevamente a la pista que habíamos dejado y la seguimos hacia la derecha.
Pasamos junto a un bonito campo de almendros, alfombrado de una verdísima hierba que lo hacía muy atractivo.
Y junto al camino, este sencillo cartel de corcho (encontraremos más en el recorrido) nos señala la presencia del pozo del Mas.
Pozo del Mas.
"Ojos de agua de sombra,
ojos de agua de pozo,
ojos de agua de sueño.
El silencio y la soledad,
como dos pequeños animales a quienes guía la luna,
beben en esos ojos,
beben en esas aguas."
Octavio Paz
A escasos metros del pozo, encontramos esta balsa.
Seguimos la pista y para evitar una prolongada curva, nos desviamos a la derecha por este atajo.
Está algo empinado, pero el esfuerzo nos ahorrará unos centenares de metros.
Ahora seguiremos la pista, en suave ascenso, hasta el collado donde encontraremos la senda de subida al Elvira.
Los tomillos presentaban un aspecto espectacular y es una pena que no podamos plasmar el aroma del monte. Es otro de los alicientes que disfrutamos cuando vamos por la montaña.
Las jaras están muy solicitadas. Deben tener algo muy especial para que infinidad y variedad de insectos las deseen.
Tras el tramo de pista llegamos al poste que nos indica el sendero de subida al Elvira.
En este punto dejaremos el PR.
Nos espera ahora una empinada subida, aunque no excesivamente larga, que nos dejará en la cima. Al llegar arriba veremos que habrá valido la pena el esfuerzo.
De subida tenemos un adelanto de lo que vamos a encontrar en la cima. A la vista un viejo conocido: el Morrón de Campos.
Aquí ampliamos con zoom la cima, donde vemos mejor la caseta forestal que la corona.
"Pinar, tengo miedo
de pensar contigo;
miedo de acordarme,
pinar, de que vivo."
Gabriela Mistral
Y alcanzamos la cima, coronada por este vértice geodésico.
Elvira 1028 msnm.
Las vistas en 360º son fabulosas. Aunque las que dan al norte nos llaman más la atención.
Hacia el noroeste, distinguimos la localidad turolense de Fuentes de Rubielos. También el Peñarroya y la ermita de Santa Isabel (Rubielos de Mora, Teruel).
Y la inevitable foto de grupo en el vértice que corona la cima.
Un buen almuerzo nos esperaba e iba a ayudar a recuperar las fuerzas perdidas y a coger energía para lo que aún nos faltaba. Había de todo, hasta un fresquito vino blanco.
"Lo bueno del vino es que durante dos horas los problemas son de otros" (Pedro Ruiz).
"Yo no sé lo que busco eternamente
en la tierra, en el aire y en el cielo,
yo no sé lo que busco, pero es algo
que perdí no sé cuándo y que no encuentro,
aun cuando sueñe que indivisible habita
en todo cuanto toco y cuanto veo."
Rosalía de Castro
Hemos disfrutado de preciosas e infinitas vistas desde la cima del Elvira. También hemos recuperado fuerzas. Pero toca continuar. Descendemos por el sendero que subimos y casi frente a él, a la otra parte de la pista, el poste direccional nos marca nuestra continuación.
Nos espera una corta, pero intensa subida hasta un cordal que nos va a ofrecer bonitas vistas a ambas vertientes.
Nuestro disfrute en la montaña no se centra únicamente en los paisajes o parajes singulares, sino que cualquier elemento por sencillo que sea, una florecilla, un insecto, una piedra...también nos llama la atención y nos hace disfrutar de lo que vivimos.
No solamente las abejas liban las jaras. Cualquier insecto se ve atraído por ellas y no dudan, en una especie de cortejo, posarse en ellas en busca de ¿cariño?...
"¿La eternidad? ¡Qué importa,
cuando una flor de tiempo
te basta y sobra!"
