MONTANEJOS: CASTILLO (SL-CV 104), FTE. DEL CANTURRO (20/8/2022).
Decía la pastora Marcela en Don Quijote de la Mancha: “Yo
nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos: los
árboles de estas montañas son mi
compañía; las claras aguas de estos arroyos, mis espejos; con los árboles y con
las aguas comunico mis pensamientos y mi hermosura.” En mi caso, también nací libre y escogí la soledad y belleza de las montañas porque en ellas encuentro la tranquilidad y la paz que necesito para cargar las pilas y poder seguir funcionando.
Os presento una sencilla ruta en Montanejos (una más en este bonito enclave) adecuada para estirar las piernas y matar el gusanillo senderista que nos llevará hasta el castillo de Montanejos, situado en lo alto de un cerro, siguiendo el SL-CV 104; después visitaremos una de las fuentes de la localidad, la del Canturro, para volver de nuevo a nuestro punto de origen. Ruta sencilla pero que nos proporcionará una gran satisfacción por las vistas desde el cerro del castillo del que apenas quedan unos restos.
Como suele ser habitual, empiezo mis rutas en Montanejos desde la plaza de España, silencioso y vacío a estas tempranas horas de la mañana.
Callejeamos por el dormido pueblo buscando el puente de San José. El silencio invade las calles y nosotros nos sumamos a él.
Llegamos al puente-acueducto de San José. que cruza el río Montán.
Cruzamos el puente y a nuestra derecha, la ladera de la Rosada iluminada por el sol naciente.
A mitad del puente, dos hornacinas jalonan el puente. Una con una imagen de San José, que le da nombre y en la que podemos ver como la imbecilidad humana no sólo no ha descendido sino que va a más. Imagino que el autor tendrá decorada las paredes de su casa con tan bellos grafitis.
Y otra con la imagen de la Virgen de los Desamparados en la que también los imbéciles han dejado rastro, pero que he cortado para no estropear la foto.
El cauce del río Montán, evidencia la sequía que estamos viviendo. Baja completamente seco.
Al final del puente, varias paletas direccionales nos proporcionan diferentes alternativas. Nosotros elegimos el SL-CV 104 que nos subirá hasta el castillo.
Seguimos una amplia pista un centenar de metros. El sol intenta coger fuerza y muestra ese tono dorado.
"Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar."
Antonio Machado
En este cruce de pistas seguimos a la izquierda por la de arriba.
Y aunque el caminante no suele echar la vista atrás, de vez en cuando lo hace. Ya hemos adquirido cierta distancia con Montanejos. Ahora al silencio que había en el pueblo, se suma el canto de algún madrugador pajarillo que empieza su jornada.
Y sin dejar de caminar, a nuestra izquierda, la Copa, tantas veces visitada.
Como me gusta explicar a veces, el camino se disfruta con muchas pequeñas, sencillas y bellas cosas que enriquecen nuestro caminar y nos hacen conocer, aprender, gozar... La naturaleza es un libro abierto del que podemos extraer muchas cosas.
En esta ocasión es la flor de la zanahoria silvestre las que nos hace detener.
"Voy camino de
la tarde entre flores de la huerta, dejando sobre el camino el agua de mi tristeza."
García Lorca
También las abundantes higueras reclaman nuestra atención. Sus frutos aún no están maduros, pero ya no tardarán demasiado. Una pena que a través de mis palabras no se pueda percibir ese olor tan especial de las higueras.
Y seguimos caminando y desde la altura que nos proporciona la pista que seguimos, vemos en el fondo las casas de la Alquerías.
Y otro vistazo atrás nos muestra el camino avanzado y nos ofrece la imponente estampa del Morrón de Campos.
Aproximadamente a un kilómetro del puente de San José, dejamos la pista para coger la senda que sale a nuestra derecha y que está señalizada con un poste.
Es una bonita senda entre pinos, empedrada aún en algunos tramos.
"Blanca senda, camino olvidado,
¡Bullicioso y alegre otro tiempo!
del que solo y a pie de la vida
va andando su larga jornada, más bello
y agradable a los ojos pareces
cuanto más solitario y más yermo."
Rosalía de Castro
Y mientras subimos, más elementos que nos hacen disfrutar del sendero.
¿Se puede discutir la belleza de la flor del cardo a pesar de los pinchos de la planta?
La senda presenta tramos muy vistosos flanqueado por gráciles y altos pinos que producen una buena sombra.
¿Y qué decir de las mariposas ("Festón blanco", Hipparchia fidia) que avanzan por delante de nosotros como una escolta del amo del castillo que nos lleva hasta él?
"Nadie envidiará tus galas
ni tu existencia dichosa,
pero yo sé, mariposa,
que alguien envidia tus alas..."
Vicenta Castro Cambón
El sendero asciende zigzagueante y se sube con relativa comodidad.
Algún enebro nos semeja un centinela de la fortaleza que nos solicita los salvoconductos que llevamos que permitan presentarnos ante el señor del castillo.
