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miércoles, 19 de mayo de 2021

DE ALFONDEGUILLA AL CASTILLO DE CASTRO (15/5/2021)


“El alma es un hermoso y delicioso castillo en el cual hemos de ver cómo podemos entrar.” (Santa Teresa de Jesús). En esta ocasión vamos a entrar en el castillo de Castro para intentar descubrir de qué alma fueron sus muros, qué sintió, qué sufrió, qué amó ese alma encerrada entre sus torres...Y os lo voy a contar aquí, porque “No es cierto que tengamos sólo una vida: si leemos podemos vivir tantas y de tantos tipos como queramos.” (Samuel I. Hayakawa). Si leéis lo que os voy a contar, será como si lo hubierais vivido vosotros.

Realizaremos una ruta clásica de la Sierra de Espadán que desde Alfondeguilla nos llevará hasta el inexpugnable castillo de Castro, subiendo por el barranco del Horcajo (Forcall) y nos devolverá a Alfondeguilla, después de disfrutar de las vistas, por el PR-CV 138.


De buena mañana, aparecimos por Alfondeguilla y aparcamos donde pudimos y comenzamos nuestra ruta en la Plaza de la Diputación, donde nos hicimos la clásica foto de grupo.
Rafa Lafuente y servidor, dispuestos a iniciar la ruta.


Salimos del pueblo dirección al cementerio.



Pasamos junto a esta balsa de riego, donde nos llamó la atención un pajarillo que se tiraba en picado al agua, a modo de gaviota o pelícano para "pescar" no sabemos bien qué cosa.


Tomamos la pista de la izquierda. Volveremos por la de la derecha.
Hay gente que hace la ruta en sentido inverso. Considero que en sentido dextrógiro la bajada es más suave y llevadera.

Apenas hemos llegado a la altura del cementerio, vemos la silueta del Pipa dibujada en el azul celeste.


Aquí, en el depósito de agua  de la localidad termina la pista.


Y comienza un sendero que presenta una buena pendiente, hasta que lleguemos al collado de la mina.


El esfuerzo de subir se va recompensando con muestras como este alcornoque que va a ser la tónica de esta ruta.


Y la altura alcanzada en pocos metros nos ofrece esta imagen de Alfondeguilla, semiescondida con el Pipa de fondo.

"Despertaba el día,
y, a su albor primero,
con sus mil ruidos,
despertaba el pueblo."

                     Gustavo Adolfo Bécquer


Las jaras negras nos van a acompañar también en todo el recorrido. La nívea corola con sus blancas flores y la mancha amarilla de sus estambres en el centro de la flor, nos recuerda a un huevo frito, ¿no?


La belleza siempre nos atrae. Sencilla, sin artificios, tal cual, sin nombre, por ella misma. Vale la pena detenerse.

Y la nevadilla, presente en toda la subida. 


“Ascender por pendientes empinadas requiere paso corto al principio.” (foto Rafa Lafuente)

                                                                    (Willian Shakespeare)


Esta campanilla, de sonido silencioso, pero que somos capaces de escuchar, nos dijo..."deteneos un momento y hablad conmigo". Eso hicimos.



"Las flores se dan la mano
y vuelan como los pájaros.
No se van.
(Mas vuelan como los pájaros.)"

                                    J.R. Jiménez


La altura alcanzada nos permite atisbar algunas casas de la cercana Vall de Uxó.


Alcanzamos a ver las antenas del pico Nevera.


Y seguimos subiendo. La subida no nos da tregua.


Y éste es el repetidor del Peñalba.



Naturaleza por doquier.
“El arte, la gloria, la libertad se marchitan, pero la Naturaleza siempre permanece bella.” (Lord Byron)

Y llegamos al collado de la mina tras una contínua subida.
Cruzaremos la pista para buscar el sendero que nos bajará hasta el fondo del barranco.


