“Una montaña que se ve en el horizonte, sobre el cielo límpido, es una imagen que se graba en nuestra alma y que en ella reposa durante tiempo y tiempo.” (Azorín, “España”)
A nosotros se nos han grabado en nuestra alma muchas montañas y reposan en ella para siempre; pero aún nos quedan muchas más por retener y una de ellas era La Lastra (La Rastra en el mapa del IGN), cuya visita os paso a contar a continuación.
La Lastra es una de las pocas montañas de la Sierra de Espadán que supera los mil metros de altitud (1042 m). De todas ellas tal vez sea la menos conocida. Ello se puede deber en parte a que su cima está poblada de carrascas que hacen que no disponga de buenas vistas. Pero he de decir, que a pesar de ello, llegar hasta allí ya es motivo suficiente para realizar la ruta.
A primeras horas de la mañana nos encontramos en Algimia de Almonacid para iniciar la ruta.
Una ligera bruma domina la atmósfera y enturbia la visibilidad.
Hemos aparcado a la entrada del pueblo, en la calle Campo. Iniciamos el recorrido siguiendo por la calle Latoneros.
El silencio llena las calles y nada lo altera a estas tempranas horas en las que sus moradores aún sueñan. Aprovechamos para hacernos la foto de grupo.
Pasamos delante de su sencillo Ayuntamiento.
Ya junto a las últimas casas de la población, nos detenemos en la balsa del Montón que tiene esta pequeña casita para los patos (¡cuá, cuá, cuá...Esa que ves en la foto!)
Ya fuera de la población nos acercamos al paraje de la fuente de Donace.
Lo primero que nos encontramos es con el lavadero. Lavadero suponemos en otra época concurrido, hoy simplemente como vestigio de un pasado que ya no volverá.
"Y cuando esté recién lavado el mundo
nacerán otros ojos en el agua
y crecerá sin lágrimas el trigo."
Pablo Neruda
En el paraje, se encuentra un elemento singular. Se trata de un antiguo acueducto, el acueducto Donace, de origen medieval islámico. Toda la información la podemos leer en este panel.
Éste es el sencillo acueducto de Donace, de un solo arco.
Y ésta la fuente que da nombre al paraje.
"¿Quién es esa sirena de la voz tan doliente,
de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna?
-Es un rayo de luna que se baña en la fuente,
es un rayo de luna..."
Amado Nervo
Tras la visita al paraje de la fuente de Donace, cogemos este camino rural que nace junto a la carretera y que nos adentrará en breve en el barranco del Cañar.
El camino transcurre entre campos de olivos y almendros básicamente.
También encontramos campos de nogales.
Y llegamos a la balsa del Cañar, construida a finales del S. XIX y que recoge las aguas del barranco para utilizarla para el riego.
La balsa es de amplias dimensiones.
Seguimos entre campos. Seguimos por el camino de la izquierda que nos adentrará en el precioso barranco.
De camino, nos entretenemos y disfrutamos de las sencillas florecillas silvestres que nos vamos encontrando, como éstas de boca de dragón o conejitos, con ese bonito color rosado.
O nos detenemos frente al oloroso romero, también florido que tanto aromatiza la montaña.
Pasamos junto a las ruinas de los corrales del Cañar. En los restos del muro, una señal del PR-CV 63.6
El camino nos va a adentrar en el barranco y ya vamos disfrutando de bonitos ejemplares de alcornoques.
Llegamos junto a esta casa de campo.
En los alrededores, los alcornoques son los dueños de la montaña.
Nunca dejamos de aprender. Nos sorprendió esa especie de judía verde en este arbusto, que es una cornicabra (pistacia terebinthus) y se trata de unas agallas que son originadas por un pulgón que se desarrolla en su interior. Esa forma particular en forma de cuerno similar al de las cabras es la que le da el nombre común al arbusto.
Durante la ruta, tuvimos ocasión de encontrar multitud de setas, todas ellas comestibles al menos una vez.
Frente al camino junto a la casa, tomamos este sendero que indica "Pico La Rápita", aunque nosotros no iremos hasta allí. En una ojeada a la web de Algimia de Almonacid, leí que han limpiado esta senda subvencionada por la Diputación de Castellón.
Empezamos a subir por la senda y encontramos tramos empedrados.
Los alcornoques hacen su aparición, como es habitual en toda la sierra de Espadán.
Pasamos junto a las ruinas del corral de Gascón.
"Y aquí estoy yo, brotado entre las ruinas,
mordiendo solo todas las tristezas,
como si el llanto fuera una semilla
y yo el único surco de la tierra."
Pablo Neruda
Seguimos subiendo por la senda, en ocasiones bastante tupida.
