“El
hombre es cuerpo, mente y alma, pero también es todo lo que toca y todo lo que
hace. Los sitios que visita el hombre son el hombre mismo. Sus pasos son él, el
sendero que recorre también es él. No puedes estar en el Camino sin que el
Camino no esté en ti.” (“El Camino Mágico de Santiago”, Xosé Azofra Carballo)
A partir del S. IX en que se lleva al Monasterio de Santo Toribio de Liébana la reliquia del Lignum Crucis (fragmento de la cruz en que murió Cristo) iban a ser muchos los peregrinos que bien desde el Camino del Norte o del Francés se desviaban hasta el Monasterio para visitar la reliquia de la Cruz. Es por ello que los peregrinos que lo hacían eran llamados Crucenos. Para los que lo hacían desde el Camino del Norte se desviaban en San Vicente de la Barquera y en tres etapas llegaban hasta el Monasterio. En nuestro caso, decidimos realizar el Camino Lebaniego, pero para aprovechar el desplazamiento a Cantabria ampliamos el recorrido partiendo desde Santander hasta San Vicente de la Barquera, en cinco etapas. Así pues, aunque estas primeras etapas no se correspondan oficialmente con el Camino Lebaniego, a título personal las incluyo en mi "Camino particular a Liébana".
Esta primera etapa nos lleva desde Santander hasta Mogro, en algo más de diecinueve kilómetros prácticamente llanos y por asfalto. La monotonía del asfalto es suplida, tras salir de Santander, por el verde del paisaje que nos rodea y un estilo de vida que no es el nuestro y por lo tanto, nos resulta curioso y entretenido. No es pues una etapa espectacular, pero en el Camino hay de todo y hay que hacerlo.
- 142,240 Km. en ocho etapas
- 3438 m. de desnivel positivo.
- 2943 m. de desnivel negativo.
- 30 h. 35 min. tiempo en movimiento.
- 40 h. 19 min. tiempo total.
DATOS DE LA 1ª ETAPA
- 19,29 Km.
- 174 m. de desnivel positivo.
- 174 m. de desnivel negativo.
- 5h. 34 min. tiempo en movimiento.
- 6h. 2 min. tiempo total
Una vez en Santander teníamos que recoger nuestra credencial de peregrino en la parroquia del Santísimo Cristo.
Caminamos hasta la Plaza de la Asunción y buscamos la parroquia que se encuentra ubicada en la parte inferior de la catedral de Santander.
Allá vamos todos en busca de nuestra credencial que rellenaríamos con los cuños en nuestro camino al Monasterio de Santo Toribio de Liébana.
Nos llama la atención la escasa altura de las naves, por ello también se le llama Iglesia Baja.
Éste es el altar principal de esta original iglesia, con la imagen del Cristo de procedencia castellana.
Al salir vemos la primera señal que nos marca el inicio de nuestro camino y que vamos a ver muy a menudo en nuestra peregrinación.
Frente al monumento de la Asunción, en medio de la plaza, se encuentra este reloj que marca los días y horas que llevamos de año jubilar.
Por supuesto posamos junto a este panel que conmemora el Año Jubilar Lebaniego 2023
“Somos caballos al galope,
imposibles de domar y que no sujetan riendas.” (Effe, “A deshoras”)
Callejeamos por Santander prácticamente en línea recta.
Pasamos por la plaza del Ayuntamiento.
Pasamos por la calle Túnel Burgos.
Calle San Fernando. Por el centro la Alameda de Oviedo.
Callejeando por Santander con mucho calor.
Pasamos por la Plaza Cuatro Caminos en cuya rotonda central se encuentra este original monumento al zodiaco.
A continuación pasamos por la rotonda de la Avenida de Valdecilla.
Pasamos por la última rotonda en la avenida de Valdecilla con vistas a las grúas del puerto antes de seguir por la N-611.
Llegamos a las doce y media a Santander y comenzamos a andar sobre la una. Nos quedaban algo más de dieciocho kilómetros por delante y debíamos comer primero. Encontramos acomodo para ello en el restaurante Cavada de Pedro.
Aquí nos veis padeciendo. Es muy dura la vida del peregrino.
