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domingo, 17 de marzo de 2019

SERRA. MIRADOR DEL VIZCAÍNO, PENYA ROJA, BLANQUISSAR (16/3/2019)


Esta semana nos acercamos a la Calderona, concretamente a la localidad de Serra para realizar una ruta inédita para mí, que puso a prueba nuestras piernas, nuestros pulmones, nuestro corazón y nuestra cabeza. Como véis, el senderismo afecta a todo nuestro ser en general. Por eso es bueno practicarlo. Se trata de un recorrido de unos diecisiete kilómetros que nos lleva primeramente al mirador del Vizcaíno con excelentes vistas sobre el Camp de Túria y la ciudad de Valencia; y después, recorriendo la vertiente norte de la sierra, hasta el cerro de la Penya Roja, con bonitas vistas hacia el valle del Palancia y la Sierra de Espadán.

Como pasa últimamente, un madrugón inició la jornada de hoy. Eso no nos importa si lo que vamos a hacer nos gusta: "La del alba sería...".


El alba nos saludaba nuevamente deseándonos una feliz jornada, aunque de manera tímida aún.
También somos conscientes de que una buena jornada depende de muchos otros factores que a veces se nos escapan y no podemos  controlar. 


De camino al inicio de nuestra aventura el sol asomaba tímidamente por el horizonte.
Necesitábamos que su luz nos iluminara más todavía. La penumbra aún dominaba el ambiente. Luces y sombras que no aclaran el día.



Aparcamos nuestro vehículo donde solemos hacerlo tantas otras veces: frente al Ayuntamiento de Serra. Un gran silencio llenaba el aparcamiento, roto por nuestras dicharacheras voces que se alteraban por la proximidad del inicio de la ruta.


Foto de equipo que no suele faltar al inicio de nuestras aventuras.



Salimos del aparcamiento y caminaremos unos centenares de metros por la CV-310.


A nuestra derecha asoma tímidamente el perfil del castillo de Serra.


El sol, al que pedimos más luz antes de llegar aquí, parece que va tomando más fuerza y acaricia las rocosas paredes de la loma que vamos a recorrer en breve para acceder al mirador del vizcaíno, que apreciamos en el extremo izquierdo de la foto.


Nos pareció adecuado hacer otra foto de grupo.
 No teníamos excesiva prisa y nos entretuvimos en hacerla.


De frente a nuestro primer objetivo del día.
Subiremos hasta allí rodeando la loma y accediendo por detrás.


Junto a estas casas dejamos la carretera e iniciamos un tramo por un camino entre campos de cultivo, alguno ya en desuso como en tantos y tantos pueblos de nuestra geografía.


El camino cruza el barranco y se enfila poco a poco hacia arriba.
Llevaba agua, señal que nos agrada siempre ver en los cauces fluviales.


Una preciosa flor llama nuestra atención. Nos atrae de manera inevitable. No podemos abstraernos a su belleza. Su visión nos absorbe por completo y no podemos evitar contemplarla. Finalmente, la cámara la inmortalizará para que continúe viva en nuestra retina y nuestro corazón.



Caminos ya poco transitados nos van llevando entre campos cuyo esplendor ha quedado ya muy lejano. Hoy la dejadez y el olvido se apoderan de ellos. Cierto es que alguno intenta mantenerse como antaño poniendo un contrapunto de resistencia al olvido.


Otro buen conocido, El Sierro u Oronet, recibe ya plenamente el cálido abrazo de los rayos del sol.


Salimos a una pista que nos llevará hasta el Pla de les Llomes, justo en la base de la loma del Vizcaíno.


En la subida vamos viendo con mayor nitidez nuestro objetivo. ¿Lo véis?
Ahora os lo acerco con zoom.


Ahora mejor.
Este es el mirador del Vizcaíno desde abajo.


Ha llamado nuestra atención el Sierro hace un momento, pero poco después tampoco nos pasa desapercibida la dura subida a Rebalsadors, emblemática y hollada cima de la Calderona. No sé si alcanzáis a ver el vértice geodésico en la parte superior.


En este punto dejamos la pista unos metros para acortar la curva.
Os digo que no vale la pena. Mejor seguir la pista.


Pero nosotros lo hicimos. Junto al depósito de agua potable, por su derecha, un senderillo incierto nos devuelve a la pista en escasos cien metros. Lo dicho, no vale la pena.


De nuevo en la pista seguimos nuestro camino.


La silueta del castillo de Serra ahora se perfila mejor.



Miradla con zoom. Más tarde la veremos desde mayor altura.


Como siempre hacemos, paramos y nos volvemos para ver lo andado. Además de disfrutar del paisaje, reposamos la respiración.


