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viernes, 28 de junio de 2019

MONTÁN: PUNTAL DE LA ATALAYA (24/6/2019)

Durante veintinueve años camino de Montanejos, poco después de pasar el puerto de Arenillas, se nos hacía evidente la presencia de una montaña de espectacular aspecto: se trata del puntal de la Atalaya. Siempre, al pasar por debajo de ella, el mismo pensamiento: a ver si subo algún día. Buscamos y miramos en mapas de la zona trazas de senderos que nos pudieran llevar hasta sus 1106 m de altitud, pero como mucho encontramos alguna aproximación a su base. Hasta que la semana pasada, en el blog de Dani (Per dalt i per baix), pude comprobar con alegría que había subido al puntal de la Atalaya. Ya le comenté que no tardaría en seguir sus pasos, y así ha sido. Aprovechando el fin de semana en Montanejos, decidí acercarme a Montán para realizar la antigua y anhelada ascensión. Nuevamente, poco a poco, otro deseo se ha visto cumplido. Al final, todo llega si no cejas en el esfuerzo y el empeño.



Aparcamos en la Avenida de la Tejería.


Nos hacemos la foto de grupo (ya sabéis que vamos dos: mi soledad y yo).

"En las noches claras, 
resuelvo el problema de la soledad del ser. 
Invito a la luna y con mi sombra somos tres."

                                               Gloria Fuertes


Hemos madrugado para evitar las horas de más calor. Apenas son las siete y media de la mañana. El silencio reina en Montán y no hemos visto a ningún vecino en la calle. El sol comienza a iluminar los tejados de sus casas.


Empezamos a caminar hacia el pueblo.


Callejeamos buscando la parte alta del pueblo, lo que nos permite disfrutar de bonitos rincones como el de la foto.


Tenemos que salir al camino del cementerio.


Salimos al camino que lleva al cementerio en la parte alta del pueblo.


El camino asciende suavemente por la ladera. Vemos entre los árboles algunas naves del polígono industrial de Montán.


Mientras subimos, con el fresco de la mañana (13º), disfrutamos del espectacular paisaje del Alto Mijares. Las montañas de enfrente se quemaron en julio de 2015 y ya han cogido algo de color verde. Eso nos alegra.


Seguimos por el amplio camino que conduce al cementerio. La mañana es clara, limpia, silenciosa, sin apenas brisa, nos encontramos a gusto en este silencio, en esta soledad, en el monte...


Vamos a encontrar muchos campos de olivos, de una variedad temprana de aceituna que están promocionando en Montán y que parece que dan un excelente aceite.


Y llegamos al cementerio, la morada final, el descanso eterno. Tal vez aquí, en el monte, los muertos descansen mejor.


Las canteras de Gullirno.


Y el puntal de la Atalaya en su vertiente norte, más suave y menos espectacular que su vertiente sur, que se muestra más afilada y desafiante.


Caminar no es únicamente avanzar dando pasos hacia adelante. Caminar es, además, disfrutar del entorno, de lo que te rodea, empaparte de lo que ves, de lo que oyes, de lo que hueles, de lo que sientes caminando. Dar pasos es sólo un ejercicio físico, que puede ser más o menos gratificante, pero que es incompleto. Caminar es mucho más profundo, es una manera de ser, de ver las cosas, de sentir...
Por eso nos hemos detenido con esta bella florecilla. Necesitamos disfrutar de ella como parte del camino que estamos haciendo. Ignorarla habría sido un gran error. Nos hubiéramos arrepentido de haberlo hecho. Nos alegramos de haberla conocido.


Giraremos a la izquierda y aunque desde aquí no la vemos, una pala nos indicará el camino a la cueva de Cirat.


Este es el poste.


Seguimos disfrutando de la mañana. Hasta ahora es un día maravilloso. Pero como dice la célebre frase "verás como viene alguien y lo estropea". Frase certera donde las haya.


Seguimos caminando entre campos de olivos.


Omnipresente y difuminado, Penyagolosa marca su impronta con esa efigie majestuosa que tanto conocemos.


El Barrendo.



