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jueves, 26 de septiembre de 2019

A ROSADA DESDE MONTÁN (22/9/2019)

El día 8 de septiembre se celebró el Trail de Montán en tres modalidades, 21 k, 10 k y marcha. Participé en esta última modalidad. Nunca lo había hecho. No estuvo mal. Me gustó mucho la ruta, lo que no me gustó tanto es que se supone que no te tienes que entretener y tienes que ir lo más rápido que puedas. Así lo hice y el resultado fue muy bueno en el tema del tiempo empleado. Claro, para ello, ni una foto, ni una parada a almorzar...Pero a mí, lo que me gusta es disfrutar de todos y cada uno de los rincones y momentos de la ruta. De todos y cada uno de los detalles que pueda ver. Entretenerme con una leve mariposa, o con un lento gusano, con una araña tejiendo su mortífera tela, con una cabra que me mira con curiosidad, con el gorgojeo de un pajarillo, con el majestuoso vuelo de un buitre o el croar de una rana... O disfrutar de la sencillez y la belleza de tantas y tantas florecillas silvestres que alegran el campo y le dan colorido...Y no hablemos ya de los aromas del monte, sobre todo si ha llovido, como en este caso. O de la brisa refrescando tu cara aliviándote del calor del verano que se resiste a terminar. Por todas estas razones, decidí repetir la ruta pero como a mí me gusta y así os la cuento.






Aparcamos en las afueras de Montán. El pueblo está en fiestas, aunque a esta temprana hora el silencio reina en el ambiente. No queremos entrar más por si la fiesta impide el paso por alguna calle.


Destacando en la lejanía vemos elevarse hacia el cielo las antenas de Santa Bárbara de Pina. Las acercamos con el zoom.


Nos dirigimos hacia la avenida de la Tejería y lo hacemos por la avenida de Antonio Fornás. Nos entretenemos con los detalles que embellecen esta subida, como este rincón con esta vitrina-altar dedicada a la Virgen.


El trail empezaba en la piscina municipal. Nosotros lo hacemos en la avenida de la Tejeria y evitamos un tramo que únicamente tiene el interés de recorrer las calles de este bonito pueblo del Alto Mijares. Este edificio de dudosa estética, se corresponde con el antiguo convento servita (S. XVIII). Con la desamortización de Mendizábal y tras diferentes usos, se convirtió en un edificio de viviendas particulares. Desde aquí empezaremos la ruta.


Nos disponemos a empezar la ruta. Tras una breve e intensa lluvia que había amenazado con impedirnos disfrutar de la montaña, se ha abierto el cielo y el sol nos acompañará a lo largo de toda la mañana.


Desde el inicio, no dejaremos de subir hasta la cima de Rosada. 
Y empezamos subiendo por la calle de la Virgen de los Desamparados para abrir boca.


Enseguida pasamos junto a esta fuente con una cerámica de la Virgen de los Dolores, patrona de Montán.



Caminamos en silencio por las últimas callejuelas del barrio de las Eras.


Subimos hacia el barrio de las Eras y vemos desde aquí las casas del núcleo principal de Montán al otro lado del barranco del Pinar que separa ambos núcleos.


¡Hola! Buenos días. ¿Ya estás aquí?


Unos centenares de metros después de dejar las últimas y encaladas casas del pueblo, nos detenemos en el mirador del Mirallo, que se asoma a Montán y ofrece una bonita panorámica de la localidad. Un panel ofrece una semblanza urbanística de Montán apoyándose en la vista que tenemos enfrente


Se acaba el camino urbanizado y empieza una bonita senda.


Frente a nosotros, el Barrendo.


Hacia el noroeste, asoma la proa del Penyagolosa, que no quiere perder la ocasión de recordarnos su condición de Gegant de Pedra.


Hoy como ayer, mañana como hoy
¡y siempre igual!
un cielo gris, un horizonte eterno
y andar..., andar.


                                 Gustavo Adolfo Bécquer.


La senda va descendiendo un poco hacia el barranco de la Boscaja y a partir de aquí se adentrará en un precioso bosque.


Encontramos en el suelo alguna seta, que dejamos porque nuestra ignorancia en el tema micológico es supina.