Unas judías con chorizo y un bacalao con tomate colmaron nuestro apetito.
Esta flecha nos marca el camino a seguir. Desde aquí seguiremos por la N-611.
Seguimos caminando por la N-611. A nuestra izquierda vemos la Parroquia de nuestra señora de los Dolores.
En el margen derecho de la Nacional se encuentra el Parque Dr. Morales. En un punto del parque nos encontramos un curioso monumento a la vaca.
Hemos salido de Santander capital y los verdes prados jalonan ambas orillas de la carretera y muchos tonos de ese color nos van a acompañar durante toda nuestra peregrinación.
Pasamos por una mullida área recreativa.
Nos dirigimos hacia Peñacastillo.
No pasamos junto a la Iglesia de San Lorenzo de Peñacastillo, pero la vemos destacar por encima de los tejados del lugar. Aquí dejaremos la N-611 para seguir por caminos rurales.
Cogemos un pequeño atajo que nos evita una vuelta por carretera que transcurre paralela a la vía del tren.
La vida rural aflora por todas partes. No estamos acostumbrados desde tierras levantinas a este tipo de vida. En la foto, un vigilante perro pastor realizando su trabajo cuidando las ovejas.
Seguimos caminando hacia LLuja.
Amplios y verdes horizontes acompañan nuestro caminar. Esto compensa el asfalto que pisamos.
La naturaleza es exuberante en Cantabria y a cada paso encontramos ejemplos, como esta mata de rosa de Siria (Hibiscus Syriacus)
"El alma vuela y vuela
buscándote a lo lejos,
rosa tú, melancólica
rosa de mi recuerdo."
Nicolás Guillén
Este gato nos mira entre desconfiado y sorprendido: ¿A dónde irán estos ....
"El aire cristaliza bajo el humo.
¿Ojo de gato triste y amarillo?.
Yo en mis ojos, paseo por las ramas.
Las ramas se pasean por el río."
García Lorca
El peregrino va buscando fuentes. No siempre las encuentras potables, pero al menos sirven para refrescarnos la cara.
Las campanillas fueron espectadoras habituales en nuestro caminar. Por ello y por su sencilla belleza bien merecen un pequeño homenaje.
"Voy camino de la tarde
entre flores de la huerta,
dejando sobre el camino
el agua de mi tristeza."
Federico García Lorca
Dirigimos nuestros pasos hacia Santa Cruz de Bezana.
A veces nos resulta difícil saber por donde pasamos. La población dispersa contribuye a ello.
A la entrada de Santa Cruz de Bezana encontramos otra fuente. Bueno, en esta ocasión, dos. Una histórica y decorativa que veis en la foto y en cuya placa leemos "Antigua fuente de Bezana. Principios del S. XX". Junto a ésta, se encuentra otra actual en la que pudimos saciar nuestra sed y refrescarnos.
Cruzando Santa Cruz de Bezana.
De la misma manera que a la abeja le atrae el amarillo chillón de la margarita amarilla, nos pasa a nosotros igual. Nos gusta detenernos en pequeños detalles que hacen grande el camino.
"Mi cuerpo estará amarillo,
y por la abierta ventana
entrará una brisa fresca
preguntando por mi alma.
No sé si habrá quien solloce
cerca de mi negra caja,
o quien me dé un largo beso
entre caricias y lágrimas."
Juan Ramón Jiménez
Pasamos junto a la Iglesia de la Santa Cruz de Bezana.
Y a la salida del pueblo, el cementerio. Nos resultó curioso ver que en la placa de la derecha se publicita una marmolería.
Nuestros pasos nos llevarán ahora a Mompía. Caminamos por un carril peatonal y de bicicleta.
En todo el camino disfrutamos de espectaculares ejemplares de diferentes especies de árboles. En la foto un gigantesco eucalipto de los que vimos grandes extensiones en todo el camino.
Junto al carril otra fuente que nos permite recargar las botellas.
Pasamos por Mompía.
Habremos de superar el apeadero de ferrocarril de Mortera para seguir nuestro camino.
