Esta semana, otro capítulo más de mi recuperación. Esta vez reencontrándome con las buenas sensaciones y emociones al lado de la gente de mi grupo (bueno, una parte reducida en esta ocasión). Para ello, nos dirigimos hasta la áspera, remota, ignota, dura, mágica...comarca del Maestrazgo, que comparte tierras con la vecina Teruel, para visitar un enclave ancestral donde la devoción mariana a la Virgen de La Estrella dio origen a este barrio dependiente de Mosqueruela allá por el S.XIV. La Estrella en un claro ejemplo del fuerte despoblamiento que esta enigmática comarca ha venido sufriendo desde las últimas décadas del siglo pasado.
El barrio en la actualidad está deshabitado desde hace una treintena de años. Únicamente resisten allí el matrimonio formado por Sinforosa y Martín, que se resisten a abandonar el lugar en el que residen todas sus vivencias y recuerdos, toda una vida. Sus casas, algunas abandonadas y unas pocas claramente restauradas, se asientan en el pie de una ladera junto a la margen izquierda del río Monleón (Montlleó) totalmente seco en la fecha de realización de la ruta. Este río forma frontera natural con Teruel durante parte de su recorrido. Por escasos metros, La Estrella pertenece a la provincia de Teruel. Sin embargo, accederemos a ella saliendo de la cercana Vistabella del Maestrazgo (Castellón).
Se trata de una ruta circular que nosotros hicimos en sentido dextrógiro con dos partes diferenciadas:
La
primera, nos lleva desde las proximidades de Vistabella al barrio de La
Estrella por la antigua colada (vía pecuaria) de Vistabella a La Estrella. Este
tramo tiene algo menos de 5 km y es agradable y relativamente cómodo de
caminar. Todo él está bien marcado con piedras e hitos pintados con una
estrella amarilla que nos llevarán sin pérdida hasta al barrio. El único tramo
de algo más de pendiente de bajada es el que desciende a la aldea, pero sin
excesivas dificultades. En esta bajada encontramos un enebro centenario de gran
porte que vale la pena pararse a disfrutarlo. Tras descansar y recorrer las silenciosas
calles de la aldea y visitar el interior del Santuario, que gentilmente nos
mostró Sinforosa, comienza la segunda parte del recorrido. En esta segunda
parte, primeramente saldremos de La Estrella por una senda que sigue el curso
del Montlleó a media altura y que mantiene el nivel durante un trecho para
luego descender hasta el lecho del río, que habremos de cruzar hasta en cuatro
ocasiones. Como en la fecha de realización el cauce estaba seco, no tuvimos
problemas de vadear el río. Imagino que con agua habría que descalzarse para
hacerlo. Y a partir de aquí, viene el tramo más monótono y duro de la ruta.
Abandonamos el cauce del río y por pista forestal, ascenderemos sin pausa
alguna durante unos cinco kilómetros que se hacen duros e interminables y más
con calor como fue el caso. El último tramo de dos kilómetros por asfalto
también es pesado. Por ello, yo recomendaría hacer esta ruta en el sentido
contrario al que lo hicimos, es decir, en sentido levógiro.
También he
comprobado mirando mejor el mapa, que parte de esta subida se puede evitar con una
variante más suave. Sería la siguiente: aproximadamente, en el kilómetro 9,4,
en un waypoint marcado con "izquierda", si en vez de seguir por la
izquierda, lo hacemos por la derecha, llegaremos en un par de kilómetros, al
punto donde iniciamos el descenso a la aldea y desde aquí retornaríamos al
punto inicial por el mismo camino que vinimos, la Colada de Vistabella a La
Estrella. Este tramo parece más lineal que el que hicimos y tal vez menos pesado.
Para llegar al punto de inicio, si llegamos a Vistabella
desde Valencia por la CV 170. circunvalamos la población y a dos kilómetros
encontramos un cruce, tras pasar Les cases de L'Alforí, donde deberemos tomar
la carretera de la derecha, CV 1720. Seguiremos ésta durante unos cuatro
kilómetros hasta llegar a un cruce donde veremos un abrevadero junto a una
balsa. Aquí podremos dejar el coche, e iniciar la ruta. Nos encontramos en el Plano de Vistabella.