Cruzando el lecho del barranco encontramos este arco a modo de acueducto.


Apenas pasado el barranco, encontramos este empedrado y nos damos cuenta que caminamos por un camino de herradura. ¿Cuántas pisadas hollaron este camino ahora casi olvidado?¿Cuántas pisadas hollarán nuestra alma al cabo de nuestra vida?



La lluvia de la mañana ha potenciado los colores y los aromas de las plantas. 
El olor a tierra mojada impregna la atmósfera y la humedad perla de sudor nuestra frente.
Nos detenemos ante esta matita de trébol con la ingenua ilusión de encontrar uno de cuatro hojas que nos traiga suerte. Miré y miré, pero...de cuatro no encontré. El que no se conforma es porque no quiere y me alejé de allí pensando que poder caminar por tan mágico bosque es toda una gran suerte. No necesitaba encontrar un trébol de cuatro hojas.


Disfrutamos mucho más de la senda que el día del trail. La tranquilidad, la soledad, la calma con la que avanzo...me hace disfrutar mucho más del camino.


Nos entretenemos con cualquier detalle que encontramos a nuestro paso, aunque intenten pasar tan desapercibidos como esta mariposa mimetizada perfectamente en una roca junto a la senda.



Caminar entre pinos, con la tierra mojada, con los aromas de las hierbas, con el silencio que se respira, sintiendo el ritmo de mi corazón, con mis pensamientos...es un placer indescriptible.


Un paso, otro paso y uno más...notas que no te cansas. Una energía especial te lleva, te empuja a seguir, a subir con fuerza, con ilusión, con ganas...


Hasta la depuradora de Montán atrae nuestra atención.


Llegamos a un olivar y lo cruzaremos procurando no pasar por el medio.


Apenas lo superamos, cogemos un camino que cruza y nos iremos a la izquierda empezando una interesante subida.


Pero la preciosidad del bosque nos hace olvidar el desnivel.


Sería difícil mostrar todas y cada una de las especies vegetales que nos vamos encontrando. Ciertamente, unas nos llaman más la atención que otras por distintas razones. En este caso, las moradas y diminutas florecillas del brezo nos han hecho sacar la cámara y tomar esta foto.


Las aceitunas también nos han llamado la atención. Llenaban las ramas de los olivos.
Es ésta una variedad temprana de una aceituna que sólo se produce en esta zona y de la que se obtiene un buen aceite que llevan promocionando desde hace unos años.



Aquí también los pinos sufrieron el temporal del invierno del 2017. Muchos pinos caídos en el recorrido, aunque ninguno nos impidió el paso.


 Como una sola flor seremos,
                                     como una flor, y nada más...

                        Gabriela Mistral


Seguimos subiendo y exprimiendo nuestro corazón, nuestros pulmones, llevando al límite nuestras piernas. Pero disfrutando de lo que hacemos, conscientes de que esto es nuestra vida.


Aparecen también dos viejos conocidos: el Alto de las Palomas (1156 msnm) al fondo y el puntal de la Atalaya (1106 msnm). Os acerco las cimas con el zoom.


Alto de las Palomas.


Puntal de la Atalaya.


Hemos salido a un camino entre campos que recorreremos aproximadamente durante unos trescientos metros en ligera subida; pasamos junto a una caseta de aperos y enseguida dejaremos el camino para coger otra bonita y corta senda que enlazará con el GR-7, muy cerca del corral de los Navarros.


Apenas iniciado el sendero vemos unas señales blancas que nos acompañarán hasta después de bajar la Rosada. Desconocemos su origen y su final, así como a su autor. Lo que sí sabemos es que son recientes.



El sendero asciende por la vaguada de un barranco que desagua en el río Montán..


Multitud de pequeñas mariposas revolotean a mi alrededor. Es difícil fotografiarlas porque apenas posadas, un leve movimiento les hace salir volando de nuevo ligeras, etéreas, juguetonas, coquetas... invitándome a seguirlas en un sin fin de tirabuzones a mi alrededor. Pero a ésta la cacé. Sus alas abiertas intentan captar la luz del sol  para tomar energía.

