Esta semana nos trasladamos a la comarca de Requena-Utiel, concretamente a una de las veinticinco pedanías que componen el municipio de Requena: Los Duques. Esta pedanía se encuentra a diez kilómetros de Requena y en su entorno vamos a realizar una sencilla ruta (más bien un paseo) con tres atractivos principalmente: un tramo de la rambla de Los Morenos, el yacimiento arqueológico de La solana de las Pilillas y la fuente de Los Morenos.El resto de la ruta, que transcurre entre viñedos y pinadas, también tiene su encanto. Calificaría la ruta como "ruta de soledad y silencio".
Para llegar al punto de inicio, cruzamos la aldea de Los Duques siguiendo la dirección de la Fuente de los Morenos, que se encuentra a cuatro kilómetros y medio de la población. Pero nosotros dejaremos el coche un poco antes, aproximadamente a cuatro kilómetros, junto a un campo sin trabajar. Como era de esperar, una fresca temperatura nos estaba esperando (5º C).
Esta afición nuestra por el senderismo nos hace visitar lugares que de otra manera casi seguramente nunca visitaríamos, como esta aldea de Los Duques o la Solana de las Pilillas. Así nos sucede en la vida, que muchas situaciones nos llevan a conocer ámbitos y circunstancias que jamás hubiéramos previsto.
Tras la llegada, primeros momentos de saludos y reencuentros.
Y antes de iniciar la marcha, la inevitable y asidua foto de grupo para la posteridad. De izq. a der. Ricardo, servidor, Jaime, Mª José, Rafa y Emilio Romero (foto de Ricardo Vivó).
Pero antes de emprender el camino, echamos un vistazo al paisaje que nos rodea.
Como os decía en la introducción, soledad y silencio. Nada parece perturbar la soledad y el silencio del paraje. Si acaso, nuestros comentarios, risas...
Hemos dejado los coches en este punto porque en apenas cien metros nos desviamos por un camino que sale a la izquierda y que nos baja a la rambla de los Morenos.
Desde aquí, nos vamos a adentrar durante poco más de un kilómetro en la rambla.
Antes nos asomamos desde este promontorio rocoso a la rambla, llena de vegetación.
Mientras esperamos a Jaime, nos hacemos una foto los demás en este balcón natural (foto de Emilio Romero).
Hubo que ir a buscarlo. Se nos fue por otro camino. Al final, todos juntos de nuevo.
Nos adentramos en la rambla de Los Morenos.
Lo curioso de la rambla son sus paredes arenosas.
Caminamos cómodamente entre las altas paredes de la rambla.
Emilio Romero nos hace esta foto con el agujero que la erosión ha realizado en la pared que tenemos detrás.
Aquí la veis más cerca.
Seguimos por el interior de la rambla, donde la soledad y el silencio también es bien patente. Las altas paredes acentúan esa sensación que nos envuelve.
En esta especie de circo que forma la pared de la rambla, la dejaremos para coger un ramal por la derecha que seguiremos durante casi otro kilómetro.
Es un bonito e interesante tramo también. Esta carrasca adorna este rincón de rambla.
Estas otras aguantan al borde del abismo esperando, sin remedio, la caída en cuanto la erosión arrastre la poca tierra en la que se sustentan sus raíces.
"Del árbol que
cubrió tu sepultura
quisiera ser raíz, para que fuera
abrazándote a cada primavera
con una vuelta más, lenta y segura."
abrazándote a cada primavera
con una vuelta más, lenta y segura."
Jaime Torres Bodet
Es un bonito tramo también el de este ramal de la rambla.
Antes de llegar al final, nos salimos por esta senda que sale a la derecha, en subida.
Una corta subida nos deja delante de este precioso cuadro, dominado por el verde de algún cereal que apenas ha nacido a la vida y se esfuerza en crecer y alcanzar la madurez. El verde intenso dejará paso al dorado cereal que ondeará a expensas del viento marcando su madurez.
Este almendro en mitad del verde campo, poniendo ese precioso contraste de color, tal ve sea el momento que mejor represente esa sensación de soledad y silencio que percibí en está ruta y que está marcando un poco el hilo conductor de esta descripción. Preciosa e impactante imagen que nos quedó grabada en la retina y nos entretuvo un buen rato. Nos sorprendió el intenso verde en una zona de viñedo donde los ocres y marrones predominan y manchan el paisaje.
¿Veis el tono que predomina en estas tierras?
¡Ojo!, que también nos gusta.
Rafa no quiso perder la ocasión de abrazar al solitario almendro que seguro agradeció su abrazo. ¿Se sentirá solo? ¿Le importará su soledad o la agradece?
Soledad y silencio.
Frente a este campo, antaño, estaba vigilante la casa de Los Morenos.
Hoy, soledad y silencio.
Interior del sencillo y humilde recinto de la casa de Los Morenos.
