SUERA: CASTILLO DE MAUZ, FTES. DE CASTRO Y DEL PORC (11/1/2025)
“La historia es émula del tiempo,
depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente,
advertencia de lo por venir.” (Fernando Navales en “Mil ojos esconde la noche”
de Juan Manuel de Prada). En la ruta de hoy vemos estas evidencias de la
historia. El castillo de Mauz es testigo de lo pasado, es un ejemplo y aviso de
lo presente y nos advierte de lo que está por venir. Sacamos la conclusión de
que hasta la fortaleza más inexpugnable tiene su decadencia, su ruina y su
final. Apliquemos esto a nuestra vida.
Volvemos una vez más a Suera para realizar una ruta en nuestra querida Sierra de Espadán. En este caso nos apetecía volver a subir al castillo de Mauz, doce años después. Esta vez variamos el camino de vuelta, pero en esencia hemos vuelto a disfrutar de una interesante e histórica ruta en esta magnífica sierra.
Se trata de una bonita ruta que nos lleva desde el aparcamiento en la zona alta de Suera a visitar el castillo de Mauz, de origen árabe, pasando antes por el despoblado morisco de Suera Alta. Tras visitar la impresionante fortaleza, la más imponente de la Sierra de Espadán sin duda, nos dirigiremos hacia la fuente de Castro con sus dieciséis caños manando una buena y fresca agua y donde podemos hacer una parada para descansar y tomar algo en su área de picnic. Tras visitar la fuente volveremos a Suera, tomando una preciosa y exuberante senda, un poco rompepiernas, que pasa junto a la fuente del Porc que al contrario que en otras ocasiones tenía algo de agua en el fondo. También pasaremos junto a un monumental alcornoque que nos dejará muy pequeños si posamos junto a él. La senda acaba en una pista, donde tenemos también la ocasión de ver un curioso pino de tres brazos. Seguiremos esta pista de frente unos quinientos metros para llegar a un cruce con una carretera que seguiremos por la derecha y que sin dejarla nos dejará en el aparcamiento de Suera en poco más de quinientos metros, donde daremos por finalizada la ruta.
Llegamos a primera hora de la mañana y dejamos el coche en el aparcamiento de la parte alta del pueblo. Las primeras luces del día hacían clarear el cielo de Suera en el momento en que "los gatos empezaban a dejar de ser pardos." (“La
prueba del laberinto”, Fernando Sánchez Dragó)
Nos hicimos la foto de inicio, como siempre. De derecha a izquierda Emilio Romero, Rafa Lafuente y un servidor.
Justo cuando íbamos a comenzar la ruta tuvimos un agradable encuentro con Álex ("Casiaventurilla"), Estebán Cuéllar (célebre autor de libros de rutas por la Comunidad Valenciana) y Enrique y Miguel de SenderoXtrem que también iban a realizar una ruta por la zona. Tras un buen rato de amena conversación, nos despedimos y comenzamos cada uno nuestras rutas. Más adelante tuvimos otro casual y grato encuentro con nuestros amigos José Ramón, Raúl y José Antonio ("Trotasendas") que luego comentaré.
Comenzamos a caminar por la calle Nueva que enseguida abandonamos para subir por unas empinadas escaleras que parten junto al calvario de la ermita del Santísimo Cristo de la Clemencia.
Las escaleras desembocan en la calle Benitandús frente a esta fuente. Seguimos por la derecha.
Calle Benitandús, en silencio a estas prontas horas del día.
"Por las calles voy dejando
algo que voy recogiendo:
pedazos de vida mía
venidos desde muy lejos."
Miguel Hernández
Giramos a la izquierda por la calle Mayor que nos sacará del pueblo.
En las afueras del pueblo vemos este pilón
Enlazamos con el camino de Castro.
Enseguida vemos la imponente imagen del castillo de Mauz, a donde nos dirigimos.
En este punto de información dejaremos el camino de Castro para seguir por la derecha.
Nos llama la atención un granado en el que aún cuelgan de sus ramas muchas granadas que han perdido ya su madurez.
"Debajo del granado
de mi pasión
amor, amor he llorado
¡ay de mi corazón!
Al fondo del granado
de mi pasión
el fruto se ha desangrado
¡ay de mi corazón!
Miguel Hernández
Las semillas del diente de león están preparadas para ser dispersadas por una ráfaga de viento que las lleve muy lejos de aquí.
El camino nos lleva hasta el barranco de Castro...
...que cruzamos por este paso cementado. (foto de Emilio Romero)
Tras pasar el barranco, seguimos por este camino empedrado.
Encontramos este primer desvío que nos llevaría hasta el castillo de Castro, pero lo obviamos en esta ocasión.