Desde el punto de inicio de la ruta, la imagen es la que podéis ver: La venta de Carlos, las casas de L'Alforí al fondo y cerrando la vista, el Penyagolosa en su cara menos vista (al menos por nosotros), su cara norte.
Penyagolosa acercado con el zoom.
La foto de grupo. De pie, Amparo y Eduardo. Agachados, Ricardo y un servidor.
Encantado de volver a caminar con ellos de nuevo.
Seguimos el camino en el que hemos dejado el coche y a escasos ciento cincuenta metros encontramos esta piedra con esa estrella amarilla que vamos a encontrar durante todo el recorrido, evitando que nos perdamos.
La primavera también ha llegado a estos lares y la multitud de florecillas silvestres atraen nuestra atención en este primer tramo de la ruta.
Los paisajes típicos del Maestrazgo nos impactan y emocionan. No puede ser de otra manera.
Al fondo, la masía de Trigos. (Foto: Ricardo Vivó)
Los muros laterales que vemos en grandes tramos nos hablan de que esto era una antigua colada (tipo de vía pecuaria) por la que pasaba el ganado. Ésta en concreto llevaba desde Vistabella hasta La Estrella.
Seguimos avanzando con facilidad. El camino así nos lo permite.
Pasamos junto a este corral que en unos mapas figura como Mas de Batiste y en otro como Corral de Pesetes. En él había un manada de vacas.
Aquí las veis con más detalle.
La Estrella la veremos en diferentes lugares del recorrido.
Tras una parte menos frondosa, entramos en un agradable bosque que nos proporciona sombra y un cúmulo de sensaciones que van desde los aromas de las plantas aromáticas, hasta las visuales que nos proporcionan las flores y plantas peculiares que vamos encontrando a nuestro paso; y sin olvidar las auditivas, constituidas principalmente por el canto de numerosos pajarillos. En cuanto a sensaciones táctiles, hablaríamos sobre todo de la suave brisa que nos acariciaba, suavizando el calor que empezaba ya a manifestarse de forma clara.
En este tramo encontramos bonitos ejemplares de arces.
La colada empieza a descender ligeramente y en un punto avistamos el lecho seco y arenoso del río Monleón.
También nos acercamos al borde y tenemos las primeras vistas de La Estrella.
Las pista por la que caminamos sigue, pero nosotros la dejamos aquí para descender hasta La Estrella por este tramo de la antigua colada que conserva muy mal el empedrado y por el que caminaremos algo incómodos debido a la gran cantidad de piedras sueltas.
Ahora tenemos una visión más certera del barrio y su situación.
Junto a la senda nos encontramos con este singular enebro. sin duda centenario, dadas sus proporciones gigantescas. No dudamos en disfrutar de tan especial ejemplar.
Antes de descender del todo, una foto de grupo con el Santuario de La Estrella de fondo.
(Foto de Ricardo Vivó).
Descendemos al cauce del Monleón y accedemos al barrio por este funcional puente.
Una vez cruzado el puente y antes de dirigirnos hacia la aldea, giramos a la izquierda para acceder a la fuente y lavadero de la barriada.
Fuente de la Virgen. Data de 1863 como indica una inscripción.
Nos refrescamos y bebimos y aprovechamos para llenar las botellas.
Junto a la fuente, se encuentra el lavadero.
Y volviendo hacia la aldea, en su entrada, encontramos este panel informativo que nos explica la historia del barrio.
El primer edificio que nos encontramos es este de forma cúbica: la Casa Nueva (1739), que junto a la Casa Vieja y la Iglesia del Santuario, conforman la Plaza Mayor de la aldea.
Otro panel nos explica la historia de la devoción mariana a la Virgen de la Estrella.
En la Casa Nueva encontramos otra fuente en su fachada principal.
La Estrella también tuvo un torero famoso como confirma esta placa en la fachada de la Casa Nueva. Se trata de Silvino Zafont, "El Niño de La Estrella".
