Seguidores

miércoles, 7 de julio de 2021

PORTACOELI: CUEVA DE INÉS, MIRADOR DE MIREIA, NEVERO, FTE. DEL MARGE (26/6/2021)

 

"Creí que era una aventura y en realidad era la vida", dice Joseph Conrad. Yo pensaba hace años que ir a la montaña era una aventura, pero poco a poco me fui dando cuenta que ir a la montaña, era la vida misma. Era mi vida. Y en eso se ha convertido esta maravillosa afición, en una manera de ser y de ver la vida. En la vida mismo.

De nuevo, como en tantas otras ocasiones, las circunstancias personales hacían necesaria una ruta cercana y relativamente corta que nos permitiera volver pronto a casa. Y, ya sabéis, nada mejor que la Calderona para estos fines. Sí, volvimos a la Calderona para hacer una ruta en gran parte conocida, pero aún así, iba a recorrer algún tramo que hasta ahora desconocía. Desde la Cartuja de Portacoeli, subiríamos hasta la cueva de la Beata Inés de Moncada, en la que aún no había estado. Una vez visitada la cueva, subiríamos hasta el cordal del Rodeno de Inés donde está ubicada la cueva y lo recorreríamos de oeste a este. Bajaríamos hasta el collado del Espartal, desde donde subiríamos hasta el mirador de Mireia, para desde allí, acercarnos al nevero de Rebalsadors, que tampoco conocíamos y desde aquí, junto al repetidor, por una senda cerrada y descompuesta, buscamos la pista que nos llevará a la fuente del Marge para volver hasta la Cartuja, cerrando el círculo.


Iniciamos nuestra ruta a unos centenares de metros de la puerta de la Cartuja, tras pasar el acueducto.


En esta ocasión, acudimos a la ruta los dos Emilios: Emilio Romero y servidor.
Entre Emilios anda el juego.


Justo donde hemos aparcado, hay un sendero que baja al barranco de Portacoeli. Es muy corto, pero muy descarnado. Cuidado con no resbalar.


Atravesamos el barranco entre cañas.


Y salimos a un espacio más abierto. Lo primero que vemos es la torre del cerro de la Mata, que ya hemos visitado en dos ocasiones.


Apenas cien metros después nos desviamos hacia la derecha siguiendo la dirección que nos indica el cartel que vemos clavado en el pino.


El sendero empieza a subir de manera inmisericorde y encontramos otro hito que nos guía.


Y de subida, para olvidar el cansancio, nos vamos entreteniendo con la flora que vamos viendo. 
Todo suma y todo nos agrada. En este caso este madroño aún no tiene madurado sus frutos. Una pena porque nos gustan mucho.


Algunos brezos presentan también sus coquetas y diminutas flores, que semejan pequeños cascabeles.


Esta mata de cantueso aún no tiene madura la flor, pero ya notamos su aroma.


La senda está muy empinada. Pone a prueba nuestras piernas y nuestros pulmones. Tiene mucha piedra suelta que dificulta nuestro avance y nos hace tomar precauciones.


Y alcanzamos altura enseguida, lo que nos hace disfrutar del paisaje que nos rodea.


                                   (foto de Emilio Romero)

"Mediaba el mes de julio. Era un hermoso día.
Yo, solo, por las quiebras del pedregal subía,
buscando los recodos de sombra, lentamente.
A trechos me paraba para enjugar mi frente
y dar algún respiro al pecho jadeante;
o bien, ahincando el paso, el cuerpo hacia adelante
Y hacia la mano diestra vencido y apoyado
en un bastón, a guisa de pastoril cayado,
trepaba por los cerros que habitan las rapaces
aves de altura, hollando las hierbas montaraces
de fuerte olor-romero, tomillo, salvia, espliego-."

                                               Antonio Machado


Esta plataforma de rodeno nos sirve de señal para estar pendiente del punto donde debemos dejar la senda hacia la izquierda unos metros para acceder a la cueva de la beata Inés. Apenas la hayamos superado, deberemos irnos a la izquierda.