Seguimos tranquilamente por el camino, rodeado de una naturaleza espléndida.
A nuestra derecha, arriba de la ladera, vemos la oquedad de la cueva de la Tía Cantina.
A la otra parte del barranco, vemos esta formación rocosa que nos recuerda a los Órganos de Benitandús que se encuentran en la otra vertiente de la montaña.
Nos encontramos en este otro desvío que también lleva hasta el castillo de Castro y que sí cogemos para subir hasta él.
Tras un corto tramo de senda, llegamos hasta las ruinas del poblado de Suera Alta, a los pies del castillo.
Aún podemos ver algunos restos de lo que fueron las viviendas del poblado.
Aprovechamos para inmortalizarnos en lo que parece la plaza del poblado.
Entre las copas de los pinos acertamos a ver la silueta del castillo que en otra época velaba por la defensa de la aldea.
Seguimos por la empinada senda.
En la parte alta del poblado encontramos restos de más edificios. Algunos elementos constructivos de algunas casas se conservan bastante bien, como estos arcos que vemos en la foto.
En algún punto de la senda agradecemos que en su momento se limpiara el paso que estaba cortado por la caída de grandes pinos.
Seguimos en ascenso, paso a paso, sin prisa pero sin pausa como suele decirse, para disponernos a asaltar el castillo cual guerreros medievales.
Pasamos junto a este hito que marca un sendero a la derecha, pero vemos tan evidente la senda que llevamos que la seguimos unos metros hasta que vemos que no nos lleva a ningún lado y volvemos hacia atrás para seguir por aquí.
Encima de nosotros vemos la cueva del Castillo, a la que no vamos a subir.
Mientras miramos hacia la cueva vimos pasar un buen rebaño de cabras por encima que apenas nos dio tiempo de fotografiar. Aunque no se aprecian muy bien, en la foto podemos ver dos cabras paradas que nos miran curiosas.
La senda desemboca en esta pista que seguimos hacia la izquierda.
Cien metros después llegamos a este otro cruce que también seguimos a la izquierda y que nos llevará a la base del castillo.
Ya tenemos a la vista la imponente mole del castillo de Mauz.
Hace doce años estos escalones de madera que dan acceso al castillo no estaban. Se aprecia también que se han excavado otras zonas. Aquí estamos dispuestos a la conquista de la fortaleza. (foto de Emilio Romero)
El castillo de Mauz se encuentra encaramado en lo alto del cerro de Suera Alta a una altitud de 582 m. La altura alcanzada nos permite ver la localidad de Onda y destaca también la cima del Montí.
Al fondo, las siluetas del Bartolo y de las Agujas de Santa Águeda.
(foto de Emilio Romero)
Nos detenemos ante la imponente muralla del castillo.
"Vierte la luna plateados rayos
que reflejan las ondas en el río
y que iluminan, con sus tintes vagos
los medrosos despojos de un Castillo.
Todo es silencio allí, do en otro tiempo
hubo bullicio y locas alegrías..."
José Asunción Silva
No podía faltar la imagen de Penyagolosa.
Llegamos a la base del castillo, donde contemplamos las espectaculares ruinas de este castillo árabe que debió ser imponente e inexpugnable. (foto de Emilio Romero)
Una vez en el terreno de la fortaleza, nos toca la visita obligada y las habituales fotos de rigor que evidencien nuestro paso por el monumento.
Más escaleras de madera nos acercan a otros rincones del castillo.
Con idea de alcanzar la parte alta del castillo nos encaramamos por esta empinada y rústica escalera, de la que nos preocupa más la bajada que la subida.
Esto es lo que vemos desde el punto en el que nos hemos encaramado, pero no podemos acceder a ningún otro punto del castillo, por lo que nos toca bajar. Lo haremos con sumo cuidado.
Sin duda, el castillo de Mauz es el más imponente e inexpugnable de la Sierra de Espadán. Su silueta destaca en lo alto del cerro en el que se ubica y nos lleva a meditar lo que ya comenté al principio: hasta las fortalezas más poderosas declinan y caen. Debemos aprender la lección y no pensar que somos indestructibles.
Restos almenados de la muralla.
"Mi reino vivirá mientras
estén verdes mis recuerdos.
Cómo se pueden venir
nuestras murallas al suelo.
Cómo se puede no hablar
de todo aquello."
José Hierro
Como comenté al principio, en el castillo tuvimos también el grato encuentro de nuestros amigos José Ramón, Raúl y José Antonio que hacía tiempo que no veíamos. Coincidimos también después en la fuente de Castro donde compartimos el momento del almuerzo.