Nos queda aún un poco para llegar, pero ya tenemos a la vista nuestro objetivo.
"La fortaleza nombrada
está en los altos alcores
de una cuesta,
sobre una peña tajada,
maciza toda de amores."
Jorge Manrique
La señal nos indica que vamos por buen camino. El sendero no tiene pérdida. Está muy bien marcado.
Y ya avistamos los restos de la torre principal del castillo.
El castillo es de origen árabe (S. XI).
En esta ocasión subiremos por el hueco entre estas dos rocas. Nunca había accedido por este punto.
Salimos justamente junto al aljibe, bastante bien conservado aún.Además de su función de abastecer de agua al castillo, estaría también relacionado con servir para las abluciones antes de los rezos hacia la Meca.
Toda la superficie ocupada por el castillo fue limpiada en el año 2020 para dejar al descubierto los escasos restos que quedan.Desde el mes de mayo de ese año, promovido por el Ayuntamiento y autorizado por la Dirección General del Patrimonio de la Consellería de Educación, Cultura y Deporte, se ha limpiado el recinto de vegetación, lo que ha permitido que los restos que ya se veían en esas condiciones, ahora sean más evidentes y, al mismo tiempo, ha posibilitado que salgan a la luz otros que permanecían ocultos.
Estos serían los restos del torreón principal.
Otro elemento visible son los restos de esta torre en el flanco sur del castillo. La base está relativamente bien conservada.
Nos dirigimos hacia el oeste para encontrarnos con los restos muy desdibujados de lo que fue otra torre.
El paseo por el perímetro exterior del castillo nos lleva hasta lo que serían los restos de otra torre, ésta encarada hacia el norte. Los restos de esta torre están en muy malas condiciones y amenazando derrumbarse.
Tras la visita cultural a las ruinas de lo que fue el castillo de Montanejos o de la Alquería, toca disfrutar de las vistas en trescientos sesenta grados que desde aquí se divisan.
Y nos entretenemos en disfrutar de estupendas panorámicas prácticamente en todas direcciones.
"¡Y abarqué el infinito en una sola
mirada, llena de fulgor intenso
y vi del tiempo gigante ola
rodar el precipicio de lo inmenso!"
Julio Flórez
Este es otro de los encantos de subir hasta esta privilegiada atalaya: deleitarnos con las vistas que ofrece este mirador natural. A continuación os muestro algunos ejemplos.
Hacia el noroeste encontramos tal vez la panorámica más interesante. Con las cimas que podéis ver en la foto. De izquierda a derecha: Morrón de Campos, los Castillejos, La Redonda, el Cantón, los Molares, Peñacalva y la Copa.
Hacia el este, el Magraile y el Plano.
Hacia el norte, asoma tímida la cima de Penyagolosa.
Aquí la acercamos con zoom.
Vistas del helipuerto, junto a la carretera CV-195.
Fácilmente reconocible, el cementerio de Montanejos, la última morada.
“¡A cuántos triunfos tienes que renunciar, pobre
Platero!¡Tu vida es tan sencilla como el camino corto del cementerio viejo!
(J.R. Jiménez, “Platero y yo”)
Desde la cima del castillo también disfrutamos de esta típica imagen de Montanejos.
Y también asoma levemente la Alquería.
Ahora toca recuperar fuerzas, aunque no hemos perdido muchas, en esta imponente atalaya disfrutando de estas maravillosas vistas que os acabo de mostrar. El silencio, la paz, el paisaje...invita a la reflexión.
“Cuando he estado en lo alto me he sentado y me
he dispuesto a contemplar largamente el panorama. Se descubría una porción
inmensa de terreno. Desde aquí veo las piezas de labranza y los viñedos. Los
caminos, los viejos caminos, hacen revueltas y eses entre los bancales. Viejos
caminos, caminos angostos y amarillentos ¿cuántas veces nos han llevado de niños
por vosotros? ("Castilla", Azorín)
Una pequeña construcción que desconocemos su utilidad.
El poste nos indica el final del SL-CV y la altura del cerro: 704 m. Detrás los restos de la torre principal.
Tras el almuerzo y la reflexión, retomamos la marcha y bordeamos el recinto del castillo, y seguimos disfrutando de las vistas.
Un último vistazo a Montanejos antes de seguir.
En el perímetro en el que se encontraba la muralla exterior encontramos otros restos que parecen anteriores a la fecha de la construcción del castillo (S. XI) y tendrían otro origen.
Pasamos de nuevo antes los restos de la torre principal antes de volver a bajar del castillo por el sendero que nos trajo hasta aquí.
“También se suele decir que lo que cuesta poco se estima en
menos.” (Cervantes, “Don Quijote de la Mancha”). No es nuestro caso porque a pesar de lo poco que nos ha costado llegar hasta el castillo, hemos valorado y disfrutado mucho este sencillo recorrido.
Parece una Morena (Aricia cramera) que se prestó a posar para mí.
Los secos restos del espantalobos (colutea arborescens) evidencian la flata de agua.