Junto al sendero nos asomamos a la fuente del Alcodori (Codorí en el mapa del IGN), metida en esa especie de cubeta que dificulta el acceso.
La senda tiene su pendiente, pero es muy bonita.
Como comenté, encontramos setas de todo tipo, color...
... y tamaño.
El sendero tira hacia arriba y merma nuestras fuerzas.
Menos mal que nos vamos encontrando con enormes y espectaculares alcornoques de gran porte.
Las fotos no reflejan como deberían la realidad. A veces son solo un pálido reflejo de ella.
Y llegamos al collado de los Refugios. Si siguiéramos a la derecha, llegaríamos hacia La Rápita.
Pero nosotros queremos ir a La Lastra. Por ello nos vamos hacia la izquierda.
No hemos dejado de subir aún. Nos queda un buen trecho todavía.
Pero caminamos por dentro de un bosque muy especial. Una neblina nos envuelve y dota al ambiente de un halo de misterio.
En la montaña encontramos también bonitas historias de amor que nos enternecen. Mirad en la foto cómo el alcornoque rodea con sus ramas al pino en un amoroso abrazo del que difícilmente podrá soltarse.
"¿En dónde está el que con su amor me envuelva?
Ha de traer su gran verdad sabida...
Hielo y más hielo recogí en la vida:
Yo necesito un sol que me disuelva."
Alfonsina Storni
Una de las muchas macropeliota procera (parasol) que vimos durante la ruta.
Es una delicia transitar por la sierra de Espadán. Nos produce una sensación indescriptible.
"Lejos, los montes duermen
envueltos en la niebla,
niebla de otoño, maternal; descansan
las rudas moles de su ser de piedra
en esta tibia tarde de noviembre,
tarde piadosa, cárdena y violeta."
Antonio Machado
Subimos una loma y llegamos a un collado y vemos que aún nos queda otro pequeño esfuerzo.
La niebla lo llena todo y no podemos ver lo que nos rodea. Una pena, aunque este ambiente fantasmagórico no siempre lo tenemos.
La niebla nos ha impedido disfrutar del paisaje, el entorno y las montañas circundantes pero no evitó este autorretrato que nos hicimos para evidenciar que estábamos rodeados por la niebla.
De subida a la cima encontramos restos de trincheras.
Y seguimos la sostenida subida que prácticamente desde Algimia de Almonacid ha sido constante.
La niebla ha ido a más y es imposible disfrutar del paisaje, aunque muestra este aspecto que le da un halo de misterio.
No es primavera, pero esta flor de diente de león (Taraxacum officinale) desafía la ley natural y luce con su precioso color en medio de la pinocha.
Ya estamos más cerca.
Seguimos caminando por una mullida alfombra y rodeados de carrascas.
Y llegamos hasta la cima de La Lastra, poblada de carrascas jóvenes que impiden cualquier vista de lo que nos rodea, además de que la niebla lo envuelve todo.
Tras una breve estancia en la cima de La Lastra, seguimos nuestro camino y seguimos viendo restos de construcciones de la guerra civil.
Y buscamos un lugar cómodo que nos permita almorzar en buenas condiciones.
Sencillos, pero completos, nuestros almuerzos son indispensables y muy esperados.
Las hojas de las carrascas alfombran y mullen el suelo dándonos la sensación de caminar sobre una esponja.
Seguimos viendo restos de trincheras.
Y setas que salían por todas partes.
Y más restos de la guerra, como éste parapeto señalado con este poste.
Llegamos a la nevera de Carro en la que ya habíamos estado en una ruta anterior.
Salimos a una pista que nos lleva hasta Matet justo aquí, junto al corral Nuevo. El estado en que se encuentra no hace honor al nombre.
Este tramo ya lo conocíamos, pero ahora lo recorremos en sentido contrario al de la vez anterior.
Otro corral, en este caso se trata del corral del Marqués; una muestra más de este paisaje más humanizado por el que transcurre ahora la ruta que el que hemos hecho hasta subir a La Lastra, más montañero.
Y más setas que salen en cualquier parte levantando incluso el suelo del camino mostrando una gran fuerza.
Llegamos a la fuente de Carro, llamada así por encontrarse en la base del cerro del mismo nombre,
Transitamos por el antiguo camino de Carro que lleva hasta Matet.
Alguna seta tiene el sombrerillo de un gran tamaño que incluso puede servir de boina.
Pasamos junto a un bebedero de animales.
Y ya podemos ver desde lo alto de una loma, la localidad de Matet.
El camino sale a la carretera. Seguimos por la derecha.
Pasamos por delante del cementerio de Matet.
"Enmudezco en las horas de tu ausencia
como en la paz del triste cementerio;
como la rota, abandonada lira
del bardo muerto."