Ningún arquitecto diseñó la casa.
Por encima de la arboleda aparece la Casa de la Cabeza., masía rodeada de viñedos.
Seguimos por amplia pista que será la tónica durante casi ocho kilómetros.
Este fácil camino nos permite un cómodo caminar que nos anima también a entretenernos en tomar fotos.
Y es que el paisaje nos gusta mucho.
Soledad y silencio.
Nos llegó la hora del almuerzo. Este momento no se perdona nunca. Todos cara al pesebre.
Y éste es el pesebre. Cualquier sitio es válido para ejercer de barra o de mesa.
Y una barra bien surtida. Ante este pesebre...¿quién se resiste?
Con ganas, antes de empezar.
Soledad y silencio.
Muchas veces, las palabras son huecas. A veces el silencio habla más y mejor. Pero hay que entenderlo, hay que "escucharlo". Sí, escuchar el silencio e intentar descifrar lo que quiere decirnos.
Os dejo este poema de Roberto Juarroz que lo explica mejor que yo.
"El silencio que
queda entre dos palabras
no es el mismo silencio que envuelve una cabeza cuando cae,
ni tampoco el que estampa la presencia del árbol
cuando se apaga el incendio vespertino del viento.
Así como cada voz tiene un timbre y una altura,
cada silencio tiene un registro y una profundidad.
El silencio de un hombre es distinto del silencio de otro
y no es lo mismo callar un nombre que callar otro nombre.
Existe un alfabeto del silencio,
pero no nos han enseñado a deletrearlo.
Sin embargo, la lectura del silencio es la única durable,
tal vez más que el lector."
no es el mismo silencio que envuelve una cabeza cuando cae,
ni tampoco el que estampa la presencia del árbol
cuando se apaga el incendio vespertino del viento.
Así como cada voz tiene un timbre y una altura,
cada silencio tiene un registro y una profundidad.
El silencio de un hombre es distinto del silencio de otro
y no es lo mismo callar un nombre que callar otro nombre.
Existe un alfabeto del silencio,
pero no nos han enseñado a deletrearlo.
Sin embargo, la lectura del silencio es la única durable,
tal vez más que el lector."
Otro luminoso y florecido almendro junto al camino. Deleite para la vista.
Belleza natural admirada y admirable.
Ya ha llegado la primavera y no a ningún conocido centro comercial, sino a la naturaleza, donde se aprecia y se vive mejor la primavera y cualquier época del año.
¡Qué precioso racimo de flores! ¿Cómo no detenerse a fotografiarlo?
Y esta flor...¿no vale la pena entretenerse y contemplar su belleza impasible, serena...?
La ruta transcurre por un terreno ondulado. Poco desnivel. Pero al subir alguna ondulación del terreno se nos abre el panorama y tenemos una visión más amplia de este trozo de comarca. De nuevo la Casa de la Cabeza y detrás, la aldea de Campo Arcís.
Aunque caminamos por amplia pista, el camino es agradable porque los pinos nos envuelven en muchos momentos de la ruta.
El cómodo desnivel del recorrido favorece el caminar en grupo.
Pasamos junto a un bebedero de animales.
Hablando de lo humano y lo divino, vamos haciendo el camino.
En un punto, vamos a dejar la pista para descender por este talud buscando un sendero que nos deja en la pista que vemos abajo.
Tras la breve bajada por el sendero, volvemos a caminar por un amplio camino, siempre rodeado de pinos.
Por tramos, el camino se abre, pero siempre con la presencia cercana de vegetación que nos hace más ameno el caminar. La temperatura también acompaña.
"Y
adoro
ese verde con sol de los pinares
tan parecido al verde de tus ojos."
ese verde con sol de los pinares
tan parecido al verde de tus ojos."
José María Pemán
La armonía y el buen estar durante el camino es otro de los ingredientes que hacen del senderismo una actividad muy recomendable y beneficiosa tanto para el cuerpo como para el espíritu.
Pasamos junto a una parcela con repoblación de pinos. Su perfecta alineación así lo indica. Pero el efecto es bonito.
Vamos tan cómodos caminando, que hasta en subida no nos percatamos de abandonar la pista por este sendero marcado con este hito y nos pasamos unos cincuenta metros. No pasa nada, se retrocede y se sigue. El sendero nos lleva de nuevo a la Rambla de Los Morenos, que tendremos que cruzar.
En pocos metros nos encontramos en el cauce de la rambla y vemos que corre agua.
No hay paso habilitado para cruzar.
Había que mojarse. Unos se mojaron más. Otros nos mojamos menos.
En caso de haber habido lluvias tal vez el paso llevara más agua y fuera más complicado de cruzar. A tenerlo en cuenta por si se desea hacer la ruta (foto de Ricardo Vivó).
Tras cruzar la rambla, se camina por una pista que va haciendo eses en lo que será el último repecho de la jornada.
