Ruta de ida y vuelta prácticamente por el mismo camino sin otra pretensión que la de transcurrir por caminos rurales y pistas rodeados de un humanizado paisaje de campos de almendros, olivos, viñas y corrales en ruinas. El recorrido pasa por cuatro términos municipales: Villar, Higueruelas (de estos dos muy poco), Domeño y Calles. Saliendo de Villar del Arzobispo, caminaremos por caminos rurales y pistas hacia la partida de Los Rodenos (término municipal de Calles), donde por una vaguada ascenderemos a un puntal próximo al Alto de Tormé. En este punto alcanzaremos la máxima altura de la ruta (926 msnm aprox.). Desde aquí, volveremos de nuevo a Villar por el mismo camino salvo un pequeño bucle.
A una temprana hora nos encontrábamos en el punto de reunión. Aún la noche envolvía el lugar.
Las sombras todavía ocultaban a los gatos, que se descubrían por sus brillantes ojos en la oscuridad . La ya decadente noche evitaba todavía que los pajarillos asomaran de sus nidos.
El silencio lo llenaba todo.
Las sombras todavía ocultaban a los gatos, que se descubrían por sus brillantes ojos en la oscuridad . La ya decadente noche evitaba todavía que los pajarillos asomaran de sus nidos.
El silencio lo llenaba todo.
Siempre los reencuentros son agradables.
Hemos formado un quinteto especial, como se dice en póker, un full (¿no?).
A ver si es así: de der. a izq. Emilio Romero, Rafa Sornosa, Rafa Lafuente, Rafa Medina y Emilio Vera. Full, ¿no? Tres Rafaeles y dos Emilios.
A ver si es así: de der. a izq. Emilio Romero, Rafa Sornosa, Rafa Lafuente, Rafa Medina y Emilio Vera. Full, ¿no? Tres Rafaeles y dos Emilios.
La Plaza Lavadero está en un extremo del pueblo y desde allí iniciamos la ruta saliendo hacia las afueras.
Nos encontramos a un lugareño cargando agua a pesar del letrero.
Le preguntamos por el nombre de la fuente y no lo sabía exactamente, tal vez fuera la fuente de la Balsa. Justo detrás hay una gran balsa de agua y creo que el depósito de agua del pueblo.
Le preguntamos por el nombre de la fuente y no lo sabía exactamente, tal vez fuera la fuente de la Balsa. Justo detrás hay una gran balsa de agua y creo que el depósito de agua del pueblo.
Enseguida nos encontramos en las afueras. Destaca el cerro Castellar, que los trabajos de una cantera se va comiendo poco a poco. Al paso que vamos, dentro de unos años dejará de existir (¿los cerros existen?)
Aquí vemos la cantera con el cerro de fondo. Ya se han comido un buen trozo.
Estos primeros metros son bastante feos. Las canteras tienen estas cosas, no entienden de belleza.
Llegamos a esta bifurcación. Encontraremos varias y tendremos que estar atentos al track, porque la ruta no está marcada. El desvío al cerro Castellar lo dejamos a la izquierda para otra ocasión (debe tener buenas vistas). Nosotros nos vamos por la derecha.
Aunque la presencia de la cantera aún se deja notar en el paisaje, empezamos a ver pinos y vegetación. El color verde (¿esperanza?) nos anima un poco la vista.
El horizonte se nos abre. El sol dora las laderas de las montañas que tenemos enfrente.
"Hoy puede ser un gran día", reza la canción de un popular cantante. Es posible, pero como también continúa el refrán, seguro que viene alguien que lo estropea.
"Hoy puede ser un gran día", reza la canción de un popular cantante. Es posible, pero como también continúa el refrán, seguro que viene alguien que lo estropea.
Otra bifurcación. En este caso hay tres carriles. Nos equivocamos dos veces. Primero izquierda como se ve en la foto, error. Luego derecha del todo, segundo error. Era de frente. Nuevamente el refranero triunfa: "A la tercera va la vencida".
La semana pasada el brezo protagonizó la parte vegetal de nuestra ruta. Hoy tuvo un papel secundario. Más adelante veremos al actor principal de la ruta de hoy.