Dentro de nada estaremos bordeando esos cantiles y nos asomaremos a ellos.
Disfrutaremos de un bonito paisaje, aunque una bruma nos impedirá disfrutar de él en todo su esplendor.


Siempre presente durante esta primera parte de la ruta, el Alt del Pi y su penacho de antenas no nos puede pasar desapercibido.


Y aquí el feo penacho de antenas que ocupa su cima.



Estamos en el Pla de les Llomes. En este punto iniciaremos nuestra subida hasta el mirador del Vizcaíno.


Iniciamos la subida que es bastante suave.



Como dije más arriba, en un punto de los cortados nos asomaríamos a disfrutar de las vistas.
Aquí estamos para ello.


La visión del bonito paisaje desde aquí nos invita a detenernos unos instantes (largos) y meditar, abstraerse, imaginar, desear, ¿soñar?... Tal vez todo esto tenga cabida en estos momentos y en este lugar. En el amplio horizonte que contemplamos, no vemos límite para que no sea así.



Mientras disfrutamos del paisaje nos llegan lejanos ecos, arrastrados por la suave brisa que corre,  de las "despertás" que se producen en los pueblos con monumentos falleros. Unos (muchos, tal vez) disfrutando haciendo ruido y nosotros, huyendo de él buscando el silencio, la paz y el sosiego de la naturaleza. Paradojas de la vida y de la existencia.



Ahora vemos mejor (desde las alturas) los románticos restos del Castillo de Serra.



De nuevo una flor nos saca de nuestro camino y nos invita a detenernos un instante. Nos fascina su sencillez, su armonía, su fragilidad, su silencio... Nada pretende en apariencia y, sin embargo, ha llamado poderosamente nuestra atención y ha hecho que nos fijáramos en ella. No podemos abstraernos a sus encantos, sucumbimos y volvemos a inmortalizarla. Su presencia nos lleva a una reflexión: la verdadera belleza no usa artificios. Su esencia está en la sencillez, la naturalidad y en ser lo que es, sin más.


Pasamos junto a este antiguo refugio " de les Llomes". 
Ahora se encuentra abierto y algo abandonado.


En su interior, sin embargo, su estado es mejor de lo que cabría esperar. 
Se encontraba bastante limpio y aseado. Había incluso algún bote de cerveza, sal, algo de aceite, papel de water... Únicamente feas inscripciones embadurnaban sus paredes. Nunca entendimos porque hay ¿personas? que son incapaces de cuidar algo de lo que nos podemos beneficiar todos en algún momento. El incivismo está instalado entre nosotros cada vez más.



Una bonita senda nos va llevando hasta el extremo de la loma.



 Entre las copas de los pinos, asoma la redondeada cima del Sierro, compañero de viaje y al que iremos también bordeándolo teniendo siluetas diferentes según la posición.


Acercamos con el zoom la cima para captar la acristalada cruz que lo corona.



Mientras, seguimos caminando, caminando, caminando...Siempre caminando hasta que nuestro cuerpo no pueda más y se detenga. Citando un poema de Machado, que figura en el lateral del blog: ¿Adónde el camino irá?



Finalmente, llegamos hasta el mirador del Vizcaíno.
Ahora nos toca detenernos y disfrutar. Siempre, el esfuerzo se ve recompensado y no nos importa nada acabar derrotados. 



Esta panorámica confirma mis palabras. ¿Quién dice ahora que está cansado?
Ninguno nos acordamos del esfuerzo que nos costó llegar hasta aquí. La paz de espíritu que hemos encontrado disfrutando del paisaje nos hizo olvidar el cansancio físico. 




El Sierro.



Rebalsadors.



El castillo de Serra.



Foto de grupo. Al fondo, La Gorrisa.


Y el serpenteante puerto del  Oronet, surcado por ciclistas que subían con empeño y sufrimiento (muy lentamente, eso sí) estas duras rampas. 


Vistas hacia el Camp de Túria.
 En la parte inferior de la foto, el convento de las Clarisas de Serra.


Tras disfrutar de las vistas, volvemos sobre nuestros pasos que nos devuelven al Refugio de les Llomes. Ahora ampliaremos la ruta haciendo un recorrido circular por la cara norte de la Calderona y cambiaremos de paisaje. La vertiente norte de la Sierra es menos conocida por nosotros. Este tramo de ruta que haremos era totalmente desconocido. No ha gustado mucho, aunque sus desniveles, tanto  de subida como de bajada nos han puesto a prueba como hacía tiempo que no sucedía.


Salimos a la CV-3341, carretera que va al Garbí, seguiremos unas decenas de metros hasta el Chaparral, pero antes de llegar, nos desviaremos a la izquierda por un sendero.


Aquí es donde nos vamos a la izquierda.