Apenas doscientos metros de bajada, dejamos el SL-CV para desviarnos por esta senda que sale a nuestra derecha.
El primer tramo transcurre entre pinos.
Luego pasa entre campos de olivos y almendros abandonados.
“La riqueza consiste mucho más en el disfrute que en la
posesión.” (Aristóteles).
No queremos poseer más de lo que afortunadamente tenemos ya, lo que nos mueve es disfrutar de la montaña, que es de las pocas cosas que nos llevaremos al otro barrio.
Nos detenemos unos segundos y echamos la vista hacia arriba y observamos el cerro con los restos de la torre principal y la del flanco sur.
El corto sendero sale a una amplia pista que seguiremos hacia la derecha.
Seguiremos por ella aproximadamente un kilómetro y medio hasta encontrar otro cruce.Y mientras disfrutaremos del paisaje y el silencio que nos rodea. Al fondo, el puntal de la Atalaya (izq.) y el pico Sta. Bárbara de Pina (der.).
Seguimos caminando cómodamente en ligera bajada y disfrutamos de lo que más nos gusta: caminar.
La Rosada y el Morrón al fondo.
Como no tenemos prisa, nos detenemos un momento a jugar con la cámara y le hacemos un zoom a la cima del Morrón.
La pista rodea el cerro del castillo ofreciéndonos diferentes perspectivas de las ruinas.
Este poste marca la fuente del Chorrico, aunque no la vemos claramente.
Vemos esta cubeta donde cae un pequeño chorro de agua, pero pensamos que nace algo más arriba pero no lo vemos por estar cubierto de vegetación.
...las mariposas que acompañan nuestro caminar....
...la Copa...
...y hasta Montanejos que aparece entre las hojas de los pinos.
Llegamos a otro cruce de pistas marcado por un nutrido poste direccional, señal que convergen varias rutas aquí. Seguimos por la derecha, dirección Montanejos.
Ahora vemos mejor Montanejos, ya más cercano. Aunque no iremos directos.
Antes dejaremos la pista que nos llevaría directos para coger una senda en bajada a la izquierda, que nos marca este poste.
Es ésta. Nos llevará hasta la fuente del Canturro.
El sendero baja buscando el paso entre un bancal y otro. Tiene bastante vegetación que va en aumento a media que nos acercamos a la fuente, llegando incluso a cerrar casi el sendero.
Hemos recorrido unos trescientos metros desde la pista hasta llegar a la fuente del Canturro.
El agua de la fuente se recoge en esta balsa y se utilizaba para el riego. La fuente fue limpiada cuando se trazó la "ruta de las fuentes".
Está la fuente muda,
y está marchito el huerto.
Hoy sólo quedan lágrimas
para llorar. No hay que llorar, ¡silencio!
Antonio Machado
Junto a la fuente, un panel con la historia y detalles de la fuente.
Tras visitar la fuente, el sendero continúa en bajada entre campos abandonados.
Casi debajo de la fuente, este refugio para protegerse de la lluvia y las tormentas.
Comenté casi al principio que intentamos disfrutar de cualquier detalle por ínfimo que parezca y nos vamos fijando en múltiples cosas. En este caso, este decorativo conjunto de flores de cardo secas nos llamó también la atención. Hasta las espinas tienen su encanto.
También disfrutamos de la frondosidad de los nogales.
...o del porte de algún almez que encontramos junto al caino.
El camino que baja de la fuente nos deja en el cauce, hoy seco, del río Montán.
Es un camino rural, ancho, que va paralelo al río y que seguimos por la derecha.
El rumor del agua corriendo por una acequia nos apartó unos metros del camino para refrescarnos un poco.
"¡Ay del que llega
sediento a ver el agua correr y dice: La sed que siento no me la calma el beber!"
Antonio Machado
El camino es muy agradable, aún no aprieta el sol. Además hay tramos donde los pinos nos proporcionan una buena sombra y embellecen el camino.
“Una de las cosas más agradables de la vida: ver cómo se filtra el sol entre las hojas.” (Martín Santomé en “La Tregua”, Mario Benedetti)
Preciosos nogales jalonan este camino rural.
También encontramos tramos sin sombra, pero lo llevamos bastante bien. Aún sentimos el frescor que nos proporcionó el agua de la acequia. Al fondo, la Copa.
¡Otro frondoso nogal!
Cruzamos el cauce seco (una pena) del río Montán por este puente de cemento.
Y ahora sí que nos encaminamos directamente a Montanejos.
Se nota el mes de agosto. Por aquí entraremos en el pueblo.
Callejeamos de nuevo...
...hasta volver al punto de inicio de esta sencilla ruta: la plaza del España.
Cerramos nuestra visita al castillo de Montanejos con una frase de Santa Teresa de Jesús que hace una bonita metáfora: "El alma es un hermoso y delicioso castillo en el cual hemos de ver cómo podemos entrar."
Muy bonita la ruta matinera
ResponderEliminar¡Hola, mcarmen! Muy entretenida y en solitario se disfruta muchísimo.Saludos.
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