Esta es la casa Vieja, más antigua que la Nueva (obviamente). Ambas son hospederías para albergar a los peregrinos que hasta este santuario se acercaban. En la actualidad son usadas como tales el último domingo de mayo, con motivo de la romería que desde Mosqueruela se realiza hasta aquí, organizada por la Cofradía de la Virgen de la Estrella, de la que hay constancia desde el año 1647; aunque la actual data del año 2001. En noviembre, se celebraba otra romería como acción de gracias por la vendimia terminada. Ésta parece ser que ya no se realiza.
El matrimonio formado por Martín y Sinforosa, vive en la planta baja de este edificio. Ambas hospederías son propiedad del arzobispado.
Por la hora que marca el bien conservado reloj de sol de la fachada de la Casa Vieja, podéis saber sobre qué hora llegamos al lugar (sumándole, claro está, las dos horas de diferencia con respecto al sol debido al horario de verano).
Aquí nos encontramos en la fachada del Santuario conversando animadamente con Sinforosa, que a sus 82 años encontramos en muy buen estado. Amablemente se nos ofreció para mostrarnos el interior del templo.
En la parte superior de la puerta se puede leer Año 1724.
Fachada principal del Santuario.
Interior del Santuario de la Virgen de La Estrella.
Imagen de la Virgen de La Estrella.
Esta imagen sustituyó, en 1940, a la destruida en la Guerra Civil y fue traída en romería desde Mosqueruela.
Esta morera, casi centenaria, ocupa el centro de la plaza.
Fue plantada por el maestro del pueblo D. Feliciano Durbán y sus alumnos, en 1930. Aún está ahí. Nos alegramos de ello.
La plaza Mayor desde otro ángulo.
Esta inscripción en el lateral de la iglesia, en el muro de una de las dos torres que flanquean la fachada, la izquierda concretamente, da fe de un luctuoso hecho que marcó la historia más reciente de este barrio. Una riada se llevó 17 casas y 26 personas, produciendo un dolor y una desolación jamás conocida en el lugar.
Tras la visita al barrio y dada la hora, era momento para almorzar.
Elegimos este recogido rincón para hacerlo.
Un detalle que no había comentado es el de la cantidad de gatos que hay en el lugar. No puedo dar un número exacto, pero eran muchísimos. No deben estar muy bien alimentados, porque todos ellos corrieron detrás de nosotros al lugar donde nos pusimos a almorzar y no se fueron hasta que terminamos. Algo picaron, pero poco.
Tras el almuerzo, salimos de la población por la calle Mayor por un camino que va a transcurrir a media altura sobre la ladera, manteniendo el nivel y caminamos paralelos a la rambla del Monleón.
Salimos de La Estrella por esta senda. Amparo por ella. Al fondo, La Estrella.
La rambla estaba seca completamente. únicamente este punto conservaba restos de agua.
Fijaros en dos detalles. La senda camina, más o menos, de forma paralela a la rambla. Y observad la extrema sequedad del cauce.
La senda va serpenteando y ascendiendo un poco. Un vistazo atrás nos ofrece esta panorámica de La Estrella.
Y en todo momento, la referencia de la rambla,
En algún punto encontramos vegetación exuberante que significa que hay mayor humedad. En estos puntos hacemos pequeñas paradas para refrescarnos un poco. Aquí hubo agua no hace mucho, pero ya no hay. (Foto de Ricardo Vivó)
Encontramos algunos pasadizos como el de la foto cubiertos de boj. Este arbusto abunda en este tramo.
Pasamos junto a a esta masía arruinada.
Tras pasar el corral, la senda desciende al pedregoso lecho del Monleón, por el que caminaremos un corto trecho y cruzaremos unas cuatro ocasiones. Como se puede apreciar, no tuvimos problemas al cruzarlo. Imagino que si el río lleva caudal, es posible que sea necesario descalzarse para hacerlo.
Uno de los vados que tuvimos que cruzar, sin agua.
En el último vadeo del río, dejamos éste y nos adentramos en una pista que prácticamente hasta el final, no va a dejar de subir sin dar respiro alguno y que va a constituir el momento más pesado de la ruta. Curvas y más curvas tras la que venía una nueva subida acaban por mermar la moral del más entero. El cansancio era mayor debido a la alta temperatura y escasas sombras. Pero no hay más remedio que seguir.