Nos acercamos a la cueva de Cirat. Desde la pista acercamos su gran boca con el zoom. 
No nos desviaremos nuestro camino para verla. No es el objetivo de nuestra ruta de hoy.



En este punto se encuentra el desvío a la cueva de Cirat. Nosotros no iremos. Estuvimos hace muchos años allí. De acercarnos sólo podríamos ver una larga galería al final de la cual necesitaríamos una escalera para acceder a un tramo más elevado y poder seguir viendo su interior. Y éste no es el objetivo de la ruta de hoy.



De sangre en sangre vengo
 como el mar de ola en ola,
 de color de amapola el alma tengo,
 de amapola sin suerte es mi destino,
 y llego de amapola en amapola
 a dar en la cornada de mi sino.
                 
                  Miguel Hernández


En el mismo cruce con la subida a la cueva de Cirat vemos esta torrentera (parece un camino que ha sido destrozado por el agua) que hemos de coger hacia arriba. 


Subiremos unos metros para abandonarla a la derecha en busca de un senderillo que se irá afianzando poco a poco y que nos llevará a una vaguada que nos dejará en el collado desde el que ascenderemos al puntal.



La luna se negaba a desparecer del cielo y me susurró un bonito poema que me acompañó en el camino.


AMOR DORMIDO


Dormías, los brazos me tendiste y por sorpresa
rodeaste mi insomnio. ¿Apartabas así
la noche desvelada, bajo la luna presa?
tu soñar me envolvía, soñado me sentí.


                                        Jorge Guillén.



Nos costó un poco encontrar la traza del sendero, pero una vez en él, se hizo más evidente y fácil de seguir. Tenía también una buena pendiente.


La subida tiene bonitos tramos como éste en el que unas carrascas nos recuerdan a los espectadores apostados a los lados en las carreras que jalean, saludan y dan ánimos a los corredores.


Vamos subiendo y el corazón y la respiración se aceleran. No sólo nos ocurre esto cuando subimos a la montaña. Nos detenemos unos instantes, retomamos el pulso, disfrutamos del paisaje y nos embebemos en nuestros pensamientos, en nuestras zozobras diarias, en nuestros sueños, en nuestros deseos más fervientes y buscamos en el horizonte una respuesta a todas estas cuestiones que nos ocupan.



El horizonte lejano es fuente de  muchos de nuestros pensamientos, inquietudes, ilusiones... 


Damos un vistazo a esta vaguada por la que hemos ido subiendo y donde hemos perdido por un momento el sendero, aunque tenemos clara la dirección y vamos subiendo hacia el collado que tenemos más arriba y volvemos a encontrar el sendero que perdimos metros más abajo.


Estos dos pinos también ayudan como referencia mientras subimos. Hemos de subir hasta ellos.


Al ser una ruta poco transitada e ir caminando solo, es normal ir destruyendo sin querer, multitud de telas de araña que cruzan el sendero y que son invisibles a nuestros ojos. Muchas arañas colgaron del sombrero o de mis brazos tras haber destruido su morada (en alto vive, en alto mora, en alto teje la tejedora) de manera involuntaria. Enseguida se deslizaban por los sutiles, finísimos y transparentes hilos hacia el suelo o las hojas de arbustos y plantas.



Seguimos subiendo y disfrutando del paisaje, la soledad y el silencio. Ninguna de estas cosas cuesta dinero ni se pueden comprar con él y, sin embargo, nos hacen felices.


Miramos en la lejanía hacia la sierra de Gúdar. 
Peñacalva es inconfundible.


Así como el Cabezo de las Cruces.


Es un bonito sendero. Además tiene la particularidad de ser inédito para nosotros y eso nos motiva.


Nos va subiendo hasta un collado entre pinos y carrascas.


Vemos esta caseta que se encuentra en el collado.



El monte está lleno en esta época de mariposas. Cruzan delante de nosotros, como invitándonos a fijarnos en ellas, a seguirlas, en una persecución que tenemos perdida porque nunca las alcanzamos. A veces, como concediéndonos un gran favor, se posan y nos dejan admirar su belleza como diciendo: "¡mira qué bella soy!". Como animal de sangre fría, la mariposa extiende sus alas para calentarse. Gracias a eso hemos podido fotografiar a ésta.



