RUBIELOS DE MORA: STA. ISABEL, PEÑARROYA, STA. MAGDALENA, FTES. DE RUBIELOS (31/7/2022).
“Me dormí y soñé que la vida era belleza; me desperté y vi
que era deber.” (Emmanuel Kant). Menos mal que podemos eludir el deber algunas veces y soñar que la vida es bella, aunque sea por momentos. Uno de esos momentos es, por ejemplo, el tiempo que pasamos en la montaña, en la naturaleza, en el campo...Es un tiempo en el que...¿soñamos o vivimos la belleza? Quiero seguir soñando que la vida es belleza.
En esta ocasión nos hemos ido a soñar a la sierra de Gúdar para realizar una preciosa y recomendable ruta que parte desde la localidad turolense de Rubielos de Mora (para visitar) y que nos lleva en primer lugar hasta la ermita de Sta. Isabel, en lo alto de un promontorio. Desde allí, nos dirigimos por un cordal hasta el vértice geodésico del Peñarroya, máxima altura de la ruta con sus 1241 m. Seguiremos por el cordal hasta llegar al collado de los Santos desde donde descenderemos hasta Fuentes de Rubielos. kilómetro y medio antes de llegar, nos desviaremos del sendero para visitar la ermita de Sta. Magdalena. Llegados a Fuentes de Rubielos, cruzaremos el pueblo y la carretera TE 21 para seguir por un sendero que sale junto a la parada de autobús y que nos devolverá hasta Rubielos por bonitas pinadas.
Hemos madrugado como hacemos en verano y “…en el preciso instante en que los gatos dejaban de ser pardos.” (“La prueba del laberinto”, Fernando Sánchez Dragó), ya estamos dispuestos para la partida. Antes de comenzar a caminar, nos hacemos la foto de inicio de ruta en la fuente del Parque de la Glorieta
Frente al Parque de la Glorieta, el Portal del Carmen, que junto al de San Antonio, formaban parte del recinto amurallado que defendía la población.
Salimos del pueblo dirección Nogueruelas por la carretera flanqueada por altos chopos.
Al sol apenas le ha dado tiempo de asomarse. Hemos dejado la carretera por la derecha por un sendero que nos lleva hasta el río Rubielos.
"Nace la aurora y el hermoso día
brilla de rojas nubes coronado;
en mi pecho, de penas abrumado,
la sonrosada luz es noche umbría."
Alberto Lista.
Caminamos paralelos al cauce del río, más bien arroyo. Se trata de un tramo del "sendero fluvial", uno de los que se pueden realizar en esta bonita población turolense.
Dejamos enseguida el sendero para girar a la derecha por este camino que nos llevará a la carretera.
Salimos a la carretera que lleva hasta Fuentes de Rubielos y caminaremos por ella unos doscientos metros.
Enseguida llama nuestra atención nuestro primer objetivo: la ermita de Santa Isabel, en lo alto del promontorio que se alza frente a nosotros.
Apenas giramos la curva de la carretera, la dejaremos para seguir un sendero a la izquierda, señalado con este poste direccional.
Se trata del GR 160 "Camino del Cid". ¡Qué honor. Vamos a seguir los pasos del Campeador!
El camino es amplio y enseguida comienza a subir.
A nuestra izquierda asoma el perfil de la emblemática Peñacalva que visitamos allá por agosto de 2014. ¡Ya ha llovido un poco!
Algún nogal junto al camino nos llama la atención. Aún les queda a las nueces un poco para que nos las podamos comer.
Este tramo empedrado nos sube hasta el Mas Blanco.
Mas Blanco.
El sendero ha ascendido aunque de momento de manera suave. Nos hemos detenido un instante para mirar lo recorrido.
Bellos ejemplares de carrascas acompañan el camino.
Y llegamos al área recreativa del Mas Blanco, junto al camino y en esta frondosa chopera.
Frente al área recreativa, la fuente del Mas Blanco.