Nuestra sombra, al caminar, también nos puede ayudar a saber en qué dirección caminamos. En este caso, la sombra delante de nosotros nos indica claramente que caminamos hacia el oeste. Los peregrinos a Santiago bien lo saben. Durante su recorrido, su sombra siempre llegará antes que ellos. El Finis Terrae les espera.



Dejamos el camino que llevamos justo en este corral arruinado, donde giraremos a la izquierda.


Va siendo hora de pegar un bocado y llegamos a un terreno llano con  esta excelente vista sobre el Sierro. ¿Hay algún bar que nos pueda ofrecer mejor visión?. Aquí nos quedamos pues.


Este es otro de los esperados momentos de toda ruta, el momento del "Almor Zen" término que acuñó nuestro buen amigo Juane Alemany (Peña senderista Esto se empina)


No nos falta de "ná". 
El café "tocaet" y el chupito no se ven, pero están.


Mientras almorzamos, nos apercibimos que nos encontrábamos en lo que pareció ser un campo de tiro. Seguramente sería así, en el mapa, la senda que íbamos a recorrer ahora la marcaba como "senda del campo de tiro".



Peñas Blancas. Territorio inexplorado por nosotros.
Comentamos mientras caminábamos que, a pesar de las veces que hemos visitado la Calderona, todavía seamos capaces de sorprendernos con zonas y senderos desconocidos. Ello nos hace darnos cuenta de que cuando más caminamos, más nos falta por recorrer. Del mismo modo, en la vida, a medida que pasan los años te vas dando cuenta de lo ignorante que eres.




Otra perspectiva del Sierro.


De bajada vemos esta gran obra, que nos parece una enorme balsa.


Ahora nuestro horizonte ha cambiado de dirección, pero nuestras percepciones son las mismas que las de horas antes. Ahora miramos hacia el valle del Palancia y de la preciosa sierra de Espadán, en la que reconocemos algunos de sus picos más emblemáticos.



El sendero que llevamos desciende con fuerte pendiente en mucho tramos. Nos va a llevar al cauce de un barranco.


De nuevo, más belleza. 
Durante todo el recorrido hemos estado acompañados por florecillas que nos recuerdan lo bonita que puede ser la vida.


Caminamos un corto tramo por el interior del barranco, muy seco.

Dejaremos el barranco y tomaremos una senda a la derecha que nos va  a hacer subir muy verticalmente a la loma de la Penya Roja. Nuestro esfuerzo nos v a costar.


Llegamos a una primera cota de esta loma (491 msnm).
Se hace precisa una parada para beber, retomar el pulso y descansar.


Seguimos un corto trayecto por la loma hasta el punto más alto de la misma.
Mientras, seguimos disfrutando de las vistas hacia el Espadán.


Espadán.


Algimia de Alfara,en primer término. Detrás, Alfara de la Baronía.


En este poste se encuentra el punto más alto de esta Penya Roja.


Aquí vemos en la placa 490 m.
 En el mapa del IGN aparece 492 m. 



Desde la Penya Roja iniciaremos un corto pero vertiginoso tramo de senda muy descompuesta y resbaladiza que requiere de nuestros cinco sentidos si queremos evitar una caída.


Emilio y Rafa en uno de estos tramos.



Aquí de nuevo poniendo sumo cuidado en dónde apoyan los pies para evitar resbalar.
Otro paralelismo con la vida: hemos de ver donde ponemos los pies para evitar caer y hacernos daño.


Pasamos junto a esta rudimentaria balsa o pequeño corral en ruinas y caminaremos ahora por un tramo del PR-CV 369 (Estivella-Penya Roja).



Esta pala también nos marca un tramo de ruta por la Senda de la Clotxa.



Esta señal nos indica que el PR también coincide en este tramo con un SL. Se trata del SL-CV 68 (Senda del Blanquissar).


Caminamos anchos, con sombra, con el pulso normalizado. A ratos, caminamos absortos en nuestros pensamientos y tribulaciones, pensativos, silenciosos, sudorosos, fatigados... Este recogimiento es otro de los motivos por los que nos gusta  caminar. Son momentos inefables en los que intentamos conciliarnos con nosotros mismos, aunque no siempre podamos. Reflexionar, sentir, soñar...
En otros momentos, el grupo se anima y la charla amena y distendida toma cuerpo. Momentos también inefables donde la alegría y el buen humor son el denominador común. Estos momentos nos proporcionan también frases antológicas que luego recordamos con risotadas y algarabía. La de hoy no tiene desperdicio, leed: "Ciertamente hemos de cuidar la Tierra. Es el único planeta en el que hay cerveza" (Emilio Romero). No os cuento la risa que pasamos. Frase memorable que pasará a los anales de este blog, sin duda.



Este poste direccional marca la partida del Blanquissar.