Tardíamente, en el jardín sombrío,
tardíamente entró una mariposa,
transfigurando en alba milagrosa
el deprimente anochecer de estío.


                        José Ángel Buesa


Subimos por la vaguada y salimos a unos campos de almendros que bordeamos por la izquierda.


Salimos a esta pista por donde transcurre el GR-7 que va hacia Montán. Nosotros lo seguiremos por la derecha aproximadamente un centenar de metros, hasta un collado.


De nuevo mi sombra hace acto de presencia y me recuerda que siempre va conmigo, aunque a veces no la vea. Hemos llegado a un collado.

LA SOMBRA DE MI ALMA

La sombra de mi alma
huye por un ocaso de alfabetos,
niebla de libros
y palabras.


¡La sombra de mi alma!
He llegado a la línea donde cesa
la nostalgia,
y la gota de llanto se transforma
alabastro de espíritu.


(¡La sombra de mi alma!)
El copo del dolor
se acaba,
pero queda la razón y la sustancia
de mi viejo mediodía de labios,
de mi viejo mediodía
de miradas.


Un turbio laberinto
de estrellas ahumadas
enreda mi ilusión
casi marchita.


¡La sombra de mi alma!
Y una alucinación
me ordeña las miradas.
Veo la palabra amor
desmoronada.

¡Ruiseñor mío!

¡Ruiseñor!
¿Aún cantas?
       
                                                       Federico García Lorca.




En el collado el hito nos marca el desvío de subida a la cima de Rosada.
Nos vamos por él.


Pero antes de subir hacia la cima, nos entretenemos absortos antes las vistas que disfrutamos desde esta privilegiada atalaya. La sierra de Gúdar frente a nosotros. Peñacalva y el Cabezo de las Cruces, más a la derecha, nos muestran su peculiar y conocido perfil.



Desnuda está la tierra,
y el alma aúlla al horizonte pálido
como loba famélica. ¿Qué buscas,
poeta, en el ocaso?
¡Amargo caminar, porque el camino
pesa en el corazón! ¡El viento helado,
y la noche que llega, y la amargura
de la distancia!... En el camino blanco
algunos yertos árboles negrean;
en los montes lejanos
hay oro y sangre... El sol murió... ¿Qué buscas,
poeta, en el ocaso?


                                                 Antonio Machado


La loma del Morrón de Campos también es fácilmente reconocible desde aquí.


Ascendemos cómodamente hacia la cima. Las señales nos siguen marcando el camino. Un sendero claramente evidente a diferencia de hace unos años que subíamos de manera intuitiva un poco monte a través.


Y llegamos al vértice geodésico de Rosada I (950 msnm).
Alguién lo ha vestido con una camiseta con un mensaje positivo: "Nunca dejes de sonreir".



Y posamos en él vértice por enésima vez.


La luna nos mira. Nosotros la miramos. La luna nos habla. Nosotros le hablamos.

La luna está muy cerca,
quieta en el aire nuestro.
El que yo fui me espera
bajo mis pensamientos.


               Jorge Guillén



Estas bellotas también se muestran espléndidas.


La cima no tiene mucha visibilidad al estar rodeada de pinos. Pero aún así, podemos echar un vistazo hacia el Pinar.


Tras entretenernos almorzando en el vértice de Rosada, seguimos nuestro camino por el sendero que nace detrás del vértice.


Llaneamos unos centenares de metros, lo que nos permite ver con claridad el Alto de las Palomas (detrás) y el Puntal de la Atalaya (en primer término).


Tras un tramo llano, comienza una bajada un poco técnica, con mucha piedra suelta que ayudada por la pendiente, hace que sea muy fácil resbalar y caer.


Otro referente casi contínuo en toda la ruta es el pico de Santa Bárbara de Pina.
Durante la bajada lo tenemos de frente.


El sendero nos deja en un collado. Nos parece que la senda con marcas blancas sigue de frente subiendo la colina que tenemos delante. Pero nosotros nos iremos por una pista que nace a la izquierda.


Ahora caminamos muy cómodos, anchos, tranquilos, sin prisas, disfrutando de cada metro de camino.


No nos importa caminar por pista. Los pinos son nuestra compañía.