Ganar cierta altura nos ha proporcionado una visión más amplia del terreno y vemos que existen más canteras en esta zona, ésta de enfrente, al parecer de arcilla, justo en la base del cerro Truquet.
El sol va adquiriendo fuerza y dota de un bonito color dorado a los cerros.
Los campos de almendros y olivos comparten terreno con las canteras.
Las flores amarillas de las aliagas nos hacen olvidar a veces sus espinas, pero éstas siguen ahí, preparadas para pincharnos si nos acercamos más de la cuenta.
Imaginamos estos campos años atrás con mucha más actividad de la que podemos encontrar hoy.
Los corrales en ruinas también son vestigios de un pasado no muy lejano en el que la vida rural y la ganadería en este caso, tenía mucha importancia y era la base de la economía de muchos pueblos.
Parece que unos nubarrones nos amenacen con descargar el agua que llevan. Pero no fue así. Las nubes pasaron y dejaron un cielo limpio y azul.
Junto al camino, nos detenemos en esta fuente abrevadero.
Seguimos nuestro cómodo y amplio camino.
A la izquierda se encuentra la entrada de la ganadería de reses bravas de El Saliner. En el recinto hay también un tentadero.
Aunque la ruta de hoy no tiene encantos senderistas propiamente dichos, nosotros ya hace tiempo que nos conformamos con el hecho de caminar, por donde sea, estar al aire libre, disfrutar del campo, la naturaleza en todas sus formas, de libertad...son momentos de felicidad inefable.
Al fondo el Alto de Tormé, hacia el que nos dirigimos. No subiremos del todo a él. Nos quedaremos en un intento.
Frente a nosotros, otra masía en ruinas.
La masía en ruinas más cercana acercada con zoom. Los Rodenos (foto de Emilio Romero).
Al fondo el Alto de Tormé, hacia el que nos dirigimos. No subiremos del todo a él. Nos quedaremos en un intento.
Frente a nosotros, otra masía en ruinas.
La masía en ruinas más cercana acercada con zoom. Los Rodenos (foto de Emilio Romero).
Y seguimos caminando. Un giro más. Como en la vida. Giros y giros, vueltas y vueltas. De pequeño oía lo de que la vida da muchas vueltas. Ahora de mayor conoces perfectamente el significado de la frase.
Seguimos encontrando vestigios de más corrales en ruinas.
La visión de los Rodenos nos anima un poco y más habiendo caminado hasta ahora por un paisaje básicamente agrario.
La pista se inclina un poco, pero nada que sea pesado.
Tus ojos son una luna
que riela
en una laguna negra.
en una laguna negra.
Ernesto Cardenal
La comodidad de la ruta propicia que el grupo se mantenga compacto. De esta manera se favorece la amena conversación que siempre reina en todas las rutas. La amistad se fortalece y nos hace pasar muy buenos momentos.
Vemos el rodeno, que en esta zona no abunda.
Y aquí está el protagonista vegetal de la jornada. Si, como dije más arriba la semana pasada el brezo fue el actor principal, hoy han sido los madroños. Muchos de ellos salpicaban la montaña y nos regalaban sus exquisitos frutos. Aunque no hubiéramos traído comida, no hubiésemos pasado hambre.
Y aquí está el protagonista vegetal de la jornada. Si, como dije más arriba la semana pasada el brezo fue el actor principal, hoy han sido los madroños. Muchos de ellos salpicaban la montaña y nos regalaban sus exquisitos frutos. Aunque no hubiéramos traído comida, no hubiésemos pasado hambre.
Rafa y Emilio recolectando madroños en uno de los numerosos arbustos que encontramos en las laderas de Los Rodenos o Alto de Turmé.
La pista serpenteaba e iba ascendiendo con lo que mejoraban las vistas hacia el este.
Para romper con la monotonía de la pista, pensé que podríamos subir al puntal que se ve al final de esta vaguada. La subida por aquí no parecía muy complicada. Así al menos pondríamos un poco de picante a la ruta.
Ésta es la vaguada que subimos. No presentaba demasiada dificultad. Más o menos a mitad de recorrido nos fuimos a la derecha buscando la base del puntal.