José Tomás de Cuéllar
En este cruce, existe la posibilidad de acercarnos a Matet, pero como estuvimos no hace mucho, obviamos la visita y nos desviamos por este camino a la izquierda, por donde volveremos a Algimia de Almonacid.
La Lastra nos va a acompañar durante todo el camino.
Algunos tramos de camino transcurren entre pinos.
La Lastra omnipresente durante esta parte de ruta.
Y también su hermana mayor, La Rápita.
La Lastra y a la derecha La Rápita.
“¿No amáis las montañas? ¿No son vuestras amigas las montañas? ¿No produce su vista en vuestro espíritu una sensación de reposo, de quietud, de aplacamiento, de paz, de bienestar?” (Azorín, “España”)
Caminamos por el camino de Foraña. Seguimos de frente.
Aquí dejamos el camino de Foraña que se va a la derecha y seguimos de frente hacia un depósito de agua que vemos arriba de la colina.
Pasamos junto a una pequeña planta de energía solar.
El camino se ha convertido en senda que transcurre por la loma de la montaña, con vistas a ambas vertientes.
El pico Espadán reclama también su protagonismo.
De nuevo, La Rápita.
Y La Lastra, de la que nos despedimos hasta otra ocasión.
Fácilmente visible y reconocible la reconstruida torre del castillo de Almonecir.
A tramos el camino se ensancha y permite un cómodo paso.
Y a tramos, se torna en sendero pedregoso que recorremos con algo menos de comodidad.
"Camino blanco, viejo camino,
desigual, pedregoso y estrecho,
donde el eco apacible resuena
del arroyo que pasa bullendo…"
Rosalía de Castro
Y ya el sendero desciende hacia Algimia. Desde aquí tenemos una amplia vista del valle.
Y ya tenemos frente a nosotros Algimia de Almonacid.
La senda desemboca junto al depósito de agua de Algimia.
Sólo nos queda callejear por las silenciosas, tranquilas y limpias calles de Algimia de Almonacid para llegar al punto de inicio.
Una delicia pasear por sus calles.
“Unas
calles del pueblo son estrechitas, otras son más anchas, se ve también algún
callejón sin salida. En una de las plazas se levanta el Ayuntamiento; hay otra
plaza también ancha, en su centro se yergue una fuente de mármol bermejo, que
arroja el agua por cuatro gruesos caños”. (Azorín, “España”)
Pasamos junto a la iglesia de San Juan Bautista.
Y la ruta se cierra donde comenzó. Bonita ruta, algo empañada por la niebla que nos envolvió en la subida a La Lastra, pero muy entretenida y que nos hizo disfrutar de la sierra de Espadán como es habitual cada vez que visitamos esta preciosa sierra.
La ruta en el mapa.
La ruta en Wikiloc.
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Película.
Hola Emilio: Bonita ruta por la explorada sierra. Lástima de la intensa niebla que en la primera parte de la jornada os privó de las vistas espectaculares... la Naturaleza es así. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Hola, Emilio! Una lástima la niebla, aunque como decimos siempre en estos casos, le aporta a la ruta un halo de misterio que le da un encanto especial. La Naturaleza es así, efectivamente. Un abrazo.
EliminarHola Emilio.
ResponderEliminarSolo he estado una vez en la Lastra, una vez que subí a la Rápita y alargué la ruta hasta allí. Recuerdo que para no volver a pasar por la Rápita (empecé la ruta en el Collado de la Nevera) me metí por un pseudo-sendero y acabé con las piernas hechas un cristo de arañazos que me llevé.
Es cierto que su falta de vistas hace que esta montaña apenas tenga visitas, o al menos no tantas como sus compañeras espadánicas de más de mil metros. Pero no todo se mide en vistas, presencialmente es una montaña poderosa, y luego su ruta de subida desde Algimia, la cual me apunto, contiene los suficientes elementos, como bien indicas, para hacer atractiva la ascensión a esta montaña un tanto olvidada en el circuito excursionista de Espadán. Uno de esos elementos, entre otros muchos, puede ser la visita a la Nevera del Carro, la cual aún no conozco.
Espadán nunca defrauda.
Un abrazo.
¡Hola, Dani! Yo pienso que la falta de vistas le resta muchas visitas a esta cima. Pero no solo las vistas cuentan para realizar un ascenso a una cima. El llegar hasta ellas puede ser un aliciente para subirlas, como pasa en este caso. No me arrepiento para nada de haber subido hasta aquí, porque el sendero de subida desde Algimia vale mucho la pena. Podemos buscar otros alicientes para realizar la ruta. Cada uno que haga lo que considere oportuno.
EliminarUn abrazo.