El referente: Santa Bárbara de Pina.


Sus feas antenas.


En un punto dejamos la pista y cogemos un sendero en el que vemos marcas de PR.


Es una sinuosa senda entre pinos.


Con bellos tramos que nos maravillan.




Una mañana en soledad da para mucho. Nuestra cabeza va de un tema a otro intentando buscar motivos, soluciones, alternativas, circunstancias, hechos pasados, presentes, futuros, buenos momentos, momentos malos, efemérides, sueños, deseos, intenciones, amistades...



El sendero desemboca en la fuente Amarilla. Nos viene muy bien. El calor y la humedad hace que vayamos empapados y nos venga de perlas lavarnos la cara y beber de su fresquísima agua.


Posamos delante de esta fuente que ya conocíamos.


Tras beber un buen trago, llenar la botella y refrescarnos un poco, seguimos nuestro camino para emprender el último tramo.


Tras un cruce a la izquierda, viene otro que es éste, también a la izquierda y que nos lleva por el camino de la Boscaja.


Ahora volveremos a subir por esta pista, tapados completamente por los pinos y respirando profundamente para llenar de oxígeno nuestros pulmones y nuestra vida.


 Este pino nos hace reflexionar sobre el origen de la forma de su tronco. ¿Ha llevado una vida tortuosa?


Tras un buen tramo por la pista, la abandonamos por la izquierda para tomar la senda de la Pedrera. Se denomina así porque transcurre por la zona de la que se extraían las piedras para la construcción del convento servita. 




Recuerdo de dos veces anteriores que pasé por esta senda que a lo largo de ella, encontrábamos curiosos hitos como el de la foto, que un vecino de Montán construía con dedicación. En la actualidad no queda ninguna. Al parecer, alguien se ha entretenido en destruirlas. No entiendo este afán destructor. Desconozco quién puede haber sido y el motivo de hacerlo, pero si alguien aduce un motivo ecologista, es una tontería como un piano. Pensar que mover alguna piedra de donde estaba para hacer un hito puede alterar de manera considerable el medio ambiente, es de una zafiedaz grande. Cualquiera que se mueva por el monte sabe que nada es estático, todo se mueve, todo cambia. Las piedras no están fijas. Se mueven más de lo que creemos, por ejemplo, con el paso de animales, debido a corrientes de agua después de abundantes lluvias, a causa de fuertes vientos...Entonces, pensar que porque cojamos cuatro piedras y las coloquemos formando hitos más o menos elaborados, es alterar el medio, demuestra poco conocimiento de la naturaleza. Además, quien así piensa, seguramente olvida que el lugar donde vive fue en otro tiempo un terreno natural, ganado al medio ambiente para construir su casa. ¿Es capaz de derribarla para dejar el terreno como estaba antes de construir? No creo que cuatro piedras colocadas más o menos de forma curiosa a lo largo de una senda, pueda alterar tanto el medio como para que tengamos que derribarlas. Seamos ecologistas sensatos y con sentido común.

Tras la perorata anterior, continuamos caminando por la senda, que transcurre por un precioso bosque.



Las lluvias de estos días, aunque no lo abundantes que hubiéramos deseado, han hecho que afloren setas que se asoman entre la pinocha. Nuestra incultura micológica nos impide cogerlas por si las moscas. 



Disfrutamos mucho también de esta preciosa senda. Caminamos muy a gusto por ella.


Aún nos encontramos con grandes bloques de los que seguramente se utilizaron para la construcción del convento.


Hay pinos que nos "caen bien".


Entre los pinos, vuelve a asomar el Gegant.


Atisbamos las primeras casas del pueblo. Ya estamos en Montán.


Antes nos detenemos para obtener esta preciosa panorámica. Realmente, es un pueblo muy bonito.


Y entramos en el pueblo. 
Siempre sentimos una emoción especial cuando entramos andando a los pueblos tras una ruta, o una travesía o estamos haciendo cualquier camino. 


Callejeamos disfrutando de la tranquilidad, la limpieza y el silencio que se respira en el pueblo.


Pasamos por delante de la Iglesia del convento servita, dedicada a la Virgen de los Dolores, patrona de Montán.


