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lunes, 8 de abril de 2019

AL GORGO Y A LA ALDEA DE OLLA DESDE MARINES (6/4/2019)

Habíamos subido al Gorgo en dos ocasiones, la primera allá por 2012 y la segunda en 2014. Pero nunca lo habíamos hecho desde Marines Viejo y por la pedrera. Esta es la crónica, pues, de este proyecto que se encontraba esperando su turno en el cajón de pendientes.

De las diferentes opciones que miramos y que llevan al Gorgo desde Marines, nos decidimos por un track de Jesús (Anda con Tíocanya), pero en nuestro caso, lo haríamos en el sentido de las agujas del reloj por dos motivos: el primero, por salvar el desnivel al principio y tener después un regreso más plácido; y el segundo por subir la pedrera en vez de bajarla, que nos parece más fácil.


Como muchas otras mañanas de ruta, ésta no iba a ser diferente.
Esperamos la salida del sol mientras vienen a recogernos. Seguimos madrugando porque nos gusta empezar pronto a disfrutar de la montaña.


Tras un corto trayecto por carretera, llegamos a Marines Viejo. A la entrada del pueblo encontramos este aparcamiento donde dejamos nuestro vehículo y nos disponemos a disfrutar de otra jornada en la montaña. Intentamos con ello siempre aliviar todos aquellos "problemas" y situaciones de la vida que nos causan ansiedad, nerviosismo, irritabilidad, tensiones...en el día a día; y además, realizar un esfuerzo físico que nos haga sentir que nuestro cuerpo está vivo y aún es capaz de conseguir nuevos objetivos y mantenernos más o menos en forma. 


Foto típica de todas las rutas, la foto de grupo:
Emilio Romero, Ana, Rafa y servidor. Como veis, en esta ocasión nos ha acompañado Ana, que además de su simpatía nos ha hecho muy felices porque ha bajado la media de edad del grupo, lo cual nos alegra mucho.


Comenzamos a caminar por las silenciosas y vacías calles de Marines.
Un alud de piedras debido a las fuertes lluvias de 1957, causó varios muertos entre sus habitantes y decenas de casas derruidas lo que hizo que el pueblo fuera abandonado casi por completo. Años después, poco a poco, muchas de esas casas se han vuelto a rehabilitar y , al menos en parte, el pueblo parece haber revivido. A raíz de este desastre se construyó en el llano el nuevo Marines.


Pasamos por la Plaza de España, donde encontramos la iglesia creemos que en fase de restauración.


Encontramos esta bonita fuente en la misma fachada de la iglesia.


El silencio es casi absoluto, apenas lo rompen nuestros pasos y los comentarios que vamos haciendo sobre la marcha.


Salimos del pueblo por la parte alta. Junto al cercado de esta casa iniciamos el sendero.



Apenas unos metros nos desviaremos por la senda de la izquierda.
La vuelta la haremos por la de la derecha.


Ahora recorreremos un tramo de aproximadamente kilómetro y medio, que transcurre junto a una acequia. El suave murmullo del correr  del agua nos acompañará durante este trecho de la ruta.


La jara parecía estar esperándonos y nos presentaba esta amable y bonita cara. 
No pudimos hacer caso omiso a su llamada: nos hipnotizó.


 En poco tiempo hemos dejado atrás Marines, cuyas casas vemos en una rápida mirada atrás.



El sendero es muy cómodo, sin apenas desnivel. Caminamos animadamente por él y disfrutamos de la abundante vegetación.



Cruzaremos el "puentecico" y...


...saldremos a esta pista, en la que giraremos a la derecha.


Caminaremos por la pista aproximadamente kilómetro y medio subiendo de manera progresiva y contínua. Aunque sabemos que a todos nos gustan más los senderos que las pistas, en este caso no nos importa demasiado porque vamos disfrutando de un bonito entorno en el que podemos ver bonitos ejemplares de alcornoques como el de la foto.


A pesar del desnivel que vamos salvando, lo hacemos con comodidad ya que es muy progresivo y por camino cómodo, lo que permite una fluida y animada charla que nos hace sobrellevar mejor el fresco de la mañana.


Como digo, el entorno es fabuloso. El rodeno domina el paisaje y caminar por esta ancha pista no nos defrauda.


En este cruce dejaremos la pista, que sigue hacia la derecha y nos desviaremos a la izquierda por un camino de tierra.


El camino ahora se estrecha, es más irregular pero sigue en contínuo ascenso.
Hasta la cima del Gorgo no tendremos prácticamente ningún tramo llano.



Junto al camino esta balsa para animales.


Seguimos maravillados por el paisaje que nos rodea. Ello nos distrae del esfuerzo que cada vez es mayor debido al desnivel.


Hacia el norte, el pico del Águila.


