La ruta de esta semana está basada en otra que realicé en marzo del 2016 (Montanejos-Montán-Montanejos). En aquella ocasión fuimos a Montán por el GR-7, la Boscaja y el sendero de la Pedrera. Esta vez iremos por otro camino más hacia el este que el que hicimos en aquella ocasión. Este tramo diferente iría desde el enlace con el GR-7 que dejaríamos para coger un nuevo camino que nos llevará a Montán. Todo el resto de la ruta, coincide con la realizada en 2016.
Iniciamos esta ruta, como tantas y tantas otras en Montanejos, en la Plaza de España.
Un silencio total la llena. Las primeras luces se dejan ver en el cielo y las artificiales de la plaza, aún están encendidas esperando que el día las apague totalmente hasta llegar de nuevo la noche.
Un silencio total la llena. Las primeras luces se dejan ver en el cielo y las artificiales de la plaza, aún están encendidas esperando que el día las apague totalmente hasta llegar de nuevo la noche.
Antes de empezar, una paloma que aleteaba y arrullaba en un balcón, llamó mi atención.
¿Qué pensáis que me sugirió esta tempranera paloma en la barandilla del balcón?
Sí, lo habéis adivinado.
Se equivocó la paloma,
se equivocaba.
Por ir al norte fue al sur,
creyó que el trigo era el agua.
Creyó que el mar era el cielo
que la noche la mañana.
Que las estrellas rocío,
que la calor la nevada.
Que tu falda era tu blusa,
que tu corazón su casa.
(Ella se durmió en la orilla,
tú en la cumbre de una rama.)
Rafael Alberti
Subimos por la calle San José a buscar la parte alta del pueblo.
¿Qué pensáis que me sugirió esta tempranera paloma en la barandilla del balcón?
Sí, lo habéis adivinado.
Se equivocó la paloma,
se equivocaba.
Por ir al norte fue al sur,
creyó que el trigo era el agua.
Creyó que el mar era el cielo
que la noche la mañana.
Que las estrellas rocío,
que la calor la nevada.
Que tu falda era tu blusa,
que tu corazón su casa.
(Ella se durmió en la orilla,
tú en la cumbre de una rama.)
Rafael Alberti
Subimos por la calle San José a buscar la parte alta del pueblo.
En este punto cruzamos la CV-195 y nos dirigimos hacia la parte alta del pueblo para coger el tramo de senda que comparten el GR-7 y la senda de la Bojera. En la actualidad, otro camino se ha unido a estos dos y comparte parte del recorrido. Se trata del "Camino del Cid" en su tramo Montanejos-Los Calpes.
Apenas salvadas las últimas casas del pueblo, nos encontramos con gran sorpresa con esta pareja de cabras montesas, como se ve en la fotografía, junto a las últimas fincas del pueblo. La verdad, es que estos rumiantes son muy fáciles de ver en la zona y no parecen demostrar demasiado temor ante las personas. Lo que he notado en varias ocasiones que hacen es emitir una especie de silbido alto y explosivo a modo de señal de alarma ante la presencia de las personas y se ponen a la expectativa o bien huyen si estoy muy cerca.
El macho se ha detenido ante mi presencia y me mira expectante, sin alterarse demasiado.
Seguimos nuestro camino y a nuestra derecha echamos un vistazo a la Copa que empieza a recibir los primeros rayos del sol.
Enseguida vemos este poste direccional y nos detenemos para presentarnos. Somos de derecha a izquierda: Paco Álvarez, Paco Bayarri, Emilio Romero, Rafa Lafuente y un servidor.
Continuamos.
Continuamos.
Seguimos nuestro camino y disfrutamos de cortos pero bien conservados tramos de camino empedrado.
El sendero gana altura rápidamente y nos muestra una imagen muy poco nítida de Montanejos debido al naciente sol que estropea la foto.
Tras un buen tramo de subida, llegamos a una preciosa pinada que transcurre en un llano que nos permite recuperar la respiración y disfrutar del silencio y la tranquilidad. Y nos vienen a la cabeza esto versos de Gabriela Mistral.
El viento los pinos
suavemente ondula.
¡Duérmete, recuerdo,
duérmete, amargura!
Entre las copas, asoma el Morrón de Campos, que luego volveremos a ver desde la Rosada.
Al final del bosquecillo y antes de que el GR-7 y la senda de la Bojera acometan un giro de 90º a la derecha, nosotros abandonamos el sendero que llevamos y seguimos de frente por esta antigua cañada o vereda que accede a la loma de Rosada por su vertiente este.
La senda asciende poco a poco. Está muy bien trazada, por lo que el esfuerzo de subir se hace muy llevadero. Además, este primer tramo transcurre por el interior de una pinada que nos protege del naciente sol que se va levantando por el este.
La pendiente hace estirar el grupo.
Disfrutamos muchísimo de este bonito sendero. Nos gusta subir por él.