Al alcanzar la parte superior, empezaremos a encontrar los lagares o "pilillas" que vamos viendo a ambos lados del camino. Éste que veis es el primer lagar que nos encontramos. Se trata de grandes bloques de piedra en los que se han esculpido unas cubetas a distintas alturas. En la superior se pisaba la uva y el mosto se recogía en la de abajo.
Este es el segundo lagar que encontramos a la derecha del camino.
Y éste otro, el tercero.
Escasos metros después, llegamos al yacimiento arqueológico de la Solana de las Pilillas.
Yacimiento arqueológico de las Pilillas
"Se trata de un yacimiento íbero fechado entre los siglos VII y VI a C. el cual constituye la primera evidencia arqueológica en la producción de vino en la comarca de Requena-Utiel. Alberga un conjunto de más de una decena de lagares excavados en la roca, dedicados al prensado de uva, así como restos de edificios relacionados con la actividad de la vinificación."
Información extraída de: http://www.requena.es/es/content/duques-1
Panorámica del yacimiento.
Soledad y silencio.
Soledad y silencio.
Este lagar, el cuarto, se encuentra enclavado en medio del recinto.
Tras visitar el yacimiento de las Pilillas, que está junto al camino mismo, seguimos ya hacia el final de la ruta.
Pero antes de llegar a nuestro destino, nos desviamos a la derecha por un camino asfaltado hasta la fuente de Los Morenos.
Fuente de los Morenos.
"Situada a 4´5 kms. de Los Duques es conocida por el carácter medicinal de sus aguas. Por su apreciable cantidad de azufre en su composición, especialmente apreciada para curar problemas de la piel y heridas."
(Información extraída de: http://www.requena.es/es/content/duques-1)
Ante tan milagrosa fuente, no podía faltar la foto de grupo.
Tras la visita a la fuente volvemos a salir al camino que llevábamos. La cuesta nos hace resoplar, pero es corta y enseguida estamos de nuevo en el camino. Nos quedan unos escasos centenares de metros para finalizar.
Por fín, tras cuatro horas y media, ponemos fin a nuestra ruta de hoy.
Acabamos como empezamos. Mismo lugar, mismo soledad, mismo silencio. Nos gustan los lugares así. Nos gusta escuchar el silencio.
Acabamos como empezamos. Mismo lugar, mismo soledad, mismo silencio. Nos gustan los lugares así. Nos gusta escuchar el silencio.
Tras la ruta, como suele ser habitual, la comida reponedora. En esta ocasión volvimos al Bar-restaurante Avenida en la Avenida del Arrabal de Requena.
A punto para empezar.
Frugal y ligero, pero apetitoso. Había hambre.
La ruta en el mapa.
La ruta en Wikiloc.
Hola Emilio...
ResponderEliminarDesde luego que una ruta sea "fácil" en su recorrido,nunca le resta valor,al atractivo que nos suele mostrar.Esta es otra prueba de ello.
Agradable ruta,además de silenciosa y solitaria por lo que comentas,en el cercano término de Requena.
Lo que son las curiosidades anecdóticas montañeras.Con esta ruta íbamos a comenzar el "curso senderista",como yo suelo calificar a ese inicio de actividad después de verano.Al final ese inico lo hicimos en Eslida con una corta,pero atractiva ruta en Espadán.Creo que la cambié por la inestabilidad de la meteo(que también nos llovió...jejeje).
Ese paso por la Rambla me ha gustado mucho y por supuesto esas "pilillas",con toda su historia.
Por cierto frugal "almor-zen" el que os marcasteis...jejeje y por supuesto buen remate final a otra buena mañana senderista.
Un abrazo.
¡Hola, Juane! Cierto es que las calificaciones no significan nada. Podemos disfrutar (de hecho lo hacemos) igual en todas y cada una de las que hacemos. En este caso, un paisaje diferente y silencioso y solitario hizo las delicias de todos nosotros. Una excelente mañana desde luego, con todos los ingredientes para serlo, incluido el almor-zen.
EliminarUn abrazo.
Hola Emilio.
ResponderEliminarY con esta crónica tuya queda demostrado una vez más que no es necesario apretarnos un desnivel excesivo, ni recorrer una distancia exagerada, ni subir a ninguna montaña para gozar de una buena ruta de senderismo. Un coqueto desfiladero por aquí, un verde campo de cereal y unos almendros floridos por allá, que si unos restos arqueológicos por un lado y un poco de etnografía vinícola por el otro y os quedó una ruta la mar de apañada, bien rematada como siempre con una buena comida con los compañeros de caminata.
Un abrazo.
¡Hola, Dani! A nuestra edad ya vamos siendo menos selectivos a la hora de elegir rutas. Nos gustan todas y disfrutamos por igual las largas y las cortas, las difíciles y las sencillas... En este caso, ruta bonita y sin excesivas complicaciones.
ResponderEliminarUn abrazo.