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lunes, 14 de junio de 2021

AZUÉBAR: CASTILLO, PEÑA AGUJEREADA, MONTE RUFO (5/6/2021)

“Yo no he podido ver una diligencia a punto de partida sin sentir vivos deseos de montar en ella; no he podido ver un barco enfilando la boca del puerto sin experimentar el ansia de hallarme en él, colocado en la proa, frente a la inmensidad desconocida.” (Azorín, “Las confesiones de un pequeño filósofo”). Yo tampoco puedo ver una peña agujereada sin sentir vivos deseos de conocerla en persona. Y allí que me fui, a Azuébar, a ver en directo ese enorme agujero que la naturaleza ha fabricado en la montaña. Y os lo voy a contar.

Se trata de una ruta clásica en esta población del Alto Palancia, enclavada en el Parque Natural de la Sierra de Espadán, y que nos lleva a tres enclaves emblemáticos del término municipal que son su castillo, el monte Rufo y la Peña Agujereada (Peña Ajuerá) su principal protagonista. A los tres llegaremos por sendos trayectos de ida y vuelta saliéndonos de la ruta principal para volver a ella tras sus respectivas visitas y en las tres vamos a disfrutar de excelentes vistas, salvo que el día no nos acompañe, como fue nuestro caso. Pero no vamos a ponerle ningún pero al día, ya que lo que nos impidió disfrutar en su totalidad del paisaje, nos evitó el calor que habríamos pasado de haber tenido un día soleado. 

Puntuales a la cita, como suele ser habitual, a primerísima hora de la mañana nos encontrábamos en el punto de partida para iniciar la ruta. En este caso, aquí, a la entrada de Azuébar, en los Jardines de la Glorieta, junto al escudo de la población.


Una de las primeras vistas con la que nos encontramos, es su castillo de origen musulmán, encaramado en un cerro que domina la población a 396 m. También fuimos conscientes de que las nubes no iban a abandonarnos en toda la mañana, amenazando incluso con dejar caer algo de lluvia. 


Y antes de iniciar la marcha, como es habitual, la foto de grupo de los participantes. De izq. a der. Rafa Lafuente, Ana, Emilio Romero, Carmen y un servidor.


Y empezamos callejeando por la Calle Excelentísima Diputación, para ir a buscar la subida al castillo.


A mitad de calle nos encontramos con su atípico Ayuntamiento, pero creo que lo de menos es el edificio. Lo fundamental es su funcionamiento y utilidad pública, ¿no?


Y un poco más adelante, el lavadero municipal.


Y también pasamos por su iglesia, dedicada a San Mateo.


En su cúpula, nos sorprendió ver dónde había nacido una chumbera. Ya veremos quién es el guapo que sube a coger los higos.


Las palas nos indican que vamos por el camino adecuado.


Y salimos del pueblo por una amplia pista.


Desde ella, ya podemos ver claramente la Peña Agujereada.Desde luego, el que le puso el nombre no se calentó mucho los cascos.


Esta primavera tan explosiva que hemos tenido este año, ha hecho que disfrutemos en las rutas de la gran variedad de flora que tenemos. Cualquier planta por sencilla que sea, nos ha cautivado. Un árbol que encontramos habitualmente es el granado. Tanto el verde intenso y "joven" de sus hojas, como su "rojísima" flor, nos encantan y siempre nos hace detenernos un instante.

"Debajo del granado
de mi pasión
amor, amor he llorado
¡ay de mi corazón!
Al fondo del granado
de mi pasión
el fruto se ha desangrado
¡ay de mi corazón!"

                                   Miguel Hernández
Enfilando la subida al castillo, de momento con comodidad.


En una casa de campo junto al camino, había un rebaño de cabras de diferentes clases. Este macho parecía tener mucho mando.


Otras cabritas nos salían a saludar.


Y enfilamos ya la subida al castillo.


Ascendemos por un ancho camino que nos permite vistas sobre Azuébar.


El camino está barandado casi en su totalidad.


Aunque el camino tiene pendiente, con tranquilidad y buenos alimentos, se va subiendo.


El camino bordea los restos de la fortaleza por su cara norte, que presenta este aspecto.


Las candeleras pueblan la subida al castillo. Tal vez no sean las plantas más espectaculares, pero también forman parte del escenario.


Y se accede a él por la cara oeste. Pero antes del último repecho, este mirador sobre Azuébar nos permite tomar aliento antes del último asalto. En el mural explicativo, una breve reseña sobre el castillo y como curiosidad  más interesante, el hecho de que la borrasca Gloria de finales de enero de 2020 produjera derribos en los restos que aún se mantenían en pie.



