Para la última ruta del año nos desplazamos hasta Llucena, en la comarca de L'Alcalatén. Para ello acompañamos al grupo de nuestro amigo Ricardo Vivó "los marteses", autodenominados así porque suelen realizar sus rutas todos los martes.
En esta localidad realizamos una ruta que, con alguna diferencia entre ellas, había visto en varios compañeros bloggers: Xavier (Goterris), Jesús (Anda con Tío Canya) y José Ramón (Trotasendas). Se trata de aprovechar las sendas y caminos recuperados por los "Amics dels camins de ferradura de Llucena" para recorrer, partiendo del área recreativa de La Badina, las partidas del Morral, La Lloma y Les Fleixes, para regresar a La Badina por un tramo del Camino Natural de la ruta de los Molinos de Agua de Lucena. Ruta completa y muy interesante que nos permite ver con diferentes perspectivas, la localidad de Llucena (referente durante gran parte del recorrido) y pasar por diferentes masías, la mayoría de ellas en estado de abandono y ruina que nos recuerdan un pasado pretérito (que no volverá) y un modo de vida dura, sencilla y de subsistencia. En el recorrido encontraremos masías diseminadas por todo el territorio, cuyos pobladores intentaban sacar antaño, con mucho esfuerzo, el mayor provecho de esta tierra agreste y árida.
Nuestra ruta comienza en el Área recreativa de La Badina, a la que se accede por una pista cementada que nace en el Km 14 de la CV-190 viniendo desde L'Alcora antes de llegar a Lucena.
Llucena amanecía así de dorada, extendida en la ladera, recibiendo con ganas la luz del sol que empezaba a asomar y calentar la fría mañana.
Aparcamos en La Badina, tras bajar la tortuosa, estrecha y empinada pista cementada.
Tras cruzar el río, se hizo patente que, debido a las últimas lluvias, el caudal del río se había desbordado, arrastrando gran cantidad de vegetación que han quedado en las orillas.
Antes de partir, leemos el panel informativo de la Ruta de los Molinos, que dejaremos para otro día.
Llucena desde La Badina.
Antes, como siempre, la foto de grupo supone el pistoletazo de salida de todas las rutas.
De pie, de izquierda a derecha, Carlos, Vicente, Emilio Romero, Luís. Agachados: servidor y Ricardo.
Iniciamos nuestro camino por este senderillo en subida que nace aquí mismo y que está marcado con esta señal blanca y azul que nos encontraremos por casi todo el recorrido.
Pasamos junto a esta casa bastante arreglada.
Y vamos subiendo poco a poco, sin notarlo, sin casi darnos cuenta.
Llegamos a este cruce. Obviamos el desvío a la izquierda que va la Creu y Mas de Xiva y seguimos de frente.
Llegamos a este otro cruce y seguimos a la izquierda.
A lo lejos, frente a nosotros, divisamos el caserío de Figueroles.
Y también, en la ladera frente a nosotros, el Mas de Solanes o Mas Nou de Solanes, al que nos dirigimos. Antes cruzaremos el barranco de Parra.
Nada más vadear el barranco de Parra, nos desviamos escasos metros para ver la fuente de Les Solanes (en otros sitios he visto denominarla de La Parra). En una inscripción en la piedra figura el año 1956.
Un poco más adelante, junto al camino, encontramos este recordatorio a Juan Antonio Chiva, por su colaboración en la recuperación de estas sendas.
Y llegamos al Mas de Solanes. En él, algunas casas se encuentran en ruinas, pero en otras se ven signos de rehabilitación.
Efectivamente, tenemos ocasión de hablar con Miguel, uno de los dos habitantes de esta masía que están rehabilitando con paciencia y trabajo y que constituye su residencia habitual. Estuvimos un rato departiendo con él, charlando animadamente de cómo se maneja y como vive aquí. Lo encontramos muy feliz y contento de la decisión que tomó en su día. Aquí vive feliz y tranquilo. Lo dejamos pues, nos alegra encontrar personas que apuesten por un tipo de vida más sencillo y tranquilo, alejado del bullicio y la tensión del mundo actual. Nos despedimos afablemente de él y seguimos nuestro camino. Saludos, Miguel.
