“Tal
vez para ser un artista genial hay que estar un poco loco, ¿no te parece?”
(Fernando Navales en “Mil ojos esconde la noche” de Juan Manuel de Prada). Quizá
para ser un apasionado de la montaña también hay que estar un poco loco.
Madrugar para estar pronto en el lugar de inicio, cansarse, pasar frío, calor, accidentarse,
lesionarse a veces, tal vez morir… Al menos, para muchos, es una especie de
locura que no entienden. Nosotros tampoco, pero es nuestra pasión.