A medida que ascendemos, tenemos un horizonte más amplio. Así sucede en la vida diaria. Cuanto más arriba vemos las cosas, se nos abre mucho más el panorama y tenemos una visión mucho más amplia de todo.
Poco a poco vamos dejando la pinada y pisamos terrenos algo más pedregosos y áridos.
Y tras una cadenciosa y sostenida ascensión, llegamos a un collado con vistas hacia el sureste. Desde aquí aún nos queda un repecho hasta la loma de Rosada.
A nuestra izquierda, vistas hacia el valle del río Montán y la redondeada loma del cerro del castillo de Montanejos.
El último tramo de subida transcurre fuera de la pinada y la pendiente se salva de manera relativamente cómoda gracias a las eses que el sendero marca.
La altura alcanzada nos permite ver Montanejos y las Alquerías en un mismo plano. Montanejos en la confluencia del río Montán con el Mijares, del que es afluente.
En esta foto se puede ver el desnivel de las últimas rampas de subida, aunque como digo, las eses del camino facilitan mucho la subida.
Ahora el gegant se muestra en toda su plenitud, consciente de su poderío entre nuestras montañas.
Y llegamos por fin a la loma de Rosada. El aire fresco de la mañana nos da en el rostro y lo agradecemos.
Nos acercamos al borde de las altas paredes de Rosada, con precaución, para asomarnos al barranco de la Maimona, mirar el Morrón de Campos y la sierra de Gúdar en la lejanía.
El abismo se abre a nuestros pies.
A veces te hundes, caes
en tu agujero de silencio,
en tu abismo de cólera orgullosa,
y apenas puedes
volver, aún con jirones
de lo que hallaste
en la profundidad de tu existencia.
El abismo se abre a nuestros pies.
A veces te hundes, caes
en tu agujero de silencio,
en tu abismo de cólera orgullosa,
y apenas puedes
volver, aún con jirones
de lo que hallaste
en la profundidad de tu existencia.
Pablo Neruda.
Y nos recreamos en las alturas. Y tomamos aire que nos alivie de nuestros males. Y soñamos ante el bello horizonte que contemplamos. Y disfrutamos de esos momentos inefables, únicos, sencillos...en los que el tiempo se detiene y nos hace volar lejos, muy lejos, lejísimos...
El tiempo que la barba me platea,
ahondó mis ojos y arrugó mi frente,
va siendo en mi memoria transparente,
y mientras más lejano, más clarea.
Nos asomamos al abismo de nuevo y fotografiamos la senda de la Bojera.
Una vez llegados arriba, encontramos una pista. Llegados aquí, nos vamos por la derecha siguiéndola ya que nos enlazará nuevamente con el GR-7 tras pasar por el corral de los Navarros.
Caminamos cómodos por la amplia pista. No nos importa caminar por aquí porque el paisaje que nos envuelve vale mucho la pena.
El caminar fácil y ligero facilita una amena conversación que nos acompaña en este tramo.
Estamos en una meseta (la loma de Rosada) con bastante altitud (unos 850 m aprox.). Esta altura nos permite ver la población de Fuentes de Rubielos y el cordal del Peñarroya detrás.
También en la lejanía, la altura a la que nos encontramos nos permite visualizar la ermita de Santa Isabel, entre las poblaciones turolenses de Fuentes de Rubielos y Mora de Rubielos, en el extremo del cordal del Peñarroya.
Llegamos al corral de los Navarros. A su alrededor aún hay campos de almendros cultivados. La primera vez que estuve aquí, hace más de veinte años, en la puerta aún había un trillo apoyado en la pared.
Seguimos unos metros hasta enlazar con el GR-7. Nosotros lo dejamos en este camino que sale a la izquierda y que nos llevará a un campo de almendros.
Tras bordear el campo, se convierte en una senda que desciende paralela al barranco de Rosada.
La senda desemboca en una pista que seguimos a la izquierda.
El camino transcurre unos centenares de metros entre campos de cultivo.
Caminamos unos cuatrocientos metros hasta que se termina el camino.
El camino se ha convertido en sendero que nos va llevar de bajada durante un buen rato.
El sendero es muy bonito y transcurre en todo momento entre pinos en un bonito bosque que nos hace disfrutar de la marcha.
Ya avistamos Montán. Vemos sus primeras casas.
El sendero nos lleva a cruzar el barranco de la Boscaja, donde encontramos el arco de este acueducto.
Y como siempre, un montón de sutiles florecillas salen a nuestro paso y nos obligan a detenernos para disfrutar de su belleza, su sencillez, su perfección, su vida callada y monótona...Nos atrapan inevitablemente.
Y como siempre, un montón de sutiles florecillas salen a nuestro paso y nos obligan a detenernos para disfrutar de su belleza, su sencillez, su perfección, su vida callada y monótona...Nos atrapan inevitablemente.
En un punto, el sendero transcurre a media altura casi paralelo a la carretera de Montanejos.