Aquí lo veis con zoom.
 Las vistas desde esta cima son de las mejores de toda la Calderona, al menos para mí.


A veces te preguntas cómo en sitios tan inhóspitos y solitarios puede crecer algo tan bello, sencillo y delicado y permanecer oculto para la mayoría de la gente. 


El paseo nos distrae porque podemos disfrutar de bellos ejemplares de alcornoques como ya comentamos antes.


Vamos alcanzando altura y cada vez las vistas son mejores.
Mirad ésta, por ejemplo.


Se nota que vamos ganando altura también en esta foto.


Y otro elemento que solemos ver muchas veces en las sendas y caminos.
Excrementos de animales. Hasta esto es sinónimo que hay vida cerca.


Llegamos a este collado en el que haremos un giro a la derecha. Pero,¡ojo!, hay una senda algo más evidente que la que tenemos que coger. La que hemos de tomar está algo más a la derecha y es menos evidente.
Sabremos que vamos bien porque encontramos una marca verde y blanca de SL.


Hemos alcanzado altura suficiente para poder ver, aunque parcialmente, Gátova.


Ésta es la que hemos de coger.


Y aquí veis la marca que os comentaba más arriba.


Pasamos junto a esta construcción que bien podría ser algún refugio de pastor.


Este sendero nos acercará a la base de la pedrera. Tiene un corto tramo en el que se estrecha mucho y caminaremos con precaución de no resbalar. Superado este tramo, llegaremos sin muchas dificultades hasta la base de la pedrera.



Aquí iniciaremos la subida por la pedrera (foto de Emilio Romero).



Como se aprecia, hay mucha piedra suelta que nos puede hacer resbalar.
Subiremos con cuidado. Si es preciso apoyaremos las manos para avanzar. Veremos distintas opciones de subida. Procuraremos hacer zig-zags para subir con más facilidad y, sobre todo, guardaremos cierta distancia con el que va delante para evitar que alguna piedra que caiga nos golpee en la cabeza.


Panorámica en un instante de descanso. Lástima que las nubes, que van cubriendo la mañana, nos impida disfrutar mejor del paisaje.


Ana y Rafa llegando al final de la pedrera.


La pedrera sale en este collado. Sólo nos queda girar por la senda que sale a la derecha y que nos llevará hasta la cima del Gorgo.

Desde aquí disfrutamos de unas envidiables vistas de la sierra de Espadán.


El Gegant.


La Rápita.


El Espadán.


Seguimos nuestro camino hasta la cima. Siempre hacia las alturas.
Desde allí vemos las cosas desde otra perspectiva, con mayor amplitud, aunque a veces la visión aparece mediatizada por elementos que nos impiden ver bien lo que nos rodea.


La subida, entre piedras de rodeno, nos gusta.
Aparece marcada con algunos postes de madera.


Finalmente, nos encontramos con el vértice geodésico del Gorgo (908,866 msnm.).


Nos gusta tener fotos en los vértices. Este es uno más.


Desde aquí vemos mejor Gátova.


Hasta el Montgó y el golfo de Valencia.
En primer término, la torre forestal del Cerro de la Mata.

Aunque disfrutamos de buenas vistas, no son todo lo deseables que podrían ser porque la cima está poblada por pinos que limitan la visibilidad.


Qué mejor que esta preciosa atalaya para almorzar.
Lugar de lujo para ello. No todo el mundo puede decir que ha almorzado en el Gorgo. Son pequeños placeres que se disfrutan mucho. El único pero que podríamos poner en esta ocasión es el fresco viento que corría, pero la cervecilla y el vinillo ayudaron a combatirlo.


Tras el café, un brindis (no al sol en este caso porque las nubes predominaban en el cielo) con un chupito (foto de Emilio Romero).


Tampoco podía faltar la foto de grupo en la cima (foto de Emilio Romero).



Tras el descanso en la cima, volvemos sobre nuestros pasos.


Y de nuevo, en el punto en el que salimos de la pedrera. Ahora bajaremos por el sendero de la derecha.

El cantueso está en momento óptimo de floración. Aromatiza el monte y su flor morada contrasta vivamente con el mayoritario color verde del resto de plantas. Nos encanta también.

Esta temporada, hemos disfrutado mucho de las jaras. Todas presentan un aspecto inmejorable que nos ha llamado la atención y que nos detengamos en ocasiones a admirar su sencillez, colorido y belleza. La falta de lluvias tiene mucho que ver en ello. Además, esta planta repuebla mejor que otras especies, lugares que han sufrido incendios. La Calderona es, sin duda, una sierra que ha sufrido muchos.


Descendemos del Gorgo y salimos a este collado.
 Seguiremos a la derecha por una pista.


 Unos tres kilómetros de pista nos esperan. Lo más difícil ya estaba superado. Ahora nos quedaba un cómodo paseo hasta Marines. Antes pasaríamos por la aldea morisca de Olla.