La fuente está repleta de juncos a su alrededor.
"Verte desnuda es recordar la Tierra.
La Tierra lisa, limpia de caballos.
La Tierra sin un junco, forma pura
cerrada al porvenir: confín de plata."
Federico García Lorca
Y seguimos en ascenso y sin perder la vista al promontorio en el que se encarama la ermita.
Preciosa la flor de la achicoria silvestre.
“Esta flor vivirá
pocos días, Platero, aunque su recuerdo podrá ser eterno. Será su vivir como un
día de tu primavera, como una primavera de mi vida.” (J. R. Jiménez, “Platero y
yo”)
Junto a los juncos, esta menta de caballo (Mentha longifolia).
Como un reclamo constante no dejamos de ver la ermita de Santa Isabel.
Estaremos atentos porque habremos de dejar el camino junto a esta balsa que hoy está seca.
De seguir por el camino, también llegaríamos hasta la base de la ermita, pero vamos a ir por un sendero más directo y que evita un largo rodeo, además de que nos gusta más que caminar por pista.
Aquí vemos este poste que seguiremos por la izquierda para subir hasta el promontorio de la ermita.
Se trata de un tramo del PR-TE 21.
Subimos sin prisas, pero sin pausa. Bueno, no. Sin prisas pero haciendo alguna pausa, como ésta para ver qué nos dejamos detrás.
Y lo que vemos en la distancia es la sencilla ermita del Calvario.
"No lloro las arrugas de mi
frente Ni me estremece la indiscreta cana; Lloro los sueños de mi edad lozana, Lloro la fe que el corazón no siente."
Manuel del Palacio
El sendero serpentea siempre hacia arriba entre pequeñas y retorcidas carrascas. Nuestros pulmones y corazón se esfuerzan para poder superar el desnivel.
Las mariposas revolotean a nuestro alrededor acompañando nuestro caminar. Pero son reacias a la pose para ser fotografiadas. Huyen del objetivo de las cámaras. No les interesa la fama para nada. Pero alguna se despista y la pillamos desprevenida. En la foto una Hipparchia fagi (fauno grande).
¡Mariposa montés
y campesina,
mariposa serrana,
nadie ha pintado tu color; tú vives
tu color y tus alas
en el aire, en el sol, sobre el romero,
tan libre, tan salada!
Y nos encontramos en la base del promontorio de la ermita de Santa Isabel. Nos admira la perfección con que la naturaleza corta la roca.
Una pequeña subida nos encarama en la meseta del promontorio. A nuestra izquierda hemos dejado unas excavaciones de lo que parece ser una antigua fortaleza, o de dos pozos árabes. Aquí también se encuentra el puesto de vigilancia forestal.
En la foto, la ermita de Santa Isabel. Nos hemos plantado aquí en apenas cuarenta y cinco minutos.
Este deteriorado panel, casi ilegible, nos cuenta la historia de Santa Isabel y el porqué de la construcción de la ermita en lo alto de esta montaña.
Y antes de visitar las ruinas de la ermita, nos dirigimos al mirador. Como podéis suponer, las vistas son amplias, infinitas...
“Yo
veo las llanuras dilatadas, inmensas, con una lejanía de cielo radiante y una
línea azul, tenuemente azul, de una cordillera de montañas. Nada turba el
silencio de la llanada, tal vez en el horizonte aparece un pueblecillo, con su
campanario, con sus techumbres pardas. Una columna de humo sube lentamente.”
(Azorín, “España”)
Este panel nos da mucha información sobre lo que tenemos delante de nosotros, pero apenas podemos leer lo que pone. Lamentamos que no se renueven estos paneles de un valor didáctico evidente.
En el horizonte, desde esta atalaya privilegiada, vemos destacar la cima del pico Santa Bárbara de Pina.