Después de la conquista del castillo, seguimos nuestro camino. Tenemos la posibilidad de atajar por esta senda que vemos en la foto y que baja hasta la pista que cogimos en la subida. Esta opción comporta pasar por algún tramo de senda donde deberemos ir con precaución para no resbalar. De hecho uno de ellos está equipado con una cuerda para facilitar la bajada. La otra opción es volver a la pista por el camino que nos trajo aquí. Nosotros elegimos la primera.
El atajo rodea el castillo por detrás. Esto es lo que vemos.
El sendero pasa por este punto equipado con una cuerda que nos ayudó a bajar más fácilmente.
(foto de Rafa Lafuente)
El sendero sigue en descenso con tramos con pendiente.
Llegamos a este cruce con una pala direccional que nos indica la dirección a la fuente de Castro; izquierda.
Poco más adelante encontramos algún punto más que requiere de prudencia para bajar para evitar algún resbalón.
El camino poco a poco se dulcifica y nos permite un caminar más cómodo.
Hasta nos permite tener instantes más distendidos.
La senda transcurre por una espléndida pinada que hace nuestras delicias.
“Es
que el bosque tiene ruidos extraños, modulaciones misteriosas que a veces
semejan llanto de niños, a veces risotadas de muchachas que anduvieran volando
entre el ramaje.” (Conde de Laín en “El abuelo”, Benito Pérez Galdós)
Nuevo cruce en el que una nueva pala nos guía: izquierda.
Seguimos por el interior del bosque.
El camino más dulce nos invita a la reflexión.
"Este es mi amor, hermanos, este esfuerzo
denso, maduro, alto,
estos dedos agónicos y este
manojo de entusiasmo."
Jorge de Bravo
La senda desemboca en un camino más ancho que, por la derecha, nos lleva hasta la fuente de Castro, nuestro siguiente objetivo.
Antes del paraje de la fuente de Castro, encontramos este estanque, tal vez para el riego.
Llegamos al paraje de la fuente. En este punto, el barranco de Castro está encauzado.
La fuente de Castro tiene dieciséis caños y siempre que venimos encontramos gente llenando garrafas. En este caso también.
El paraje también tiene asador, pero como vemos, está clausurado.
Enfrente de la fuente se encuentra este espacio con mesas para poder descansar y comer, que justamente es lo que hicimos nosotros.
Éste fue nuestro sencillo almuerzo en el que no faltaba casi de nada.
Aquí dispuestos a rematar la faena. (Emilio Romero)
Frente a nuestra mesa, este enhiesto ciprés nos recordó algún poema en el es protagonista.
"El sol es un globo de fuego,
la luna es un disco morado.
Una blanca paloma se posa en el alto ciprés centenario."
Antonio Machado
Tras el almuerzo, que compartimos con los amigos de Trotasendas, seguimos nuestro camino. Dejamos atrás el paraje de la fuente de Castro y volvemos sobre los pasos que nos trajeron aquí.
Y seguimos disfrutando, como hacemos habitualmente, de las cosas bellas y sencillas que vemos en nuestras rutas. Un ejemplo de ello es esta preciosa vinca, que destaca aún con su pequeñez de todo lo que le rodea.
"Entre las hierbas alguna humilde flor ha nacido,
azul o blanca. ¡Belleza del campo apenas florido,
y mística primavera!"
Antonio Machado
A unos trescientos metros de la fuente, llegamos al cruce por el que bajamos del castillo de Mauz. Ahora seguiremos por el camino de la derecha.
Por el camino que llevamos, si quisiéramos, podríamos volver a Suera, pero alargaremos más la ruta para disfrutar del entorno de los bosques mágicos de la Sierra de Espadán.
Salpica el camino algún campo de olivos, que contrasta con la vegetación exuberante de Espadán.
No sé si se ve bien en la foto, pero aparece camuflada una lagartija que tomaba plácidamente el sol hasta que sintió nuestra presencia y salió corriendo.
"El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.
El lagarto y la lagarta
con delantalitos blancos."
Federico García Lorca
En este cruce, aproximadamente un kilómetro después del anterior, dejamos el camino pasa seguir el sendero que cruza el barranco de Castro y que nos lleva al otro lado.
Cruzamos el arroyo del barranco de Castro. (foto de Emilio Romero)
"Camino blanco, viejo camino,
desigual, pedregoso y estrecho,
donde el eco apacible resuena
del arroyo que pasa bullendo…"
Rosalía de Castro
¿Qué me decís de ese tono verde tan especial de este ramillete de hojas de ombligo de venus?
En la umbría, las rocas están tapizadas de verde musgo.
"Es de musgo mi barba trasparente,
ópalos desleídos son mi frente
y risa de las náyades mi canto."