Es bonito volver a caminar, a pesar de todo (cansancio, calor, sed...). Foto de Ricardo Vivó.
Repasando el mapa después, vi que esta dura subida se puede recortar en su último tramo siguiendo la pista por otro sitio. En el mapa del final de la entrada aparece marcada con una línea roja. Esta variante parece mucho más suave que la elegida por nosotros. A la próxima.
La masía del Cachirulo, también en ruinas, marca el último kilómetro de dura subida.
Pero con el final de la subida no termina el sufrimiento. Nos quedan dos kilómetros de árida y monótona carretera hasta el final de la ruta. Además sin sombra y sin agua que llevarse a la boca.
Parecía que nunca llegaríamos al final. Mismo paisaje que por la mañana.
Ya queda menos para el final. (Foto de Ricardo Vivó).
"Mi coche", que diría E.T.
Fin de la ruta. Menos mal. Lo peor, la sensación de sed extrema que me pegaba la boca al paladar y los labios resecos que me impedían hablar. Esto habría que solucionarlo con unas cervecitas frescas y una comida como Dios manda en Vistabella.
Y dicho y hecho. En el Restaurante El Dau dimos buena cuenta de una buena comida y unas merecidas cervezas. Algunos se tomaron un carajillo de ron quemado. Otros no pudimos. Responsabilidad en la conducción, que hay muchas curvas.
Un risotto con foie y unas chuletas y embutido del terreno aliviaron nuestro desfallecimiento.
Para terminar y como curiosidad, deciros que la cadena privada "Cuatro", en el programa de Iker Jiménez "Cuarto Milenio", allá por el 2013 dedicó un apartado de un programa al barrio de La Estrella, con una visión un poco tétrica y oscura me parece. Pinchad y lo podréis ver. "El barrio de La Estrella".
Mapa de la ruta.
En rojo podéis ver la variante que nos evitaría una buena parte de la subida final. Volveríamos por el mismo camino de la ida, pero mucho más amable y con más sombra.
La ruta en wikiloc.
Hola Emilio,
ResponderEliminarQue bueno ver que tu recuperación anda viento en popa.
Me alegro que vuelvas a retomar las salidas con tus compañeros de ruta, eso significa que la cosa ya está muy bien.
Muy interesante la ruta, sobretodo el matrimonio que vive solo en la aldea.
Por cierto, que gozada ver que vuelves a las andadas con esas suculentas comidas al finalizar la ruta.
Un abrazo.
¡Hola David! Bueno, seguimos con prudencia. No conviene decir que ya estamos al 100% porque ya no puede ser así. Pero mucho mejor de lo esperado sí que vamos. Esperemos seguir así al menos. La ruta, bonita, curiosa, entrañable...Es un paraje donde parece haberse detenido el tiempo y nos admira que sus dos únicos moradores sigan viviendo en un lugar tan inhóspito y duro. Las comidas del final de ruta son un ingrediente que también echaba mucho de menos. Es bueno retomar viejas y sanas costumbres.
EliminarUn abrazo.
Hola Emilio, desde el mes de Diciembre pasado hacía que no salíamos juntos, y ha sido todo un placer volverlo hacer. Como siempre hemos comentado, espero que sigamos haciéndolo por mucho tiempo.
ResponderEliminarSí es verdad que la dichosa subidida se nos hizo interminable y con muchas ganas de terminarla, pues, además, a esa hora nos hizo un calor insoportable, ya que no había sombra alguna que pudiera darnos un respiro.
De todas formas, valió la pena por la vuelta a las andadas (nunca mejor dicho), por la compañía y por la consabida comidita y su posterior tertulia.
Espero volver a verte pronto.
Un abrazo
Ricardo Vivó Ramos
¡Hola Ricardo! Para mi,una ruta preciosa a pesar de todas las fatigas, calores y sed sufridas. Después de mi lesión, no hago ascos a nada. Con tal de caminar, disfruto como un chiquillo. Y el sábado disfruté de todo: ruta, paisaje...y sobre todo, la excelente compañía. Sí, de nuevo a "las andadas". ¡Qué ganas tenía! Y la comida, sin comentarios. Esperemos repetir en breve.