Este es el punto donde nos desviaremos a la izquierda por estas rocas.


Salvaremos con cuidado este paso algo estrecho para acceder hasta la boca de la cueva.


Y llegamos por fin hasta la entrada del abrigo.
La historia de la beata Inés de Moncada y el porqué de vivir aquí, la podéis encontrar pinchando en el siguiente enlace:


Hemos de agacharnos un poco para acceder al interior. Allí vemos gran variedad de objetos todos relacionados con la veneración a la santa.


El panorama desde la boca de la cueva es fabuloso (foto de Emilio Romero).

"Estoy completo de naturaleza,
en plena tarde de áurea madurez,
alto viento en lo verde traspasado.
Rico fruto recóndito, contengo
lo grande elemental en mí (la tierra,
el fuego, el agua, el aire) el infinito."

                                 Juan Ramón Jiménez


Desde la entrada de la cueva captamos el mirador de Mireia o de Rebalsadors, que es nuestro segundo objetivo.


Desde luego, las vistas desde aquí merecen mucho la pena. Nos quedaríamos aquí mucho tiempo, pero tenemos que seguir.

Salimos de nuevo a la empinada senda y nos encaramamos al cordal. Desde aquí tenemos buenas vistas del Camp de Túria...


Llíria y el monasterio de San Miguel en la colina.


Benaguasil y el santuario de la Virgen de Montiel


Ribarroja.

Una vez en el cordal, nos dirigiremos hacia la derecha, hacia el punto más al oeste del Rodeno de Santa Inés para disfrutar de las excelentes vistas del valle de Lullén y la Cartuja que desde allí se ven.


Y desde luego que vale la pena acercarse hasta el extremo porque las vistas son excepcionales.
La campana de la Cartuja nos acompañó durante toda la ruta dando las horas con su serena monotonía.

"Tañía una campana
en el azul cristal
de la santa mañana
oración campesina,
que temblaba en la azul
santidad matutina."

             Miguel Unamuno


Vista aérea de la Cartuja. Podemos observar dos de los cuatro claustros que tiene.


Tras disfrutar de las vistas, nos toca desandar lo andado. Ahora recorreremos todo el cordal del Rodeno de Inés hasta la parte más oriental, desde donde descenderemos en busca del collado del Espartal.


De camino, vamos captando lugares que conocemos: Hospital del doctor Moliner.


Bétera.


Y la urbe, con el Mondúver dibujándose entre la calima.


Seguimos por el cordal que nos ofrece siempre bonitas vistas y es relativamente cómodo para caminar.


Emilio Romero recorriendo el cordal.


Este hito marca la máxima altura del Rodeno de Inés.



No solo disfrutamos del paisaje que nos rodea. También lo hacemos de algunos bonitos ejemplares de pinos.


Raïm de pastor o uña de gato.


Las flores de la jara negra ya se han agostado.


Ahora toca bajar. El sendero es muy vertical y tiene piedra suelta, por lo que debemos bajar con cuidado.


Emilio Romero bajando un tramo. Aquí podemos apreciar la fuerte inclinación del sendero.


El sendero desemboca en este collado, que seguiremos por una senda que nos llevará hasta el collado del Espartal. Si no hubiéramos subido a la cueva de Inés, habríamos salido a este collado por la izquierda.

El sendero que nos lleva hasta el collado del Espartal transcurre entre pinos.


Es muy agradable caminar por el interior de un bosque.


A medida que subimos, se abre la pinada y tenemos vistas hacia el Camp de Túria.


Este es el tramo final de la senda. Un último esfuerzo y ya llegamos al collado.


Collado del Espartal. La senda que vemos de frente nos llevaría a la Gorrisa. Por la derecha a la fuente de Potrillos y Serra. Por la que vemos asomar a la izquierda, también nos llevaría a Serra, pero...


...nosotros nos vamos aún más a la izquierda por esta ancha y cómoda pista.


Vemos algunas casas de Serra.


También distinguimos el castillo de Serra (izquierda), la Mola de Segart (centro) y el Montcudio (derecha).
El castillo de Serra con zoom.