Aquí podemos ver el aspecto de la torre este antes y después del paso de la borrasca en enero de 2020. ¡Una lástima!


Y el diente de león esperando para expandirse y encontrar nuevos horizontes, nos atrae siempre con esta forma tan frágil.


Accedemos al patio de armas por la cara sur del castillo, donde vemos restos de uno de los aljibes del recinto.


Y la base de otra de las cinco torres que circundaban y sostenían el lienzo de muralla.



"Vierte la luna plateados rayos
que reflejan las ondas en el río
y que iluminan, con sus tintes vagos
los medrosos despojos de un Castillo.
Todo es silencio allí, do en otro tiempo
hubo bullicio y locas alegrías..."

                                José Asunción Silva


Azuébar a la sombra de las ruinas de su castillo.


Y foto tras reconquistar el castillo. Al fondo, el Carrascal.


Azuébar vigilada desde el castillo.


Toca regresar de nuevo al camino. La nevadilla pone tono blanquecino al rojizo suelo.


El mismo camino que nos ayudó a subir, hemos de desandar ahora. Pero la vista es diferente. El Carrascal a la izquierda. El pico Bellota de frente.


El Carrascal con zoom.


El Bellota con zoom y sus particulares pedreras.


la "gata rabiosa" parece poco enfadada. A nosotros no nos arañó.


Vista de Azuébar mientras descendemos.


Como comenté al principio, volvemos de nuevo al camino principal.


Y la campanillas nos van saliendo al camino, alegrando con su colorido la gris mañana que estamos teniendo.

Y ahora vemos la Peña agujereada, a la que nos dirigimos ahora. Pero aún tenemos que dar una buena vuelta, ya que la abordaremos por la parte trasera.


La florecillas amarillas del abrótano hembra son también muy vistosas y atractivas para los insectos y para nuestra vista y llaman poderosamente nuestra atención.


Azuébar estirada a los pies del cerro del castillo, camino de la Peña agujereada.


También nos entretenemos cuando vemos ejemplares monumentales de la especie que sea.
Este algarrobo es un buen ejemplo.


Y no digamos de los olivos, que en Espadán tiene un gran valor y antigüedad. No en vano tienen tan buen aceite.


Seguimos un buen tramo, rodeando la Peña hasta encontrar el desvío de la senda que nos subirá hasta ella.


No desviamos aquí para subir a la Peña. Luego volveremos para seguir nuestra ruta en busca del monte Rufo.



"¡Cuánta flor silvestre en los vallados,
qué festones y encajes
primorosos de musgo y de verdura,
qué colorido y follaje en los árboles
mientras las brisas mansamente corren
como aliento de ángeles!"

                                          Rosalía de Castro


De camino a la Peña, un pajarillo saltaba a pasitos cortos y dubitativos. Rafa lo cogió para que posara para la cámara.


Por este senderillo accederemos al aguejo.


Tras un pequeño esfuerzo final, accedemos al enorme agujero que la naturaleza ha taladrado en la roca.


Y esto es lo que vemos desde la ventana de la Peña agujereada. Un bonito y original balcón sobre Azuébar.


Posando en tal especial forma geológica.


Encontramos en una roca unas ramitas de poleo de monte, muy aromático y que no solemos ver asiduamente.


Es admirable que en sitios tan abruptos e inhóspitos como éste, la belleza tenga presencia con ejemplos como la florecilla de la foto.


Descendemos de nuevo hasta la pista que nos llevó al desvío del agujero y ahora seguimos a la izquierda para subir a la parte alta de la Peña. Llegaremos justo encima del orificio donde se ubica una sencilla cruz de hierro y antes de ella unas antenas de telefonía y TDT.


Las nubes no nos han dejado e incluso por momentos, parecen crecer. El Carrascal sigue entre ellas sin aparecer con nitidez.


Al lado de la pista que llevamos de subida encontramos lo que parece un nido de ametralladoras o construcción similar de la guerra civil.


Multitud de ramilletes de centauras rosaditas salpican el suelo entre verdes, ocres, marrones...


Un último esfuerzo y nos encontraremos en la loma de la Peña agujereada (foto de Emilio Romero).


Una vez en la loma, vemos un mirador sobre Azuébar y las antenas de telefonía y televisión aquí colocadas.