EliminarUn abrazo.
Hola Emilio.
ResponderEliminarQué grandes recuerdos me han venido a la mente al degustar tu entrada, de cuando allá en septiembre de 2011, y en compañía de la gente del Club de Muntanya de Vistabella hicimos una circular de casi 50 kms. entre Vistabella y Mosqueruela, pernoctando en la Estrella, no se me olvidarán nunca muchos momentos de la ruta, especialmente la llegada a la Estrella, tras una granizada, al llegar allí uno se siente empapado de la energía que transmite ese lugar, tampoco me olvido del trato amable de Sinforosa y Martín, ni de los gatos, ni tampoco de la fiesta que nos tenían preparada allí los miembros del club que habían acabado al ruta en Mosqueruela (empezamos casi 70 y solo 7 completamos la ruta) y que se alargó hasta altas horas de la madrugada jiji, tengo que volver a la Estrella, me lo juré, por que me encantó el lugar, y si lo haces tú, te recomiendo la ruta desde Mosqueruela, más larga, pero muy bonita también.
Ah, y cómo fan incondicional que soy de Íker Jiménez y su nave del misterio, buscaré ese programa, raro que no lo viera, por que no me suelo perder ninguno ;-)
Por cierto, y no es por ser tiquismiquis, Vistabella, aunque su apellido diga que es del Maestrat y tenga un paisaje digno del mismo, realmente está en la comarca de l'Alcalatén ;-)
Un abrazo.
¡Hola Dani! He disfrutado de tu entrada de la travesía que comentas y la verdad es que es un rutón que gustaría realizar a cualquiera. Y aunque hubo de todo, granizo incluido, prevaleció la fiesta y lo positivo. Seguro que un recuerdo imborrable para los que la hicisteis al completo. En cuanto a la pertenencia a L'Alcalatén lo es administrativamente. Parece evidente que Vistabella, por situación e historia, pertenece a esta comarca histórica y natural que es el Maestrazgo, pero las divisiones políticas van cambiando con el tiempo. En cualquier caso, es una población que nos encanta visitar.
EliminarUn abrazo.
http://pdipb.blogspot.com.es/2011/09/travesia-vistabella-mosqueruela-la.html
ResponderEliminarOs recomiendo la lectura de este post de Dani. Vale la pena.
EliminarHey Emilio!!
ResponderEliminarDe nuevo dándole a las suelas; buena señal, aunque como dices la prudencia ante todo. ya te probaste en la anterior ruta,(Montanejos/Montán) y eso te ha animado hacer esta.
La Estrella, que decir, un lugar cargado con el peso del tiempo y su historia. Yo por dos veces he pernoctado allí; una detrás del lavadero y otra en las habitaciones de la Casa Nueva (la que tiene el azulejo del torero, en su fachada).
Y Sinforosa y Martín, los últimos moradores de un lugar que cuando ellos ya no estén, veremos que destino le depara.
Y si, las buenas costumbres no hay que dejarlas, esa comida fin de ruta sabe a gloria.
Ánimo y a por la siguiente.
¡Hola Javi! De momento ahí vamos. A ver si continuamos con la misma marcha, aunque habré de tomarme algún que otro descanso.
ResponderEliminarEn cuanto a La Estrella, pues eso, un lugar para visitar y que nos deja pensativos. Pernoctar allí debe ser toda una experiencia. Lugar inhóspito e impresionante a la vez.
Un abrazo.
Fue un verdadero placer poder volver a caminar con Emilio después de varios meses. La ruta es una maravilla, algo dura en la segunda parte, especialmente por el calor, pero la comida, la charla y el "cremaet" nos recompensaron bastante.
ResponderEliminar¡Hola Eduardo! Placer mutuo, pues yo también tenía ganas de poder caminar con mis amigos y más en esta emblemática ruta a la Estrella. El colofón también mereció la pena y mucho.
EliminarUn abrazo.