“Humo,
lejanía, recuerdo, nada…En los árboles de la colina verde, en los días verdes,
los cendales de niebla se van desgarrando lentamente.” (Azorín, “El paisaje de
España visto por los españoles”)
En la sierra de Javalambre, destaca por su observatorio, el pico del Buitre.
Y, al fondo, apenas atisbamos el pico Javalambre.
Fuentes de Rubielos. Hacia allí nos llevarán nuestros pasos en breve.
Seguimos disfrutando del paisaje, del horizonte infinito, del azul del cielo, del aire en el rostro...y de algo que no se nota en la las fotos y que tanto añoro...el silencio. Un silencio que llena el ambiente y que disfruto mucho.
"Yo no sé lo que busco eternamente
en la tierra, en el aire y en el cielo,
yo no sé lo que busco, pero es algo
que perdí no sé cuándo y que no encuentro,
aun cuando sueñe que indivisible habita
en todo cuanto toco y cuanto veo."
Rosalía de Castro
Y entramos en las ruinas de lo que fue la nave central de la ermita, con estos preciosos arcos apuntados bastante bien conservados. Al fondo se ubicaría el altar.
Tras la visita, descendemos de nuevo hasta el collado.
El poste nos señala la dirección a seguir.
Pero antes de seguir, nos asomamos al mirador con amplias vistas.
"La niebla cubre en silencio
el valle gris de tu cuerpo.
Por el arco del encuentro
la cicuta está creciendo.
Pero deja tu recuerdo
déjalo solo en mi pecho."
Federico García Lorca
Vistas también hacia Fuentes de Rubielos.
Junto al camino un endrino (Prunus Spinosa) nos muestra sus morados frutos.
Seguimos la pista pero solo un centenar de metros...
...porque enseguida la dejaremos para seguir por este sendero que sale a la derecha junto al borde del camino.
"Un caminejo torcido y pedregoso subirá por una
montaña sin árboles, matizada de rastreras plantas olorosas. El romero, el
tomillo, el cantueso, el hinojo, llenarán de un sutil y penetrante aroma el
ambiente. De raro en raro, quizá haya un macizo de pinos olorosos, henchidos de
resina, que susurran a ratos al blando viento. Desde lo alto de la montaña –en
que se yergue una ermita-se divisará el panorama extenso, magnífico, de una
vega."
(Azorín,
“El paisaje de España visto por los españoles”)
Enseguida subiremos a un cordal que nos llevará hasta el vértice geodésico del Peñarroya.
Hemos tomado altura y lo que antes nos pareció elevado, ahora lo vemos por debajo de nosotros. Todo en la vida es relativo. La visión de las cosas depende del ángulo desde donde las veas.
Alcanzamos la parte superior y caminamos con vistas a ambas vertientes.
“En la montaña el turista viene a buscar un panorama, el pensador encuentra un libro inmenso.” (Víctor Hugo)
“Al aroma de los pinos se mezcla el aroma de las sabinas, del espliego, del romero, del enebro. En este aire sutil y fuerte de los paisajes levantinos y castellanos, los aromas se expanden con toda su libertad, todo el paisaje es aroma, todas las cosas que pasan por el monte, nuestras ropas, nuestros pies, se impregnan de un sentido olor.” (Azorín, “Castilla”)
Aún habremos de encaramarnos por encima de esos resaltes rocosos para alcanzar el vértice.
El sendero vira hacia la izquierda levemente y nos lleva por la vertiente norte.
Este estrecho paso nos encarama por encima de los resaltes rocosos que vimos hace un momento.
Y ya tenemos frente a nosotros el vértice geodésico del Penarroya (1241 m.)
Y no dejamos de hacerno una foto junto al vértice geodésico del Peñarroya (1241m.), máxima altura de la ruta.
“Hoy, antes del alba, subí a las colinas,
miré los cielos apretados de luminarias
y le dije a mi espíritu: cuando
conozcamos todos estos mundos y el placer y la sabiduría
de todas las cosas que contienen,
¿estamos tranquilos y satisfechos?