Evidentemente nos asomamos al mirador que ofrece buenas vistas pero que hoy están muy matizadas por las nubes.


Las ruinas del castillo también se ven perfectamente.


Pasamos las antenas y nos dirigimos hasta el extremo de la peña, justo encima del agujero, donde se ubica esta sencilla cruz de hierro. Accedemos con cuidado porque hay altura y un mal paso podría tener malas consecuencias.



"Si la niebla se esfuma
¿Qué otra pasión me espera?
¿Será tranquila y pura?"

                          Federico García Lorca


Si miramos hacia abajo podemos ver qué pasaría si tropezáramos. Tendremos cuidado.


Y antes de dejar esta privilegiada atalaya, hacemos una panorámica que aunque no capta todo lo que nuestra vista es capaz de abarcar, sí es suficiente para darnos una idea de lo que podemos disfrutar desde aquí.


Tal vez de manera inconsciente, el zoom de la cámara se nos va hasta el camposanto. 

"En el viejo camposanto
hay sepulcros fanfarrones
criptas/nichos/panteones
todo en mármol sacrosanto
de harto lujo/pero en cuanto
a desniveles sociales/
en residencias finales
como éstas/ no hay secretos
y los pobres esqueletos
parecen todos iguales"

                     Mario Benedetti


Toca regresar. Al fondo el Carrascal. Delante, el viento cimbrea los tallos del esparto.


Estas correhuelas con ese precioso color azulado no invitan a detenernos un momento. A falta de sol, los vivos colores de las florecillas animan el día.


Este incipiente algarrobo muestras ese color "plastificado" de sus hojas nuevas.



Regresamos a la pista y apenas unos metros por ella, estaremos atentos  para desviarnos por esta senda marcada con este hito, que nos va a llevar hasta la tercer y máxima altura de la ruta: el monte Rufo.


Un sendero en subida nos llevará hasta allí.


El brezo también nos acompañó durante todo el camino.


Hemos alcanzado una pequeña meseta y antes de la última subida al monte Rufo buscamos un lugar para almorzar. Hoy no es preciso buscar sombra, simplemente un lugar donde poder "poner la mesa".

Y lo encontramos. 


Perfecto para lo que queremos.


Una vez más cumplimos con el ritual (foto de Emilio Romero).


Tras el almuerzo, con alguna que otra gota cayendo del cielo, seguimos camino del Rufo.




Estamos a buena altura y de no ser por las tristes y grises nubes tendríamos unas vistas inmejorables del valle del Palancia. Aún así, la neblina nos deja ver Soneja. Segorbe ya estaba tan difuminado que no se veía bien.


Monte Rufo: aún hemos de llegar hasta allí.


Nos ponemos a ello. bajaremos un poco la loma hasta un collado y luego subiremos al Rufo. Tras disfrutar de las vistas, volveremos hasta el collado para bajar hasta Azuébar.


Los senderistas que veis en la foto son del grupo de José Mariano Palanca Solsona de Onda. Coincidimos en la ruta y estuvimos cruzándonos en cada uno de lugares que íbamos visitando: unos de ida y otros de vuelta. Aquí nos adelantaron y volvimos a verlos a la vuelta del Rufo. Una entrañable coincidencia que esperemos se repita más veces. (Foto de Emilio Romero)


Y seguimos disfrutando de la altura que llevamos. Miramos hacia atrás para seguir disfrutando de lo recorrido. Otra toma de la Peña agujereada.


Aquí con Azuébar en el valle y el castillo detrás.


Y el "raïm de pastor" o uña de gato tan común en nuestras montañas. 
Averiguando y aprendiendo cosas resulta que se puede preparar en salmuera para comer en ensalada. Tiene además propiedades terapéuticas, como gran mayoría de plantas.



Vamos por la loma del monte Rufo. Su altura sobre el valle nos permite detenernos y disfrutar de las vistas.


Un telón de fondo así precisa de una foto que fije el momento en el recuerdo. Muchas veces estropeamos la imagen, pero tal vez nuestra vanidad no se detenga en tales apreciaciones y a pesar de ello, sucumbimos a la tentación.

“El pasado es un sueño, el futuro un espejismo y el presente una nube que pasa.” (Buda)



A subir toca. No en vano nos dirigimos al punto más alto de la ruta.
En puntos así nos alegramos que el sol no brille en lo alto.


En este collado, se ubica un bonito grupo de carrascas que nos marca el punto de ida y vuelta al monte Rufo. Desde aquí, junto al pino de la izquierda, iremos subiendo hasta el Rufo. Luego, volveremos hasta aquí y bajaremos por un sendero hasta Azuébar. Hay que estar atento al desvío al monte Rufo. 