Manuel José Othón
Dos vincas se hacen compañía en medio de esta exuberante vegetación.
Y estas florecillas de pitiminí, tan delicadas y sencillas son flores del durillo.
"Soy esa flor perdida que brota en tus
riberas
humilde y silenciosa todas las primaveras."
Alfonsina Storni
Subimos por la otra parte del barranco y salimos a la camino de Castro, que cruzamos para seguir por la senda que vemos enfrente. (foto de Emilio Romero)
El sendero empieza enseguida a mostrarnos la grandeza del bosque impenetrable por el que vamos a deambular. Pareciera que estamos en un país tropical donde la jungla ocupa el terreno.
Este tramo va ser un rompepiernas, con contínuas subidas y bajadas que pondrán a prueba nuestras piernas y nuestros pulmones y corazón.
El castillo de Mauz va a ser un referente en este trayecto. Desde la lejanía aún nos damos más cuenta de su inexpugnabilidad.
¡Fijaos en la densa vegetación que puebla las laderas de estos montes!
"Voy, de su impulso llevado
del valle a la selva umbrosa,
do van las hojas de rosa
y las hojas de laurel."
José María Heredia
Un breve tramo de sendero volvimos a coincidir con los amigos de Trotasendas.
Siempre hay obstáculos que salvar en el monte.
Llegamos a la fuente del Porc. Nos asomamos a la boca y vimos agua en el interior. Otras veces que pasamos por aquí no tenía. Nos alegramos por ello.
Comprobad la majestuosidad del bosque y nuestra pequeñez a su lado.
Al lado del camino, las ruinas de los corrales del Casalet.
Los alcornoques son los reyes de los bosques de Espadán.
No podían faltar en este precioso sendero bellos ejemplares.
Las subidas nos pesan, pero las bajadas y en piedra suelta no pesan más.
Impresionantes vistas hacia el castillo de Mauz.
Los helechos forman parte de la flora de esta sierra.
"Por el sur de mis pies fue primavera
y al norte de mi frente flor de helecho."
Federico García Lorca
El escenario en el que se desenvuelve esta preciosa ruta, nos invita a una reflexión profundo de lo que necesitamos realmente en la vida y llegamos a la siguiente conclusión:
“La sencillez consiste en hacer el viaje de la vida llevando
sólo el equipaje necesario.” (D. Charles Warner)
La senda es un recorrido rompepiernas y se nota. En algún caso, la pendiente y lo descarnado del terreno nos obligan a ponernos las filas.
Desde la altura de la senda, podemos ver desde lo alto la cueva del castillo.
Y llegamos a este alcornoque monumental, verdadera joya de esta preciosa senda. Tocando su tronco, otro alcornoque pero nada monumental. A su lado nos sentimos muy pequeños.
Repasar
la corteza de un árbol experimentado es como acariciar la crin de un caballo
que uno monta a diario. Se establece una comunicación muy sobria pero lo bastante intensa como para que después uno la eche de menos cuando
vuelve al trajín de la ciudad.” (Santiago en “Primavera con una esquina rota”, Mario Benedetti)
Seguro que gnomos, elfos, duendes y otros habitantes del bosque nos contemplan a nuestro paso.
Preciosa imagen del imponente e inexpugnable castillo de Mauz. (foto de Emilio Romero)
La joven enredadera empieza a abrazar a un enorme y antiguo pino. En poco tiempo rodeará por completo su tronco en un abrazo irrompible.
Llegamos a un cruce en el que encontramos otro árbol especial. Se trata de este pino de tres brazos.
"Al bosque me llevó mi fantasía,
y en su fondo erizado de retamas,
hallé un gigante pino, cuyas ramas
eclipsaban la luz del medio día."
Manuel del Palacio
En el cruce donde encontramos el pino de tres brazos, damos con una pista que seguimos por la izquierda.
Caminamos ya en llano por un amplio camino entre pinos.
Junto al camino, una casa.
Y enseguida damos con otro camino que seguimos de frente, obviando la derecha.
Y otro cruce que seguimos por la derecha.
Ya no dejamos esta carretera que nos lleva de nuevo a Suera en unos centenares de metros.
Entramos en Suera por la calle Benitandús.
Seguimos por la calle Benitandús hasta llegar a las escaleras que subimos a la mañana.
Llegamos a las escaleras y si a la mañana las subimos, ahora las hemos de bajar.
Y llegamos de nuevo al aparcamiento donde dejamos el coche por la mañana, terminando aquí nuestra bonita e interesante ruta de hoy.
La historia nos debería servir para aprender. Seamos más humildes y más sencillos en la vida. Nuestra "fuerza" tiene un límite y un tiempo. Un día nos dejará y hemos de estar preparados para ello.
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