Por delante también tenemos un bonito panorama sobre Rebalsadors.


“El hombre no es más que un soplo y una sombra.” (Sófocles de Colono)


Y en este punto, junto a este bebedero de animales, enlazamos con un tramo de GR-10, pero que dejaremos pronto.


Es una bonita senda que transcurre entre abundante vegetación.


¿Cómo no detenerse a captar tan bella imagen?

"¡Cómo está la mañana! El sol pone en la tierra su alegría de plata y de oro; mariposas de cien colores juegan por todas partes, entre las flores..."   (Juan Ramón Jiménez. "Platero y yo")


Las centauras adornan con su colorido los márgenes del sendero.


Esta abeja se zambulle literalmente en esta flor en busca de su esencia. Debe ser muy importante para ambos. 

"Abeja blanca zumbas- ebria de miel- 
 en mi alma
y te tuerces en lentas espirales de humo."

                                                 Pablo Neruda

El sendero va en ascenso en los últimos metros.


Y salimos hasta el collado de la Pobleta.


Ahora nos toca una fuerte subida por un sendero muy directo y empinado y falto de sombra que nos iba a poner a prueba.


Aunque esa dificultad se ve suavizada cuando nos detenemos a tomar aire y vemos imágenes como ésta.


El sendero tiene desnivel y se descarna por efecto del agua. Estos escalones de troncos de madera intentan evitarla, pero no lo consigue del todo.


A nuestra derecha asoman las antenas del Alt del Pi.


Ya lo tenemos delante de nosotros.


Y en una parada para recuperar pulsaciones, de nuevo Valencia y al fondo, a la izquierda, entre la bruma, asoma la cima del Montgó.


Mirador de Mireia o de Rebalsadors. 
Nos asomamos para disfrutar de las enormes vistas que desde aquí se difrutan.


Nos  asomamos al mirador y comprobamos que está muy bien situado. Esta imagen de la Cartuja así lo demuestra.


De nuevo el hospital del Doctor Moliner.


Y ahora, más cerca y al mismo nivel, el cerro de la Mata.


Y no dudamos de posar en el segundo objetivo de la mañana.


Aprovechamos también esta privilegiada atalaya para hacer la parada del almuerzo.


Tras el almuerzo, retomamos nuestro camino que ahora se dirige al tercer objetivo de la jornada: el ventisquero de Rebalsadors. Esta larga recta nos llevará hasta allí.


Este poste nos marca la dirección a seguir. A la derecha hacia el vértice geodésico. a la izquierda hacia el ventisquero.


Pero nosotros no hacemos caso del poste y en lugar de seguir por la pista, lo hacemos por este sendero que vemos a la izquierda y que ataja un poco.


Ahora tenemos vistas hacia el norte. Allí aparece la sierra de Espadán.
En la foto, el pico Espadán.


El Bellota y el puntal del Aljub.


El puntal del Aljub con zoom.


Y llegamos al desvío hacia el nevero.


Este panel nos informa de la utilidad y de las características de este ventisquero.
Desde este cruce al ventisquero hay apenas unos cien metros.


“Hay una vida invisible, subterránea como un veneno, por debajo de esta vida que creemos única e invulnerable, o quizá sobrevolándola, como una ráfaga que parecía inofensiva y que, sin embargo, se inmiscuye en los huesos, dejándonos su beso estremecido. Cuando esa vida invisible nos roza sentimos por un instante que la tierra nos falta debajo de los pies.” (Juan Manuel de Prada, “La vida invisible”)


Tras la visita al ventisquero, nos dirigimos al cercano repetidor de Rebalsadors.
Desde aquí, según el mapa, nace un sendero que nos llevará hasta enlazar de nuevo con el GR-10.


El sendero en su primer tramo está muy cerrado y es inevitable arañarse con las coscojas y las aliagas. Se nota que no está muy transitado (foto de Emilio Romero).


Luego el sendero se hace más evidente, pero tiene bastante pendiente y tramos con surcos muy profundo y estrechos que hacen complicado caminar por dentro y hemos de bordearlos por los laterales, por lo que nos volvemos a pinchar un poco. Pero ya sabéis..."sarna con gusto, no pica" (foto de Emilio Romero).


