CERRO DE LAS CABRAS DESDE VILLAR DEL ARZOBISPO (17/5/2025)
“En
cada cuerpo yerto que tocaron mis manos enterré un poco de mi vida.” (Ana María
Sagi en “Mil ojos esconde la noche. Cárcel de tinieblas.” de Juan Manuel de
Prada, Tomo II). De manera análoga yo diría que en cada senda, en cada camino que tocaron mis pies, dejé un poco de mi vida, un poco de mí mismo quedó en ellos.
Realizamos en esta ocasión una ruta que empezamos en el término de Villar del Arzobispo aunque la mayoría del recorrido lo haremos en término de Andilla. La ruta nos lleva hasta el vértice geodésico del cerro de Las Cabras (802 m.). Ascendemos hasta él primero por la ladera del cerro para introducirnos después por una vaguada que nos dejará en la cima donde disfrutaremos de excelentes vistas. A continuación bajaremos de Las Cabras y llegaremos hasta el barranco del Antigón por el que transcurriremos algo más de un kilómetro para salir después al camino del cerro de Las Cabras. A Trescientos metros de haber salido al camino, pasamos junto al corral de Faustino. Desde aquí hasta el inicio el camino no presenta ningún problema.
Aparcamos en un camino rural en las cercanías de Villar del Arzobispo, a poco más de dos kilómetros y medio.
Hace una mañana excelente y el sol asoma ya desde hace tiempo. Pero la luna no quiere perder su protagonismo y decide permanecer en el límpido cielo azul. ¡Para que luego digan que el sol sale durante el día y la luna durante la noche. Y es que las cosas no son blancas o negras, hay mil matices entre una y otra.
"Como el alma tiene
su música oculta,
¡parece que el alma
llora con la luna!..."
Jaime Torres Bodet
Antes de comenzar, posamos para la foto de grupo. Hoy se nos ha unido Ana Romero. El resto, de izq. a der. Emilio Romero, Rafa Lafuente y servidor.
Avanzamos por el camino.
A unos docientos metros del inicio nos topamos con el corral de Mosén.
Cien metros después del corral estaremos atentos porque hemos de dejar el camino para desviarnos por una senda a la izquierda que puede pasar desapercibida en su inicio.
Iniciamos así una subida con fuerte desnivel por la ladera del cerro.
Alcanzamos este pilón que delimita los términos de Villar del Arzobispo y Andilla. Así pues, a partir de aquí caminaremos por término municipal de Andilla.
La fuerte subida nos invita a detenernos de vez en cuando para retomar el aliento.
Alcanzamos altura enseguida lo que nos proporciona esta vista general de los alrededores de Villar, dominado por las minas al aire libre de Filo (izquierda) y Mercedes (derecha) que proporcionan sílex, caolín, arenas amarillas y arcilla para la industria azulejera de Castellón y que afean y destruyen sobremanera el territorio.
Villar del Arzobispo con zoom.
En la subida nos vamos ayudando de hitos que marcan la subida puesto que no es un sendero muy evidente.
Las jaras muestran un estupendo y original aspecto que no pasa desapercibido a los insectos que no dudan en comenzar su cortejo para enamorar a la flor.
Aproximadamente en el kilómetro uno empezamos a bajar hacia una vaguada.
(foto de Emilio Romero)
Bajamos a un barranquillo que transcurre por una profusa pinada.
Agradecimos mucho este paso por esta vaguada.
"En los bosques, perdido, corté una rama oscura
y a los labios, sediento, levanté su susurro:
era tal vez la voz de la lluvia llorando,
una campana rota o un corazón cortado."
Pablo Neruda
Tiernas lechetreznas tapizaban el sendero.
Aproximadamente, después de novecientos metros por la vaguada, volvemos a ascender.
(foto de Emilio Romero)
Alcanzamos enseguida cierta altura que nos permite ver ente las copas de los pinos las cimas del Ropé y de los Cinco Pinos.
También vemos los molinos del Parque eólico Peñas de Dios y en el fondo se aprecian las antenas del Cerro Simón.
“Mire vuestra merced que aquellos que allí se
aparecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen
brazos son las aspas, que, volteadas al viento, hacen andar la piedra del
molino.” (Sancho en "Don Quijote de la Mancha", Miguel de Cervantes)
También son reconocibles las Peñas de Dios.
Cruz que se encuentra en la cima de las Peñas de Dios.
Y una buena perspectiva de Villar del Arzobispo.
Los Cinco Pinos y el Ropé ahora más claros y evidentes.
Y ya vemos el vértice geodésico de Las Cabras (802 m. de altitud).
Posamos, como solemos hacer, en el vértice para nuestra colección.
Ahora posamos todos para la posteridad.
Ahora toca disfrutar unos minutos de las vistas que nos rodean.
(foto de Emilio Romero)
"!Aire! ¡más luz, una planicie verde
y un horizonte azul que la limite,
sombra para llorar cuando recuerde,
cielo para creer cuando medite!"
Manuel Gutierrez Nájera
¡Mirad las vistas!
Tras las fotos y el disfrute de las vistas, descendemos del cerro de Las Cabras
El vuelo de juguetonas mariposas cruzaban el sendero y nuestra cámara corría detrás de ellas intentando captarlas en un descuido. Y aquí tenéis la prueba de que quien la sigue la consigue. Esta saltacercas se ha dejado fotografiar.
"Tras una mariposa,
cual zagalejo simple,
corriendo por el valle
la senda a perder vine."