Andamos ahora por el Camino de la Clotxa que va a dar con la carretera del Garbí nuevamente.


Aquí salimos de nuevo a la CV-3341.
Giramos a la derecha y en pocos metros llegaremos la Chaparral.


El Chaparral.
Pocas veces tenemos ocasiones como esta de hidratarnos a medio camino en un bar.
Por ello no desperdiciamos la ocasión y nos sentamos un rato a degustar una cervecilla bien fría.


Tras el descanso, retomamos la ruta ya de vuelta a Serra.
En principio íbamos a tomar el mismo camino que a la mañana, pero decidimos variar un poco para no repetir tramo.


Imagino estar subiendo a Rebalsadors a estas horas, con el calor que hace, por esa pendiente ingrata y pienso que desistiría.


Volveríamos a Serra por el GR-10 así cambiaríamos un poco el recorrido. 
Esta variante nos ofrece la posibilidad de refrescarnos (esta vez con agua) en la Fuente de la Umbría. Fresquísima y buena este agua. No es de extrañar que estuvieran llenando garrafas.



Sólo nos queda el último tirón.


Cogemos una antigua senda que aún conserva el empedrado en algún punto muy concreto.


Este trébol nos volvió a ofrecer de nuevo la posibilidad de ensimismarnos en la contemplación de estas florecillas amarillas del trébol que, a semejanza de las demás que vimos durante la ruta, nos trajo a la cabeza un montón de sensaciones y recuerdos que anduvieron con nosotros todo el día.


El camino sale a la carretera muy cerca de Serra.
 Sólo hemos de recorrer los últimos metros antes de entrar en la población.


A la mañana nos recibió con las primeras luces del día. Ahora ya, plenamente visible por la hora del día que es, nos despide con un ¡Hasta pronto!. Adiós, seguro que volvemos.


Entramos en Serra.


Y ponemos el punto y final a la ruta en el aparcamiento frente al Ayuntamiento.
Otra excelente mañana de senderismo, esta vez encarada con ánimo y predisposición algo especial y diferente a otras anteriores porque el cambio de estación nos afecta y mucho. Nos hace tener una sensibilidad especial, un sentimiento muy difícil de describir y explicar. A buen entendedor, con pocas palabras basta.


La ruta en le mapa.




La ruta en Wikiloc.


Powered by Wikiloc



Película.


4 comentarios:

  1. Hola Emilio...
    Muy buena y exigente ruta por lo visto y que nos has contado,en esa siempre magnifica Serra Calderona.
    Como solemos decir,no son necesarias grandes alturas para tener un buen desnivel rutero,como es el caso.Muy buenas vistas las que ofrece el recorrido que nos has contado y desde luego tomo nota de esa parte de la Calderona,para el "libro" de rutas...jejeje.
    Muchas gracias por la mención...jejeje.Creo que el momento del almuerzo es de lo mejor,cuando salimos a disfrutar de la montaña.
    Por cierto lo de encontrar ese bar en el recorrido,le da otro aliciente a la ruta...jajaja.

    Un abrazo.

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    1. ¡Hola, Juane! Bueno, la rutilla tiene su aquel. No está mal. Tiene un poco de todo, hasta bar a mitad de camino, lo cual, como comentas es un dato muy a tener en cuenta. Sitio ideal para un buen "Almor zen" (ja,ja,ja). Sí, uno de los grandes momentos de la ruta.
      Un abrazo.

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  2. Hola Emilio.

    Se nota tu devoción por la Calderona, pues ha quedado muy patente en lo inspirada y preciosa que te ha quedado esta entrada, tanto por las fotos como en la descripción pero sobre todo en algunos párrafos muy poéticos, otros muy reflexivos y metafóricos (me ha encantado el de la flor de jara, precioso y muy atinado párrafo), otros con su punto de crítica (acertada respecto a la conservación del refugio) y otros en los que no falta el buen humor (lo del único planeta con cerveza me ha parecido un genial arranque de Emilio Romero). Por otra parte es normal esa devoción por la Calderona, pues todo lo mostrado en esta ruta deja a las claras que esta es una sierra esencial para todo buen senderista valenciano.

    Por más rutas y momentos de inspiración como estos!!


    Reitero mi enhorabuena por la entrada. Un abrazo.

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    1. ¡Hola, Dani! Ciertamente, hay ocasiones en las que uno está más inspirado que otras. Hay que aprovechar esos momentos para adornar un poco la prosa y dar rienda suelta a la mano para que suelte lo que lleva dentro. Muchas gracias por tus palabras. Las agradezco de verdad, más viniendo de ti. Espero estar inspirado en futuras rutas y estar al nivel esperado. Desde luego, la Calderona se lo merece.
      Un abrazo.

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