Y seguimos ahora para dirigirnos a Boo de Piélagos
Nuestra mirada no deja de ir de un lado a otro disfrutando de la vista de los verdes prados donde pacen tranquilamente las vacas, ajenas a lo que pasa a su alrededor. No sé si eso es bueno o malo.
Cruzamos Boo, pueblo tranquilo como casi todos por los que hemos pasado.
Nos encantó la abundante presencia de castaños, con ejemplares verdaderamente espectaculares y que además estaban en el momento en el que ofrendan sus frutos ya maduros que caen a tierra en forma de pequeñas bolas erizadas que se abren dejando el tesoro que llevan en su interior.
¿Qué me decís de este cuadro?
Sus ojos penetrantes nos miran no sabemos con qué intención...si curiosos, temerosos, indiferentes, sorprendidos, suplicantes...
Pasamos junto a la ermita de San José.
Salimos de Boo y caminamos aproximadamente un kilómetro paralelos a la autovía A-67 hasta llegar al viaducto de la autovía que cruza el río Pas. El trazado original nos llevaría hasta Arce, pero por cuestión de pernoctación, hemos de dirigirnos hacia Mogro. En este punto y preguntado a lugareños que pasaban por allí preguntamos la manera más corta de llegar hasta Mogro. Nos dijeron que dejáramos el camino oficial y siguiéramos un sendero que salía a la derecha paralelo al río Pas hasta llegar a un puente de ferrocarril que cruza el río y llegaríamos enseguida a Mogro. Pues eso hicimos.
Caminaremos por el sendero paralelo al río Pas aproximadamente un kilómetro.
“…aunque nunca supe el nombre de aquel río del cuento, lo que sí sabía es que las aguas de todos los del mundo vienen a dar al mar y arrastran con ellas las lágrimas de quien llora en su orilla.” (Leonardo en “La Reina de las Nieves” de Carmen Martín Gaite)
A un kilómetro del desvío oteamos ya el puente del ferrocarril.
Cruzaremos el puente sobre el Pas con mucho cuidado. Y luego seguiremos junto a la vía unos seiscientos metros más hasta llegar a la estación de Mogro. En el trayecto pasaron dos trenes, uno en cada dirección. Ciertamente es peligroso, pero con la debida precaución se puede hacer y acorta el camino. Buscando información he leído que el camino oficial iba por Mogro hasta 2016, a donde se accedía cruzando el puente ferroviario sobre la ría del Pas que cruzamos nosotros. Por lo visto ahora está prohibido hacerlo, pero desconocíamos este supuesto y seguimos las indicaciones de los lugareños que nos recomendaron este trayecto para ir a Mogro. Ese era el camino más corto, sino habríamos tenido que dar una vuelta muy larga dando un rodeo por Arce.
Una vez en la estación de Mogro, cruzamos el paso a nivel y buscamos la población.
La plácida imagen del ganado pastando nos acompaña en el camino. Como vemos, las vacas no están solas.
Entramos en Mogro, pero hemos de buscar el hotel donde nos vamos a alojar, que se encuentra en la playa y habremos de cruzar todo el pueblo en busca de la playa, aproximadamente un kilómetro y medio.
Teníamos ganas de acabar la jornada y estos últimos kilómetros se nos hicieron algo pesados porque además hubimos de subir algún repecho antes de bajar a la playa.
La playa ya la veíamos.
El edificio de techo negro de la foto es el hotel Milagros Golf, donde pasaríamos la noche. Ya quedaba menos. Al fondo, la playa de Usil al atardecer.
Llegamos finalmente a nuestro destino en esta primera etapa. La tarde está a punto de dar paso a la noche.
Hoy descansaremos de lujo, pero no todos los días será igual. De momento, disfrutemos de hoy y mañana ya veremos.
Vistas desde la habitación.
Tras una ducha reparadora, una sencilla cena y a descansar que al día siguiente habíamos de continuar.
“Cuando el viaje emprendas hacia Ítaca
haz votos porque sea larga la jornada.
Llegar allí es tu vocación.
No debes, sin embargo, forzar la travesía.” (Cavafis)
(Carmen
Martín Gaite, “La Reina de las Nieves”)
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