Este es el collado desde el que vamos a emprender el último tramo de la ascensión.
Nos quedan unos setecientos metros para la cima y habremos de salvar unos ciento cincuenta metros de desnivel.



En el collado buscamos un camino a la izquierda pero apenas lo vemos, buscamos un hito (el de la foto) que nos marca el camino a seguir hasta la cima. El principio del senderillo es algo incierto por el monte bajo que lo tapa un poco, pero enseguida encontramos una traza más evidente y clara que nos llevará sin excesivas dificultades, salvo el desnivel comentado antes, hasta el hito cimero.


Desde el collado, antes de iniciar la subida final, entre los árboles, entrevemos Montán en el fondo del valle. Iniciamos el sendero que nos llevará hasta la cima.


Santa Bárbara de Pina, referente  en toda la ascensión.


Al fondo, el Alto de las Palomas también se nos hace evidente.


Ya tenemos la cima a un tiro de piedra.


Miramos hacia el fondo del valle y asoman algunas casas de Montanejos.


Pasamos junto a estas ruinas de un pequeño corral o refugio de pastor.


Algunos gordolobos crecían en medio del sendero.


Y ya casi en la cima, volvemos la cabeza para ver de nuevo Santa Bárbara de Pina, en la sierra de la Espina.


Cima del puntal de la Atalaya: otro deseo cumplido.
Este hito marca el punto más alto de nuestra ruta de hoy.


Una vez en la cima, sólo nos queda extasiarnos con las vistas en trescientos sesenta grados que presenta esta cima porque no tiene ninguna montaña alrededor que le quite visibilidad, además de que posee una buena altura en relación a otras cimas de la zona.



Esta es la panorámica que podemos observar desde aquí. Una neblina nos impide ver con nitidez el horizonte, pero nos da lo mismo. La satisfacción sigue siendo máxima.


Vistas a Penyagolosa y Montanejos en el centro.


Vistas a Santa Bárbara de Pina.


Vistas hacia el Alto de las Palomas.


Vistas hacia el valle del río Montán, con Montán (barrio de las eras) en primer término y en la misma línea, al fondo, Montanejos.


Hacemos zoom hacia la cima del Morrón de Campos 
Vemos claramente la caseta forestal.



Mi sombrero de paja también quiso adquirir algo de protagonismo. No en balde me acompaña en mis rutas y me protege del pertinaz sol. Lo estimo bastante. Además evita que mis ideas se escapen y salgan de mi cabeza.

Escuché un extraño berrido durante unos minutos muy cerca de donde yo estaba. Supuse que sería de algún macho cabrío. Estuve expectante durante ese tiempo ante la posibilidad de que apareciera. Minutos después, dejé de oírlo y decidí almorzar tranquilamente, disfrutando de las vistas. Pero algo en el ambiente me avisaba que algo sucedía que no era normal. No puedo decir qué era, pero la brisa me lo susurraba al oído. Era una intuición. Hasta tal punto era fuerte, que mi cámara captó este momento de la manera que veis: una foto borrosa, señal inequívoca de esa intuición.


El Alto de las Palomas con zoom.


El Alto del Pinar.


Mirando hacia el norte, el Cantón destaca con sus 995 msnm.


La ermita de Santa Isabel, Peñarroya y a la derecha Fuentes de Rubielos.


Tras almorzar y disfrutar de las vistas y la paz reinante en la cima, volvimos hasta el collado por el mismo camino que nos llevó a la cima. Una vez en el camino, la pista que vemos a la izquierda es la que llevaremos ahora y que tras diversos cruces, nos devolverá a Montán.


Estará contenta Santa Bárbara de Pina. La habré sacado un montón de veces...Eso sí, desde diferentes ángulos.


Vistas hacia el barranco de la Calzada.



MARIPOSA DE LA SIERRA

¿No eres tú, mariposa,
el alma de estas sierras solitarias,
de sus barrancos hondos
y de sus cumbres agrias?

           
           Antonio Machado
Vertiente oeste del puntal.


Algún tramo de pista está cementado para evitar la erosión.



Embebido en mis pensamientos. 