“Son las doce de la mañana; el campo es pedregoso; flota en el ambiente cálido de la primavera naciente un grato olor de romero, de tomillo y de savia.”

                                                                     Azorín, "La ruta de Don Quijote"


Aquí se aprecia bien los surcos que vemos en algún punto, aunque posteriormente, la senda mejora y permite caminar con cierta normalidad.


“El cielo está limpio, diáfano; no aparece ni la más tenue nubecilla en la infinita y elevada bóveda de azul pálido.”
                                                                               
                                                                                          Azorín, "La ruta de Don Quijote"


Y enlazamos con el GR-10.


Aunque apenas lo haremos unos metros.


Para continuar por otro sendero que nos dejará en el collado de la Rata.


Mientras bajamos, seguimos disfrutando de las vistas sobre la Cartuja.


Y el cerro de la Mata de nuevo, que también ha sido un referente durante toda la ruta.


El sendero nos deja en el collado de la Rata.


Una vez aquí, dejaremos la pista que baja a la derecha y nos dirigiremos hacia la izquierda por un camino que enseguida se convertirá en senda descendente.


Por aquí bajaremos hasta el Camino de la Pobleta.


El sendero tiene también una buena pendiente y hay que ir con cuidado de no resbalar (ambos resbalamos).


Pasamos junto a la caseta de los forestales del Reixet.


Y salimos al camino de la Pobleta. Continuamos en bajada por la izquierda, que nos llevará hasta el cuarto objetivo del día: la fuente del Marge.


Llegamos a este cruce. Nuestro origen está hacia la izquierda. Pero nos vamos a ir a la derecha a visitar la "Font del Marge". Hace calor y tenemos sed. Encontraremos alivio a ambos males en la fuente.


Paraje de la fuente del Marge. 
Sus altísimos eucaliptos dan buena sombra que agradecemos mucho.


Fuente del Marge.
Aquí pudimos refrescarnos y beber agua fresca en cantidad.


Estas florecillas adornan la fuente.



"¡Ay del que llega sediento
a ver el agua correr
y dice: La sed que siento
no me la calma el beber!"

                     Antonio Machado


Tras refrescarnos y beber emprendemos el último tramo del camino.


Sólo tenemos que seguir la pista hasta el lugar donde dejamos los coches. Este es el tramo en que mas vamos a padecer el calor. Pero ya no nos queda nada. Además, sarna con gusto no pica.


Pasamos junto a la puerta de entrada a la finca de la Pobleta. En ella residió Manuel Azaña desde 1937 hasta mediados de 1938, cuando el gobierno de la República se instaló en Valencia. Aquí escribió "Cuadernos de la Pobleta", donde definió este lugar con estas palabras: "En este campo, silencio absoluto, sol mediterráneo, olor a flores. Parece que no ocurre nada en el mundo."


La Pobleta (foto de Emilio Romero)


Agradecemos a algunos pinos la sombra que nos ofrecen en algún tramo.


A nuestra izquierda, el tupido barranco de Portaceli.


Y de nuevo llegamos al punto de inicio, con lo que damos por finalizada la ruta.
Ha valido la pena el esfuerzo.


La ruta en el mapa.




La ruta en Wikiloc.

Powered by Wikiloc

Película.


2 comentarios:

  1. Hola Emilio, la Calderona sigue siendo una de mis asignaturas pendientes con lo cerca que la tenemos de casa. A esta ruta en concreto ya le había echado el ojo aunque con alguna diferencia. La tuya me parece muy completa y, a la vista de tu precioso reportaje, apuntada queda para después del estío. Os salió un día precioso y, a pesar de la calima, con unas vistas espectaculares. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola, Paco! Tan cerca que la tenemos y está un poco olvidada. Es cierto. Echamos mano de ella en ocasiones especiales, pero le deberíamos hacer más caso. Tiene rincones verdaderamente bonitos.
      Un abrazo.

      Eliminar