Y mi espíritu dijo: No,
ganaremos esas alturas sólo para seguir adelante.”
Walt Whitman
Desde él volvemos a disfrutar de vistas similares a las de la ermita de Santa Isabel.
Y tras disfrutar del paisaje, seguimos nuestro camino hacia Fuentes de Rubielos.
Seguimos por el cordal disfrutando de las vistas a uno y otro lado. A nuestra izquierda, ahora mucho más evidentes y cercanos, Peñacalva (izq.) y el Cabezo de las Cruces (der.).
Difícil obviar la presencia del Gegant de pedra.
Aunque el cardo corredor (Eryngium campestre) pueda parecer poco hospitalario por sus pinchos, a estos tres chinches no se lo parece.
"Y ahora, a lo lejos, en la remota lejanía, después de la embriaguez del azul, los ojos comienzan a distinguir una pincelada-tenue, sutil- de violeta, de morado y de oro.”
(Azorín, “Pasos quedos”)
El sendero comienza a descender de manera suave.
En algún tramo transcurre por un estrecha faja que puede causar vértigo a quien padezca acrofobia.
Fuentes de Rubielos. Hacia allí dirigimos nuestros pasos.
Junto al sendero, un antiguo corral en desuso.
Y el sendero que baja paulatinamente.
En el fondo, la ermita de la Magdalena, por la que también pasaremos antes de llegar a Fuentes.
Junto al sendero, este peirón mortuorio en recuerdo de un vecino.
Estos muros de piedra en seco también nos hicieron reflexionar del trabajo que lleva detrás este tipo de construcción, así como de la dureza y habilidad con la que se construyeron. Este tipo de construcción también nos habla de una época en la que el tiempo no se percibía como lo hacemos ahora. Hoy todo son prisas e instantaneidad. Antes las prisas no eran tantas.
El sendero desemboca en el collado de los Santos, cruce de caminos. Nosotros nos desviaremos por la derecha por un sendero que desciende en zigzag, siguiendo el PR-TE 21.
Este hito que vemos en la foto nos orienta de camino que hemos de seguir.
“…pero
de vez en cuando no viene mal estar solo. Puedo reflexionar mejor.” (Santiago en “Primavera con una esquina rota”,Mario Benedetti)
Es un sendero cómodo y bien trazado, y en descenso.
El sendero nos ofrece vistas constantes sobre la ermita de Santa Isabel.
Y seguimos disfrutando de pequeños detalles que nos vamos encontrando que forman también parte de la ruta y que nos hacen disfrutar y aprender. Por ejemplo, observamos en el centro de la flor de la zanahoria silvestre (Daucus carota) una flor más oscura, negra, que semeja un insecto. Esto es para que insectos de verdad se acerquen a ella con vistas a la polinización.
“Quien lee sabe mucho; pero quien observa sabe todavía más.” (Alejandro Dumas hijo).
Los que me leen asiduamente saben que mis fotografías del cardo azul son recurrentes. Me gusta la esférica perfección y el color de sus flores, a pesar de sus pinchos, que pueden hacer que para otros sea una planta poco atractiva, pero no sólo los guapos tienen derecho a vivir, ¿no?. ¿Qué haríamos los feos entonces?
“Todo es relativo en la vida. El clavel es mucho más bello
que un repollo, pero probad a hacer una sopa con un clavel.” (Puck)
Comenté antes lo acompañado que fui durante todo el camino de las alegres, dicharacheras, nerviosas y preciosas mariposas y que cuesta verlas detenidas para poder captarlas en todo su esplendor. Pero con suerte y paciencia, lo conseguimos una vez más. Esta mariposa saltacercas (Lasiommata megera) nos dejó tomarle esta instantánea.
"Yo me alejé de tu lado
queriéndote sin saberlo.
No sé cómo son tus ojos,
tus manos ni tus cabellos.
Sólo me queda en la frente
la mariposa del beso."