Esta senda nos llevará hasta arriba.



Se trata del último tramo empinado del recorrido y tal vez el más pesado si tenemos encuenta además el tramo de subida que llevamos.


El grupo durante la subida.



Conejitos o dientes de dragón. 
Presionando la flor ligeramente por los laterales, los pétalos se abren como si de una boquita se tratase.


Las sabinas también forman parte de este paisaje. Encontramos muchas en todo el camino.


Y alcanzamos el extremo del monte Rufo. Llegamos y nos explayamos contemplando lo que la meteorología nos permite.

“Cuando he estado en lo alto me he sentado y me he dispuesto a contemplar largamente el panorama. Se descubría una porción inmensa de terreno. Desde aquí veo las piezas de labranza y los viñedos. Los caminos, los viejos caminos, hacen revueltas y eses entre los bancales. (Azorín. Castilla)


Paisaje brumoso. Una fina lluvia empieza a mojarnos ligeramente el rostro. Esperamos que no vaya a más. Y así sucede. 



"Oh! inmemorial paisaje.
Monstruo paciente y solitario,
mar amargo, agua última
donde un hombre y su miedo
huyen, beben y vuelven
en secreto y solos."

                      Liber Falco


Miramos intentando captar todo lo que podemos.
 Repasamos lo hecho: Azuébar...


...su castillo,...


...la Peña agujereada...


Y una excelente panorámica.



"Nació de una tormenta,
en el sol de una noche del penúltimo mes.
Fue de planeta en planeta
buscando agua potable.
Quizás buscando la vida o buscando la muerte.
Eso nunca se sabe.
Quizás buscando siluetas o algo semejante
que fuera adorable.
O por lo menos querible,
besable, amable."

                       Silvio Rodríguez , "Canción del elegido"


Las centauras también abundan y se dejan ver muy fácilmente con ramos como el de la foto y ese precioso color morado con esos estambres amarillos que contrastan tan bien.


Y ahora toca bajar.


Volvemos al collado y seguimos la senda que sale a la izquierda y que está marcada con este hito que vemos.


Ahora todo es bajada por una bonita senda que se convertirá en camino.


De nuevo, protagonista principal de hoy, esta curiosidad de la naturaleza: la Peña agujereada.


La cruz metálica de la Peña agujereada donde estuvimos hace nada.

"Nadie responde a mi lenguaje rudo:
¡Sólo una cruz al cielo se levanta
Donde la luna inmóvil reverbera!"

                                 Manuel del Palacio


El tierno aladierno madurará en poco tiempo. Mientras nos muestra sus tiernas hojas de un bonito y fluorescente color verde.


Las plantas con espinas nos producen cierto rechazo tal vez por el dolor que nos pueden causar, pero no dejan de ser seres vivos que tienen su función en le medio ambiente. Esas espinas les sirven de defensa y son un medio de supervivencia.

"En la desnuda tierra del camino
la hora florida brota,
espino solitario,
del valle humilde en la revuelta umbrosa."

                                        Antonio Machado


Salimos de nuevo a la pista que ya no dejaremos hasta llegar a Azuébar. Desde aquí vemos más o menos la distancia que nos queda.


Y seguimos admirándonos de la belleza y perfección que crea la naturaleza. 


Un ligero tintineo escuchamos al pasar junto a estas correhuelas o campanillas.



"¿No eres tú, mariposa,
el alma de estas sierras solitarias,
de sus barrancos hondos
y de sus cumbres agrias?"

                            Antonio Machado 


Las margaritas, también preciosas y siempre dispuestas a resolver nuestras dudas.

"¿Te quiere?
¿No te quiere?
¡Dichoso el tiempo de saberlo siempre!"

                                     Vicente Aleixandre
 
No solo la naturaleza hace cosas perfectas. No es lo común, pero el hombre también es capaz de hacer cosas bien hechas. Este muro de piedra en seco es una muestra de ello. Aún tiene más valor por la sencillez y los pocos medios que se necesitaban para construirlo.

Azuébar nos sirve de guía hacia donde seguir nuestros pasos.


Campos de almendros y olivos evidencian la proximidad al pueblo.

 
Imagen ya más cercana de Azuébar y su castillo en lo alto.


En el camino encontramos olivos centenarios ante los que nos detenemos y mostramos admiración. La de personas que habrán visto pasar. "Si los olivos hablaran..."