Aquí enlazamos con el Camino del Cid, una ruta de BTT y el GR 7.


Esto poste confirma lo que os acabo de decir.


Aunque caminemos por pista, el paisaje que nos envuelve nos hace disfrutar mucho hasta el punto de olvidarnos que caminamos por pista. También agradecemos que la brisa sople y nos ayude a soportar mejor el calor, aunque tampoco es excesivo.


Encontramos algunos campos con árboles frutales.


Nueva bifurcación. Nosotros seguimos por la derecha, pero tendremos precaución porque el poste que veis en la foto nos informa de la existencia de colmenas y ya sabéis que con el calor, estos imprescindibles insectos se encuentran en plena actividad.


Por fin, dejaremos la pista en esta curva dejaremos la pista y continuaremos por una bonita senda.
El poste nos marca este sendero que seguiremos ahora.


El sendero también nos protege del sol porque transcurre por una bonita y tranquila pinada.


Bonitos y sombríos tramos nos hacen disfrutar de este tramo.


La senda termina en una pista por la que seguiremos a la derecha hasta llegar de nuevo a Montán.


Seguimos ahora por la pista. Sabemos que estamos llegando al final y vamos muy contentos y felices con la ruta que hemos hecho hoy.


Preciosa la flor de diente de león. Su color, sus sutiles pétalos superpuestos, su belleza natural, su sencillez.... cualidades suficientes para detenernos en ella y disfrutar.


Aproximadamente medio kilómetro antes de llegar a Montán, a nuestra derecha, está la fuente de la Tejería con un área recreativa donde podemos descansar. La fuente tiene propiedades sulfato-bicarbonatadas. Pero no nos acercamos a ella porque en este punto dos amenazadores perros se avalanzaron sobre mí ladrando desaforadamente. Los esquvé como pude y supe y seguí ligero el camino por si se les ocurría darme algún mordisco. No me entretuve en ver si tenían amo o estaban asilvestrados. Si tenían amo, muy mal que unos animales con esa actitud amenazadora estén sueltos por ahí. Parece ser que ahora con la moda de las mascotas olvidamos que también son fuente de accidentes nada agradables cuando están sueltos. Y si están asilvestrados, las autoridades competentes deberían hacer algo al respecto para evitar accidentes.


Apenas unos metros después, pasamos por la fuente del Chorrico donde bebemos un buen trago de agua y nos refrescamos la cara.


Y llegamos de nuevo al punto de partida, dando por finalizada esta, para mí, ilusionante ruta. La he disfrutado mucho en soledad y silencio. Tal vez luego la vida nos reserve alguna mala sorpresa, pero estas horas de tranquilidad e ilusión ya no nos las quita nadie.

La ruta en el mapa.




La ruta en Wikiloc.


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Película de la ruta.


3 comentarios:

  1. Hola Emilio...
    Pues deseo cumplido y esa Atalaya,ya esta dentro de esa repleta mochila,que todos llevamos y que nos gusta seguir llenando...jejeje.
    Otra bonita e interesante ruta,con buenas partes de senda,aderezada con partes mas cómodas por pista.Muy buenas vistas desde esa privilegiada Atalaya.
    Como siempre,tus reflexiones a lo largo de la crónica,son un aliciente mas para disfrutar de las fotos y la lectura,además de esas poesías que le dan un toque especial.

    Un abrazo.

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    1. ¡Hola, Juane! Pues un deseo cumplido que se convierte en alegría seguidamente. Le tenía ganas a este bonito y espectacular puntal. Disfruté mucho de la subida y las vistas. Gracias por tus comentarios sobre mi crónica.
      Un abrazo.

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  2. Hola Emilio.

    Me alegro que al fin hayas subido a la Atalaya, y que haya sido una crónica mía la que te haya impulsado a hacerlo.
    La verdad es que era una pena que una montaña tan bonita como esta no tuviese una senda de subida, y si la tenía pues que estuviese en mal estado hasta la fecha. Menos mal que ahora, con motivo del trail de Montán, está transitable, y hace que esta subida a este espectacular mirador sea una delicia, aunque también tenga sus tramos de dureza.

    Un abrazo.

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