Pero antes nos detenemos ante este espléndido ejemplar de alcornoque. Una maravilla de la naturaleza que nos muestra a las claras qué grande es y qué pequeños somos nosotros. Dos alcornoques: uno grandísimo, otro minúsculo.


 Y a escasos metros de la pista, apenas hemos empezado a bajar, encontramos esta boca de lo que fue una mina de cinabrio, al parecer. La reja impide un posible accidente, aunque se puede abrir para acceder a sus interior, cosa que no recomiendo porque el acceso no es sencillo.


Comenzamos en el collado de la mina un descenso hacia el fondo del barranco de la Horteta.


En el descenso ya es visible el prominente e inexpugnable cerro en el que se asienta el castillo de Castro. Aún nos queda un poco para subir allí.


Acercamos con el zoom los riscos.


Encontramos durante todo el recorrido numerosos ejemplares caídos de alcornoques de gran tamaño. Lo cual nos lleva a la reflexión de que hasta los más grandes acaban cayendo.


Hasta en estos casos, vale la pena entretenerse para seguir admirando lo que fueron y divertirse un poco con lo que son ahora.

Precioso alcornocal. Nada común ver tanto alcornoque junto, si exceptuamos el Congreso y el Senado.


Los grandes alcornoques, además de darnos su corteza, también ofrecen la posibilidad de descansar.


                                                              (Foto de Rafa Lafuente)

"Yo he visto mi alma en sueños...
Era un desierto llano
y un árbol seco y roto
hacia el camino blanco"

                               Antonio Machado


Vamos camino del barranco del Horcajo (Forcall) que nos subirá hasta una pista desde la que buscaremos la subida al castillo.


Y mientras, vamos disfrutando del entorno. Esta jara, parece una flor hecha en trabajos manuales de cualquier colegio utilizando papel pinocho. Bella y sencilla.


Y este amarillo fosforescente de la flor del diente de león no es menos bella y llamativa que la jara.
Nos produce una verdadera emoción.


Y los diferentes tonos de verde de esta enredadera también merecen una parada.

"El verde es gala y ornato
del bosque en la primavera;
entre sus siete colores
brillante el iris lo ostenta;
las esmeraldas son verdes;
verde el color del que espera,
y las ondas del océano
y el laurel de los poetas."

                            Gustavo Adolfo Bécquer


Apenas hemos empezado la senda en ascenso por el barranco del Horcajo, nos separamos unos metros para acercarnos a esta balsa de riego que recoge el agua que baja por el barranco. La ranas croaban sin cesar. Ese canto nos atrajo y nos motivó a acercarnos a la balsa.


El arroyo que baja por el barranco es visible a tramos. En otros parece filtrarse por debajo para volver a aflorar luego.


Los helechos estaban preciosos. Son un síntoma evidente de la proximidad de agua y de la humedad del lugar.


Las zarzaparrillas también abundan en el lugar, enmarañándolo todo.


Estos alcornoques caídos tapan el sendero que bordeamos por la derecha.


Acostumbramos a ver las estrellas en el cielo. Pero ya veis que en el bosque también las podemos ver. Eso sí, éstas de un precioso color rosa.


La vida en el bosque no para. Su actividad es incesante y todos sus habitantes se prestan a una frenética actividad.


La subida es pesada, pero muy agradable de subir porque el entorno no tiene parangón. 
Caminamos por un bosque mágico.


Y el cantueso, con sus bonitas y aromáticas flores moradas pone un toque de color que destaca entre tantas tonalidades de verde.


“Lo que tú eres no puedes verlo, lo que ves es tu sombra.”( Rabindranath Tagore)


Parece más cercano, pero hemos usado el zoom y aún nos queda subida.


Como dije anteriormente, vemos helechos que anuncian una zona de agua.


Y aquí la tenemos, la fuente de la Higuera. No es potable, pero fresca y rica sí que estaba.


No podían faltar las lechetreznas con su lechoso tallo y sus sencillas flores amarillas que tapizan también el suelo del bosque.