Antonio López Baeza
El cordal recorre la loma de la Cierva por la que transcurre un tramo de la conocida como "vereda de los contrabandistas". Se trata de una "vieja senda clandestina por donde estos románticos mercaderes, fuera de la ley, bajaban el contrabando desde Aragón. Se trataba de productos caros y de poco peso que utilizaban para su venta o trueque en la playas de Almazora" (texto extraído de la "Guía de senderismo de la Comunitat Valenciana" del periódico Levante). Las vistas mientras caminamos, no tienen desperdicio. El cordal marca los limites de los términos municipales de Higueras y Montán.
Amplias panorámicas que ensanchan nuestra mirada y a las que no estamos acostumbrados en nuestro día a día. En el centro de la foto, podemos distinguir el Mas de Bagán, una importante masía en su época, en término de Montán, por la que hemos pasado muchas veces.
"La mañana era clara, pura, traspasada de azul. Caía del pinar vecino un leve concierto de trinos exaltados, que venía y se alejaba, sin irse, en el manso y áureo viento marero que ondulaba las copas" (J.R. Jiménez, "Platero y yo").
Una pareja preciosa.
Obras así de perfectas nos hacen pensar que "La Naturaleza es grande en las grandes cosas, pero es grandísima en las más pequeñas" (Jacques-Henri Bernardin de Saint-Pierre.
De aquí venimos.
"Excelso monte, cuya verde cumbre
pisó difícil poca planta humana,
aunque fuera mejor que fuera llana
para subir con menos pesadumbre.."
Lope de Vega
El vértice del Elvira con zoom.
La vista no se cansa de mirar lo visto tantas veces.
"La mitad de la belleza depende del paisaje, y la otra mitad del hombre que lo mira" (Lyn Yutang)
Vistas hacia la Sierra de Espina, con su máxima altura: Santa Bárbara de Pina.
Aquí con zoom.
También vimos matas de nevadilla, que con su sencillez, ligereza y fragilidad también nos hacen detener la marcha para disfrutarlas.
Seguimos caminando por este amplio cordal, con algún que otro sube y baja.
Las lechetreznas, con su fragilidad y belleza, contribuyen con el amarillo de sus flores a dar colorido al camino.
La primavera, exultante, nos mostraba su belleza a cada paso.
"Ahora que viene la primavera, pienso en el niño tonto, que desde la calle San José se fue al cielo. Estará sentado en su sillita, al lado de las rosas únicas, viendo con sus ojos, abiertos otra vez, el dorado pasar de los gloriosos." (J.R. Jiménez, "Platero y yo")
Es entretenido recorrer el cordal, porque no presenta una uniformidad sino que intercala zonas más pobladas y otras más despejadas.
Pasamos junto a las ruinas del corral de la Loma, vestigios de un pasado rural ya desaparecido e irrecuperable. A nuestro paso por él, comentamos lo laborioso de su construcción y la diferente valoración que se tenía del tiempo en comparación a la actual. Hoy todo es prisa, la paciencia se ha perdido.
El talictro tuberoso (thalictrum tuberosum) es una obra de arte al aire libre.
Como una pieza de museo, nos detenemos ante ella embelesados para su contemplación.
"Dan vida a mi mediano pensamiento
el ver un pino y una fuente clara
en esta soledad que el alma adora."
Luis Carrillo y Sotomayor
Seguimos el sendero sin dificultades apreciables.
El sendero desemboca en una pista que seguimos escasamente unos metros a la derecha para desviarnos a la izquierda por esta senda con otro cartel en un corcho que marca "El Rebollo".
Ahora caminaremos por un bonito sendero que transcurre más o menos por la cota 900 m. Y que en algún tramo marca también los términos de Higueras y Torralba del Pinar. Y algo más adelante, con el de Pavías también.
La uña de gato también es muy abundante. Esta mata aún no ha florecido.
Estamos disfrutando de preciosas sendas.
Bonitos tramos de senda hacen más agradable la ruta.
Collado de los Arenosos. En este punto, damos un giro a la derecha.
La sombra, cuanto más te acercas, más se aleja de ti. Cuanto más te separas de ella, más te sigue.
"Entre el dudoso cortejo
de sombras, peregrinando
voy una sombra buscando."
Amado Nervo
Aquí vemos bien marcado el camino a seguir. Es un tramo también con sube y baja.