Juan Menéndez Valdés
A lo largo de toda la ruta vimos muchas matas de esparto.
Siempre encontramos momentos de reflexión.
“Si no me quejo del dolor es porque no es dado a
los caballeros andantes quejarse de herida alguna, aunque se le salgan las
tripas por ella.” ("Don Quijote de la Mancha", Miguel de Cervantes)
Seguimos bajando del cerro. Los pinos son nuestra compañía y lo agradecemos.
(foto de Emilio Romero)
"Érase un verde bosque de eterna primavera,
y érase un niño iluso que vagaba al azar...
El niño entró en el bosque siguiendo una quimera;
entró en el bosque... Y nadie lo ha visto regresar."
José Ángel Buesa
El sendero se despeja un poco de vegetación.
Las jaras negras también tiene pretendientes. Sus flores, vestidas de novia, acogen a sus pretendientes, que no dudan en cortejarlas para merecer su amor.
"Entre las hierbas alguna humilde flor ha nacido,
azul o blanca. ¡Belleza del campo apenas florido,
y mística primavera!"
Antonio Machado
Llegamos a un camino y dejamos el sendero para seguir por la derecha.
Junto al camino, los restos de un pequeño corral.
Esto era zona de secano. Aquí un campo de almendros que no parece que ya se trabaje.
"Almendro de la gracia sorprendida,
regalo de un invierno;
almendro que haces puente esta mañana
entre mi alma y lo eterno."
Antonio López Baeza
Pasamos cerca de esta casa de campo en ruinas, con una vieja furgoneta que murío allí.
El camino se estrecha y vuelve a convertirse en sendero. Llevamos cuatro kilómetros.
Pero no sólo las jaras tienen pretendientes. Esta preciosa flor de lino tiene su príncipe azul.
"La violeta enamorada,
la retama encaramada,
la madreselva mezclada,
la flor de lino celosa.
¿Cuál es la más hermosa?"
Vicente Wescenlao Querol
Como el día avanzaba y las ganas apretaban, buscamos un lugar para almorzar con cierta comodidad.
Y aquí encontramos el sitio adecuado. Modesto pero no falta de casi nada.
Dando buena cuenta del almuerzo. (foto de Emilio Romero)
Tras el almuerzo, seguimos el sendero que nos va bajando poco a poco.
Giramos a la izquierda y enseguida el sendero se introduce en el barranco del Antigón.
Las encarnadas amapolas son unas flores típicas de la primavera y tienen ese color especial que tanto llaman nuestra atención.
"Novia del campo, amapola
que estás abierta en el trigo;
amapolita, amapola,
¿te quieres casar conmigo?"
Juan Ramón Jiménez
Hemos entrado en el barranco que propicia otro momento reflexivo.
“Y a
un caballo no se le puede obligar a beber agua, si no lo desea.”
(Fernando
Navales en “Mil ojos esconde la noche” de Juan Manuel de Prada)
El paso por el interior del barranco no es complicado y tiene bonito rincones.
Encontramos pequeños saltos en el tramo que recorremos, poco más de un kilómetro.
El cauce del barranco estaba prácticamente seco, pero aún encontramos algún charco.
Llegamos a un muro de piedra, no sabemos si se trata de un ribazo o un murete de contención del barranco. Lo salvamos por la derecha.
Luego subimos por el sendero que sigue por la izquierda.
Salimos a otro campo de almendros.
Y a continuación, pasamos junto a un viñedo.
“De mis viñas vengo, no sé nada; no soy amigo de
saber vidas ajenas.”
(Sancho en "Don Quijote de la Mancha)
En este tramo no llevamos la protección de los pinos y nuestra leal sombra hace su aparición.
"¡Y será vana mi inmortal porfía!
¡Y esta antigua tristeza roedora
jamás de tregua me dará una hora,
tras mí corriendo cual la sombra mía!"
Clemente Althaus
Y tuvimos mucha suerte de poder captar de esta mariposa macaón (papilio machaon) en pleno cortejo nupcial con la jara.
¡Mariposa montés
y campesina,
mariposa serrana,
nadie ha pintado tu color; tú vives
tu color y tus alas
en el aire, en el sol, sobre el romero,
tan libre, tan salada!
Antonio Machado
El camino pasa junto al corral de Faustino.
(foto de Emilio Romero)
Tras pasar por el corral de Faustino caminaremos poco más de un kilómetro cómodamente por este camino.
Dejamos el camino y tendremos nuevamente un bonito tramo de senda, bien cubiertos por los pinos.
El sendero camina paralelo a un barranco que desemboca en el barranco del Salobrar.
A nuestra izquierda, las altas paredes del cerro de las Cabras están equipadas de vías de escalada.
Aquí poséis ver a un escalador en plena faena.
Avanzamos un poco más por el sendero.
Cruzamos el barranco del Salobrar por aquí. La idea era ir al yacimiento de la Cambra desde aquí, pero una riada había alterado el cauce del barranco del Salobrar hasta el punto de ser irreconocible el camino que habíamos visto en algún track de wikiloc y desitimos de hacerlo.
Y desembocamos en el Camino Real de Aragón. Que seguimos hacia la izquierda.
Cruzamos aquí el barranco del Salobrar que como se puede ver en la foto, se había llevado un buen tramo de la carretera que lo cruzaba por aquí.
Y llegamos de nuevo al punto de inicio cerrando así la entretenida ruta de esta semana.
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