Y llegamos de nuevo al punto que fue el inicio de la ruta y ha sido también el final. 

He disfrutado muchísimo de la ruta. Como dije al principio, me gusta mucho más caminar por el monte de esta manera, disfrutando de todo lo que nos encontramos  y de todos los rincones que vamos viendo a lo largo del recorrido.


Nos dirigimos hacia el coche y tomamos una foto del pueblo. Ha sido un buen día. La lluvia de la mañana no volvió a aparecer y disfrutamos de un tiempo excepcional.


El descanso del guerrero. Nos lo merecimos.


Y nos despedimos de esta preciosa localidad a la que no tardaremos en volver para realizar otra ruta que ya me ronda por la cabeza.


Para ver rutas por la zona pincha aquí: enlaces relacionados.

La ruta en el mapa.





La ruta en Wikiloc.



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Película.


4 comentarios:

  1. Hola Emilio.

    Hace poco en los comentarios de mi blog alababas mi capacidad para reconocer y memorizar montañas pirenaicas, pues esas mismas alabanzas te las transmito yo a ti pero con la poesía, se nota que has leído muchos libros de ellas, pero una cosa es leer y la otra memorizarlas, y luego saber aplicarlas en el momento preciso en la narración de la entrada, y tu en eso eres un maestro.

    Recuerdo haberte leído algunas subidas a la Rosada desde Montanejos, pero no recuerdo que nos hubieses mostrado ninguna desde Montán, resulta una alternativa también muy interesante.

    Suscribo cada palabra de las que dices al principio del reportaje. Yo también tuve una época en la que me apunté a alguna carrera de montaña, he de decir que me lo pasé siempre muy bien y que se respiraba muy buen ambiente, pero prefiero mil veces la montaña en petit comité y sin tener que estar más pendiente del reloj que del paisaje. Yo ya hace un tiempo que he adoptado la filosofía "slow mountain", y es como más disfruto de la montaña y la naturaleza y de las cosas, grandes y pequeñas, que estas nos ofrecen.

    Un abrazo.

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    1. ¡Hola, Dani! Por profesión y afición, la lectura ha sido siempre una actividad muy importante en mi vida. Entre ellas, la lectura de poesía siempre me ha gustado (¿se nota mucho?)y desde luego, algo he leído. Hoy en día, tenemos además la inestimable ayuda de internet, de la que también echamos mano precisamente porque no siempre la memoria funciona al cien por cien. De todos modos, creo que un toque de poesía nunca viene mal. La vida, si bien lo miras, también es poesía aunque a veces nos parezca muy prosaica, ¿no?. Y como dije en la entrada, me gusta más pasear la montaña que correrla o andarla a toda prisa. La montaña hay que disfrutarla al máximo. Yo prefiero caminarla y como dices, a cámara lenta.
      Un abrazo.

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  2. Hola Emilio...
    Pues una preciosa ruta a tu ritmo,como tiene que ser.Opino lo mismo al respecto,la montaña es para disfrutarla sin prisas.Recuerdo al respecto haber comentado que el stress hay que dejarlo en casa al salir a la montaña,bastante tenemos durante la semana,como para llevartelo detrás a una afición que se supone que es para desconectar de lo cotidiano.
    La Rosada desde otro "punto de vista" y que demuestra ese enorme potencial que tiene esa Sierra de Montanejos y alrededores.
    Lo de los hitos,estoy totalmente deacuerdo contigo y al igual que Dani,te quería hacer referencia a esos poemas que salpican desde hace un tiempo tus crónicas.No soy de lectura poética,más bien de narrativa,pero reconozco que me estás enganchando a la poesía...

    Un abrazo.

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    1. ¡Hola, Juane! Nos gusta disfrutar de la montaña a nuestro aire, sin prisas, sin pausas, pero disfrutando de cada rincón, de cada detalle. Y más en el Alto Mijares, que sabes que tienes rincones y senderos que valen mucho la pena. En cuanto a los poemas, la montaña me inspira. Me parece que la naturaleza está llena de poesía y pensé que intentar transmitir esa poesía que me sugiere la montaña, podría darle un toque algo diferente a una simple descripción de las rutas.
      Un abrazo.

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