Nuestro camino irá rodeando el Gorgo por todas sus vertientes hasta darle la vuelta al completo.



También encontramos muchos almendros cargados del apreciado fruto seco.


Y el tomillo presentaba este precioso aspecto.
 Las florecillas se unen a su aroma potente y peculiar formando un conjunto inigualable.


Caminamos tranquilamente, unas veces en animada charla. En otras ocasiones el silencia es el compañero de camino. En ambos casos disfrutamos igual. La compañía ameniza y el silencio ayuda a pensar y meditar.


En este punto dejamos el camino y nos vamos a introducir en el barranco de Olla.
No será un trayecto muy largo, pero desde luego, tras la subida por la pedrera es el segundo aliciente de la ruta. En este punto perdimos un poco el track, pero es fácil de encontrar la senda si rodeamos el campo y buscamos la referencia de un corral en ruinas que está a escasos metros de aquí. A partir de él el sendero se encuentra fácilmente.


Este es el corral de que os hablo.


Un precioso sendero nos introduce poco a poco en el barranco, ofreciendo bellos rincones.
Hemos dejado la monótona (no nos importa) pista y disfrutamos ahora de un bonito sendero.


El agua está muy presente en este tramo. Vamos a encontrar en él diversos elementos construidos para el aprovechamiento del agua, tan necesaria para la vida. Su presencia en el barranco es evidente como muestran estos helechos, propios de zonas húmedas.


Y llegamos al punto más mágico del barranco. Por momentos, el silencio, la magia de este lugar, la profusa vegetación que nos rodeaba...nos hizo pensar que un elfo, algún gnomo o incluso algún hada podía aparecer ante nosotros. No fue el caso, pero lo que sí pudimos ver es este precioso ejemplar de alcornoque. Majestuoso. No sabría decir por qué, pero siempre he tenido una predilección especial por los árboles. Y los ejemplares monumentales me producen una gran admiración. Si hablaran, nos contarían muchas cosas que desconocemos. Tal vez nos hablen, pero no somos capaces de escuchar lo que nos dicen. Intentaremos aprender a oír su centenaria voz.


Un ejemplar así bien merece una foto (foto de Emilio Romero).


Mientras caminamos, oímos el rumor del agua, que permanece oculta a nuestros ojos debido a la exuberante vegetación que puebla el barranco, pero en algún punto aparece para recordarnos que está presente.


Un pequeño salto semioculto por las ramas.


Y llegamos a esta balsa, que recoge con mimo el agua que transcurre por el barranco para luego ser utilizada como mejor conviniese. El agua es vida y debemos aprovecharla sin derrochar.


Vemos alguna poza en el interior del barranco.


Y vemos restos de alguna acequia que quedó inutilizada. La despoblación del poblado de Olla tendría mucho que ver en ello.


Vamos saliendo del barranco poco a poco y la vegetación se abre permitiéndonos disfrutar del afilado perfil del castillo del Real. 


Aquí lo podéis observar mejor. 
Altivo aún a pesar de su ruina, mostrando orgulloso un pasado seguramente lleno de venturas y desventuras, como la vida humana. Un día, finalmente, todo pasa; y nada, o casi nada queda ya de ese pasado más o menos glorioso, más o menos vulgar, y pasa a ser un mero recuerdo que  tal vez alguien trate de rescatar del olvido escribiendo su historia.


El agua, llega hasta esta especie de acequia o abrevadero, ya junto a la pista.


Salimos a ella y en escasos metros llegaremos a la aldea de Olla.
A nuestra izquierda, esta bonita imagen nos invita a pensar que este pequeño valle está trabajado y ha resurgido de un abandono de años.


Ya vemos la característica torre defensiva de esta pequeña aldea que servía para conectar con el castillo del Real.


Entramos en el poblado, en el que observamos elementos que evidencian una cierta restauración evidente en algunas casas.


Por ejemplo, nos llamó la atención este original horno moruno que ya vimos en ocasiones anteriores y cuyas cenizas evidencian que está en uso.


Casa del poblado de Olla, con esta original escalinata de acceso.


Y la torre defensiva del poblado, junto a una perfectamente rehabilitada.


Entrada del poblado, que en esta ocasión se convierte en salida.


Una amplia pista nos conducirá de nuevo de nuevo durante dos kilómetros hasta un punto en el que la dejaremos para coger el antiguo camino de Marines a Olla.

Seguimos disfrutando del paseo, acompañados por campos de cultivo, algunos primorosamente trabajados.



Mirad por ejemplo estos preciosos y perfectos ribazos de piedra en seco de este campo de olivos.


Ameno paseo como digo, que nos está haciendo disfrutar de un entretenido día.



Junto al camino, otro elemento típico en las construcciones para aprovechamiento hídrico. Se trata del aljibe de los Panizares.