Federico García Lorca
Seguimos descendiendo por la senda que transcurre aún con sombra.
Ya tenemos contacto visual con la ermita de Santa Magdalena.
Llegamos al cruce donde nos desviaremos para visitar la ermita de Santa Magdalena.
Recorremos escasos doscientos metros y llegamos a la ermita. Un gran silencio, una gran paz...se respira en el ambiente.
Un panel nos informa de la historia y características de la ermita, construida en el S. XVI y restaurada en 1975.
El paraje es el lugar ideal para almorzar. El silencio y la sombra son de agradecer.
En algunas piedras encontramos los signos del cantero, que vemos en muchas piedras de iglesias y catedrales de la Edad Media.
Según el plano de la ermita que vimos en el panel, ésta es la venta de adoración. Desde aquí podemos ver el altar con la imagen de la Santa. Por ello vemos en ella esos ramos y piñas.
Vista del porche, con la techumbre de madera en buen estado de conservación.
Tras el almuerzo y la corta visita a la ermita, retomamos el camino y volvemos hasta el cruce que nos llevó hasta la ermita.
Desde la ermita tenemos un kilómetro y medio hasta Fuentes de Rubielos.
Encontraremos en todo el sendero bellos ejemplares de carrascas.
"Su corazón repose
bajo una encina casta,
en tierra de tomillos, donde juegan
mariposas doradas..."
Antonio Machado
En este tramo entre la ermita de la Magdalena y Fuentes de Rubielos encontramos algunos carteles en tablas de madera que nos informan del nombre común y el científico de algunos árboles y arbustos que vamos encontrando a nuestro paso, a modo de sencillo jardín botánico en plena naturaleza.
También vemos pinos de un excelente porte y longevidad.
“Sabe
Platero que, al llegar al pino de la Corona, me gusta acercarme a su tronco y
acariciárselo, y mirar el cielo a través de su enorme y clara copa…” (“Platero
y yo”, J. R. Jiménez)
El sendero desemboca en la carretera que lleva a Cortes de Arenoso. La cruzaremos y nos dirigiremos hacia el pueblo.
Mientras avanzamos, a nuestra derecha vemos las casas del barrio del Calvario.
Avanzamos hacia el pueblo por la calle Gila.
Y seguimos por la calle Camino Tras del Lugar, bordeando el pueblo por el norte.
Junto al parque infantil Saleras, encontramos el peirón de la Granja.
Ahora saldremos del pueblo bordeándolo por el sur siguiendo la paleta direccional.
Junto al camino, el pozo de la Granja, sin agua.
"Un gran amor se nos
acaba un día y es tristemente igual a un pozo seco, pues ya no tiene el agua que tenía pero le queda todavía el eco."
José Ángel Buesa
El sendero nos sacará a la carretera que nos lleva a Rubielos de Mora o a Olba en dirección contraria.
Salimos a la carretera junto a la piscina municipal.
Seguimos la carretera hacia la derecha durante cien metros.
Mientras caminamos, enfrentamos la ermita de Santa Isabel en la lejanía.
Junto a la parada de autobuses, seguimos a la izquierda por el sendero que nace allí.
Este tramo de ruta transcurre en gran parte por el interior de tupidas pinadas que nos protegen del calor, aunque aún no ha empezado a apretar del todo.
“A
mí me gusta más la sombra de los árboles, porque tiene manchitas de sol y
además se mueve.” (Beatriz en “Primavera con una esquina rota” de Mario Benedetti).
Seguimos escoltados en el camino por toda clase de mariposas. También pudimos captar a una Sátiro Moreno (Hipparchia statilinus) con este original dibujo.
La ermita de Santa Isabel fue un referente constante en toda la ruta. Aquí la vemos asomar entre los pinos.
La cima de la ermita acercada con el zoom.