Desde Les Solanes la senda zigzaguea eficazmente haciendo que se dulcifique la pendiente y nos cueste menos ascender. No obstante, la respiración se acelera. Vemos el Mas de Les Solanes en primer término y Llucena al fondo.
También tenemos buenas vistas al río.
En la foto el molino del Penya Roja.
Y seguimos subiendo haciendo zetas. Abajo, Figueroles.
Pasamos junto a este casucho. Pero aún nos queda subida.
Seguimos las señales, que no van guiando sin problemas.
Ahora vemos perfectamente la población de Figueroles.
Nos detenemos a menudo para disfrutar de las vistas. a tomar aire también. A lo lejos, distinguimos la inconfundible silueta del pico Espadán.
Una vez en lo alto del Morral y antes de llegar a la masía, encontramos esta balsa, que mantiene el agua de las últimas lluvias.
Y ahora, una vez arriba, las vistas son excelentes. El omnipresente Penyagolosa se deja ver por primera vez en la ruta y a partir de ahora será compañero inseparable, conformando un perfecto telón de fondo donde las diferentes masías que iremos encontrando van componiendo un paisaje de olvido y nostalgia de un tiempo pasado en el que fueron protagonistas principales de esta escena.
Ampliamos con zoom el pico.
Seguimos ahora por la meseta. En muchos puntos se aprecia bien el trabajo de desbroce y limpieza de la senda.
Y vemos más conocidos a nuestro alrededor. El Altís (1311 msnm) se deja ver imponente con esa peculiar silueta.
Y llegamos al Mas del Morral. La ruina y el olvido se adueñan de este lugar, con mucha vida de seguro en épocas pasadas.
Aquí, en el Mas del Morral, almorzamos tranquilamente, con este paisaje tan apacible y silencioso.
Y aquí estamos, con el almuerzo en pleno apogeo y disfrutando de las vistas (Foto: Ricardo Vivó).
Y más conocidos se perfilan en el horizonte lejano que acercamos con el zoom: El Bartolo.
Vistas también hacia L'Alcora y su industria azulejera. Y el Mediterráneo al fondo.
Ahora caminaremos por un terreno llano. Penyagolosa asomando al fondo.
Otra perspectiva de Llucena. Le daremos la vuelta literalmente durante la ruta.
El Altís a la derecha en el término de Villahermosa del Río.
Disfrutamos del paisaje.
La senda bordea esta peña por su base.
Pasamos bajo estos espectaculares farallones.
Y de nuevo amplios horizontes con el Penyagolosa imponiendo su jerarquía.
Y seguimos encontrando las señales blancas y azules que nos van guiando.
Bancales abandonados nos muestran el enorme esfuerzo realizado para obtener fruto de una tierra hostil. Hoy en día el silencio y el olvido dominan esta tierra.
Vale la pena detenerse para disfrutar del paisaje.
La senda acaba por desembocar en un amplio camino, por el que seguiremos llaneando.
El paisaje se muestra majestuoso. El silencio y la soledad imperan en él.
En uno y otro rincón, aparecen viejas masías que vivieron su esplendor y hoy son vestigios mudos de un tiempo en el que vivir era sobrevivir cubriendo las necesidades básicas.
Alguna, sin embargo, parece salir del letargo de décadas y adquirir un aspecto más remozado y rejuvenecido. Una segunda oportunidad les espera.
Y otro nuevo ángulo de visión de Llucena. Como veis, le vamos dando la vuelta.
Caminamos entre el silencio, el abandono, los fantasmas del pasado...
Caminar apacible, nostálgico, mudo muchas veces, ensimismado...
Ya hemos vuelto a variar el ángulo de visión.
Pasamos la cadena y seguimos por pista. Ésta nos llevará hasta el Mas de Miralles.
La amplia pista nos conduce por tierras antaño más transitadas que en la actualidad. Hoy en día, estos bancales apenas ven el paso, más o menos ligero, de algún que otro senderista o algún lugareño nostálgico al que aún le quedan recuerdos de estas tierras que preservar mientras viva.
Las masías salpican el terreno. Hoy, sin habitantes que las moren, están abocadas a la desolación y la ruina.
Caminar sigiloso, sosegado, limpio, relajado, ameno, feliz...
Construcción de piedra seca. ¿Refugio de pastores?.