Como dije antes también, en algunos puntos del cauce vemos que baja agua, como esta pequeña poza entre la tupida vegetación.


Y el objetivo, cada vez más cerca.

"Monstruo de piedra, elévase el castillo
rodeado de coposos limoneros,
que sombrean los húmedos senderos
donde crece aromático el tomillo."

                                Julián del Casal


Un último esfuerzo y salimos ya a un camino ancho y plano que se convierte enseguida en pista.


Éste es el punto en el que el sendero desemboca en la pista. Apenas caminaremos por aquí trescientos metros antes de abandonarla por un sendero que sale a la derecha en el borde de la pista.


Este alto y tieso gordolobo junto al camino acaparó nuestra atención. No era para menos por su gran altura.


¡Qué blanca la jara negra! Qué contrasentido, pero ...¡qué belleza!
Seguro que el insecto piensa lo mismo.


Apenas trescientos metros y dejamos la pista para subir por este sendero.


El primer tramo tiene mucha piedra suelta e iremos con cuidado para no caer y evitar que las piedras puedan golpear a los que suben detrás.


Aunque nos cueste esfuerzo, vale la pena transitar por sendas tan espectaculares.


Entre los claros que los alcornoques dejan, hacia el norte, vislumbramos las antenas que delatan el Bartolo.


Algo más hacia la derecha, las no menos evidentes "agujas de Santa Águeda".


Y seguimos disfrutando de la flora, con formas tan caprichosas y originales como esta forma perfectamente esférica de las lechetreznas (euphorbia sp).


Un último esfuerzo y conquistamos el castillo.


Y entramos sin oposición al castillo. Seguramente sus defensores desertarían ante el poder de nuestras huestes. 


Este pilón en su interior nos informa de a qué altura se eleva la fortaleza: 789 m.


Interior del castillo, prácticamente en ruinas.
¿Qué vivencias, qué ilusiones, qué esperanzas, qué alegrías, qué tristezas... tendrían aquí sus moradores? ¿De qué alma serían estos muros?...


Restos de la muralla.


Las vistas desde la atalaya son espectaculares. Ha valido la pena el esfuerzo de la subida.
Ya se nos ha olvidado.


Vistas hacia el norte: Penyagolosa.


Hacia el oeste, las antenas del puntal del Aljub.


Almuerzo más sencillo que en otras ocasiones, pero no falta de nada. Y como dice un refrán anónimo ..."Nos gustaría vivir y morir como las brevas: caernos del árbol de la vida sólo después de habernos puesto morados".


Y la foto del almuerzo, otra clásica que no falta en ninguna ruta.


                                                             (Foto de Rafa Lafuente)

"Mi otoño anticipado me vuelve reflexivo;
me encuentras casi triste, sereno, pensativo..."

                                        Medardo Ángel Silva


Hacia el este, la picuda cima del Font de Cabres.


Entre la neblina, el puerto de Castellón.

Tras disfrutar de las panorámicas desde el castillo, del almuerzo y de los momentos de reflexión, retomamos el camino.


 Bajamos por la senda que nos trajo hasta aquí hasta el collado de Boix, pero aquí nos desviaremos a la derecha para seguir un bonito sendero que transcurre por el interior del barranco de Cabrera y que forma parte del PR-CV  138 y que seguiremos hasta Alfondeguilla.


                                                            (Foto de Rafa Lafuente)
La bajada por el barranco de Cabrera es de una espectacularidad emocionante. El silencio nos incita a la reflexión, a la introspección, al recuerdo...

"Que nada me invada de fuera,
que sólo me escuche yo dentro.
Yo dios
de mi pecho."

                                J.R. Jiménez


El barranco de Cabrera es tan espectacular como el del Horcajo, caminando entre preciosos ejemplares de alcornoques y seguramente vigilados por todos los seres fantásticos que habitan los bosques mágicos de los cuentos de hadas.