En este punto dejaremos la pista y cogeremos el antiguo camino que vemos a la izquierda junto a ese panel.


En este tramo hemos ido encontrando paneles explicativos como éstos que veis en las fotos que nos hablan de la fauna típica de la zona. Este concretamente nos habla de mamíferos como la gineta, la comadreja, el jabalí o el zorro.


Este otro de rapaces que podemos ver volar sobre nuestras cabezas como el ratonero, el cernícalo, el halcón, el gavilán y el águila perdicera.


El sendero es muy bonito, transcurre entre vegetación y es muy agradable.
Después de la pista, nos gusta mucho caminar por él.


Nos despedimos del pico del Águila.


Aún hay algún tramo empedrado. Nos gusta. Nos parece una obra de arte.
Alguien podrá pensar que soy un inculto, pero para mí, una obra de arte me debe causar una emoción y estos caminos me la producen. Os puedo asegurar que muchas obras de arte moderno no me causan emoción alguna y están catalogadas como tales. Incluso pienso que muchas de ellas son una tomadura de pelo.


Como dijo algún modisto famoso (no recuerdo quien, la moda no es mi fuerte) la arruga es bella. Los pétalos arrugados de la jara le dan un aspecto especial que tal vez la embellezcan más.

Ya vemos entre las copas de los pinos Marines.
 Nos encontramos a un tiro de piedra.


Otra fuente, la del Camino de Olla.
Como se aprecia se encuentra seca.


Pasamos junto al depósito de agua.


Y ya sólo nos queda recorrer de nuevo las calles, que siguen tan silenciosas como a la mañana, para terminar nuestra ruta.


Nos llamó la atención de camino esta baldosa que indica que nos encontramos ante el antigua cine la población. ¿Cuántas ilusiones y noches mágicas vivirían los habitantes de Marines en la época en que el cine funcionó?


De nuevo llegamos al aparcamiento donde damos por concluída la ruta...


..No sin antes despedirnos del imponente castillo del Real, a cuyos pies nos encontramos.



La ruta en el mapa.





La ruta en Wikiloc.





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Película


6 comentarios:

  1. Hola Emilio.

    Yo subí al Gorgo en 2016, desde Gátova y combinándolo con el Pico del Águila, cuya estampa aparece varias veces en esta crónica tuya, coincido contigo en lo de las magníficas panorámicas que nos ofrece esta cima de nombre tan rapaz. Ahora tengo pendiente, entre tantísimas cosas pendientes que tengo pendientes en la Calderona, subir al Gorgo desde Marines Viejo y combinar esta subida con la Peñarroya y los Carcamales, aunque esta combinación tuya con la aldea de la Olla también tiene muy buena pinta. Ya veremos por que opción me decanto al final. De lo que estoy seguro es, que elija la que elija, no me defraudará.

    Un abrazo.

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    1. ¡Hola, Dani! Cualquier opción que elijas será buena, no lo dudes. La Calderona también se disfruta mucho, lo que pasa es que a veces la tenemos un poco abandonada. Ya sabes que la confianza da asco.
      Un abrazo.

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  2. Hola Emilio yo también subí a esta cima desde Gatova y me dijeron poco después que desde Marines viejo por la pedrera resulta una ruta muy chula.
    Y veo que es verdad, me a encantado y creo que no tardarás mucho en verme por allí jajaja.
    Gracias por recordarme esta ruta que tenia pendiente.
    Al igual que tu yo también are la pedrera en ascenso, siempre es mejor que bajarlas.
    Saludos cordiales como diría aquel.

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    1. ¡Hola, José Ramón! La pedrera le da un toque más montañero a la subida que por la senda oficial. No es muy larga y se hace bastante bien. Y desde luego, mi recomendación sigue siendo que se sube mejor que que se baje.
      Un abrazo.

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  3. Hola Emilio...
    Ganas le tengo al Gorgo desde Marines,desde que vi una estupenda crónica de Pablo once,con el cual curiosamente nos vimos en el Gorgo,mientras el hacia la ruta que te comento y nosotros desde Gatova,íbamos a subir también al Pico del Aguila,desde el que corroboro lo que apuntas de las vistas.Coincidencias montañeras...jejeje.
    De las dos veces que he subido al Gorgo,la primera,bajamos esa temida pedrera,tela marinera bajarla...jejeje.
    Buenas y frondosas sendas las que habéis recorrido en esta ruta que como te comento la tengo para hacer...

    Un abrazo.

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    1. ¡Hola, Juane! Preferimos subir la pedrera, porque como ya sabes es más fácil ir subiendo que bajando. En cualquier caso, con cuidado se puede hacer de las dos maneras. Aunque hay tramos de pista, disfrutamos igualmente mucho. Lo que nos importa es caminar.
      Un abrazo.

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