En nuestro camino se cruzó un rebaño de cabras. Apenas pudimos obtener esta toma lejana.
Seguro que nuestra presencia les es extraña. La huida es la reacción más lógica.
Y sigue nuestro caminar por este escenario de olvido y abandono.
El tiempo se detuvo hace mucho. Las piedras dejaron de hablar y nos miran en silencio (o a gritos, tal vez) pidiendo una segunda oportunidad. Nosotros hacemos como que no escuchamos (tal vez no tenemos la capacidad para hacerlo) porque sabemos que eso es imposible. En este caso sí que podemos decir que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Nos encontramos en el Mas de Miralles.
Nos encontramos en el Mas de Miralles.
Algún campo, trabajado aún, espera la primavera para mostrar sus mejores galas. Mientras, aletargado, contempla nuestro parsimonioso paso con expectación.
Pasamos junto a esta gran balsa. Desconocemos si durante todo el año tiene agua.
Dejamos el camino cementado y nos desviamos a la derecha por este otro camino de tierra, siguiendo las marcas.
Unos centenares de metros después nos volvemos a desviar por esta senda que sale a la derecha.
La senda está limpia. Dentro de poco, dejaremos el tramo de senda y buscaremos un atajo para salir a la pista del Mas de Xiva y de Lliberato. Iremos entre bancales buscando el mejor paso.
Enfrente vemos el Mas de Xiva y de Lliberato. Hacia allí nos dirigimos.
Vigilante, majestuoso.
Salimos por este camino que nos llevará hasta el Mas de Lliberato.
Pasamos por el Mas de Xiva. Sus ruinas más bien.
Aquí, en el Mas de Lliberato, retomamos el sendero con marcas azules y blancas.
Cruzamos la pista y seguimos de frente. El camino se transforma en senda que nos llevará por Les Fleixes en una vertiginosa bajada.
Parada para el "fotocol".
"Fotocol" individual. El paisaje lo merece. Un lujo de escenario.
La senda se dirige sin descanso hacia el río, siendo bastante aérea y empinada en algún punto. También es estrecha en algún tramo y con mucha piedra suelta, pero se disfruta mucho por las excelentes vistas que se disfrutan.
Nuevamente Llucena. Parece que nos la han girado.
Hacemos una pequeña parada para ver la encalada fuente de la Solana. Desgraciadamente no manaba agua.
La senda se va descolgando poco a poco. En algunos momentos, podemos ver el fondo del valle y al río Lucena correr por él.
El río Lucena desde la senda que transcurre por Les Fleixes.
Un nuevo giro de tuerca. Una vuelta más. Llucena desde un nuevo ángulo.
Senda estrecha, con mucha piedra suelta, con pendiente, aérea...caminaremos con precaución para no resbalar.
Cuando hemos bajado bastante, atravesamos un bonito bosque. Aquí el desnivel ya se ha dulcificado.
Llegamos hasta esta casa. Continuaremos por el camino que pasa por delante de ella y sigue hacia la izquierda. Aquí dejamos definitivamente las marcas del sendero.
Caminamos por un camino rural entre campos.
Termina el camino y no tenemos más remedio que aprovecharnos de la acequia del Azud para poder llegar hasta La Badina.
El tramo por la acequia es de aproximadamente un kilómetro. Encontraremos tramos más fáciles y otros pasos más difíciles, sobre todo alguno donde la vegetación ha crecido en exceso, complicando el paso.
Aquí termina el tramo de acequia y retomamos el camino.
Izquierda.
Y tomamos enseguida, a la derecha, este camino más ancho.
Salimos brevemente a una pista cementada que dejaremos enseguida para coger este senderillo.
Vamos bajando hacia el río. Frente a nosotros, a la otra orilla, las ruinas del Molino Franquet, varias veces afectado por las crecidas del río.
Nos encontramos ya en un tramo del Camino Natural de los Molinos de Agua de Llucena. Este panel nos da información de algunos de los molinos de este tramo.
Bajamos hacia el puente, pero no lo cruzamos, nos vamos por el camino que vemos que sale a la izquierda.
Ahora, hasta La Badina, seguiremos paralelos al lecho del río por este tramo de la ruta de los Molinos.