Llegamos por fin a la base del puntal y lo rodeamos para alcanzar la parte superior. Unos lo hicieron por la derecha. Otros lo hicimos por la izquierda.
Y este es el contraluz que se veía desde la punta de este resalte rocoso, máxima altura que alcanzamos en el recorrido, aproximadamente unos 920 msnm.
Siempre me detengo en lugares elevados a disfrutar del paisaje, a mirar lejos al horizonte, a ver las cosas desde las alturas, a pensar, meditar, recordar, desear...instantes de reflexión que siempre vienen bien al espíritu. Escribo esto mientras escucho Live!"Blue" de Yanni, al piano y pienso en la similitud de las teclas de ese instrumento con las de mi ordenador. Mientras el piano crea música con las notas, yo intento, mal que bien, componer una sinfonía sencilla, simple, con el teclado del ordenador, usando mis palabras para que pueda llegar a cuanta más gente mejor. No sé si lo conseguiré, pero esa es mi intención.
Nos gustan las vistas desde las alturas, ya lo sabéis. Hoy no iba a ser menos.
Por eso posamos.
Desde este puntal, las vistas eran buenas, aunque el contraluz evitaba que pudiéramos disfrutar bien de ellas.
Higueruelas.
Higueruelas.
Tras un momento en el puntal, descendemos a la pista por un sendero y seguimos a la derecha unos metros en busca de un lugar donde el viento no nos moleste para almorzar.
Y aquí nos tenéis, almorzando. Cualquier sitio es bueno. Aquí no nos molestaba el viento y teníamos una buena vista algo matizada por las nubes y una neblina que impedía ver con nitidez (foto de Emilio Romero).
Vistas hacia el puerto de Sagunto.
Serenidad, amplios horizontes, silencio, plenitud....
Ya nos gusta cualquier lugar para caminar. Seguir andando, seguir andando, seguir andando...siempre andando.
La vuelta es por el mismo camino de la ida,salvo un pequeño bucle que cogemos precisamente en esta senda que sale a la izquierda y que vuelve a salir a la pista un poco más adelante.
Este tramo de senda se nos hizo corto, pero lo disfrutamos mucho.
Salimos de nuevo a la pista y seguimos caminando.
Hasta el campo de almendros nos parece bonito.
Bajo ese almendro florido,
todo cargado de flor
recordé, yo he maldecido
mi juventud sin amor.
Hoy, en mitad de la vida,
me he parado a meditar...
¡Juventud nunca vivida,
quién te volviera a soñar!
Antonio Machado
Bajo ese almendro florido,
todo cargado de flor
recordé, yo he maldecido
mi juventud sin amor.
Hoy, en mitad de la vida,
me he parado a meditar...
¡Juventud nunca vivida,
quién te volviera a soñar!
Antonio Machado
Como todo buen caminante sabe, aunque vuelvas por el mismo camino, ves matices diferentes y las cosas desde otro punto de vista. De hecho, a veces nos equivocamos a pesar de volver por el mismo sitio porque cambia la perspectiva.
El otoño acicala algunos árboles. Nos gusta el otoño también.
En llano se camina más tranquilo.
La misma fuente, pero distinta agua.
"Nunca te podrás bañar dos veces en el mismo río" como pensaba Parménides.
"Nunca te podrás bañar dos veces en el mismo río" como pensaba Parménides.
Campos en silencio, campos solitarios.
De nuevo la tristeza y la fealdad de la cantera. Pero por todo hay que pasar en la vida y en las rutas.
La fuente de nuevo, ahora sin nadie que la utilice.
Y el lavadero que pone punto y final a la ruta.
La ruta en el mapa.
La ruta en Wikiloc.
Emilio, no eres pianista, pero emociona tu arte y sensibilidad disponiendo magistralmente las teclas del ordenador, como si de una sinfonía pastoral se tratara, cuidando los detalles, cuidando los matices, ora poético, ora narrativa documentada. Una agradable mañana en grata compañía. Gracias por mantener vivo nuestro espíritu. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Hola, Emilio! Gracias por tus palabras. Intento hacerlo lo mejor y más ameno posible. Esa es mi intención. El resultado ya es otra cosa.
ResponderEliminarUn abrazo.