Hemos descendido del monte Rufo y hemos bajado ya mucho metros. La Peña agujereada nos muestra lo bajo que nos encontramos.


Y llegamos a este paraje junto a la rambla de Azuébar donde encontraremos dos fuentes.


Vemos que la rambla lleva agua.


Pasamos junto a estas ruinas que desconocemos de qué fueron.


Y pasamos por la fuente de la teja, que no mana agua.


Cruzamos la rambla por estas piedras.


Es agua está algo estancada y no invita para nada al baño.


Y llegamos a la fuente del Sas, que da nombre a este paraje.


Sólo nos queda cruzar la rambla de Azuébar y entrar en el pueblo, bajo la atenta mirada del castillo.


Hemos terminado pronto y aunque el sol no nos ha acompañado en ningún momento del día, siempre apetece una cerveza para recuperar líquidos perdidos. Y eso hicimos: hidratarnos.


Tras el refrigerio, sólo nos queda volver al punto de inicio (Foto de Emilio Romero).


Y lo que aquí empezó, aquí acaba. El círculo se cierra.

“Humo, lejanía, recuerdo, nada…En los árboles de la colina verde, en los días verdes, los cendales de niebla se van desgarrando lentamente.” (Azorín, “El paisaje de España visto por los españoles”)


La ruta en el mapa.



 La ruta en Wikiloc.

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Película.


6 comentarios:

  1. Hola Emilio: Bonita ruta la disfrutada y tan bien explicada que el caminante rutero no precisará seguir el track ya que con las explicaciones y detalles recogidas tiene más que suficiente para gozar del recorrido sin temor a extraviarse. Un abrazo.

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    1. ¡Hola, Emilio! Otra entretenida ruta que nos hizo pasar una excelente mañana a pesar de que las condiciones meteorológicas quisiera estropeárnoslo, como viene siendo habitual en nuestras salidas últimamente. Pero no lo consiguió.
      Un abrazo.

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  2. Hola Emilio.

    Guardo muy grato recuerdo de esta ruta, uno de los motivos de ello es que fue la primera ruta que hice tras recuperarme del fuerte esguince que me hice en 2019, y el otro pos supuesto es la variedad paisajística que nos ofrece, con esa Peña Agujereada como gran e indiscutible protagonista, que es mucho más grande de lo que parece desde lejos. Y luego esta el toque cultural del castillo, que es una lástima que se haya caído parte de una torre, y en el que también veo que se ha ensanchado sobremanera el camino de subida. También me pareció muy interesante esa combinación montañera/rural de algunas partes de la ruta, y luego estar viendo todo el rato y oyendo el campanario de Azuébar también me pareció una cosa muy pintoresca.

    Un abrazo.

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    1. ¡Hola, Dani! En su momento leí tu ruta, que ya se me quedó en la retina y en la cabeza. Para esta ocasión, la releí otra vez porque me gusta informarme de la ruta que voy a realizar. A nosotros no nos acompañó la meteorología, y las vistas no fueron las mismas que viste tú, pero aún así, disfrutamos de la mañana y nos encantó la ruta. Efectivamente, el camino de acceso al castillo presentaba un barandado que parecía muy reciente. También nos pareció que había algún intento por mantener en pie algunos restos del castillo. Aunque no he hecho ninguna referencia al toque de las horas, es cierto que me llamó también la atención su peculiar toque.
      Un abrazo.

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  3. Hola Emilio...
    Esta ruta me la "salte",para leer primero las dos que hicisteis desde Espadilla,pero no se me había olvidado...jejeje.
    Interesante propuesta la de esta ruta en Azuebar,con los alicientes principales del castillo,la Peña Agujereada y el Monte Rufo,aunque no tuvisteis el mejor día en cuanto a vistas,con esa neblina y bastante nubosidad,pero al mismo tiempo,menos calor.
    Poca sombra hay en esa ruta,pero tomo nota de ella para cuando pasen estos calores veraniegos.
    Sorprende sobre todo la Agujereada,sobre todo cuando estas allí mismo.
    Buen lugar os buscasteis para el almuerzo...jejeje.

    Un abrazo.

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    1. ¡Hola, Juane! La verdad es que es una ruta entretenida y vale la pena por los alicientes que tiene. Tal vez, como comentas, mejor para otoño o invierno, pero nosotros no pasamos calor debido a las nubes, aunque claro, éstas, empañaron las vistas. Habrá que volver.
      Un abrazo.

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