Pasamos junto al abrevadero del Molino del Pont.
El Molí del Pont, a escasos metros de la fuente.
Seguimos el camino, ahora ya muy dócil y tranquilo.
Detalle de cerrojo. Apreciable la evolución que ha presentado este elemento de ferretería.
Junto al río disfrutaremos de bonitos rincones donde el agua será la protagonista.
Quedan pocos metros para el final.
Estamos ya en las proximidades de La Badina.
Puente colgante de la Badina. Cruzamos a la otra parte en busca de la Fuente de la Badina, que no encontramos. Pero también lo hicimos por curiosidad de cruzarlo y sentir como se mueve.
Este panel nos informa de que la Ruta de los Molinos de Llucena forma parte de la red nacional de Caminos Naturales y es un homenaje al que fuera alcalde de la localidad, Don Vicente Nebot artífice y valedor de esta ruta.
El puente colgante sobre el río Lucena.
Rincón de La Badina.
Otro bello tramo de río.
La Badina. Punto y final de la ruta.
Tras la ruta, como viene siendo habitual y ritual, tenemos la costumbre de comer en algún restaurante de la zona. En esta ocasión comimos en el Mesón "Media Luna", a la entrada de Llucena. Buena comida y buen ambiente. Lo ideal para terminar una excelente ruta senderista.
En animada y distendida charla transcurrió la comida que puso fin a la última ruta del año.
Como veis, comimos de lo más bien. Olla de Llucena, carrillada o conejo a la brasa. No podía faltar el cremaet de ron para poner la guinda a la comida.
Y nos despedimos de Llucena con esta foto de Les Fleixes desde la ventana del restaurante.
La ruta en el mapa.
La ruta en Wikiloc.
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¡Hola Emilio!
ResponderEliminarEspectacular Ruta para terminar el año.
Que impresionantes vistas que habéis tenido durante todo el recorrido, con el majestuoso Penyagolosa siempre vigilante.
Ahora a seguir recorriendo sendas este 2017 que empieza.
¡Felices fiestas, prospero 2017 y un fuerte abrazo!
¡Hola David! Desde luego, una excelente ruta para poner fin al 2016. Esperemos que en el 2017 nos respeten las lesiones y podamos repetir, al menos, lo mismo que este año que dejamos.
EliminarUn abrazo.
Buena manera de acabar el año Emilio con esta bonito recorrido.
ResponderEliminarFeliz y montañoso año nuevo.
Un abrazo
¡Hola José Ramón!
EliminarCiertamente, es una buena manera de terminar año. Llucena tiene encanto senderista. Esperemos con esperanza e ilusión el 2017, que nos traiga nuevas rutas que nos hagan disfrutar de la montaña.
Un abrazo.
Hola Emilio.
ResponderEliminarParece que elegimos el mismo día para cerrar el año senderista que acaba...jejeje.En este caso,nos separaban bastantes kms...jejeje.
Buena ruta,que viendo algunas fotos con compañeros en pantalón corto,cualquiera diría que estamos a final de diciembre....jajaja.
Bueno Emilio,has tenido un año con ''altibajos'',por esa rodilla o rodillas,pero seguro que 2017,te vendrá cargado con lo que mas te gusta y que es salir a disfrutar de la montaña...Te deseo todo lo mejor.Yo voy a ver si me pongo con la crónica de la ruta que hicimos en Benissoda.
Un fuerte abrazo y Feliz 2017.
¡Hola Juane!
EliminarPues que casualidad. La verdad es que el martes fue un buen día para realizar la ruta. Entre semana hay más tranquilidad. En cuanto al pantalón corto, Emilio es que es así. De todos modos, hacía fresco cuando llegamos, pero luego la temperatura fue agradable.
Espero que este año mi rodilla responda mejor y me permita seguir una marcha más o menos normal. Lo mismo te deseo a ti.
Un abrazo.
Magnífica poética narrativa. La verdad fué una ruta hermosa que no me importaría volver a repetir ahora mismo. Un abrazo
ResponderEliminar¡Hola Emilio! Gracias por tus amables palabras. Pasamos un excelente día, de esos que tanto nos gustan. Ya ves que tu pantalón corto suscita comentarios. Menos mal que no hizo frío finalmente.
EliminarUn abrazo.
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