“Mi sombra está en la infancia, en unos árboles que se movían mientras cantaba mi madre. Es una historia de las que no tienen arreglo, por mucho que se lo busques. Andar sin sombra da vértigo.” (Mónica en “La Reina de las Nieves” de Carmen Martín Gaite)
En algunos tramos el sendero se abre y transcurre por caminos.
“Una
de las cosas más agradables de la vida: ver cómo se filtra el sol entre las
hojas.” (Martín Santomé, Mario Benedetti, “La Tregua”, pág. 48)
Salimos a campo abierto y vemos paletas en el cruce que seguimos hacia la izquierda hacia la carrasca de los Toranes.
Un campo de cereal enmarca otro ángulo del promontorio de la ermita de Santa Isabel.
Hemos tenido que pasar varias veces por cancelas de cable que evitan que el ganado salga de los límites del campo en el que se encuentran. Hemos de cerrarlas tras traspasarlas.
Y vemos la carrasca de los Toranes, pero no nos acercamos a ella. Ahora veréis el porqué.
"El árbol tenía un letrero que solo los pájaros podían leer: ”Se alquilan ramas para nidos”, decían las letras que un hombre no habría podido leer. A pesar del anuncio, ningún pájaro vino a hacer su nido en este árbol, que muere de tristeza, gacha la cabeza, al borde del camino."
Alfonsina Storni
Éste es el motivo. Una manada de vacas pacía tranquilamente en medio del campo y claro, no quisimos molestar ese plácido momento. Además hoy no traíamos el capote. Bordeamos el campo para no intranquilizar a las vacas. Pues a pesar de nuestra prudencia, a nuestra izquierda nos salió una vaca y un burro. El burro realizó un pequeño trote detrás de mí cuyo motivo e intención desconozco.
Pasamos por las proximidades de un campo de girasoles, que ofrece este vistoso color amarillo.
"Sal de mi corazón, del que me has hecho
un girasol sumiso y amarillo
al dictamen solar que tu ojo envía."
Miguel Hernández
Seguimos hacia Rubielos. Al fondo vemos destacar la cruz del "Mirador de la Cruz".
Y llegamos a la Masía de los Toranes.
De los Toranes salimos por este sendero que marca la dirección y la distancia a Rubielos: dos kilómetros y medio.
Ya vemos algunas casas de Rubielos y si os fijáis, a la derecha, podemos ver claramente la cruz del mirador.
"Sobre la cruz del
tiempo clavada estoy."
Alfonsina Storni
Ya os dije que la ermita de Santa Isabel no nos dejó de vigilar en todo el camino.
El sendero, bastante tupido, nos lleva hasta el arroyo de Rubielos.
Bajamos hasta el arroyo que cruzamos por encima de unas tablas a forma de puente. Si el arroyo llevara más agua, tal vez hubiera sido más problemático cruzar.
"Y así, como un arroyo
que se convierte en río,
y que en cada cascada se
purifica más,
voy cantando este canto tan ajeno y tan mío,
con la simple palabra que no muere jamás."
José Ángel Buesa
En el agua, una culebrilla se daba un baño.
“¡Nada muere! Una rosa que ha florecido una vez, florece
para siempre.” (J.W. Dunne)
Preciosas campanillas cuyo blanco destaca en medio de un verde tan intenso.
"Cuando yo os oigo tocar,
campanitas, campanitas,
sin querer torno a llorar."
Rosalía de Castro
Tras cruzar el arroyo, seguimos la senda.
De nuevo la atenta mirada del promontorio de la ermita de Santa Isabel.
Salimos a un camino que seguimos a la izquierda durante trescientos metros.
Desembocamos en este cruce en el que encontramos un área recreativa y seguimos por la derecha. Es el camino de los Losares que nos llevará hasta Rubielos.
Pasamos junto a la fuente de la Acacia.
Fuente de la Acacia.
“En
filosofía no es alcanzar el objetivo lo que importa, sino las cosas que uno
halla por el camino.” (Henry H. Ellis)
Ya estamos a un paso de Rubielos.