Entramos al pueblo por el barrio de las Eras. Lo haremos por el camino donde encontramos el mirador del Mirallo, que se asoma a Montán y ofrece una bonita panorámica de la localidad. Un panel ofrece una semblanza urbanística de Montán apoyándose en la vista que tenemos enfrente
Una bonita panorámica de Montán se aprecia entrando por aquí. Es un precioso pueblo blanco.
Caminamos por las primeras calles de Montán y la limpieza de sus calles y la blancura de las fachadas llaman la atención del viajero que disfruta de un entorno rural tan tranquilo y silencioso.
Pasamos cerca de la iglesia de la Virgen de los Dolores, del antiguo convento servita.
Nos detenemos en la fuente de las Eras. Un trago y un lavado de cara nos hará mucho bien.
Por estas escaleras bajamos dirección a la fuente de Bajo Castillo.
Éste es el agradable paraje de la fuente Bajo Castillo.
¡Ay del que llega sediento
a ver el agua correr
y dice: La sed que siento
no me la calma el beber!
Antonio Machado
Nos inmortalizamos en la fuente. Las fuentes nos gustan. Siempre es un alivio encontrar una fuente en el camino. Te sacia la sed y te refresca.
Y también es un buen lugar para almorzar.
Un centenario chopo plateado da sombra al caminante que aquí se detiene en busca de una sombra y un refrescante trago de agua. Lo de centenario lo atestigua esta placa a los pies del tronco.
Y este es el centenario chopo plateado que nos acoge y nos da sombra.
Otro detalle curioso del paraje son las maquetas tanto del castillo de Montán (desaparecido), como del pueblo, encima de la fuente.
Las aguas de la fuente van al río Montán, que corre unos metros más abajo.
Tras almorzar tranquilamente, seguimos el camino que desde la fuente nos lleva a la carretera.
Salimos a la carretera y cruzamos para seguir de frente.
El corto camino nos lleva al río Montán.
Cruzamos el río Montán por este vado, que en este tramo lleva caudal, aunque muy poco. Poco más adelante se pierde.
Cruzando el río.
Apenas cruzado seguimos un corto tramo a la izquierda y salimos a un camino marcado por este poste. Como se ve, se trata del GR-160 o Camino del Cid.
Todo el resto de la ruta lo haremos por este camino.
Junto al camino, el Ecoparque de Montán.
Y caminamos en grupo, comentando y disfrutando del caminar.
Antonio Machado
Nos separamos unos metros del camino
¡Ay del noble peregrino
que se para a meditar,
después de largo camino,
en el horror de llegar!
que se para a meditar,
después de largo camino,
en el horror de llegar!
Antonio Machado
Nos separamos unos metros del camino
Este es el sencillo porche de la ermita.
A través del diminuto ventanuco de la puerta hacemos una foto del sencillo interior de la ermita.
Los chopos de la ribera del Montán empiezan a amarillear anunciando un otoño que tarda mucho en llegar.
Dulce chopo,
dulce chopo,
te has puesto
de oro.
Ayer estabas verde,
un verde loco
de pájaros
gloriosos.
Hoy estás abatido
bajo el cielo de agosto
como yo frente al cielo
de mi espíritu rojo.
García Lorca
Dulce chopo,
dulce chopo,
te has puesto
de oro.
Ayer estabas verde,
un verde loco
de pájaros
gloriosos.
Hoy estás abatido
bajo el cielo de agosto
como yo frente al cielo
de mi espíritu rojo.
García Lorca
Pasamos junto a una fuente que desgraciadamente no tiene agua.
En 2016 caía un pequeño hilo de agua suficiente para beber o lavarte la cara.
En 2016 caía un pequeño hilo de agua suficiente para beber o lavarte la cara.
Aunque por pista, el camino no se nos hace aburrrido. Entre la conversación y el entorno el caminar se nos hace ameno. También disfrutamos de tramos de sombra que nos alivian del sol y el calor que hace para el tiempo en que estamos.
A nuestra izquierda la Rosada.
El cerro del Castillo de Montanejos.
Pasamos junto al reciente camping de La Granja, afrontando ya la recta final.
Ya tenemos Montanejos a un tiro de piedra.
Entramos a Montanejos por el restaurado puente-acueducto de San José.
Cruzamos el puente de San José y entramos en Montanejos para recorrer las calles que nos llevarán de nuevo a la Plaza de España.
Y en la, a estas horas concurrida, plaza de España damos por terminada esta bonita ruta.
La ruta en el mapa.
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La ruta en el mapa.
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Película.
Hola Emilio, después de un tiempo alejado del mundo digital me voy a poner las pilas y pegarle un vistazo a tus crónicas que como siempre son una delicia y esta es otro ejemplo. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Hola, Paco! Me alegro que estés de nuevo en el mundo digital y vayas a leer mis crónicas. Por mi parte, haré lo mismo con las tuyas, también muy interesantes como nos tienes acostumbrados.
ResponderEliminarUn abrazo.