Las jaras, la verdad que son un espectáculo.¡ Hay que ver la cantidad de insectos que atraen!. Sus arrugadas hojas y el amarillo de sus estambres son un excelente reclamo para toda clase de insectos.
"Y abarqué el infinito en una sola
mirada, llena de fulgor intenso..."
Julio Florez
Y un espléndido ejemplar de alcornoque junto al sendero.
Otro giro a la derecha marcado por este poste nos lleva un corto tramo por un sendero local de Pavías "Ruta 3. Pavías-Serretilla-Pavías", que dejaremos enseguida.
Pero antes nos detenemos para fotografiar esta seta tan peculiar y de considerable tamaño en este caso.
Además de setas extrañas para nosotros por no ser expertos, también vemos pinos diferentes que nos evocan citas literarias.
"Donde quiera que paro, Platero, me parece que paro bajo el pino de la Corona. A donde quiera que llego-ciudad, amor, gloria-me parece que llego a su plenitud verde y derramada bajo el gran cielo azul de nubes blancas. Él es faro rotundo y claro en los mares difíciles de mi sueño..." (J. R. Jiménez, "Platero y yo").
En este cruce dejamos la "Ruta 3" de Pavías, apenas trescientos metros después del poste que vimos antes. Seguiremos hacia la derecha dirección Higueras.
Justo en el cruce se encuentra el corral del Abejero, uno de los muchos que existían por la sierra, utilizados para la guarda del ganado en largas travesías. Aunque a escasos metros, no nos acercamos a verlo.
Y a escasos metros del cruce, este pilón que marca los términos de Higueras y Pavías.
La cima del Abejero, con las antenas que dan cobertura a la zona (mala por cierto, yo no tuve durante gran parte del recorrido) y la pista de acceso hasta ellas.
Transitamos por estupendas sendas, con la protección de los pinos que nos evitan el sol directo.
Otro poste direccional que nos marca el camino. Estamos junto a la fuente Maricalva
Fuente Maricalva, que abastece al pueblo.
Nos vino muy bien detenernos a beber y refrescarnos en ella. Parada obligada y más si la sed y el calor aprietan.
A partir de la fuente solo nos queda seguir el amplio camino que nos lleva a Higueras en unos centenares de metros.
Cruzamos un puente de cemento sobre las aguas del barranco de la Fuente.
"El arroyo traía tanta agua, que los lirios amarillos, firme gala de oro de sus márgenes en el estío, se ahogaban en aislada dispersión, donando a la corriente fugitiva, pétalo a pétalo, su belleza..."
(J.R. Jiménez, "Platero y yo").
Un amplio camino bordeado de pinos nos acerca al pueblo.
Esta campanilla, con su silencioso tintineo, apenas perceptible salvo para aquellos que saben escucharlo, ponía el punto y final al festival de color que supusieron todo el repertorio de florecillas que disfrutamos a lo largo del día. Evidentemente, ellas también forman parte de la ruta. Sin ellas, la ruta perdería parte de su encanto.
Primeras casas de Higueras, indicio de que lo que se daba estaba a punto de acabar.
Pasamos junto al restauradísimo lavadero municipal.
Casi al lado del lavadero, está esta fuente con un panel cerámico de San Antonio Abad.
Un aire de fiesta se respiraba en el pueblo. Multitud de confeti de colores revoloteaba alegremente por sus calles en forma de remolinos. Pensamos que era un bonito recibimiento para los caminantes. Pero el descubrimiento del motivo verdadero, nos volvió a la realidad: se había celebrado una boda. ¡Vivan los novios!
"Por las calles voy dejando
algo que voy recogiendo:
pedazos de vida mía
venidos desde muy lejos."
Miguel Hernández
Y de nuevo, en la plaza de la Iglesia, principio y fin de nuestra ruta.
La iglesia está bajo la advocación de la Purísima Concepción.
Hola Emilio: Sin duda una preciosa, interesante e intensa ruta, donde el esfuerzo físico se ve bien recompensado. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Hola, Emilio! Muy bonita ruta. Ya deseaba hacía tiempo, subir al Elvira. Hemos de volver a subirlo por nuevas sendas. Un abrazo.s
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