Ahora vemos la Cruz del mirador más cerca.
Y hacemos un zoom a la ermita de Santa Isabel para despedirnos de ella y darle las gracias por habernos acompañado durante todo el recorrido.
Antes de entrar en Rubielos encontramos un antiguo lavadero...
...una fuente y un abrevadero.
Entramos a Rubielos por el barrio del Campanar.
“Mirad bien estas casas: todas tienen ventanas; pero entre todas habrá una con una ventana pequeña, misteriosa, que hará que vuestro corazón se oprima un momento con inquietud indefinible…Yo no sé lo que tiene esta pequeña ventana; si hablara de dolores, de sollozos y de lágrimas, tal vez al concretarla, no expresaría mi emoción con exactitud; porque el misterio de estas ventanas está en algo vago, algo latente, algo como un presentimiento o como un recuerdo de no sabemos qué cosas…(Azorín, “Las confesiones de un pequeño filósofo”)
“No
hay dos puertas iguales: respetadlas todos. Yo siento una profunda veneración
por ellas; porque sabed que hay un instante en nuestra vida, un instante único,
supremo, en que detrás de una puerta que vamos a abrir está nuestra felicidad o
nuestro infortunio…” (Azorín, “ Las confesiones de un pequeño filósofo”)
Recorremos sus calles, limpias, silenciosas, dormidas...
Una delicia pasear por sus calles.
Pasamos por la excolegiata de Santa María la Mayor.
Fuente del Pueblo en la plaza del Carmen. Tras la fuente vemos la escultura de José Gozalvo, artista local, dedicada al "toro embolado".
“Unas calles del pueblo son estrechitas, otras son más anchas, se ve también algún callejón sin salida. En una de las plazas se levanta el Ayuntamiento; hay otra plaza también ancha, en su centro se yergue una fuente de mármol bermejo, que arroja el agua por cuatro gruesos caños”. (Azorín, “España”)
Y de nuevo el portal del Carmen, ahora desde la parte interior. Clara señal de que llegamos al final de nuestro camino.
Y finalmente, el punto en el que aparcamos por la mañana muy temprano. Aquí ponemos punto y final a nuestro sueño cumplido de esta semana. Ahora toca calmar la sed con una buena cerveza bien fría.
La vida está escrita en los libros. Describiendo la ruta me he dado cuenta de que hubiera podido hacerlo utilizando fragmentos de libros. Leer es uno de los placeres que nadie debería perderse. Leer es vivir muchas vidas. No dejéis de vivirlas. Leed mucho.
“Lector:
perdóname; mi voluntad es serte grato; he escrito ya mucho en mi vida; veo con
tristeza todavía que he de escribir otro tanto. Lector: perdóname; yo soy un
pobre hombre que, en los ratos de vanidad, quiere aparentar que sabe algo, pero
que en realidad no sabe nada”. (Azorín, "La ruta de Don Quijote.")
Preciosa la entrada como siempre. Por mera curiosidad ¿A qué hora te levantas para triscar por esos sitios tan bonitos?. Parece que demasiado pronto para mi gusto y eso que yo me levanto a las 7 menos cuarto de la mañana
¡Hola! Me alegro que te haya gustado la ruta. En cuanto a la hora de levantarme, depende de la distancia a la que tenga que desplazarme. No me duelen prendas a la hora de madrugar, igual pueden se las cinco y media, que las seis o seis y media. Saludos.
Preciosa la entrada como siempre. Por mera curiosidad ¿A qué hora te levantas para triscar por esos sitios tan bonitos?. Parece que demasiado pronto para mi gusto y eso que yo me levanto a las 7 menos cuarto de la mañana
ResponderEliminar¡Hola! Me alegro que te haya gustado la ruta. En cuanto a la hora de levantarme, depende de la distancia a la que tenga que desplazarme. No me duelen prendas a la hora de madrugar, igual pueden se las cinco y media, que las seis o seis y media.
EliminarSaludos.