Gigantescos helechos nos volvían a indicar la proximidad de una zona húmeda y con agua. También nos recordaban los bosques de "Parque Jurásico" y nos daba la impresión de que en cualquier momento aparecería un dinosaurio.


 Y efectivamente, llegamos hasta la  ¿Fuente de la Penyeta?


"Taraxacum officinale"

Ante la belleza de las flores, nos enteramos del nombre científico y pensamos como dice  J.B. Alphonse Karr, que“La Botánica no es una ciencia; es el arte de insultar a las flores en griego y latín.”


Y más helechos que alcanzan nuestra altura, similares a los que hemos visto en la húmeda Galicia recorriendo sus "carballeiras".


Y llegamos a otro majestuosos ejemplar caído de alcornoque.
Se trata al parecer de "la surera mare", que desgraciadamente yace en el suelo.


Para apreciar mejor el tamaño que alcanzaba este gigante, Rafa se introdujo en el tronco.


Y comprobamos, que "a rey muerto, rey puesto". Apreciamos que en hueco del tocón del árbol muerto, han plantado un alcornoque que con el tiempo sustituirá al caído y llegará a hacerse tan grande como éste. Pero para eso hace falta tener paciencia.

“Adopta el paso de la naturaleza: su secreto es la paciencia.” (Ralph Waldo Emerson)


El sendero que hemos bajado transcurría por el interior del barranco de Cabrera. Justo en este mirador, dejaremos de hacerlo por dentro para transcurrir paralelos a él por un sendero que se eleva varios metros por encima.


En medio de tan espléndido paraje nos damos cuenta de la grandeza de la naturaleza y de por qué nos gusta tanto estar aquí.

“Voces, ruidos, gente, olores, tiranía del reloj dejaban aquí de tener sentido.” (Arturo Pérez Reverte, “La carta esférica”)


Ligero campanilleo que nos avisa de su presencia. 



Vemos tramos empedrados que delatan el pasado de senda de herradura por la que caminamos.


Durante todo el descenso, nos han acompañado las espectaculares y rodénicas peñas de la Rimansa.
Todo un espectáculo para la vista.


Y ya a la vista, Alfondeguilla. Apenas dos kilómetros nos faltan para completar la excelente ruta de hoy.


El granado es un árbol precioso e intenso. Intenso es el verde de sus hojas y el rojo de sus flores, que casi dañan la vista al mirarlos.


Una pista nos lleva en el tramo final hasta Alfondeguilla.


A pocos metros de la población, la fuente del Fraile. Un lugareño nos informó que estaba sin agua desde hacía años. Una pena. Nos habríamos lavado la cara y bebido un poco.


Y entramos en Alfondeguilla.
Iglesia de San Bartolomé, en la plaza del Ayuntamiento.



Fuente monumental antes de llegar al punto de finalización de la ruta.


Y acabamos en la Plaza de la Diputación, donde comenzamos horas antes.
Ahora una cerveza bien fresca pondría el punto y final a esta excelente mañana senderista.


La ruta en el mapa.





La ruta en Wikiloc.


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2 comentarios:

  1. Hola Emilio.

    La clásica circular a Castro nunca defrauda, se haga en el sentido que se haga, ni aunque la hayamos hecho muchas veces. Es una de esas rutas que no importa repetir de vez en cuando. Aunque sin duda la primavera es una de las mejores épocas para hacerla, pues el monte esta verde a rebosar y con una variedad floral espectacular, como bien ha quedado patente en tu reportaje.
    Me quedo con la foto de los dos alcornoques el grande y el pequeño ;-), el chiste del congreso, genial!!, y lo del arte de insultar a las flores.

    Un abrazo.

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    1. ¡Hola, Dani! Una clásica de Espadán y que jamás cansa y como comentas, en el sentido que la hagamos no pierde un ápice de interés y belleza. Y puntualizar que lo del congreso, por desgracia, no es un chiste. Es urna triste realidad que nos ha tocado padecer. Pero espero que lleguen tiempos mejores.
      Un abrazo.

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